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viernes, 16 de octubre de 2015

SIETE CLAVES PARA UN MATRIMONIO FELIZ:Matrimonios Sobre la Roca Leccion 1


SIETE CLAVES PARA UN MATRIMONIO FELIZ


¡Qué hermoso es ver a una familia feliz!
Se dice que alegría compartida es doble alegría y que tristeza compartida, es media tristeza.
El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de presiones, desilusiones y chascos.
El objetivo del matrimonio debe ser la fusión de caracteres, que lleguen a ser uno y que se ayuden mutuamente. La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por su esposa, especialmente en la enfermedad y en los problemas.
Pero lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los hijos.
  • En los EE.UU. se producen cerca de 6500 divorcios por día, esto es más de un millón cien mil por año. De las mujeres entre 30 y 40 años de edad se divorcian 6 de cada 10, por lo menos una vez. 
  • El 25% de los menores de 18 años, carecen de padre o madre y se calcula que esto aumentará al 50% el próximo año. Se indica que de las parejas que se casen este año, más de la mitad terminarán en el divorcio; y que más del 60% de los niños que nazcan pasarán parte de su vida en un hogar dividido.
  • En Francia, uno de cada dos matrimonios termina en el divorcio. En Canadá, más del 40% de las parejas unidas en primeras nupcias, se separan.
  • En la Unión Soviética, más del 70% de los divorcios se producen en los primeros 10 años de matrimonio. 
  • África, Asia y Latinoamérica, también sufren un creciente deterioro de la unidad familiar.
¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer algo!
Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos "hasta que la muerte los separe" (Mateo 19:6)
SIETE CAUSAS DE INFELICIDAD
Existen más de siete, pero, consideremos las siguientes:
1 - Percepción errónea del matrimonio.
Las novelas y películas que tratan temas sentimentales, son responsables de lanzar a los jóvenes a un mundo irreal. Al casarse, esas personas esperan inconscientemente de su cónyuge algo que la vida real no les puede regalar y quedan desilusionados.
2 - Desviación de los principios sanos.
El adulterio, el alcoholismo y la pereza son responsables de muchos fracasos.
3 - La incompatibilidad de caracteres.
Cuando existe un genio violento, espíritu egoísta, un corazón frío, celos, rencores, etc., se producen a menudo roces que pueden producir un distanciamiento paulatino, si no se busca la solución que Dios nos ofrece para estos casos.
4 - La falta de diálogo y cosas en común.
Hay poco tiempo del uno para el otro. Se entra en la rutina conyugal y hay poco diálogo. La TV. y actualmente el chat o Internet roba a muchas familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro.
5 - Problemas económicos.
La incomprensión en los planes y deseos mutuos, la falta de confianza en el manejo de la economía del hogar y el distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, suelen ser causantes de problemas, como también cuando se contraen deudas difíciles de pagar.
6 - Interferencia de terceros.
"El que se casa, casa quiere". Es mejor que los recién casados vivan independiente.
7 - Cuando el amor se enfrió.
Puede haber insatisfacción emocional o sexual. Cuando una de las partes amenaza con el divorcio por alguna crisis pasajera, pueden producirse heridas profundas y una pared entre ambos. Dios desea ayudar a cada familia a ser feliz. Si en tu hogar hay problemas, si existen tensiones y está amenazada la unidad familiar, no pienses en el divorcio, sino en buscar soluciones, considerando los consejos que expondremos.
Una señora fue a entrevistar a un médico amigo.
- Me quiero divorciar de mi marido -fue la queja de la angustiada mujer.
- ¿Por qué? Preguntó el médico.
- Porque tiene otra.
- Si Ud. se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere.
- ¿Qué puedo hacer?
- Enamórelo primero y luego se divorcia, aconsejó el médico.
- ¿Cómo lo puedo hacer?
- Hágale tres elogios por día. ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es cumplidor? Dígaselo
La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo.
- ¡Lo logré! Está profundamente enamorado de mí.
- Entonces, ahora déjelo.
- No, ahora no, porque yo también estoy enamorada de él.
LA LEY FUNDAMENTAL DE LA FELICIDAD
  • Solemos oír las quejas: "Mi esposo no me hace feliz", "Mi señora debería ser distinta". No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues "HACER FELIZ AL PRÓJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO".
  • El apóstol Pablo dice: "Más bienaventurado es dar, que recibir" (Hechos 20:35).
  • Puedes proponerte hacer feliz a su cónyuge. 
  • Busca el momento apropiado para conversar y traten de identificar las cosas que no les gustan de sí mismos. Ambos debieran colocarse blancos, tratando de aplicar las siete claves. No pienses en tu felicidad, sino en la del otro. No trates de cambiar a tu pareja, propónte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los resultados!
7 SECRETOS PARA UN HOGAR FELIZ
Los investigadores Nick Stinett y John De Fraim estudiaron 3.000 familias estables y felices de diversas nacionalidades para establecer los puntos que tenían en común. Llegaron a la conclusión que habían seis leyes que caracterizan a las familias sólidas.
Las consideraremos con una séptima aún más importante.
1- COMPROMISO CON LOS DEMÁS
  1. Los hogares felices, valoran la familia como unidad, por encima de las necesidades y deseos individuales. 
  2. Aunque cada cual tenga sus metas, debe estar dispuesto a eliminar aquellas que puedan amenazar su existencia como pareja.
  3. Trátese de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro.
  4. Ayudarse mutuamente a desarrollar el carácter. Antes de crear a la mujer, Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18).
  5. Al esposo: Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre. El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente" (1ª Pedro 3:7). Haz que ella crezca en la autoestima y en gratitud, y evitará resentimientos. La intuición de la mujer suele ser más exacta que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos.
  6. Considera las decisiones de tu esposa en las cosas de la vida diaria. Sé sensible en esto, pues no en todo necesitas hacer tu propia voluntad.
  7. Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe respirarse en él un clima de amor.
  8. Démosle ayuda práctica, especialmente si la mujer trabaja.

LOS 10 MANDAMIENTOS PARA LA MUJER
  1. Evita cuidadosamente la primera querella. 
  2. No olvides que te casaste con un HOMBRE y no con un "dios", que sus imperfecciones no te sorprendan. 
  3. No lo atormentes continuamente pidiéndole dinero. Arréglate más bien con la suma de cada semana. 
  4. Si tu marido tiene CORAZÓN, tiene seguramente un estómago; trata de hacerte querer cocinando platos apetitosos que a él le agraden. 
  5. De tiempo en tiempo, pero no muy a menudo, déjale que tenga razón, eso le causa placer y no te costará nada. 
  6. En los periódicos, lee otra cosa que los informes de nacimiento, casamientos y defunciones; ponte al corriente de lo que pasa en el extranjero, le será agradable el poder hablar de política en casa, en vez de hacerlo en el club. 
  7. Sé siempre correcta con tu esposo en la discusión. Acuérdate cómo lo tratabas cuando eran novios. No lo mires nunca de arriba abajo. 
  8. Déjalo a veces ser más instruido que tú, esto mantendrá el sentimiento de su dignidad y te dará la oportunidad de no ser del todo infalible, si cedes una vez. 
  9. Respeta la familia de tu marido y sobre todo honra a su madre; él la quiere de mucho antes que a ti. 
  10. No te presentes desaliñada delante de tu esposo. No descuides tus funciones femeninas. 
2- APRECIO
Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede alimentar ese amor?
  1. Dando y recibiendo pequeñas expresiones de cariño, se pueden alegrar a nuestros seres queridos.
  2. Veamos los puntos positivos y las virtudes de nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas, destáquense las buenas cualidades recíprocamente, estimularán el amor y la superación.
  3. Un esposo cambió su forma de pensar, frente a su esposa, cuando ésta tuvo que ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños.
    He aquí el recuerdo de esa aventura:
  • Abrir la puerta a los chiquillos que venían de la calle: 63 veces.
  • Reñirles para que se callasen o estuviesen quietos: 22 veces.
  • Intervenir para arreglar disputas: 8 veces.
  • Perder los estribos: 12 veces.
  • Atar cordones de los zapatos: 15 veces.
  • Manchas en los pantalones: 3 veces.
  • Comer mal: los tres días, etc.
    ¡Nunca he deseado volver a ver a mi esposa, tanto como ahora!
  1. Evitemos las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios se hablaban dulcemente. A medida que convivimos, debemos buscar de fusionar nuestra personalidad y mejorar nuestras relaciones.
  2. El consejo de Dios es:"Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" Colosenses 3:18-19.
    Mantén puros tus pensamientos y no permitas que la expresión de tu rostro comunique enojo, desprecio o deseos de venganza. Hay diversos grados de silencio que pueden ser más destructivos que las palabras.
    3-  COMUNICACIÓN
  1. Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17 minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos!
  2. La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida!
  3. La comunicación es fundamental para la comprensión y para alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación.
  4. Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar, dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente.
  5. Al hogar debe llenárselo de risas, amor, entusiasmo y sana alegría.
4-   PASAR TIEMPO JUNTO
  1. Se les preguntó a 1.500 escolares: ¿Qué crees que hace más feliz a una familia? La respuesta más frecuente fue: "Hacer cosas juntos".
  2. Busquemos tiempo para hacer cosas juntos. Asociemos a nuestros hijos en nuestra actividad y recreación. Compartan los problemas y la felicidad.
  3. Aunque cada uno es bombardeado por actividades que nos absorben, debemos planificar de tal modo nuestro tiempo, que podamos dedicarnos a la familia, o terminaremos dispersos.


5-   UNIDOS EN LA ADVERSIDAD
  1. La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis, pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas son! Conózcalas investigando los temas de las "Guías de Investigación Bíblica".
  2. Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones. No cuesta nada decir: "lo lamento" o "te perdono". La pareja no debe acostarse nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo" Efesios 4:26.
6-   ESTRUCTURA MORAL
  1. Se ha comprobado que esto es un denominador común en las familias estables. En el cultivo de las virtudes cristianas hay bendición.
  2. La estructura moral incluye: Integridad, honradez, lealtad, responsabilidad, virtud moral y los principios de la utilidad y del amor. Los principios de los 10 mandamientos debieran estar en cada corazón, pues traen bendición. Las Escrituras Sagradas dicen: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre" Deuteronomio 4:29.

