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sábado, 14 de enero de 2017

Estaban todos unánimes juntos...fueron todos llenos del Espíritu Santo

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Una gran sorpresa

La venida del Espíritu Santo
HECHOS 2.1-13
1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

5Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Pentecostés y el discurso de Pedro, 2:1-41
Según el relato, el acontecimiento que se narra no tiene sentido más que cuando se lo sitúa en el contexto de pensamiento de quienes lo viven. Está claro en lo que se refiere a las citas de Joel (2:17–21), del Salmo 16 (2:25–28), del Salmo 110 (2:34, 35) y de Isaías 57:19 (2:39); pero también, de manera menos palpable, en la alusión a la fiesta judía de Pentecostés (2:1) y a las tradiciones judías sobre el significado de esa ocasión.

(1)  Pentecostés, 2:1–13.
Puede ser útil precisar el significado de Pentecostés en el primer siglo. Había tres grandes festivales judíos a los cuales todo varón judío que viviera dentro de un radio de 30 km. de Jerusalén estaba obligado legalmente a asistir: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos. El término griego pentekosté 4005 significa “cincuenta”. En el calendario judío designa la fiesta que se celebraba cincuenta días después de la Pascua (otro nombre para Pentecostés era Fiesta de las Semanas; se llamaba así porque eran cincuenta días, que equivale a una semana de semanas). En su origen fue una fiesta agrícola para celebrar la recolección de trigo, y en ella se ofrecían los primeros panes de la nueva cosecha (ver Exo. 23:16). Pero, a principios del cautiverio en Babilonia, en el siglo V. a. de J.C., cambió la celebración de un acontecimiento agrícola que tenía lugar todos los años y pasó a ser la celebración de un acontecimiento único y central, es decir, el pacto del Sinaí. Una tradición rabínica añadió al significado de Pentecostés la conmemoración de la promulgación de la ley en Sinaí. En el siglo III a. de J.C., parece ser que a esta fiesta de Pentecostés correspondía la celebración de una renovación del pacto (2 Crón. 15:10–15). En todo caso, parece cierto que en la época de Cristo esta fiesta conmemoraba la entrega de la ley de Dios por medio de Moisés. La celebración de esta alianza permitía renovarla.
En este acontecimiento se encuentra la misma relación entre Pascua y Pentecostés que se ve en el pensamiento judío durante su historia. Israel ha sido salvado de Egipto y del mar (Exo. 14–15; comp. 1 Cor. 10:1–4) para entrar en pacto con Dios en el Sinaí (Exo. 19). Debido a estos dos eventos, Israel se sentía constituido como pueblo, por haber sido salvado de las fuerzas de la destrucción y de la muerte y establecido en la existencia de las naciones por medio del encuentro con Dios y su palabra. La salvación y el establecimiento son elementos básicos en la creación del pueblo de Dios en el AT. Israel contemplaba su liberación como el principio de su creación. En el libro de Exodo el nacimiento de un pueblo coincide con su liberación de la esclavitud de Egipto. Y luego la liberación de Babilonia fue contada en un nuevo éxodo (o un éxodo renovado).

Es probable que el hecho de Pentecostés en Los Hechos haya sido coloreado en su presentación literaria con el trasfondo de las teofanías del Sinaí y quizá también con la confusión de lenguas en Babel. Eso fue así a fin de hacer resaltar más claramente dos ideas fundamentales que dirigirán la trama de todo el libro de Los Hechos, a saber: la presencia divina en la iglesia, representada por el Espíritu Santo (2:1–4) y la universalidad de esta iglesia, representada ya en germen en esa larga lista de pueblos enumerados (2:5–11). El trasfondo del AT se dejaría traslucir sobre todo en las expresiones que se encuentran en este pasaje. En el relato de la escena del Sinaí el libro de Exodo dice: Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y el monte que humeaba. Al ver esto, ellos temblaron y se mantuvieron a distancia (Exo. 20:18). Los rabinos decían que la voz de Dios, al promulgar la ley en el Sinaí en medio de truenos y relámpagos (ruido y fuego), se dividió en 70 lenguas, número de pueblos que según la creencia judía existían entonces a raíz de la dispersión de Babel, y resonó hasta comprender a todas las naciones. Es sabido que los judíos pensaban, según Génesis 10, que había 70 naciones en el mundo.

En este sentido, concluyen algunos que así como la ley mosaica fue dada el día de Pentecostés, así la ley nueva, que consiste primariamente en la gracia del Espíritu Santo y que ha de substituir la ley antigua, debía ser proclamada en ese mismo día. Algunos comentaristas opinan que el milagro de las lenguas (2:4) era como un dar la vuelta al influjo destructivo de Babel, que separó a los pueblos por la diversidad de lenguas. A la fiesta de Pentecostés acudía tal vez tanta o más gente que a la Pascua. Esto explica la cantidad de países mencionados en este capítulo, porque nunca había en Jerusalén una multitud más internacional que en ese momento.

Es posible que Lucas, ahora escribiendo después de una reflexión sobre los primeros treinta años de vida del movimiento cristiano primitivo (e inspirado por el Espíritu Santo), comenzó con la fiesta de Pentecostés y de esta manera trató de hacer resaltar algunas de las mismas ideas judías. Pero ya Lucas está interpretando la revelación del AT a la luz de la revelación superior, la de la encarnación de Dios en Jesucristo (Mat. 5:21–37; Hech. 6:8–14; 7:51–53; Heb. 1:1–4). ¿No dijo Jesús: No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir (Mat. 5:17)? ¿Y no escribió Pablo: En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu, a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio (Ef. 3:5, 6)?

