Mostrando entradas con la etiqueta biblia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta biblia. Mostrar todas las entradas

miércoles, 9 de octubre de 2013

C on los Ángeles al frente: Encuentros

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial


CARA A CARA CON LOS ÁNGELES
Los ángeles de Dios son seres brillantes y resplandecientes que emanan luz e irradian la gloria de Dios.
Basilea Schlink
Los verdaderos ángeles no son tontos. No llevan aureola, ni tampoco tocan el arpa ni cantan las mismas canciones viejas una y otra vez eternamente.
Forrester Church
Una amiga cercana, sensible e inteligente, me pasó esta reseña sobre los ángeles, con la condición de que no mencionara su nombre. Se trata de una aparición angélica excepcional que nos da una idea acerca de cómo son los ángeles y a qué se dedican.
Supe que estabas buscando testimonios sobre experiencias con ángeles. Dudé en escribirte, pero decidí arriesgarme. Puedes contar mi experiencia si lo deseas, pero sólo si lo haces de forma anónima. Me di cuenta bastante pronto que no debo relatarla tan libremente debido a las reacciones adversas que recibí.
Hace aproximadamente ocho años me encontraba orando con otra señora de mi iglesia. Durante años esta hermana estuvo atormentada con sentimientos de inferioridad y fracaso. Tenía serias dudas de que Dios la amara y la hubiera perdonado. Había recibido una gran preparación en Biblia y consejería, pero parecía incapaz de salir de la depresión que las dudas le causaban. Dos de nosotras fuimos a orar por ella a su casa. Habíamos ayunado a inicios de esa semana, pero habíamos comido el día anterior y esa mañana; yo quería que estuviéramos físicamente listas. En otras palabras, lo que voy a decirte no se debió a la alucinación por falta de comida.
Comenzamos la ministración con adoración. Luego oramos. Orábamos y cantábamos, orábamos y cantábamos. El tiempo pasó con rapidez, aunque en realidad estuvimos con nuestra amiga varias horas. Seguíamos sintiendo que no habíamos llegado a la raíz, de manera que continuábamos orando. Después, mi compañera de oración tuvo la sensación de que algo le pasó a nuestra amiga en su nacimiento. Mis recuerdos de lo que dijimos, exactamente, son nebulosos, porque desvié mi atención.
La presencia del Señor se sentía fuertemente en ese cuarto. Tenía mis ojos cerrados, pero me di cuenta de que podía ver un brillo intenso. Era como si pudiera «ver» a un ser radiante frente a mí, atrás de mi compañera de oración. También podía «sentir» una presencia celestial detrás de mí. Sabía que era un ángel y estaba maravillada.
No hice nada durante algunos minutos, esperando que esa presencia se fuera. Luego abrí mis ojos y miré tal cual era a ese ser con mis ojos abiertos. Era bastante alto, brillante y parecía transparente. Tenía puesta encima una especie de túnica. No tenía cabellos en su cara y creo que su pelo era largo y peinado hacia atrás. Estoy segura de que esta criatura era un ángel. Hablo de «él» como si fuera un varón, pero con todo y eso sabía que no se trataba de un varón.
Estaba un poquito asustada y muy asombrada. El ángel parecía tan alto como el techo. Después volví mi cabeza lentamente y he ahí que estaba otro ángel. Esta era la presencia que sentía detrás de mí. También este ángel era muy alto, parecía de complexión musculosa y tenía el pelo rojo o rojizo. Estaba vestido de forma similar, excepto que blandía una enorme espada.
No estaba precisamente asustada, pero sí abrumada, asombrada e intimidada por completo. Luego me invadió una paz y entonces supe que estos ángeles estaban ahí para protegernos y ministrarnos. No escuché voz alguna, y los ángeles no dieron muestra de haber advertido mi presencia.
En este momento recobré la atención hacia mi compañera de oración y hacia la mujer por quien orábamos y que yacía en el piso. Mi amiga, quien oraba por esta mujer como si estuviera a punto de dar a luz, gritó: «Ya es hora del parto».
Sé que esto suena extraño, por eso me contuve de contar esta historia, pero cuando le preguntamos a la mujer que a quién se parecía «el bebé», comenzó a llorar y a reír. Nos dijo: «Soy yo, y soy preciosa y nueva». Luego nos dijo que sabía que había nacido de nuevo.1
En este momento noté que el ángel que estaba detrás de mi compañera de oración tenía una bolsa oscura de papel. Estaba perpleja. Luego mi amiga también puso cara de confundida cuando dijo: «Hay algo más que Dios quiere hacer. El posparto no ha terminado». El ángel dio un paso hacia el frente, tomó lo que «percibí» como una masa de color café, la puso en la bolsa y se fue a través del techo. El ángel a mis espaldas lo siguió.