7-     DIOS EN EL HOGAR
  1. En una encuesta realizada en diversos países por "Mensajes de Amistad", se ha comprobado que la mayoría de las personas creen que la fe religiosa es una ayuda para el hogar. Pero cuán lamentable es comprobar, que el materialismo está desplazando las cosas del espíritu y destruyendo la fe.
  2. El diálogo sobre cosas profundas, une a la pareja maravillosamente. Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan.
  3. No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta, ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus 2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con exactitud matemática. Estúdiala y recibirás grandes beneficios.

    Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor.
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser"
"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" 1ª Corintios 13:4-8 p.p., 13.
¡No pienses jamás en el divorcio! ¡Piensa en tus hijos!
La Biblia habla sobre el Matrimonio # 1
  • Génesis 2:18 Dijo además Jehová Dios: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea." 24 Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 

  • Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.
  • Colosenses 3:19 Esposos, amad a vuestras esposas y no os amarguéis contra ellas.
  • 1  Pedro 3:7 Vosotros, maridos, de la misma manera vivid con ellas con comprensión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
  • Efesios 5:22 Las casadas estén sujetas a sus propios esposos como al Señor, 23 porque el esposo es cabeza de la esposa, así como Cristo es cabeza de la iglesia, y él mismo es salvador de su cuerpo. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, de igual manera las esposas lo estén a sus esposos en todo.
  • 1  Pedro 3:1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que si algunos no obedecen a la palabra, también sean ganados sin una palabra por medio de la conducta de sus mujeres, 2 al observar vuestra reverente y casta manera de vivir. 3 Vuestro adorno no sea el exterior, con arreglos ostentosos del cabello y adornos de oro, ni en vestir ropa lujosa; 4 sino que sea la persona interior del corazón, en lo incorruptible de un espíritu tierno y tranquilo. Esto es de gran valor delante de Dios.
  • Proverbios 31:10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su valor sobrepasa a las perlas. 11 Confía en ella el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. 30 Engañosa es la gracia y vana es la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ella será alabada.
  • Gálatas 5:15 Pero si os mordéis y os coméis los unos a los otros, mirad que no seáis consumidos los unos por los otros.
  • Mateo 12:25 Pero como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: -Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado. Y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá.


jueves, 24 de octubre de 2013

Causas de Conflictos Familiares: Ayuda Ministerial

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

POR QUÉ PELEAN LAS FAMILIAS
¿Por qué escribió Pablo a los cristianos romanos: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” (Rom. 12:18)? Porque sabía que tenían conflictos interpersonales. Otras referencias en la epístola apuntan a lo mismo. “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.” (Rom. 14:19). “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Rom. 14:1). Pablo estaba diciendo, “Hermanos, yo sé que ustedes tienen conflictos y diferencias de opiniones pero no dejen que sus diferencias abran una brecha entre ustedes.”
Este tema es recurrente en la primera carta de Pablo a los corintios. Después de una introducción breve, el primer asunto que aborda Pablo es el problema de los conflictos y divisiones: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Cor. 1:10). Vemos la razón para esta petición en el siguiente versículo: “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.” (1 Cor. 1:11). Las relaciones entre los miembros de la iglesia habían llegado a ser demasiado tirantes. Estaban echando a perder su testimonio frente a todo mundo. Estas personas necesitaban, con desesperación, ayuda para aprender a resolver sus conflictos.
Otras cartas del Nuevo Testamento contienen peticiones similares e indican que el tema “solución de conflictos” es de inmensa relevancia. Pablo escribe a los gálatas: “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.” (Gal. 5:15). Santiago declara a los creyentes esparcidos entre las naciones: “Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”(Sant. 3:18–4:2) El punto de vista de Santiago no es sólo académico; ya que los conflictos eran muy comunes entre la gente a quien Santiago escribió.
Desafortunadamente la situación es casi igual hoy en día; todavía vemos a cristianos morderse y consumirse unos a otros en el hogar y en la iglesia cuando luchan y riñen continuamente. En muchas familias, aun las cristianas, la discordia es algo normal.
¿Qué de ti y tu familia? ¿Batallas algunas veces con otros miembros de tu familia? ¿Has contendido con tu patrón, tus compañeros de trabajo, tus vecinos, tus compañeros en la iglesia? Estoy seguro de que no hay nadie que esté leyendo este libro que nunca haya tenido un conflicto con alguien. Algunos tienen más que otros. Si somos honestos admitiremos que sí hemos tenido conflictos con otros, incluso con los miembros de nuestra familia.

  Los Desacuerdos Son Inevitables

Ocasionalmente me dice la gente: “Tenemos diferencias en casi todo. No podemos ponernos de acuerdo. Ciertamente, eso es prueba de que nuestro matrimonio no era la voluntad de Dios.” Mi respuesta es: “Adán y Eva fueron hechos uno para el otro, la pareja perfecta, especialmente por Dios. Aun así se decepcionaron uno del otro. Adán culpó a Eva por haberle dado a comer la fruta prohibida. Eva echó la culpa a la serpiente. Inclusive culparon a Dios.
Rebeca e Isaac fueron juntados especialmente por Dios. Dios guió al siervo de Abraham hasta Rebeca para que sea la esposa de Isaac (Gen. 24). Pero el libro de Génesis revela que ellos también tenían sus desacuerdos. Esto no significaba que Dios se hubiera equivocado. Sólo que necesitaban aprender a congeniar.
Al contrario de los pensamientos de muchos, la diferencia entre un hogar feliz y uno infeliz no es la presencia o ausencia de diferentes puntos de vista. La diferencia básica es que en el primer hogar la gente enfrenta y resuelve sus conflictos, mientras que en el otro no saben cómo hacerlo. Un consejero explica:
“Vamos a reaccionar ante la idea tonta de que la casualidad lleva a los hombres a imaginar que podremos casarnos con una esposa que es una perla, de la misma forma que uno puede ganar la lotería. Además, sería muy difícil estar casado con una perla si crees que no estás a la misma altura que ella. Lo que realmente cuenta es que los dos trabajen juntos para conseguir la felicidad matrimonial. Es una meta por lograr, no un privilegio concedido no más porque sí… La “incompatibilidad emocional” es un mito inventado por abogados faltos de argumentos para pedir divorcios; también es una excusa común que usa la gente para esconder sus propias faltas. Simplemente no creo que existen las incompatibilidades emocionales. Hay malentendidos y fracasos que, sin embargo, pueden ser corregidos cuando y donde hay voluntad para hacerlo”.
Aquí Paul Tournier expone verdadera y bíblicamente varias verdades sobre la felicidad matrimonial y familiar. Los miembros de la familia van a tener algunas luchas para entenderse. Es parte del proceso. Aunque la felicidad familiar no llega de manera automática pero puede ser alcanzada por medio del trabajo duro.

  “Nunca Hemos Tenido un Conflicto”

Algunos aseguran y están de acuerdo con esta declaración, diciendo, “Nunca hemos tenido conflictos en nuestro matrimonio o familia.” Tal aseveración sugiere una de dos posibilidades:
1) Tienen desacuerdos pero temen decírselo uno al otro. Recuerdo un caso relacionado con este tema. Una pareja, por cierto ya grande, vino en busca de consejo porque la esposa estaba experimentando una depresión profunda. Ya no quería vivir; muchas veces sólo se sentaba a llorar.
Decidí explorar su relación matrimonial. Cuando le pedí que me dijera algo de su matrimonio, ella veía a su esposo y respondió, “Mi esposo y yo nunca hemos tenido un conflicto.” Su esposo asintió con la cabeza.
“¿Quieres decir que han estado casados por 45 años, y nunca has tenido una diferencia de opinión con tu esposo? ¿Han estado de acuerdo, absolutamente, en todo?”
“Pues, he tenido diferencias con él, pero nunca hemos peleado.”
“¿Cómo explicas esto?”
Ella dio un vistazo avergonzado a su esposo otra vez y dijo con mansedumbre, “No tenemos pleitos porque guardo mis opiniones para mí misma. Muy al principio de nuestro matrimonio, cuando mostré mi desacuerdo con él sobre algo, él dijo, “¡No peleemos! No me gusta pelear.” Así que, aprendí que nos llevamos mejor si me guardo mis ideas para mí.”
Aunque esta mujer aseguraba que nunca había tenido un conflicto con su esposo, en realidad nunca habían tenido un conflicto externo. Y es que ella había suprimido sus ideas para mantener la paz en la familia. Por 45 años había vivido una tormenta silenciosa. Aunque tenía inteligencia para juzgar independientemente y sacar conclusiones diferentes, no sentía la libertad de compartir sus pensamientos con su esposo. Su supuesta falta de discordia en su matrimonio era más mito que realidad.
2) La otra posibilidad es que cuando la gente dice que nunca ha tenido conflictos, si puede ser cierto. Puede ser que tengan desacuerdos pero los resuelven antes de que sean conflictos. Un desacuerdo es una diferencia de opinión, principalmente en el nivel cognitivo, intelectual. Un conflicto es una diferencia de opinión que nos afecta severamente en los niveles emocional y de relación. Algunas personas han aprendido a prevenir los conflictos manejando sus desacuerdos bíblicamente. No es que estas personas sean copias de otras; sino que tienen sus propias opiniones y las comparten. Y responden a los desacuerdos de tal manera que pocas veces llegan a ser conflictos.