Pero haya o no trasfondo de narraciones del AT en su presentación literaria, no hay motivo alguno para dudar la historicidad del hecho. Vamos a ver cuales son las afirmaciones fundamentales de Lucas.

Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios. Pentecostés como es narrado aquí por Lucas forma un escenario de enorme trascendencia en la historia de la iglesia. A ello, como a algo extraordinario, se refería Jesucristo cuando, poco antes de la ascensión, avisaba a los discípulos de que no se ausentasen de Jerusalén hasta que llegara este día. Es ahora precisamente cuando puede decirse que se renueva el pueblo de Dios y va a comenzar la historia del establecimiento del movimiento cristiano. Pues es ahora cuando el Espíritu Santo desciende visiblemente sobre él para darle la vida y ponerlo en movimiento. Los discípulos, antes tímidos (Mat. 26:56; Juan 20:19), se transforman en valientes difusores de la doctrina de Cristo (2:14; 4:13, 19; 5:29). Para Lucas esta presencia de Dios en poder (Luc. 24:49) en la comunidad cristiana es un momento crucial en la vida de la comunidad, porque refleja su lugar de importancia entre los eventos más importantes en la historia sagrada.

La venida del Espíritu Santo en Pentecostés. La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4: Todos fueron llenos del Espíritu Santo. Todo lo demás, de que se habla antes o después, no son sino manifestaciones exteriores para hacer visible esa gran verdad. A eso tiende el ruido como de un viento violento que se oye en toda la casa (v. 2). Era como un primer toque de atención. A ese fenómeno acústico sigue otro fenómeno de naturaleza física: unas llamitas en forma de lenguas como de fuego que se reparten y van posándose sobre los reunidos (v. 3). Los dos fenómenos pretenden lo mismo: llamar la atención de los reunidos de que algo extraordinario está sucediendo. Y notamos que tanto el viento como el fuego eran los elementos que solían acompañar las manifestaciones de Dios en el AT (Exo. 3:2; 24:17; 2 Sam. 5:24; Eze. 1:13) y por eso es que los discípulos pensaron que se hallaban ante una epifanía, la prometida por Jesús pocos días antes, al anunciarles que serían bautizados en el Espíritu Santo.

Esta venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4; 15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).

Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo. Por ejemplo, en la historia de Felipe y el eunuco hay un intercambio entre Un ángel del Señor (8:26) que envió a Felipe por el camino de Jerusalén a Gaza y el Espíritu que dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro” (8:29). Aparentemente fue el mismo Espíritu (el Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después del bautismo del eunuco (8:39). En la conversión de Pablo fue Jesús quien habló directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo (9:17).

La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo (Luc. 1:41, 67). El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios para todos los pueblos (Luc. 2:51 s.). El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los discípulos quienes lo estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe entender como la primera venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que los discípulos (como personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da testimonio a la actividad del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la actividad del Espíritu se presenta como estando relacionada con los eventos del AT en la vida y el ministerio de Jesucristo (como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al mundo que él creó sin su presencia santa (el Espíritu Santo).

La gran liberación del poder en el día de Pentecostés en ninguna manera debe ser minimizada, pero es evidente que ello no sobresalió tan distintivamente durante el primer siglo como para algunos grupos cristianos de hoy día. Este día no se menciona en ningún escrito de los existentes del primer siglo fuera del cap. 2 de Los Hechos. Era el día de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección de Jesús no hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los Hechos otros acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Cuando el evangelio alcanzó a Cornelio (cap. 10) y algunos seguidores de Juan el Bautista (cap. 19), también había efusiones semejantes a aquella en Jerusalén. Estas etapas mayores del progreso en la expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron autenticados por el Espíritu Santo con manifestaciones vigorosas.

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés. Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser personas relacionadas con otras personas en la comunidad.

Cuando Adán perdió el rumbo de su verdadero destino, dándose a la falacia de la autosuficiencia, Dios se dio a la creación de un pueblo verdadero para sí. El llamado de Abraham, Isaac y Jacob tenía en vista la creación de un pueblo que fuera su posesión. Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. El mismo remanente se mostró como carente de fijeza y finalmente llegó a la concreción de una persona, el verdadero Hijo del Hombre, el verdadero siervo de Dios, Cristo Jesús. Pero, paradójicamente, él vino como una persona individual y como un cuerpo. En él fue creado un nuevo hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 6:16; Rom. 9:6), la simiente de Abraham (Gál. 3:29); una raza elegida, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).

El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. La iglesia en el NT es una nueva creación, pero en cierto sentido es el Israel reconstituido. Abraham, Isaac y Jacob se sentarán junto con Pedro, Santiago y Juan, así como las gentes del oriente y del occidente (Mat. 8:11). Este verdadero Israel es la iglesia, la ekklesía 1577 de Dios.

Llenos del Espíritu Santo. Ya que el significado de lo que quiere decir ser “lleno del Espíritu Santo” o “la plenitud del Espíritu Santo” es un problema candente entre los cristianos interesados en la vida espiritual, vamos a examinarlo un poco más a fondo. Vale la pena mencionar que no hay que confundir la presencia del Espíritu Santo con las señales exteriores. La venida del Espíritu fue acompañada por un sonido semejante al de un movimiento violento de viento. Los exégetas tempranos reconocían que Lucas no estaba describiendo el sonido del viento sino algo semejante a una ráfaga de un viento poderoso. Ni tampoco dice Lucas que lenguas de fuego aparecieron a los discípulos sino que les aparecieron lenguas como o similares al fuego. Estas señas perceptibles y visibles fueron solamente un fenómeno pasajero; la presencia y el poder del Espíritu Santo eran la realidad permanente e importante.