  El Dolor de la Discordia

Los datos bíblicos, registros históricos y experiencia personal indican que en las relaciones interpersonales los desacuerdos son inevitables. Tu felicidad personal es afectada gracias a la forma en que manejas los desacuerdos que surgen. La Escritura declara que “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!” (Sal. 133:1). Lo opuesto también es verdad; ya que la mayoría de la gente dice que no hay mayor desánimo que el resultante de una discordia familiar sin resolver.
Una amiga mía atravesó un periodo de dolor intenso e incertidumbre con los colores flotantes. Se mantuvo emocionalmente estable cuando casi pierde la vida, cuando su independencia estuvo amenazada, cuando tuvo que padecer la muerte de algunos miembros de la familia y cuando ciertos miembros de la familia estaban teniendo problemas severos; sin embargo, al tener un desacuerdo con su esposo que no puedo superar le invadió una depresión muy profunda. Ese desacuerdo afectó su felicidad personal más que lo anteriormente padecido.
La manera en que respondes a los desacuerdos afectará tu rendimiento en el trabajo. Muchas personas con talentos, con alta escolaridad tropiezan en su carrera debido a su incapacidad de relacionarse con otros. Una conocida mía tuvo 19 trabajos en 19 años. Tomaba un trabajo pensando que iba a ser feliz, pero pronto ella y su patrón u otro empleado veían las cosas de diferente manera. Al poco tiempo se sentía insatisfecha y empezaba a buscar otro trabajo. Al llegar a la edad de 40 años experimentó una depresión severa porque al repasar su vida, se dio cuenta que casi nada había alcanzado. Aunque era una mujer de muchas habilidades, su incapacidad de manejar los conflictos limitó seriamente sus logros ocupacionales.
Saber cómo manejar los conflictos es también un asunto crítico en el servicio cristiano. Cuando conocí a Beto y María González (seudónimos), Beto había sido pastor por 20 años. Pastoreó 6 congregaciones en ese tiempo, y María había experimentado 5 colapsos nerviosos. Me vinieron a ver porque María estaba al borde de otro colapso.
Al recabar datos, me di cuenta que cada colapso de María coincidía con sendos conflictos surgidos en las congregaciones. En la mayoría de los casos un grupo de personas de la iglesia estaba infeliz por algo que el pastor o su esposa o su familia habían hecho. María no sabía cómo responder a estas dificultades. Mientras meditaba en lo que pasaba, se sentía herida, ansiosa, intimidada y frustrada por dentro. Por fuera pretendía que nada estaba mal y trataba de, simplemente, evitar a estas personas que actuaban sin razón y sin apreciación. Gradualmente, la presión interna llegaba a ser tan intensa que se volvía loca.
La manera en que Beto respondía a los conflictos era totalmente diferente. María era una “internalizadora”, una “suprimidora”. Beto era un “confrontador”. Al surgir conflictos, se decidía y explicaba una y otra vez el porqué su posición estaba bien y las otras posiciones estaban mal. Finalmente, la gente hacía una de tres cosas: capitulaban, se confabulaban contra de Beto o salían de la iglesia. Y al final de la controversia, si eran muchas las personas que adoptaban una de las dos últimas formas, los Gonzáles se cambiaban a otra congregación.
La felicidad de Beto y María estaba siendo destruida por su manera inadecuada de manejar los desacuerdos. Además su eficacia para servir a Cristo declinó de manera considerable. Eran personas talentosas, que podrían haber contribuido grandemente a la edificación de otros cristianos. Desgraciadamente su labor como pareja ministerial era deteriorada severamente debido a su manera de manejar los conflictos.

  La Bendición de la Paz

Las escrituras declaran que “el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Sant. 3:18). ¿Quieres tener una cosecha de justicia en tu familia? Santiago dice que no debes esperar que esto ocurra en un hogar marcado por riñas y pleitos. Ocurrirá en familias donde los pacificadores están sembrando paz continuamente. Van a tener una cosecha de justicia.
El salmo 133 enfatiza el mismo pensamiento. Compara la unidad en la familia con el aceite de ungir que era vertido sobre Aarón cuando lo apartaron para su ministerio sacerdotal (Ex. 29:7; 30:25). De esa manera fue consagrado para el uso del Señor. El salmista parece estar diciendo que cuando mantenemos la unidad (previniendo o resolviendo conflictos), nosotros como Aarón, somos apartados especialmente para el servicio del Señor. En una atmósfera de paz y unidad, Dios nos bendice y usa de una manera especial.
Otra frase en este salmo expande más el concepto. El salmista compara la paz y la unidad entre hermanos al “rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.” (Sal. 133:3) Entre las lluvias de temprano en la primavera y muy tarde en el verano, poca precipitación cae en Palestina. Para que crezca las plantas, necesita más humedad. Afortunadamente, a menos que ocurre condiciones severas, muchas áreas de Palestina se bendice con rocío pesado. En ningún lugar, sin embargo, era tan pesado como alrededor del Monte Hermón. Como resultado, los campos en este área usualmente producía cosecha abundante.
De manera similar, el salmista indica que la bendición de Dios cae abundantemente sobre la gente (individuos, familias, iglesias) que aman a la unidad. Condiciones de sequía pueden prevalecer todo alrededor de tales personas, y fuerzas de maldad pueden oponerse a la obra de Dios en sus vidas, Pero en sus relaciones adentro y fuera del hogar, la bendición de Dios produce una cosecha de justicia.

  Las Tres Fases del Matrimonio

Alguien ha dicho que la mayoría de los matrimonios pasa por tres fases. La fase 1 es el éxtasis o el encantamiento. Este ocurre durante el noviazgo y los primeros días del matrimonio, cuando reina el romance. Todo es maravilloso, y el cónyuge no puede hacer nada mal. Cualesquiera faltas menores o diferencias, cree la pareja, no interferirá con su relación.
La fase 2 es la realidad o el conflicto, la fase donde la pareja reconoce que los dos no siempre ven todo igual. Gradualmente empiezan a reconocer que no se casaron con quien creían que se casaron. Empiezan a ver que la otra persona tiene faltas reales y que tienen diferencias fuertes sobre ciertos asuntos. Poco a poco (o en algunos casos, rápidamente) empiezan los conflictos entre ellos.
De esta fase de realidad o conflicto, las parejas pasan a otra de tres direcciones. Algunas parejas deciden que no pueden manejar sus diferencias y escogen el divorcio. Otras proceden a adoptar un statu quo infeliz, donde sólo co-existen. Un tercer grupo aprende a manejar sus desacuerdos y a prevenir y/o resolver sus conflictos. Como resultado, avanzan a una relación de maduración o crecimiento y desarrollo. Para estas parejas, los desacuerdos matrimoniales o familiares les proveen el ambiente propicio para progresar y entrenarse en la marcha para aplicar los principios bíblicos. Consiguen una cosecha de justicia porque han aprendido la habilidad importante de resolver conflictos.
Pero la pregunta es, ¿cómo lograr ser pacificador(a) en vez de guerrero(a)? ¿Qué es menester hacer para prevenir y resolver los conflictos bíblicamente? Entender el porqué los desacuerdos son inevitables y la razón para que surjan los conflictos es un factor importante. Tener una respuesta clara a la pregunta, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?” (Sant. 4:1) es el primer paso.

  Fuentes de Conflicto

Miembros de la misma familia pueden diferir en personalidad, perspectiva, valores, dones y habilidades, intereses, gustos, disgustos, nivel de educación, inteligencia y adiestramiento. Estas disparidades proveen frecuentemente la ocasión para desacuerdos y malentendidos que pueden producir contención. Así que, el ser diferente es un contribuyente mayor de conflictos familiares.
Por los dones y talentos disimilares que Dios nos ha dado (Rom. 12:4–6), podemos tener un interés más profundo de ciertas cosas que tienen otros miembros de la familia. Es fácil pensar que todos deben ser tan devotos a un asunto particular como somos nosotros. Si no, podemos convertirnos en tratar de forzarlos, y comunicarles que debe ser algo mal con ellos por su falta de entrega.
Estilos de hacer decisiones contrastantes pueden llevar la familia a riñas. Algunas personas hacen las decisiones muy rápidamente, otros muy lentamente. Un grupo estudia rápidamente la situación y llega a una pronta conclusión, para no dilatar. El otro grupo analiza y reanaliza, esperando y cosechando más data antes de decidir, para no actuar precipitadamente. Mientras el primer grupo se desespera con el segundo, el segundo puede sentir presión del primero, y la tensión se convierte en contención.
Estilos de vida diferentes pueden igualmente causar problemas en la casa. Una pareja de 65 años habían estado riñendo por años. Era evidente que eran opuestos en muchas maneras, pero especialmente en el ritmo de sus vidas. A los 65, ella todavía estaba viviendo en el carril rápido. Apurándose dondequiera que fuera, trabajaba de tiempo completo como enfermera y no tenía pensado retirarse. Su esposo no era así y nunca había sido. Era lento, muy, muy lento. Cuando movía, era casi. Parecía que lo único que hacía rápido era cansarse. Desde hace mucho tiempo había jubilado de empleo de tiempo completo.
Cuando salía su esposa en las mañanas, ella pedía que él hiciera ciertas cosas en la casa, y él respondía con un “mmmm”. Al regresar, encontraba ella muchas cosas sin hacer. Cada vez que pasaba, se fastidiaba más. El prometió cambiar, pero nunca a su satisfacción de ella. Al fin, su coraje se intensificó a tal punto que en varias ocasiones ¡hasta sacaba el cuchillo y lo correteaba alrededor de la casa!
La puntualidad es otro área en donde difieren las personas. Para algunas personas, estar a tiempo o antes de tiempo es una prioridad muy alta. Se deben cumplir los horarios a pesar de lo que ocurre. Para otras, la puntualidad no es crucial. Si llegan cerca del tiempo designado o por lo menos antes del final del evento, está bien. La flexibilidad y sensibilidad a las necesidades son más significantes a ellos que la puntualidad.
Aun el asunto de cómo se prepara la comida puede ser un catalizador para discordia familiar. Un médico y su esposa experimentaba desgarro familiar severo. Aunque había desarrollado conflictos acerca de muchas cosas, uno de los más calientes tenía que ver con la preparación de la comida. Por su preocupación con colesterol, el pensaba que ella debía cocinar todo con agua. Ella mantenía que cocinar con el aceite correcta estaba satisfactoria. Además, ella consideraba la cocina como su propio reino, y no le gustaba que él le dijera qué hacer en su reino.
Diferencias de edad, adiestramiento, prioridades, valores o experiencia pueden explicar muchas variaciones de perspectiva entre padres e hijos. Al relacionarse con sus hijos, los padres deben tomar en cuenta las diferencias de edad y experiencia. Deben acordarse de las palabras de Pablo, “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.” (1 Cor. 13:11). Los padres deben recordar que hay una manera infantil de ver las cosas igual que una manera adulta.
Las áreas en los cuales miembros de la familia pueden diferir son casi innumerables. He ilustrado algunos arriba. La lista que sigue cubre algunos de los asuntos más comunes en donde los miembros de la familia pueden tener opiniones diferentes:
  1.      Los conceptos de matrimonio y relaciones familiares.
  2.      El papel del esposo y la esposa y sus responsabilidades.
  3.      Objetivos ocupacionales y profesionales.
  4.      Límites entre miembros de la familia (compartiendo, privacidad, libertad, individualidad, unidad, etc.) y con gente fuera de la familia.
  5.      Finanzas.
  6.      Preferencias en recreación y tiempo libre.
  7.      Asistencia a la iglesia y envolvimiento, convicciones espirituales.
  8.      Esperanzas acerca del número de hijos, espaciamiento de hijos, relaciones con los hijos, razones por tener hijos, el entrenamiento y disciplina de los hijos, si los hijos tienen prioridad sobre el cónyuge de uno.
  9.      Cómo demostrar el afecto y en cuáles maneras.
  10.      Relaciones sociales, amistades.
  11.      Asuntos sexuales.
  12.      Lo que constituye comportamiento apropiado, etiqueta, costumbres.
  13.      Filosofía de la vida.
  14.      Relaciones con los padres o los suegros.
  15.      Valores y metas.
  16.      Cómo hacer decisiones mayores, y aun a veces menores.
  17.      Tareas de la casa; lo que constituye una casa limpia, y quien es responsable.
  18.      La cantidad de tiempo que pasan juntos.
  19.      Devociones familiares, oraciones, estudio de la Biblia (¿Si? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Cuánto?).
  20.      La casa: comprar o rentar; manutención y muebles.