La creencia en la presencia del Espíritu se basaba sobre una experiencia. No era una mera doctrina que los discípulos buscaban perpetuar; más bien era una experiencia personal que no podían dejar de proclamar. Se encontraron a sí mismos conscientes de una Presencia, diciendo y haciendo cosas que les ocurrían a ellos y a otros debido a un poder irresistible que les mandó hacer o decir cosas que nunca habían contemplado previamente.

La frase “plenitud del Espíritu” es una forma de expresar una verdad que, a través del NT, se expresa también de otras maneras. Describimos el mismo fenómeno cuando hablamos de ser bautizados en o con el Espíritu Santo, la venida del Espíritu Santo en o sobre alguien, la vida cristiana victoriosa, el señorío de Cristo y el ser crucificado con Cristo y resucitado con él. La frase que utilizamos para expresar la vida ideal depende de nuestro punto de vista. Vista en su relación con el pecado, la tentación y la preocupación, la vida cristiana es la vida cristiana victoriosa. Vista en su relación con Cristo, es el señorío de Cristo. Vista en su relación con el Espíritu Santo, es la plenitud del Espíritu. Un autor opina que el ser lleno del Espíritu es o debe ser “la vida cristiana normal”.

En el día de Pentecostés todos los discípulos que estaban presentes fueron llenos del Espíritu Santo (v. 4). Pero esta misma expresión describe también a Juan el Bautista, Elisabet, Zacarías, Esteban y Bernabé. Antes y después de Pentecostés, el pueblo de Dios fue lleno del Espíritu Santo. Esta plenitud sí era pentecostal, pero también prepentecostal y postpentecostal. En el NT se nos dice específicamente cómo esta plenitud del Espíritu Santo afectaba las vidas y el ministerio de aquellos que fueron así llenados.

Juan el Bautista fue lleno con el Espíritu Santo y predicó. No predicó en sonidos extáticos consistiendo en pronunciaciones ininteligibles, sino en lenguaje tan sencillo que todo el mundo podía entender. Zacarías fue lleno del Espíritu Santo y profetizó… (Luc. 1:67). Lucas nos presenta el contenido de su profecía. Era proclamación inspirada, predicación inteligible. Zacarías no estuvo presente el día de Pentecostés. Era un sacerdote judío que oficiaba en el templo judío. Fue lleno con el Espíritu Santo antes de Pentecostés, antes del nacimiento de Jesús y antes del nacimiento de Juan el Bautista. Fue lleno del Espíritu Santo y así fue habilitado para adorar a Dios, vivir en santidad y rectitud y predicar las buenas nuevas de redención. Esteban fue un hombre lleno… del Espíritu Santo (Hech. 6:5). La primera cosa que aprendemos de Esteban es que era uno de los siete escogidos para atender las necesidades materiales de los pobres. Más tarde notamos que él predicó, no en expresiones ininteligibles de lenguas extrañas, sino en palabras simples y comprensibles. Bernabé es otro hombre de quien leemos que era lleno del Espíritu Santo (Hech. 11:24). La primera cosa que conocemos de Bernabé es que vendió un campo y entregó la cantidad total a la iglesia para el bienestar de los pobres (Hech. 4:37). Esto es la espiritualidad verdadera. Esto es un fruto de un hombre lleno del Espíritu. Ser lleno del Espíritu Santo no significa que Bernabé era sin pecado o que era un hombre perfecto. El falló en Antioquía, junto con Pedro, cuando se retraía de comer en la misma mesa con los hermanos incircuncisos (Gál. 2:11–14). Ser lleno del Espíritu Santo no hizo a Bernabé un hombre perfecto y sin pecado. Ni, que sepamos, habló en lenguas; pero sí el Espíritu Santo lo hizo un hombre bueno en hecho y en palabra.

Ser lleno del Espíritu Santo no es un privilegio restringido o exclusivo de unos cuantos favorecidos. No era una segunda bendición, reservada para el Pentecostés o para algunos selectos en cualquier época o para quienes se consideran pertenecientes a una genealogía pentecostal. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo una vida sin pecado. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo necesariamente lenguas ininteligibles y un orgullo personal sobre una excelencia o superioridad espiritual asumida.

¿Cuáles, pues, son las señales verdaderas de la plenitud del Espíritu Santo? Un estudio del libro de Los Hechos sugiere, por lo menos, algunas de las siguientes indicaciones de que uno está lleno del Espíritu: manifestar el carácter de Cristo, llevar una vida de testimonio, estar bajo la dirección del Señor, ejercer eficientemente los dones del Espíritu, espontaneidad en la vida y una conciencia de la presencia de lo divino. Los que estaban llenos del Espíritu Santo se dieron a sí mismos en servicio humilde y en sacrificio: el evangelio para los perdidos, comida para los hambrientos, apoyo para los oprimidos (Luc. 4:18, 19).

Hablar en lenguas. El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los Hechos y 1 Corintios. En cuanto a Marcos 16:17, no se encuentra en los manuscritos más viejos y dignos de confianza y se cree que fue añadido más tarde durante la transmisión del texto. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los caps. 12–14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto que no es semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en el NT para lenguas desconocidas.

Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. No sabemos realmente qué sucedió en Pentecostés. Lo cierto es que los discípulos tuvieron la experiencia de que el poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca antes. Debemos recordar que Lucas no fue testigo ocular de esta parte de Hechos y que probablemente estaba transmitiendo una historia que había escuchado en su investigación (Luc. 1:1–4). Si fuera que Lucas empleara fuentes extrabíblicas o no, el cap. 2 pertenece a Los Hechos como nos ha llegado y es apropiado procurar comprenderlo como está en el texto. En Hechos 2 el don de lenguas se ve como un milagro de cierta clase, fuera del hablar, o del oír o de ambos. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lo que los asombró era que cada uno podía entender en el lenguaje o dialecto de su nacimiento (v. 8). Lucas da énfasis al hecho del entendimiento sin explicar cómo fue posible. Explicarlo sobre bases de acuerdo con la historia natural, por ejemplo, que se hablaban varios lenguajes conocidos (como si no fuera un milagro), no parece ser el propósito de Lucas. La sorpresa de la gente no ocurrió porque encontró en uso varios lenguajes, en vista que era una experiencia común en aquel entonces como hoy en día en el Medio Oriente. Lucas indica que era el don del Espíritu Santo y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la comprensión en esta ocasión.

Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a hablar en distintas lenguas… les daba que hablasen (v. 4). Pedro rechazó la acusación infundada de embriaguez e identificó la experiencia como el cumplimiento de la promesa que se encuentra en el profeta Joel, quien predijo la efusión del Espíritu en los últimos días, llevada a cabo por profecía, que quiere decir predicación inspirada (2:15 ss.). Pedro interpretó esto en términos de la predicación inspirada y evangelística que fue diseñada para que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (vv. 17–21). Esto no implica lo que algunos carismáticos han concluido: un éxtasis en masa de parte de los discípulos que incluye erupciones de hablar en lenguas.

El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu Santo, y sólo secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de viento violento, las lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo: llamar la atención de los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Su finalidad era servir de consuelo a los fieles al verse así favorecidos con la presencia del Espíritu Santo, y al mismo tiempo llamar la atención y provocar el asombro de los infieles, disponiéndoles a la conversión (8:18, 19; 1 Cor. 14:22). Lo que sí emerge con fuerza es que el énfasis de Lucas es sobre el Espíritu Santo, y no primariamente en el medio que fue dado en ese momento. Las lenguas, en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu permanece.

Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los Hechos: en Cesarea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre el Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas ininteligibles en Corinto. Aparentemente no hubo una barrera lingüística en Cesarea y Efeso como fue el caso en Jerusalén, y por eso no había necesidad de un milagro de comunicación como en Jerusalén. Esto favorece un paralelo con Corinto más bien que con Jerusalén, pero no es demostrable. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban (19:6). Por lo menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1 Corintios profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. El fenómeno en Cesarea y Efeso podía corresponder al de Corinto y representar un punto medio entre las lenguas de Jerusalén y las de Corinto. Lo que sí es claro es la distinción aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.

Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios 12–14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y la palabrería como algo pagano y no apropiado para la oración del pueblo de Dios (Mat. 6:7). Algunas veces se guardaba silencio (Mat. 27:14; Mar. 15:4 s.; Luc. 23:9; Juan 19:9 s.), pero nunca se declaraba en sonidos extáticos e ininteligibles. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan 11:33), pero esto no es lenguas. Fue una expresión inarticulada de profunda emoción, una experiencia humana universal bajo presión. Cuando Jesús hablaba era en el lenguaje de la gente que estaba frente a él, directo, sencillo y profundo en significado como se nota en las bienaventuranzas y las parábolas.

Es notable que de todas las cartas de Pablo, solamente en 1 Corintios se encuentra algún rastro de las lenguas. Pablo hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las lenguas. En Romanos, por ejemplo, se encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27; 14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas. Gálatas nos presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no dice nada de las lenguas.

En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de los dones del Espíritu y predijo: … cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).

Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano: (1) A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la influencia de la iglesia en el mundo. En 1 Corintios 12 se describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo, haciendo hincapié en la diversidad de dones espirituales y en la provisión del Espíritu para ambos, la unidad y la variedad en la iglesia. Sin embargo, una lectura rápida de 1 Corintios expone la amplitud del problema en Corinto. Había orgullo espiritual, celos y rivalidad sobre los dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del problema se debió al hablar en lenguas.

El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para confrontar el problema de las lenguas. El amor es el camino más excelente (1 Cor. 12:31); y sin amor, hablar en lenguas de hombres y de ángeles es nada más que un sonido vacío (1 Cor. 13:1). El amor es el camino excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón sin salida. Algunos dones, como el de conocimiento, cederán a algo más maduro, como el habla de un niño cede al habla de un hombre, o como la reflexión en un espejo cede a un encuentro cara a cara; pero no hay tal promesa en cuanto a las lenguas. Simplemente cesan.

El cap. 14 aclara las limitaciones para lo bueno del hablar en lenguas y también su potencial hacia el abuso y el daño. A lo mejor, uno que hable en lenguas habla a Dios pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor. 14:2). Se compara las lenguas con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica, exhorta y consuela (14:3). Las lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está interesado en su propio bien; al contrario, la profecía se usa para la edificación de la iglesia (14:4). El énfasis principal de Pablo en 14:1–19 y en cualquiera otra parte es que el cristiano debe buscar el don de profecía antes que el don de lenguas. El sonido extático e ininteligible con su egoísmo es un pobre substituto para la preocupación de amor en hablar en palabras que fortalezcan y unifiquen a la iglesia.

Otro peligro que encontramos en el uso de las lenguas es el testimonio de la iglesia para los que están fuera de ella. Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23). Son sin sentido para los visitantes no acostumbrados a tal actividad (14:16), y alejan a los forasteros. A lo mejor, las lenguas representan un misterio para ellos (14:22); o lo peor, se persuaden a sí mismos que la iglesia crea locura (14:23).

Entonces podemos concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la profecía (quiere decir predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación es superior porque edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser entendida por todo el mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por el Espíritu Santo para ganar a la gente perdida para Jesucristo.