Aun en los mejores familias hay diferentes perspectivas. Es un dado. Esperar que ocurre y no desequilibrarse. Reconocer que no todo es asunto de lo correcto o incorrecto, malo o bueno; algunas cosas simplemente son diferentes. Pero aguas, porque las diferencias que no se manejan apropiadamente con facilidad se pueden cambiar un hogar armonioso en una zona de guerra.

  Buscando las Raíces de los Conflictos

Pero ¿por qué se conviertan tan fácilmente las perspectivas diferentes en conflictos? Las Escritura declara que tenemos conflictos por nuestros deseos que luchan adentro de nosotros; porque queremos algo que no podemos tener (Sant. 4:1–3). En otras palabras, las diferencias muchas veces se tornan a conflictos porque somos egoístas. Queremos que los miembros de la familia vean las cosas como nosotros las veamos, que creen lo que nosotros creemos, que actúan como queremos que actúan, o que hagan lo que queremos que se haga. Y cuando no cooperan, nos frustramos. Luego, por nuestro egoísmo, respondemos en una variedad de maneras pecaminosas. Puede que tratamos de forzar los miembros de la familia a sumisión por sermonearlos, gritarles, o argüir incansablemente. Tal vez desenfrenamos y los castigamos verbalmente o aun físicamente. O puede ser que usamos maneras más sutiles para presionarlos a someter o lastimarlos por no estar de acuerdo con nosotros. Hacemos pucheros, retiramos, lloramos, o fruncimos el entrecejo, o somos silenciosos, no cooperativos, o pródigos. Porque nuestros deseos se bloquean, nuestros esfuerzos a controlar la situación producen conflictos.
Piensa en sus propias experiencias. Puede que sientes que no recibes suficiente sostén emocional, respeto, aprobación, afirmación, o afecto de otros miembros de la familia. Puede que estás buscando más ayuda física en el hogar y sientes que los demás te toman ventaja. O tal vez quieres algo espiritual, como que estén de acuerdo con tu interpretación de la Escritura, conformidad a tus normas de lo correcto y lo incorrecto, o mejoría en el caminar con el Señor de algún miembro de la familia. ¿Cómo reaccionas cuando los demás no cumplen tus deseos? ¿Y por qué reaccionas de esta manera?
Santiago nos desviste de todo nuestros pretensiones piadosos y llega al raíz de muchos de nuestros conflictos interpersonales. Con gran valentía y claridad, explica que si tus deseos te llevan a conflictos en el hogar, el verdadero problema es tu deseo consumidor de satisfacerte a ti mismo. Santiago dice, en efecto, “Tu peleas y riñas porque eres egoísta. Tienes motivos equivocados. En verdad no tienes cuidado de la gloria de Dios o el bien de los demás. Mayormente tienes cuidado de ti mismo, tu reputación, tu propio placer. Para conseguir lo suyo, aun tratas de manipular a Dios y otros miembros de la familia.” (Sant. 4:1–3)

  Conflicto por la Causa de la Justicia

A veces la discordia se levanta por una razón radicalmente diferente. La Escritura nos recuerda que a veces la gente nos van a oponer porque representamos la justicia. “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” (Mat. 5:10–11).
Los creyentes pueden esperar oposición en la sociedad. Pero Jesús también nos advierte de discordia similar adentro del círculo familiar. “Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.” (Mat. 10:35–36). En ocasión, la discordia familia se presenta porque alguien (una esposa, un esposo, un padre, o un hijo) representa la justicia y otros se oponen a aquella justicia.
La rectitud de Abel trajo la ira de su hermano Caín (Gen. 4). Asimismo, los hermanos de José lo odiaban (Gen. 37). Y así, aun en el hogar del creyente hay veces que los miembros de la familia se van a perturbar por sus convicciones de él o ella. En ocasiones, aun tú puedes ser el que se perturbe por alguna convicción justo o acción de otro miembro de la familia. Desafortunadamente, en este lado del cielo todos somos capaces de oponer la voluntad de Dios y disgustarnos con aquellos que buscan obedecerlo.
Mi esposa, por ejemplo, puede querer alcanzar una persona con necesidad después del culto dominical. Carol siente que esta persona está herida, y desea ayudar a sostener la carga de aquella persona y dar ánimo. Ella lo ve como una acción de justicia, y ¡tiene razón! Cuando me pregunta si está bien, afuera le asiento, pero internamente no estoy de acuerdo. No estoy pensando en lo que Jesús quiere o lo que necesita la otra persona. Todo lo que pienso yo es que quiero llegar a casa. Tengo hambre. He tenido una semana ocupada. Quiero vestirme en fachas y relajarme.
Cuando al fin llega al carro (después de 15 minutos), le comunico de una manera u otra que me opongo a lo que hizo. ¿Qué pasa aquí? Estamos en conflicto porque Carol quería alcanzar a alguien en el nombre de Jesús, pero yo me irrité por su acción de justicia.
Si, la discordia ocasionalmente se da en la familia porque un miembro se preocupa por la justicia y otros miembros de la familia, por lo menos temporalmente, no están preocupados. Me gustaría pensar que cada vez que he tenido conflicto con otro miembro de la familia, es porque he estado representando a Cristo. Pero en muchas ocasiones, la razón de nuestros conflictos es porque he reaccionado con egoísmo a nuestros diferencias o a la justicia de la otra persona. Demasiados veces, he sido culpable de lo que condena Santiago. He deseado algo y no lo he conseguido. Ah, podría dar todas las razones espirituales en el mundo porque mis deseos eran correctos y por eso justificarme por estar enfadado. Pero la verdad es que estaba sufriendo más por la causa de mi ego que por la justicia.
Y lo que es verdad de mí es muchas veces verdad de los demás. Por la naturaleza de mi ministerio, constantemente estoy involucrado en tratar de ayudar a personas que enfrenten conflictos en sus hogares. Algunas que llegan para consejería están sufriendo verdaderamente por la justicia. Necesitan ánimo, sostén, afirmación, oración, aceptación, y compasión. En otros casos, encuentro que la discordia se asocia con egoísmo, esperanzas no razonables, una actitud pedante, un deseo de controlar, celos, ambición excesiva, insensibilidad, motivos no piadosos, buscar el placer, idolatría de sí mismo (yo-ismo), y una vida orientada a sensaciones.
Estas personas no necesitan ánimo para continuar tales actitudes. Necesitan un llamado bondadoso a arrepentimiento y confesión del pecado. Necesitan que les urgen buscar a Jesucristo para el perdón y el poder de cambiar la orientación de sus vidas. Actitudes y acciones pecaminosas se deben despojar y actitudes y acciones bíblicos (Centradas en Cristo) se deben desarrollar por el poder del Espíritu Santo que mora adentro.

  Cómo Prevenir Conflictos Familiares
¿Cómo previenes y resuelves los conflictos familiares? El primer paso es estar consciente que en cualquier relación terrenal muy cercana, los desacuerdos fácilmente se pueden convertir en conflictos. Lo más cercano la relación, lo más potencial hay para contención y discordia. Para prevenir eso de ocurrir en tu familia, reconozca las maneras específicas en lo cual están similares y en cuales están disimilares. No echas tus disparidades debajo del tapete. Sáquelos y discútalos cabalmente.
Luego busca discernir la razón porque estos diferencias tiendan a escalar en conflictos. Sea honesto delante de Dios. Pregúntate: Me molestan tanto estas diferencias y desacuerdos porque soy egoísta? ¿Es porque quiero mi manera y la otra persona no está cooperando con mis demandas? ¿Tengo envidia? ¿Tengo motivos no piadosos? Diagnostica lo que pasa en tu vida y tus relaciones por usar la Escritura como norma. Dondequiera que encuentras tus actitudes, pensamientos, emociones y acciones siendo no-bíblicos, toma la responsabilidad entera de ellos. ¡No buscas echar la culpa a otro o racionalizarte! Al contrario, reconozca tus pecados y mira a Jesús por su perdón. Fija tus ojos en él, y confía en él para ayudarte a responder a tus diferencias y desacuerdos en una manera más piadosa y más constructiva. Por su poder, la discordia familiar se puede cambiar en concordia familiar.

TAREAS PARA ESTUDIO Y APLICACIÓN
Haz las tareas individualmente, y luego comenta tus respuestas con tu cónyuge o tu grupo de estudio.

  1.      Describe tu reacción(es) usual a los desacuerdos o conflictos. Analiza las actitudes detrás de las reacciones.
 
  2.      ¿Que indica la Escritura acerca de la facilidad o dificultad de llevarse bien con otras personas? Sostener tu respuesta con la Escritura.
 
  3.      ¿Estás de acuerdo con la declaración de Paul Tournier sobre incompatibilidad emocional? ¿Por qué o porque no? Sostener tu respuesta bíblicamente.
 
  4.      ¿Estas de acuerdo que los desacuerdos son inevitables? ¿Por qué son inevitables?
 
  5.      Cuando la gente que viven juntos dicen que nunca tienen ningunos desacuerdos o conflictos, ¿qué puede estar ocurriendo?
 
  6.      Este capítulo menciona varias razones por que es importante la resolución de conflicto. ¿Cuáles son? Identificar Escritura que lo sostiene. Añadir tus propios perspectivas acerca de por que resolver conflictos es importante. Ilustrar de la Biblia, historia, literatura, o su propia experiencia los efectos debilitantes de conflictos sin resolución.
 
  7.      Identificar y describir varios desacuerdos y conflictos que has tenido con otros miembros de la familia. Usando la información en este capítulo, analiza las razones por los desacuerdos, y por que llegaron a ser conflictos.
 
  8.      Completar la Gráfica de Inventario de Personalidad (vea abajo). Evaluar cada miembro de su familia inmediata. ¿Con cuál miembro de la familia tienes más similitud? ¿Menos similitud? ¿Con cuál miembro de la familia encuentras más fácil llevarse bien? ´¿Más difícil? Notar cómo sus similitudes y disimilitudes han afectado sus relaciones personales y familiares.
 
  9.      Llenar la Forma de Análisis de Conflicto (después de la Gráfica de Inventario de Personalidad). Notar con cuales miembros de la familia tienes tendencia de tener más desacuerdos. ¿Por qué crees que es así? ¿Cómo ten ha afectado estos desacuerdos tu relación con estas personas? ¿Cómo han afectado a toda la familia tus desacuerdos?
 
GRÁFICA DE INVENTARIO DE PERSONALIDAD
En una escala de 0–4, califícate a ti mismo y a cada miembro de tu familia en las siguientes cualidades. Cuatro es el más alto, y 0 el más bajo. Por ejemplo, en el número 1, si eres muy paciente, califícate con un 4. Si no tienes nada de paciencia, date un 0. Si estás en medio, califícate de 1 al 3. (H. = hijo). Haz un círculo en cualquier área donde tu y tus miembros de la familia difieren en más de un punto. Discutir cómo las diferencias o similaridades afectan tus relaciones familiares.

  CUALIDADES:CALIFICACIONES: Tu/ cónyuge/ H.1/H.2/H.3/H.4
  1.      Paciente

  2.      Aceptar a otros

  3.      Terco

  4.      Fácil de fastidiar

  5.      Lleno de resentimiento

  6.      Perdonador

  7.      Dominador

  8.      Ego-céntrico

  9.      Bondadoso

  10.      Mandón

  11.      Buen escuchador

  12.      Razonable

  13.      Considerado, piensa en los demás

  14.      Ensimismado

  15.      Deprimente

  16.      Abierto

  17.      Expresivo

  18.      Práctico

  19.      Eficiente

  20.      Limpio, organizado

  21.      Extravagante

  22.      Responsable

  23.      Afectivo

  24.      Atlético

  25.      Ambicioso

  26.      Tiene una voz placentero

  27.      Musicalidad

  28.      De buen vestir

  29.      Olvidadizo

  30.      Perezoso

  31.      Extrovertido

  32.      Impulsivo

  33.      Artístico

  34.      Calmado

  35.      Convencional

  36.      Le gusta la naturaleza, acampar, etc.

  37.      Gastalón

  38.      Iniciador

  39.      Seguro, confiado

  40.      Generoso

  41.      Agresivo

  42.      Puntual

  43.      Flexible

  44.      Aventado

  45.      Decisivo

  46.      Sentimental

  47.      Dilatador


FORMA DE ANÁLISIS DE CONFLICTOS

Abajo indica la medida aproximada de acuerdo o desacuerdo entre tu y otros miembros de tu familia en cada detalle de la lista. Usa esta escala (H =hijo):

  1= Siempre están de acuerdo
  2= Frecuentemente de acuerdo
  3= A veces en desacuerdo
  4= Frecuentemente en desacuerdo
  5= Casi siempre en desacuerdo
  6= Siempre en desacuerdo
  7= No aplica

Después de completar la calificación, haz un círculo en los números de los detalles que proveen la potencial más alto de conflicto.
Tu: y Cónyuges/ y H.1/ y H.2/ y H.3/ y H.4

      1.      Uso de Dinero

      2.      Asuntos recreacionales

      3.      Asuntos espirituales

      4.      Amistades (Vida social)

      5.      Demostraciones de afecto

      6.      Comportamiento correcto o apropiado

      7.      Filosofía de la vida, metas

      8.      Tiempo que pasan juntos

      9.      Hacer decisiones mayores

      10.      Actividades de tiempo libre

      11.      Decisiones de carrera

      12.      Orar y Estudiar la Biblia juntos

      13.      Donde vivir

      14.      Tipo de casa para vivir

      15.      Maneras de tratar a abuelos, padres, y suegros

      16.      El uso de alcohol o drogas

      17.      Como resolver desacuerdos

      18.      Asuntos sexuales

      19.      Asuntos de vida familiar: entrenamiento y disciplina, diversiones, etc.

      20.      Asistencia a la iglesia y involucramiento

      21.      Expectativas matrimoniales y familiares

      22.      Asuntos ocupacionales, escolásticos, y profesionales

      23.      Tareas y responsabilidades en familia

      24.      Papeles del Esposo/de la Esposa y sus responsabilidades

En una escala de 0–10 (0=más bajo; 10= más alto) indica tu nivel de satisfacción en general con su relación ahora con cada miembro de la familia.
 


domingo, 20 de octubre de 2013

La Consejería: Pasos para una consejería eficaz

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Fases de la consejería
Objetivos
  1. Conocer diferentes partes que puede tener una sesión o un proceso de consejería.
  2. Conocer diversas recomendaciones para abordar cada una de las partes que se sugieren.


Introducción
En este capítulo estaremos analizando una serie de fases sugeridas que puede tener una sesión o un proceso de consejería. Hago la diferencia entre una sesión y un proceso, porque hay asuntos en consejería que se podrán resolver en una sola sesión de consejería, pero va a ver otros casos donde nos damos cuenta que el problema necesita ser tratado en más de una sesión y que incluso debe ser dividido en problemas más pequeños que deben ser tratados por separado, a este último es que llamó proceso de consejería. El autor resume una sesión en estás fases para propósitos prácticos, pero en ningún momento sugiere que está es la única manera de hacerlo, sino busca solamente ofrecer una guía para la acción en la consejería.

Preparación previa
Con preparación previa me refiero a lo que sucede antes de la sesión de consejería. Lo primero que debería hacer un consejero cristiano en preparación previa es orar a favor de sí mismo y de sus aconsejados. Por otro lado, si es una sesión informal como ocurre muchas veces entre hermanos en Cristo, esto se va a referir además a preparar el ambiente; y si más bien, el tipo de consejería es un poco más estructurada y formal como la que realizan los pastores y otro tipo de consejeros bíblicos en instituciones cristianas va a consistir además de mantener un ambiente adecuado, el revisar expedientes.
Con respecto al ambiente, se debe tratar que sea propicio para el momento de la consejería. Si es consejería entre hermanos en la fe puede realizarse en la iglesia, un aula de escuela dominical, un hogar, etc. Si es un poco formal como en el caso de un pastor o un consejero de una institución cristiana o iglesia lo mejor es que se haga en una oficina.
Si es necesario que el ambiente sea cómodo para el aconsejado, que tenga confidencialidad, que no tenga muchos detalles que funcionen como distractores pero tampoco tan vacío que se vea frío.
Por otro lado, el ambiente debe promover el buen testimonio, lo ideal es que sea cerrado para que haya confidencialidad pero que haya grandes ventanas para que lo que sucede adentro pueda ser visto por todos. Recuerdo que cuando trabaje en un colegio cristiano como consejero, hubo un gran esfuerzo de la institución, ya que me proveyeron una oficina que tenía absoluta confidencialidad debido a que sus paredes tenían por dentro estereofón y al mismo tiempo había una gran ventana que daba hacia fuera, donde se podía ver lo que sucedía en la oficina. Cualquiera que trabaja con adolescentes sabe lo delicado que son estás cosas, y que fácilmente se pueden malinterpretar los hechos de que un consejero este sólo en su oficina con una estudiante, por lo que este tipo de previsiones son adecuadas para preservar el testimonio cristiano.
Por otro lado, si se maneja consejería formal, es bueno antes de recibir una persona en consejería revisar el expediente del mismo, para conocer sus antecedentes personales y familiares, y familiarizarse con problemáticas previas que se han presentado.

Inicio de la sesión
En está parte se saluda a la persona, puede haber una presentación personal de ambas partes (en caso de no conocerse), y en caso de ser necesario muchas veces hay que romper el hielo con algunas preguntas no tan relacionadas con la problemática. Aunque la mayoría de las veces sencillamente la persona va a introducir su problema y pedirnos el consejo directamente. Igualmente podemos ayudar con la frase “en que puedo servirle” o algo similar. El inicio también es un buen momento para orar pidiéndole dirección y sabiduría a Dios para tratar el problema.
Si es una primera sesión hay que reconocer que es de suma importancia, ya que la primera establece la norma, y en muchos casos sólo se cuenta con una sola reunión para trabajar un problema. Puede ser bueno analizar cuales son las circunstancias en que vino la persona, ya que si la persona vino en forma voluntaria va a actuar de una manera muy diferente a si vino remitido por otra, o en el peor de los casos si vino obligado por otra persona. Es importante que el consejero determine en este momento si el aconsejado es cristiano o no, ya que si no lo es, es mejor, iniciar con lo que llamaremos “preconsejo”, es decir, presentar el evangelio.
Por otro lado, si usted se da cuenta que el caso amerita consejería múltiple, es decir, que este presente otra u otras personas, es mejor detener la sesión y solicitar que la próxima vez venga con las personas implicadas en el problema. Por ejemplo, esto puede suceder cuando una persona tiene problemas con su conyugue, o cuando un matrimonio tiene un problema con su hijo adolescente. Lo mejor es que la persona venga con su esposo o esposa para resolver el problema, o que la pareja traiga al hijo adolescente.
Por otra parte, hay que reconocer no siempre es posible conseguir que los diferentes afectados se presenten al aconsejamiento. Así, que un caso de este tipo hay que hablar de la persona que está presente y no sobre la otra (el hablar sobre la otra es pecado de murmuración, y además, no sirve de nada). Hay que concentrar el caso en hablar de cómo la relación de la persona presente con la ausente es la correcta delante de Dios.
En caso de ser una segunda sesión, se puede pedir la tarea dejada en la sesión anterior. Jay Adams, se refiere a esto: “al principio de cada sesión el consejero pide el trabajo de casa dado en la sesión previa. Algunas veces hay que dedicar la mitad de la sesión a este asunto, incluso toda la sesión”.
Es importante siempre iniciar puntualmente las sesiones ya que esto le refleja a la otra persona que hay un verdadero interés en ayudarle en su situación.