ARMANDO UN BOSQUEJO PARA PREDICAR
Una sorpresa bienvenida
Hechos 2:1–3
Introducción: Todos hemos tenido la experiencia del anuncio de la visita de un familiar o de una persona importante. Los días previos a la visita arreglamos la casa, los muebles y vigilamos que todo esté en orden. Pensamos en las cosas que esperamos decir o en las actividades que desarrollaremos con esa persona. Así fue con los discípulos. En obediencia y oración estaban esperando la llegada del Espíritu Santo.
I.   El tiempo de la venida
1.  El significado de Pentecostés
2.  El significado de tener a todos reunidos

II.  Las expresiones sobrenaturales
1.  El estruendo del cielo
2.  Las lenguas como de fuego
3.  Los idiomas distintos

III. Las reacciones de los presentes
1.  Atónitos y perplejos: ¿Qué quiere decir esto?
2.  Escépticos: Están llenos de vino nuevo

Conclusión: Después que hemos tenido la visita de una persona importante, siempre reflexionamos sobre lo que se hizo y lo que se dijo, y consideramos los cambios que resultan de esa visita. ¿Ha venido el Espíritu Santo a su vida?
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viernes, 30 de diciembre de 2016

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Una secta que no es cristiana

LOS TJ:
LA BASE DOCUMENTAL DE NUESTRO ESTUDIO


Bibliografía comentada para nuestro trabajo sobre los Testigos de Jehová.

Para conocer la vida y las obras que llevaron a cabo los diferentes dirigentes de los Testigos de Jehová, tenemos que consultar la obra titulada Los Testigos de Jehová en el Propósito Divino, publicada por la Watchtower Bible and Tract Society, Brooklyn, New York. En un volumen de 320 páginas, se intenta explicar la historia de la organización de los Testigos de Jehová,por medio de sus máximos representantes y de sus obras.

No se trata de una obra crítica, sino más bien la de intentar demostrar que la historia de los Testigos de Jehová, corresponde a la historia de la Verdadera Organización de Dios. Dicha obra analiza la biografía, tanto de Russel, como de su inmediato seguidor Rutherford, y parte de la de Knorr.

Tendremos en cuenta para los contenidos históricos fundamentales la publicación de la revista Watch Tower (en castellano La Atalaya originada por Russell en 1879), además de ciertas publicaciones que pueden contener elementos históricos importantes para nuestra valoración.

Un testigo de Jehová prominente, de la época de Rutherford A. H. MacMillan, escribió un libro presentado por el propio N. H. Knorr, titulado Faith on the March (Englewood Cliffs: Prentice-Hall, Inc., 1957). 

En dicha obra, que pretende pasar por un relato histórico imparcial, se explican algunas actitudes desconocidas de los dirigentes. Marley Cole, bajo el beneplácito de la Dirección de la Watchtower, testigo de Jehová, aunque haciéndose pasar como si no lo fuera, escribe una obra titulada Jehovh’s Witnesses-The New World Society (New York: Vantage Press 1955). Dicho libro contiene conductas del interior de la organización que pueden servir para comprender ciertos comportamientos.

Posteriormente, en la etapa del actual presidente Frederick W. Franz, se publicó un folleto titulado «Los Testigos de Jehová en el siglo XX», Watchtower, Bible and Tract Society, Brooklyn, New York 1978, de 32 páginas, donde se complementan algunos datos históricos de los últimos años.

En esta época sale desde el punto de vista histórico sustituyendo a la obra titulada Los Testigos de Jehová en el Propósito Divino, Los Proclamadores del Reino (Watchtower, Bible and Tract Society, Brooklyn, New York.

Los Anuarios, publicaciones anuales llevadas a cabo por la misma Watchtower, contienen datos históricos sobre la marcha de los Testigos de Jehová, en las diferentes partes del mundo, con sus progresos y experiencias.

Tenemos hasta el Anuario de los testigos de Jehová 2008 (Watch Tower Bible And Tract Society, Pennsiylvania 2008).

Para encontrar contenidos críticos, tenemos que acudir a personas que, habiendo pertenecido a la organización, posteriormente la abandonan, o a autores contemporáneos de los dirigentes de los Testigos de Jehová.

Podemos citar Esclavo por Treinta Años en la Torre del Vigía, de William J. Schnell, Baker Book House, Grand Rapids, Michigan 1959. Sus 83 páginas contienen críticas exacerbadas de la organización y de sus métodos.

En 1981 el sobrino del actual presidente de los Testigos de Jehová dejó de pertenecer a la organización de los Testigos. Hasta 1980 había pertenecido al Cuerpo Directivo del que dimitió.

Esto ha supuesto el conocimiento de ciertos aspectos y actitudes que de otro modo hubiera sido imposible lograrlo. En una obra de 376 páginas, titulada Crisis of Conscience (Commentary Press, Atlanta 1983), Raymond Franz explica los motivos que le llevaron a tal decisión.

W. M. Nelson, pastor evangélico, en su obra Los Testigos de Jehová, quiénes son y lo que creen, recopila numerosas citas de contemporáneos de los primeros presidentes de los Testigos de Jehová. Se trata de una obra de 130 páginas, publicada por la Casa Bautista de Publicaciones en 1972.

Dentro de esta línea de crítica aparece una cierta cantidad de publicaciones en Internet, por colectivos de Ex Testigos, y algunas experiencias muy trágicas, que desembocan en posiciones muy radicales frente a su antigua organización.

El profesor Humberto Raúl Treiyer en su Curso de Religiones Comparadas, dedica 30 páginas a la historia y obra de los dirigentes de los Testigos de Jehová. Publicado por la Editorial CAP del Colegio Adventistas del Plata, Argentina 1967.