Desarrollo de la sesión

Recolección de datos
En esta parte la persona va a contar al consejero su problema. Puede que en muchos casos el consejero deba hacer preguntas al aconsejado para poder tener una mejor visión del problema. En el caso de ser una situación de crisis las preguntas que realice el consejero van a ser claves. Aquí es de suma importancia que se maneje bien la toma de apuntes para que pueda recoger los datos de una manera precisa.
Hay que tener los suficientes datos, si no podemos tener una mala interpretación tal como lo hizo Elí cuando vio a Ana; o como los amigos de Job; por ello es de suma importancia darse el tiempo para escuchar al aconsejado y reunir información sobre la situación que enfrenta (Stgo 1:19).
Se necesita muchas veces tomar datos de asuntos físicos, como patrones de sueño, dieta, ejercicios, medicación y otros. Considere la situación espiritual de la persona, las emociones del aconsejado, y otros aspectos que considere importantes.

Identificar el problema
En está etapa el consejero debe identificar bíblicamente el problema, basado en los datos que conoce. La Biblia le pone nombre a los diferentes problemas humanos, por lo tanto, debemos identificar los términos que utiliza para describir los problemas que enfrentamos en la consejería. Esto nos ayuda a identificar sus causas y su solución.
En muchas situaciones el consejero va a notar que lo que relata el aconsejado no es un solo problema, sino que son varios, o que el problema es lo suficientemente amplio para abarcar más de una sesión. Por lo que deberá informarle al aconsejado que el problema va a abarcar más de una reunión y estructurar el proceso en varias sesiones. Así, aconsejado y consejero deben ponerse de acuerdo sobre los objetivos, especialmente si es la primera sesión. Además, es importante que el aconsejado se comprometa a llevar a cabo el proceso de consejería en caso de necesitar más de una sesión.
El primer problema que presenta el aconsejado no necesariamente es aquel que tiene mayor importancia, sino que “es posible que haya sido ofrecido como un globo sonda para ver como manejas los problemas”. Incluso pudo haber sido mencionado sencillamente para ver la reacción inicial del consejero ante este problema, para medir si le menciona uno que a su consideración es “más grave” o “más pecaminoso”.
Cuando hemos identificado el problema, debemos comunicarlo al aconsejado. Aquí ya habremos determinado que tipo de consejería debemos de utilizar, si es de consuelo, de amonestación o de guía. De cualquier manera hay que explicarle el problema de manera bíblica, y hacer que el aconsejado entienda el problema de la forma en que lo ve Dios.

Solucionar el Problema
Luego de identificar desde el punto de vista de la Escritura, cuál es el problema del aconsejado ello debe buscar la solución bíblica del problema, y buscar como llevar esa solución bíblica a la práctica.
Por supuesto, en muchos casos hay que primeramente motivar a la persona para que tome las decisiones que demanda la Escritura para poder resolver el problema. Ya sea que consolemos, amonestemos o guiemos las personas tienen que tomar la decisión de hacer el cambio en sus vidas y comprometerse en ello.
La mejor manera de llevar a la práctica la solución de un problema es con un plan. Un plan debe incluir el objetivo u objetivos bíblicos a ser alcanzados, tanto a corto, como a largo plazo, y por supuesto, las estrategias para alcanzar dichos objetivos e incluso la forma de evaluar que se han cumplido los objetivos y las estrategias. En entre estás estrategias deben incluirse cuestiones de horarios, métodos, técnicas, procedimientos, etc. Adams nos dice “el comprometerse a un plan bíblico es totalmente esencial porque a menos que el aconsejado haga lo que Dios requiere, todo lo demás es inútil”.
Desde la primera sesión el consejero debe dar una respuesta bíblica, eso incluye dar esperanza de que el problema tiene solución en Cristo, pedir que deben cambiarse las conductas pecaminosas, y dar bases bíblicas sobre los diferentes problemas que se enfrentan.

Cierre de la sesión
Cada sesión debe tener su propio objetivo y agenda, aunque siempre se debe estar abierto a la flexibilidad de alterar, agregar o posponer algo de la agenda. Como cierre de la sesión podemos resumir lo que se ha logrado y decidido en la sesión. Podemos asignar trabajo para la casa (en caso de ser necesario), esto, nos ayuda a que la persona vaya poniendo en práctica lo aprendido y además, a que sea más rápido el proceso. Si notamos que se ocupan próximas sesiones, podemos estructurarle al aconsejado que vamos a tratar en estás y debemos fijar la próxima sesión. La oración final debe enfocarse sobre el contenido vital de la hora previa.

Inmediatamente después de la sesión
Luego de la sesión el consejero deberá hacer un resumen escrito de lo tratado en la reunión y colocarlo en el expediente en caso de ser consejería formal. Además, si el consejero se comprometió en la sesión hacer alguna diligencia debe prepararla para la siguiente sesión, o para entregarla al aconsejado.

Seguimiento
El seguimiento debe darse siempre, independientemente de que se trate de un proceso de varias sesiones o de una sola. Siempre es recomendable preguntar a la persona, ¿Cómo fue con el plan diseñado? ¿Qué sucedió con la decisión bíblica tomada? ¿Se logró lo propuesto? ¿Cuáles obstáculos se han presentado?. Y por supuesto, también podemos seguir orando por el aconsejado y sus problemas.

Conclusión
Hemos visto una serie de fases que debe tener una sesión de consejería y la relación que ésta tiene con un proceso de consejería. No todas las sesiones van a corresponder a todo lo que se ha mencionado, pero espero sea una guía para su ministerio.




lunes, 14 de octubre de 2013

Aconsejando bajo la luz de la Biblia: Consejería Bíblica sus Principios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Principios Bíblicos para Aconsejar

Objetivos
  1. Comprender que la consejería bíblica debe basarse en una visión de mundo según las Escrituras.
  2. Comprender que las Escrituras son las que fundamentan nuestro consejo y vida cristiana.


Introducción
Los términos consejería y aconsejamiento no pertenecen al español según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), por lo menos no en la connotación que nosotros les damos. Estos vocablos más bien son una traducción de la jerga evangélica de la palabra inglesa “counseling”, una palabra que describe una de las funciones más importantes del ministerio pastoral y de todos los miembros de una iglesia.
Con la expresión “consejería bíblica” me refiero a aquella que tiene como fundamento las Sagradas Escrituras. Con esto quiero decir que la Biblia es la que define las motivaciones, los objetivos y las estrategias de la consejería. Son las Escrituras las que nos dan el fundamento teórico para la práctica de aconsejar.
Con ello indico no solamente la parte espiritual, sino todas las partes del ser humano, porque somos seres integrales. A veces creemos que como cristianos podemos aconsejar sólo en el campo de las cosas espirituales, pero según la Escritura todas las cosas son espirituales, todas están interrelacionadas. Un problema de ira es espiritual, un problema matrimonial es espiritual, etc. La Biblia es suficiente para cambiar vidas, no solo los problemas “espirituales” (Salmo 119).

El consejero bíblico
Hoy en día existe la idea generalizada de que los únicos que pueden dar la consejería son los psicólogos, psiquiatras, orientadores u otros profesionales de las ciencias sociales. Pero la Biblia dice otra cosa, ella afirma que la consejería no es exclusiva para los expertos o profesionales. La consejería no es una ciencia es una cuestión espiritual.
La Biblia dice que la consejería puede ser dada por parte de toda la iglesia (Ro 15:1, 14; Ga 6:1–2; Col 3:16; 1 Ts 4:18; 5:11; Hb 3:13; Stg 5:16). Adams, lo expresa de la siguiente manera: “Dios llama a cada creyente a aconsejar a otros en algún punto, algún tiempo, sobre algo.” Con respecto a Galatas 6:1, Adams continúa diciendo: “La orden es clara: todos tenemos que restaurar a cualquier hermano o hermana a quién Dios haya colocado providencialmente en nuestro camino cada día.
La Consejería Bíblica es parte del discipulado cristiano que Dios nos llama a hacer en la Gran Comisión (Mt 28:19–20) como parte de la missio dei, este nos dice que debemos hacer “discípulos” en todas las naciones. Y parte del discipulado cristiano es ayudar a los creyentes a que se conduzcan según la Palabra de Dios, y una forma de hacer esto es mediante la consejería bíblica. Así, que si el mandato de la Gran Comisión es para todos los creyentes, la consejería también es un mandato para todos los creyentes.
John McArthur por su parte lo describe de la siguiente manera “desde los tiempos apostólicos, la consejería se ha realizado en la iglesia como una función natural de la vida espiritual del cuerpo de Cristo. Después de todo, el nuevo testamento manda a los creyentes: “amonestaros los unos a los otros”; “exhortaos los unos a nosotros”; “animaos unos a otros, edificaos unos a otros”; “confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”. Todos en un momento u otro necesitamos consejo del otro, o damos consejo a otros. Esto es un ministerio mutuo entre los creyentes.
Por supuesto, el cristiano laico no debe andar buscando problemas que resolver entre los hermanos, esto es ser un entrometido, esto lo vuelve un pecado (2 Tes 3:11), más bien, debe dar consejería cuando Dios ha colocado a otro en su camino.
Es una necesidad que cada ministerio de la iglesia realice consejería: los pastores, misioneros, maestros de escuela dominical, pastores de jóvenes, líderes de varones o mujeres, etc. Cada uno de estos ministerios tiene bajo su cargo la responsabilidad de una parte del Cuerpo de Cristo, y estos tienen la necesidad de recibir consejo bíblico.
Por supuesto, tampoco niego que puede haber especialistas en consejería bíblica, y que en algunos casos podrían resultar necesarios, pero tampoco hay que pensar que la consejería es exclusiva de estos últimos, la iglesia en sí es una comunidad terapéutica6.
Atkinson y Field nos dicen “La iglesia debería constituir la mejor comunidad terapéutica del mundo. A diferencia de cualquier otra, centrada en un consejero psicológico y sus clientes, la iglesia no es una comunidad artificial. Enfatiza la aceptación (Ro 15:7); el perdón (Ef. 4:32), la compasión (Fil 2:1; Col 3:12) y la gracia; es decir, un amor incondicional y divino (Jn 13:34, 35; Ro 12:9, 10; 1 Co 13; Gá 5:13). Estás cualidades nacen del hecho de que han recibido la aceptación, el perdón, la compasión y la gracia de Cristo. Por tanto, se crea una verdadera comunión… La verdadera comunión debería ofrecer seguridad, y ser el terreno perfecto para sanar las heridas y alcanzar la madurez”.
Ahora, como lo dije anteriormente considero que puede haber especialistas en consejería bíblica y uno que es llamado a esto, es el pastor de la iglesia. El pastor es esencialmente llamado a la tarea de aconsejar, el ha sido llamado a pastorear la grey, y esto incluye la labor de la consejería. Adams menciona “si bien todo cristiano tiene que ser un consejero para su hermano cristiano, la obra de aconsejar, como una vocación especial es asignada particularmente al pastor”. El pastor ha sido llamado a la consejería como su función u oficio dentro de la iglesia, además, de la labor de la predicación.
Al pastor Dios le ha dado la carga y la autoridad para ejercer el aconsejamiento. Adams, nos menciona que los pastores si son llamados a “buscar los problemas entre los miembros de la iglesia, con miras a cortarlos de raíz. Como pastores, no se les requiere sólo que se hagan cargo de los problemas con los cuáles tropiezan en su camino, sino que han de vigilar sobre las almas (vidas) de cada miembro” (Hb 13:17).
Por otra parte, hay personas con dones especiales dentro de la iglesia que pueden apoyar al pastor en situaciones específicas. Por ejemplo, puede que hayan personas que Dios los ha dotado de una mayordomía excelente de sus finanzas, por tanto, el pastor puede recurrir a ellos cuando se busca dar consejo a una persona que tiene problemas en esa área.

La consejería y la Biblia
En la consejería bíblica la revelación especial de Dios en las Escrituras tiene preponderancia. Dios se ha revelado a nosotros a través de la Biblia, esto es lo que los teólogos han llamado “revelación especial”. Así, Dios en las Escrituras nos revela en forma especial las verdades sobre si mismo, y sobre la relación del hombre en cuatro dimensiones: su relación con Dios, su relación consigo mismo, su relación con su prójimo y su relación con la creación.
No hay nadie que conozca mejor el ser humano que el Dios que lo creo, y este se ha revelado en las Santas Escrituras para guiarnos en los asuntos prácticos de las Escrituras. Así, las Escrituras son la única fuente de autoridad para resolver nuestros problemas espirituales (Sal 119:9; 24, 98–100; Jn 6:63; 2 Ti 3:16–17). La consejería sin las Escrituras es una consejería sin el Espíritu Santo. 2 Timoteo 3:16 nos dice que las Escrituras son útiles para perfeccionar a lo santos, mediante lo que podemos considerar los medios de la consejería bíblica: enseñanza, reprensión, corrección e instrucción. Dios es el verdadero y único consejero, nosotros solamente somos sus voceros.
Adams nos dice: “Sólo la palabra de Dios mismo puede decirnos propiamente como hemos de cambiar. Sólo en la Biblia puede hallarse la descripción veraz del hombre, su situación apurada y difícil y la solución que da Dios en Cristo. Sólo las escrituras pueden decirnos qué clase de personas hemos de llegar a ser. Sólo Dios puede mandar, dirigir, y dar poder para efectuar los cambios apropiados que van a permitir a los hombres, a los cuales él redime, a que renueven su propia imagen corrompida por la caída.”
La Palabra de Dios es suficiente para conducirnos en la vida piadosamente. La Palabra trata todo lo que necesitamos. No hay un versículo para cada tema, eso sería demasiado simplista, pero habla sobre todos los temas. Podemos resumirlo en la expresión “En la Biblia no esta todo, pero habla de todo”. La Biblia no es una enciclopedia, e ir a ella con la actitud enciclopedista de la era de la información es incorrecto. Ella no está acomodada así. Por supuesto, hay temas que en la Palabra de Dios que si tiene versículos concretos, pero, en muchos otros casos solo contamos con principios bíblicos, y estos hay que explicarlos a las personas.
Lo que nos dice la Biblia es que pensemos bíblicamente y visualicemos las cosas desde la perspectiva de la Escritura. Por ello, la consejería cristiana debe hacerse desde una verdadera cosmovisión bíblica. Por tanto, sus conceptos sobre Dios, Jesucristo, el hombre, el pecado, los medios de la gracia, la vida y del mundo en general; deben partir de las Sagradas Escrituras.

La consejería y el ser humano
La consejería bíblica debe de partir de una antropología bíblica y no de una humanista o de otro tipo. Recomiendo que un consejero cristiano haya leído libros y tomado cursos de antropología bíblica, ya que es esencial el entender como Dios ve al ser humano para poder aconsejarle de manera adecuada.
A continuación cito algunos principios que vienen de la Biblia sobre el ser humano:
1. Los seres humanos somos creados con la necesidad de consejo, eso es parte de la humanidad, desde Génesis vemos un Dios que nos muestra como hemos de vivir. A Dios le llamamos el Admirable Consejero (Isaías 9:6).
2. El hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza para agradar a Dios; aunque esa imagen ha sido distorsionada por el pecado desde la caída. Contrario a lo que dicen los psicólogos humanistas, el hombre no es un animal, no funciona por instintos (instinto sexual, instinto de supervivencia) sino por decisiones. El hombre no tiene las respuestas dentro de sí mismo; ni es autónomo como lo proclama el humanismo, especialmente la línea de Carl Rogers. Sino que la única respuesta la tiene Dios y Él la ha revelado a través de su Palabra en las Sagradas Escrituras. El hombre es totalmente dependiente del Dios que lo ha creado, le ha dado la vida y le permite vivir; el hombre en definitiva necesita a Dios.
3. El hombre no es naturalmente bueno sino que es pecador. El pecado es una transgresión de la ley divina, una afrenta contra Dios (1 Jn 3:6; Sal 7:11). Muchos de los problemas humanos como el alcoholismo y la homosexualidad no deben ser tildados simplemente como “enfermedades”, este concepto lo que hace es quitar la propia responsabilidad. Muchos de los problemas del ser humano son originados por el pecado (hamartiagénicos, es decir, engendrados por el pecado) de la persona sea este sujeto pasivo o activo; y aún cuando es sujeto pasivo es responsable por sus reacciones pecaminosas. Nunca como consejeros debemos minimizar el pecado; recordemos que es rebelión contra Dios y debe ser tomado seriamente. Para el humanista Carl Rogers los consejeros deben ayudar a los clientes a que acepten sus sentimientos negativos, los admitan y los validen13. Para el consejero bíblico los sentimientos negativos son pecado, y le llama al aconsejado a la confesión de pecados y al arrepentimiento.
4. El hombre es responsable por sus problemas; estos no se deben a baja autoestima (Ef 5:29; Ro 12:2) ni son producto de los pecados de los demás. No hay que echarle la culpa a la sociedad u otros; la Biblia dice que yo soy responsable por mi propio pecado (Jer. 31:29–30); desde el Edén el hombre siempre ha buscado esconderse para no enfrentar sus problemas y además, echarle la culpa a otro. La responsabilidad es la capacidad de responder a cada situación de la vida según los mandamientos de Dios.
5. En nuestra condición de pecadores no somos aceptados por Dios (Sal 58:3; Ro 3:10–18; Sal 7:11); por tanto, la persona impía no debe simplemente aceptarse tal y como es; ni mucho menos debe creer que Dios lo acepta tal y como es. Aunque afirmamos paradójicamente que “Dios ama al pecador pero odia al pecado”, esto no implica que Dios acepte al pecador. El Salmo 7:11 nos dice más bien que “Dios está airado contra el impío todos los días”. Ahora bien, es cierto que los cristianos son aceptados por Dios “en el Amado” (Efesios 1:6), que llevó nuestras culpas y nos acepta porque nuestros pecados han sido perdonados, y también que como cristianos debemos aceptarnos los unos a los otros solamente porque somos hermanos en Cristo (Romanos 15:7); pero, en este tipo de aceptación no existe ninguna implicación que nos diga que no se pueden hacer juicios sobre pecado. El pasaje en Mateo 7:1–5 lo que condena es el juzgar a las personas en forma ilegítima; en la Biblia se manda a juzgar en forma específica (Jn 7:24). Recordemos, que “aceptar” el comportamiento pecaminoso ante los ojos de la persona aconsejada es lo mismo que aprobarlo.