Para una valoración histórico-religiosa del período 1800 a 1950, es de gran utilidad la Historia General del Protestantismo de Emil G. Léonard, Colecciones Península, Barcelona 1967, Vol. IV.

Destaca por su importancia The Prophetic Faith of Our Fathers de LeRoy Edwin Froom, Review and Herald, Washington 1954 (4 Volúmenes). El gran valor reside en que analiza los períodos históricos en un contexto teológico-escatológico. Es imprescindible para cualquier consulta en relación a las raíces históricas de cualquier movimiento religioso.

De este mismo autor es muy útil el Sumario del Desenvolvimiento Histórico de la Interpretación Profética (Curso de Extensión del Seminario Teológico Adventista para la División Sudamericana. Diciembre 5, 1949 - Enero 31, 1950).

En esa misma línea de importancia para un análisis de las raíces escatológicas de la posición de los Testigos de Jehová es necesario consultar la obra erudita denominada Lacunciana del investigador Alfred Vaucher (4 Series) Colonges sous Salève. Haute Savoie, France, 1949-1958.

La base de nuestro estudio respecto a las obras de CH. T. Russell

Su obra cumbre es La Aurora del Milenio, conocida desde 1904 como Estudios de las Escrituras. Consta de 7 tomos (el último de los cuales fue publicado después de su muerte). Fueron traducidos al alemán, sueco, danés, noruego, francés, italiano, castellano y griego moderno. 

Sus títulos y contenidos se bosquejan a continuación:
Tomo I o serie primera: El Plan Divino de las Edades (1886). 
Contiene una presentación del plan de la salvación.
Tomo II o serie segunda: El Tiempo ha llegado (1889). 
Se refiere al tiempo y la forma del regreso de Cristo.
Tomo III o serie tercera: Venga tu Reino (1891). 
Profecías concernientes al tiempo del fin, la glorificación de la iglesia y el establecimiento del reino milenial. Fija el año 1914 como el fin de los gobiernos humanos. Todo un capítulo está dedicado a la gran pirámide de Kéops o Gizeh.
Tomo IV o serie cuarta: El Día de la Venganza (1897). 
Basándose en San Mateo 24 y Zacarías 14:1-9, muestra la futilidad de las esperanzas humanas y la creciente disolución del presente orden de cosas.
Tomo V o serie quinta: Reconciliación entre Dios y el Hombre (1899). 
Contiene temas como la supremacía de Dios, la persona de Cristo, sus oficios y atributos, la obra del Espíritu Santo, y los beneficios del sacrificio redentor.
Tomo VI o serie sexta: La Nueva Creación (1904). 
Hace un paralelismo entre la Creación (Gn. 1 y 2) y la nueva creación (la iglesia). Consigna también las condiciones para entrar en el Reino.
Tomo VII o serie séptima: El Misterio Terminado (1917). 
Publicado después de su muerte, presenta nuevos enfoques proféticos tendentes a explicar la falta de cumplimiento de sus predicciones relativas a 1914. Algunos críticos niegan que su autor haya sido Russell, y están convencidos en señalar como a tal a Rutherford.

Los volúmenes que se usan para analizar a este grupo  son el tomo I, El Plan de las Edades, el tomo II, El Tiempo está Cerca, el tomo III, Venga tu Reino, y el tomo VII, El Misterio Terminado. 

Se hace una presentación de los contenidos teológicos básicos, de los argumentos y del método hermenéutico. Aunque en dichos volúmenes se expresan las ideas principales de la escatología de Russell, proporcionan referencias de algunas de sus otras publicaciones.

Los volúmenes reseñados forman parte de la obra general ya indicada de Russell cuyo título genérico, antes de 1904 era La Aurora del Milenio (en el original inglés «Millenial Dawn»). A partir de 1904 se denominó Estudios de las Escrituras (en el original «Studies in the Scriptures»).

Del primer volumen titulado El Plan de las Edades (The Plan of the Ages), o como más tarde El Plan Divino de las Edades (The Divine Plan of the Ages), disponemos de una edición en español, distribuida por los seguidores fieles de Russell (Dawn Bible Students Association, East Rutherford, New Jersey 07073-USA) y reimpresa en 1964.

La obra tiene 359 páginas y está dividida en 16 capítulos. De éstos, 7 son claramente escatológicos. En dicho volumen se colocan las bases de toda la creencia e Russell que desarrollará en volúmenes sucesivos.

Del volumen II que lleva como título particular El Tiempo ha Llegado, disponemos de dos ediciones, una alemana de 357 páginas (Millennium Dages Unbruch Band II «Die Beit ift Herbeigekommen»; impresa por Watch Tower Bible Tract Society Allegheny, PA., USA; Deutfchland, Mirterftr. 45 Elberfeld 1907), y otra francesa de 394 páginas que data de 1903 (Le Temps est Proche, Watch Tower Bible and Tract Society, Allegheny, PA., USA, y editada en Neuveville (Suisse). Imprimerie Victor Beerstcher, Editeur.

Contiene esencialmente todo el ideario del autor respecto a los problemas escatológicos. De los diez capítulos en que está distribuida la obra, nueve son netamente escatológicos. En este volumen se ofrecen todas las fechas pertinentes justificándolas.

El estudio,  está basado en la edición francesa.

Del volumen III Vénganos tu Reino (Thy Kingdom Come) disponemos de dos ediciones: una alemana de 362 páginas (Schriftstudien Dein Konigrich Komme, serie 3, impresa por Internationale Vereinigung Ernfter Bibelforfcher, Booklyn, N. Y., USA und Barmen, Deutchland, 1917), y otra francesa de 506 páginas (Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, New York, reimpresa en París en 1954).