La consejería y la santificación
El único tratamiento para el pecado es la justificación por la fe y la santificación progresiva por medio del Espíritu Santo. El hombre debe confesar su pecado, arrepentirse y aceptar el perdón de Dios. En el fondo la consejería bíblica es una aplicación de los medios de santificación. R.C. Sproul nos menciona sobre el papel santificador del Espíritu Santo “Es tarea del Espíritu Santo hacernos santos. Él nos consagra. El Espíritu Santo cumple el papel de santificador. Ser santificado es ser hecho santo o justo. La santificación es un proceso que comienza en el instante en que nos convertimos en cristianos. El proceso continúa hasta nuestra muerte cuando el creyente es hecho justo por última vez, completamente y para siempre”.
La santificación en las Escrituras es un estado pero también es un proceso. De cierta manera somos santos e igualmente Dios nos está santificando. Ningún cristiano puede afirmar “es que yo soy así”, eso es negar el proceso de santificación. Nosotros como creyentes estamos siendo santificados, estamos en construcción, Dios esta trabajando en nuestras vidas. La consejería desde el punto de vista de la santificación es mostrarle a la persona que Dios le está cambiando a él o a ella a través de las circunstancias, no es cambiar las circunstancias.
La santificación implica cambios personales. Todo hombre puede cambiar con la ayuda de Dios (Mt 19:25–26). El cambiar hábitos no es fácil pero es posible, los cristianos no pueden decir no se puede (1 Co 10:13; Fil 4:13). Recordemos que no hay nada imposible para Dios. La personalidad puede ser cambiada, Dios nos da excelentes ejemplos en sus Escrituras de hombres totalmente transformados como Israel, Pedro y Pablo. No se debe permitir que una persona alegue que él es así y que no se puede hacer nada respecto a ello.
“El remedio de Dios para los problemas del hombre es la confesión” (Pr. 28:13); está debe ser primeramente a Dios y luego a las personas afectadas; además de ello la Biblia demanda restitución. No sólo se debe confesar que se ha pecado contra la otra persona, y pedirle perdón, es bueno, si esto es posible, solicitarle su ayuda para romper las viejas pautas y establecer nuevos patrones bíblicos.

La consejería y el Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el consejero por excelencia, el es llamado por Juan “paracleto” (consejero) y por Isaías el “el espíritu de consejo” (Isaías 11:2). Él es el autor de la Palabra y por tanto, opera por medio de la Palabra de Dios (Jn 3:5; 15:3; Ef 5:26). “Para que la consejería sea realmente cristiana, tiene que ser llevada en armonía con la obra regeneradora y santificadora del Espíritu de Dios”; recordemos que es el Espíritu Santo junto con la Palabra la que produce los cambios (Hb 4:12; 6:3; Hch 20:32). John MacArthur nos dice “el nuevo nacimiento es obra soberana del Espíritu Santo (Jn 3:8). Y todo aspecto de verdadero crecimiento espiritual en la vida del creyente es producido por Él, utilizando las escrituras (Jn 17:17). El consejero que pasa por alto este punto experimentará fracaso, frustración y desaliento. Sólo el Espíritu Santo puede lograr cambios fundamentales en el corazón; por tanto, él es el agente indispensable en toda consejería bíblica efectiva. El consejero, armado con la banda bíblica, puede ofrecer guía y pasos objetivos hacia el cambio. Pero, a menos que el Espíritu Santo esté obrando en el corazón del aconsejado, cualquier cambio aparente será ilusorio, superficial y temporario, y los mismos o peores problemas reaparecerán muy pronto”.
En palabras de Jay Adams: “Si el aconsejar es en esencia un aspecto de la obra de santificación, entonces el Espíritu Santo, cuya obra principal en el hombre regenerado es santificarle, tiene que ser considerado como la persona más importante en el contexto del aconsejar”. Si el Espíritu Santo es la persona más importante en el aconsejar, significa que la función del consejero es simplemente declarar lo que Dios dice, los cambios le corresponden solamente al Espíritu de Dios. De ahí la importancia de tener una buena pneumatología20.

La consejería y la gloria de Dios
La meta de la consejería no es que la persona se sienta mejor sino la gloria de Dios. (Efesios 1:6, 12, 14; Ef 3:21; 1 Co 10:31). Su segunda meta es perfeccionar a los santos (Ef 4:11–16). Al ser como Cristo, Dios será glorificado. El objetivo de la consejería no es simplemente el resolver los problemas, sino el cómo vamos a vivir la vida, como Adán o como Cristo, de una manera que demos rienda suelta a nuestra naturaleza pecaminosa o de una manera que agrade a Dios.
Si Carl Rogers llama a su sistema terapia centrada en el cliente, los creyentes tenemos consejería centrada en Dios. Los esposos Bobgan lo expresan así “En lugar de centrarse en los problemas o procurar revelar lo que hay en sus corazones, el pastor y su congregación deben ocuparse activamente en la santificación, creciendo en el fruto del Espíritu, aprendiendo a andar en el Espíritu, teniendo a Jesús por centro de atención y haciéndose semejante a Él, que es la meta de nuestra vida”22.
El consejero no está para remover los problemas sino para que la persona se someta a la voluntad de Dios; no estamos para que la gente se sienta bien, sino para que haya cambios en sus vidas y sean santificados; hay que guiar y exhortar a las personas a que sus normas de comportamiento se conformen a la norma bíblica; sólo de está forma se glorificará a Dios. Esto especialmente cuando la consejería debe tomar forma noutética, es decir, de exhortación por el pecado. El “éxito” en la consejería se mide en relación a si Dios ha sido glorificado o no; no importa que la persona le haya gustado o no.
Recordemos que el consejero no trata de imponer sus propias normas sino las normas de Dios; y se debe ser cuidadoso en no confundir ambas. Para evitar la dependencia al consejero se debe por medio del modelado y la práctica supervisada (hoy se hablaría de mentoría, en los tiempos neotestamentarios de discipulado); enseñar a las personas a utilizar las Escrituras por su propia cuenta a fin de dar respuesta a sus problemas. Una forma de iniciar esto es promoviendo el desarrollo de devocionales personales (que por supuesto incluya lectura y meditación de la Biblia) en los aconsejados.
La consejería bíblica no consiste solamente en escuchar para que la persona se sienta bien; por supuesto, la Biblia llama al consejero a escuchar; pero esto es antes que responder (Pr 18:13). Escuchar es interesarse en lo que el otro dice y responder de una manera adecuada de acuerdo a las normas divinas. El humanista Carl Rogers menciona que el terapeuta debe estar alerta y responder a los sentimientos expresados del cliente y no al contenido intelectual. Para Rogers el terapeuta debe evitar contestar y responder al sentimiento acompañado por las expresiones25. Es decir, se refiere a que lo importante es comprender los sentimientos del aconsejado y no responder a lo que está diciendo realmente. Esto no es verdaderamente escuchar, es sólo alcahuetear los sentimientos de la persona que normalmente están asociados al pecado. El aconsejado está esperando una respuesta bíblica y sabia para poder aplicar en el problema.
Por otra parte, la simple “catarsis” no es el objetivo de la consejería bíblica sino el que las personas se sujeten a la voluntad de Dios. Esto es lo que realmente glorificará a Dios. La consejería bíblica en este caso es opuesta a la consejería humanista. Por ejemplo, para el consejero humanista Carl Rogers uno de los elementos centrales de la terapia es la descarga emocional, es decir, la liberación de los sentimientos. Para él está descarga emocional o liberación de los sentimientos se vuelve el propósito esencial de la consejería. Pero como consejeros cristianos sabemos que sencillamente la descarga emocional no tiene sentido si la persona lo hace como un fin en sí mismo, y no con la motivación de agradar a Dios.
Según Rogers cuando el consejero muestra una simpatía vigilante ante las actitudes expresadas por el cliente y reconoce y clarifica sus sentimientos, la entrevista está centrada en el cliente. Y esto, es cierto, está centrada en el cliente, en el pecado del cliente, y no en como deben ser las cosas. La entrevista debe tener en el centro a Dios y no a la persona. Cuando ponemos en el centro a la persona estamos siendo humanistas, cuando ponemos en el centro a Dios estamos siendo cristianos.
Por otra parte, Adams nos dice “cada consejero debe ver claramente que todo lo que hace en el aconsejar no sólo lo hace para el aconsejado sino también para Cristo y para su iglesia”.

La consejería, la esperanza y la soberanía de Dios
La esperanza verdadera está fundada en la Escritura (Ro 4:18; 2 P 1:4.). Adams menciona “En un sentido, todo aconsejado necesita esperanza. El pecado ha producido sus efectos de abatimiento y desánimo en las vidas de todos. Todo cristiano está desanimado en una u otra ocasión. Con frecuencia, esta actitud deteriora en el pecado de la falta de esperanza”.
Por otro lado, los psicoterapeutas solo pueden infundir falsa esperanza (Pr 10:28; 11:7). Cuando las cosas no tienen sentido para los seres humanos, para Dios si tienen sentido. El sabe que está haciendo en su soberanía, y es algo en que podemos reposar los creyentes (Ro. 8:28). El consejero humanista no tiene el recurso de la soberanía de Dios, sólo los consejeros bíblicos podemos dar aliento en medio de las situaciones de crisis donde se cree que las cosas no tienen sentido. Los casos de Job, José (Gn. 50:20), Sadrac, Mesac y Abednego (Dn. 3:17) son testimonio de la soberanía de Dios sobre sus hijos. Podemos confiar en que la soberanía de Dios es suprema.
Hay esperanza en el Dios soberano. En palabras de Jay Adams “Si Dios es soberano, la vida no es absurda; tiene un designio, un significado, un propósito”. Dios tiene el control de todo, Él es quién no permite que el mundo se desboque.
Pero la esperanza es realista. Romanos 8:28 dice que todas las cosas nos ayudan a bien, no que todo va a ser “color de rosa”. “Aún cuando la verdadera esperanza aguarda que un bien resulte de las pruebas, no procura negar la realidad el pecado ni del sufrimiento y dolor que esas pruebas pueden causar”.
Nuestro objetivo es enseñar a las personas a que miren las cosas como Dios las ve, desde la perspectiva de Él. Hay que enseñar a no solo mirar el lado malo de las cosas, sino lo que Dios desea cumplir a través de la dificultad.

Conclusión
Hemos visto como las Sagradas Escrituras son el fundamento de la obra de consejería. Ellas son indispensables para la tarea del aconsejamiento que debe ser realizada por toda la iglesia, especialmente por aquellos que Dios ha llamado al servicio pastoral. Estudiemos y meditemos en la Palabra para que conduzca nuestras vidas y nos ayude a conducir a otros.


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