El volumen dividido también en diez capítulos es un intento de ratificación y apoyo de todo lo que ha dicho en el volumen anterior. Se trata de aportar más pruebas que reafirmen lo que Russell ha pretendido demostrar en el volumen II, en cuanto a la segunda venida y del fin del mundo.

El estudio se basará en la edición francesa.
Del volumen VII, El Misterio Terminado, haremos uso de una edición en inglés The Finished Mistery, A Helping Hand For Bible Students, Brooklyn, N. Y., USA. Disponemos también de una edición alemana: Schriftstudien, serie 7, Das Vollendete Geheimnis-International Bereinigung Ernfter Bibelforfcher, Brooklyn N.Y. USA. Barmen, Deutfchland, Zürich Gchmeiz. Für Franzöfifches Gprachgebiet, Berne, Suisse, 1917.

Las páginas de este volumen contienen el comentario al Apocalipsis, Ezequiel y Joel. Haremos un análisis restringido y prácticamente referencial. Nos servirá para un estudio en paralelo que sobre el Apocalipsis realizan los representantes de la tres épocas en que podemos dividir la historia teológica de los Testigos de Jehová.

La base de estudio de las obras de J. F. Rutherford
De las varias obras que produjo presentaremos especialmente: Millones que ahora viven no morirán jamás (Millions Now Living Will Never Die). Cronológicamente es la primera (1920). Disponemos de dos ediciones, una en castellano de 60 páginas (Derechos reservados en 1920 E.U.A.). Traducida en español en 1921, Imprenta Clarasó, Villarroel, 17, Barcelona; otra francesa de 92 páginas («Des Millions de Personnes actuellement vivantes ne mourront jamais!!», publié par l’Association Internationale des Etudiants de la Bible, Brooklyn, New York, USA, editado en París y Berna, 1920).

Es un intento, por un lado, de corregir en algunos aspectos a Russell, y por otro, dar sus propias ideas escatológicas.

El estudio se basa en la edición francesa.

La segunda obra es la publicada en 1921, The Harp of God (El Arpa de Dios). Disponemos de dos ediciones: una en castellano de 254 páginas (editada por la Internationale Bible Students Association, Brooklyn, New York, USA, y publicada en Barcelona en 1925); la otra en francés de 370 páginas («L’Harpe de Dieu», editada por la Tour de Garde, Societé de Bibles et de Traités et Association Internationales des Etudiants de la Bible, Berne, 1921).

Se trata de una concepción resumida del Plan de Dios que incluye algunos capítulos escatológicos.

De un modo más restringido presentaremos algunas citas de libros como Deliverance (Liberación). Disponemos de una edición en castellano de 339 páginas (impresa en Alemania y editada por la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, Watch Tower Bible And Tract Society, Brooklyn, New York, USA, 1926).

También de Creation (Creación) publicado en 1927 por la misma entidad que los anteriores. Disponemos de una edición en castellano de 335 páginas.

Luz, es el comentario en dos tomos del Apocalipsis. Disponemos de la edición en castellano de 665 páginas en total (publicada por la Watch Tower, Bible and Tract Society y La Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, Brooklyn, New York, USA. 1930).

Se trata de una interpretación que desde la primera página hasta la última, todo señala a los Testigos de Jehová. El libro de Apocalipsis identificaría a los Testigos de Jehová como el Pueblo de Dios, y a él se estaría refiriendo continuamente.

Presentaremos algunas de sus partes para compararlas con las opiniones que sobre el Apocalipsis vierten tanto Russell como los Testigos actuales.

La base del estudio de las obras de los Testigos de Jehová en la actualidad
Cuatro fuentes principales han alimentado doctrinalmente a los Testigos actuales: Sea Dios Veraz, con dos ediciones (1949, 1955), Asegúrense de todas las cosas (1960, 1970), Razonamiento a partir de las Escrituras (1985), junto a ¿Qué enseña realmente la Biblia? (2005) y las publicaciones quincenales de La Atalaya y ¡Despertad!

Junto a esto podríamos reseñar una interpretación al libro de Daniel (Hágase tu Voluntad en la Tierra, 1961), y en 1999: “Prestemos atención a las Profecías de Daniel” poseemos la séptima reimpresión del 2007. Dos sobre el Apocalipsis: Entonces queda terminado el Misterio de Dios, 1971, complementado por Babilonia la Grande ha caído, 1972, y el publicado más recientemente (1988), Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!

Para los asuntos históricos, arqueológicos e introductorios se ha publicado en castellano Ayuda para entender la Biblia (1987). Se trata de un volumen de 1.692 páginas semejante a un Diccionario Bíblico. En esa misma línea se ha publicado en inglés Insight on the Scriptures (1988), en dos volúmenes de 1.278 páginas cada uno.

En 1991 publicaron en castellano, Perspicacia para comprender las Escrituras (Watch Tower Bible and Trac Society of Pennsylvania, USA.), una especie de Diccionario bien estructurado con una gran cantidad de información histórica y doctrinal de acuerdo a como la entiende y orientan los dirigentes de los Testigos de Jehová.

Las otras obras que hemos utilizado para nuestra tesis las enumeramos en el apartado correspondiente de la bibliografía complementaria.

Todas las publicaciones de la época actual, representada por los cuatro últimos presidentes N. Knorr, F. Franz, Milton G. Henschel, y el actual presidente Don Adams van sin autoría, editadas e impresas por la Watch Tower Bible and Trac Society, Brooklyn, New York, o Pennsylvania, USA.

Escritos especiales de otros autores En tres clases de libros, por su naturaleza, podríamos dividir las publicaciones que se han llevado a cabo sobre los Testigos de Jehová. Una está formada por libros cuyos autores son ex testigos de Jehová. Entre éstos se destacan en Estados Unidos:
Esclavo por treinta años en la Torre del Vigía, de William K. Schnell (publicado por la Baker Book House, Grands Rapids, Michigan 1959). Dicho libro es un testimonio personal de lo que cree el propio autor ser una organización que nada tiene que ver con la Biblia. Presenta documentación importante sobre las interioridades de la asociación, ya que el autor formaba parte de la administración central de Brooklyn. Nos da a conocer el carácter dictatorial del juez Rutherford, y de la división en castas de las diferentes personas que se convertían en Testigos de Jehová.

En 1983 apareció Crisis of Conscience, de Raymond Franz (Published by Commentary Press P. O. Box 43532, Atlanta, Georgia 30336). Consta de 376 páginas. En dicho libro se analiza la organización administrativa y teológica de los Testigos de Jehová como nunca antes.

El autor perteneció a la más alta jerarquía de la Asociación con responsabilidad tanto en la Dirección como en la creación doctrinal. Su estudio es más valioso que el anterior, y emplearemos en más de una ocasión su apreciada documentación.

La otra publicación en esta línea procede de España, Los falsos manejos de los Testigos de Jehová, de Antonio Carrera. El autor se siente engañado y defraudado, y con un lenguaje agresivo presenta los detalles contradictorios de las posiciones de los Testigos. Este mismo autor ha publicado una colección de documentos de gran valor divulgativo con los que se pretende desenmascarar a los Testigos. Su título es DDT (Documentos Desenmascaran a Testigos). Ambos están publicados en Bilbao. El primero en 1976, y el segundo no lleva fecha de edición.

La segunda clase está formada por libros apologéticos que autores de diferentes organizaciones han escrito con el ánimo de mostrar los errores doctrinales de los Testigos de Jehová:
  • Apuntando a la Torre, de Juan Antonio Monroy (Edit. Irmayol, Madrid, 1972).
  • Proceso a la Biblia de los Testigos de Jehová, de Eugenio Dayans, (Clie, Barcelona, 1971).
  • Los Testigos de Jehová, quiénes son y lo que creen, de W.M. Nelson, (Casa Bautista de Publicaciones, séptima edic., 1986).

Un libro, que el autor me dedicó, contiene algunos capítulos de interés que sirven como una guía de objeciones al ideario doctrinal de los Testigos (Objeciones a los Testigos de Jehová, de Antonio M. Sagau, edit. Clie, Terrassa, 1987).

En la tercera clase de publicaciones sobre los Testigos de Jehová debemos incluir dos tipos de obras que siguen una línea científica. Por un lado están las que tratan a nivel exegético ciertos elementos doctrinales fundamentales de los testigos relativos a la persona de Jesucristo, o a su manera particularista de traducir la Biblia.

Por otro están las que presentan un alto contenido histórico y escatológico.

En el primer caso sobresalen tres obras: Una, la de Walter Martin Los Testigos de Jehová (edit. Betania, Puerto Rico, 1985).

Dos, un estudio del famoso Bruce Metzger, The Jehovah’s Witnesses and Jesus Christ (en «Teology Today» de Abril de 1953).

Tres, la tesis de licencia presentada en la Facultad de Teología de Barcelona por Antolín Diestre Gil, (publicada debidamente ampliada y corregida por Edit. Clie, Terrassa, 1991).

En el segundo caso despuntan seis trabajos. Tres de ellos aun cuando no van dirigidos a los Testigos, presentan un contenido histórico de una calidad probada que nos servirá para nuestro estudio de la fecha de 1914 y sus implicaciones:
El profesor Edwin R. Thiele, [3] en su obra The Mysterions Numbers of the Hebrew Kings (Publicado por Ed. rev. Grand Rapids, Michigan, the William B, Eermands Publishing Company, 1965), nos aporta datos claros y documentados de los reinados de los reyes hebreos.

Un artículo titulado A verdade sobre os setenta anos de cautiverio babilónico de Thiele, juntamente con otro artículo-editorial de Arnaldo B. Christianini, 1975 Eterna Primavera ou Amarga Decepçao, publicados ambos en la revista brasileira adventista «O Atalaia» de agosto y febrero de 1975 respectivamente, [4]2 contienen datos que demuestran, sin lugar a dudas, que en el 607 a.J. no pudo acontecer la caída de Jerusalén, siendo Sedequías rey en esa fecha.

Siegfried H. Horn, en su estudio The Babilonian Cronicle and Ancien Calendar of the Kingdom of Judah (Andrews University Seminary, Michigan, 1967, pp. 12-27), donde trata asuntos relativos a la cronología de Josías y Sedequías.

Del mismo autor en colaboración con Lynn H. Wood es la obra The Chronology of Ezra 7 (2ª edic. Review and Herald, Washington 1970). Presenta, entre otras cosas, la datación del año 37 de Nabucodonosor, de gran importancia para poder fijar el año 539 a.J., como de la caída del Imperio Babilónico y la caída de Jerusalén en el 586 a.J.

Un único libro que se ha publicado sobre los Testigos de Jehová donde se profundiza en la fecha de 1914 es el de Pedro de Felipe del Rey: ¡El Reino de Dios empezó en 1914! (Madrid, 1974). Se hace un estudio exhaustivo y demostrativo de la imposibilidad de que el 607 a.J., pueda ser al mismo tiempo el año 19 del reinado de Nabucodonosor y el de la caída de Jerusalén con Sedequías.

No hemos incluido una gran cantidad difícil de enumerar, de trabajos muy limitados en su expresión exegética y teológica. Creemos que lo presentado es lo más significativo sin que podamos evitar alguna notable ausencia. 
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