Todo el tiempo que duró la experiencia no dije nada. Cuando los ángeles se fueron, en ese preciso momento, las otras dos mujeres me miraron y con calma dijeron: «Ha terminado».
No pretendo entenderlo todo. Esta es la única experiencia de este tipo que he tenido en mi vida y estoy cerca de los cuarenta.
Durante varios meses, me mantuve en contacto con la mujer por la que oramos y parece que hubo un cambio real en ella después de esta experiencia. Por fin llegó la liberación que tanto anhelaba.
Mi amiga tuvo un encuentro angélico del cuarto tipo. Su ángel apareció cara a cara, lo cual es la excepción, no la regla. Diremos más en cuanto a la apariencia de los ángeles más adelante en este capítulo, pero demos ahora un poco de contexto.
¿Cómo podemos saber si un ángel se ha cruzado en nuestro camino? A veces uno no lo sabe, porque los ángeles aparecen de casualidad. Es decir, parecieran como hechos fortuitos, pero ellos son en realidad parte del plan de Dios cuidadosamente orquestado para nuestra vida.
ÁNGELES DE CASUALIDAD
Génesis 24 cuenta la historia de cómo Abraham encontró esposa para su hijo Isaac: «por casualidad». En ese tiempo, Abraham vivía en suelo extranjero, un tanto distante de su parentela, de manera que comisionó a su siervo:
—No dejarás que mi hijo Isaac se case con una mujer de esta tierra de Canaán, donde yo vivo, sino que irás a mi tierra y escogerás una esposa para él entre las mujeres de mi familia.
El siervo le contestó:
—Pero si la mujer no quiere venir conmigo, ¿qué hago? [¡Buena pregunta!] ¿Debo entonces llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?
Abraham le dijo:
—¡No, no lleves allá a mi hijo! El Señor, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes y me prometió dar esta tierra a mis descendientes, también enviará su ángel delante de ti para que traigas de allá una esposa para mi hijo (Génesis 24:1–7, Dios habla hoy, cursivas añadidas).
Esta es la única mención a ángeles en el texto, pero quiero creer que Abraham no estaba simplemente dándole a su siervo un tipo de despedida usual en la antigüedad, como: «¡Que los ángeles te acompañen, mi amigo!» No, el ángel de Dios estaba actuando de manera invisible para dar una respuesta a la oración. Cuando el sirviente llegó a la ciudad de Nacor, hizo arrodillar los camellos en las afueras, cerca del pozo de agua. Era cerca del atardecer, la hora en la que las mujeres salían a sacar agua del pozo.
El asunto en todo esto es que ninguno es accidental. El ángel trabajaba duro mientras que el siervo oraba: «Señor y Dios de mi amo Abraham, haz que hoy me vaya bien[…] Voy a quedarme aquí, junto al pozo, mientras las muchachas de este lugar vienen a sacar agua. Permite que la muchacha a la que yo diga: “Por favor, baja tu cántaro para que yo beba”, y que me conteste: “Bebe, y también daré agua a tus camellos”, que sea ella la que tú has escogido para tu siervo Isaac[…] Todavía no había terminado de orar, cuando vio a una muchacha que venía con su cántaro al hombro. Era Rebeca».
El resto, como luego dicen, es historia. Una cosa condujo a la otra. O quizás debiéramos decir que un ángel fue responsable de poner una cosa tras otra. Y Rebeca llegó a ser la esposa de Isaac.
Para los cristianos, no hay tal cosa como hechos casuales. Cada situación de la vida tiene matices providenciales. Tal vez son en realidad seres celestiales invisibles que intervienen directamente a nuestro favor. Mi amigo, Duane Rawlins, adjudica a una presencia angélica invisible el haber evitado un serio accidente automovilístico.
El incidente ocurrió cuando tenía diecisiete años de edad, un nuevo conductor que amaba ir a gran velocidad por las calles del pueblo. Eran cerca de las ocho de una tarde oscura. Delante de mí, en el límite de mis brillantes luces delanteras, había una ligera elevación en la carretera. Un pensamiento cruzó por mi mente: «Voy a usar esa pequeña loma en el camino para hacer volar a este automóvil». Lo que no sabía era que esa pequeña elevación que se aproximaba a gran velocidad era el paso a nivel de un cruce del tren. Mi visión estaba obstruida por los árboles y no había señales ni barrera de golpe que impidieran pasar.
De repente, mientras serpenteaba el camino hacia la leve subida, una inexplicable fuerza detuvo mi auto cuando un inesperado y rápido tren cruzaba por las vías. Cuando me percaté de lo que acababa de suceder, la adrenalina se elevó en mi cuerpo debido al pánico. Me debilité tanto y estaba tan asustado, que apenas podía manejar de regreso a casa. No tengo duda alguna de que habría muerto al instante si no hubiera sido por esa «fuerza inexplicable».
He recopilado varios informe como este. He aquí otro, de uno de los miembros de nuestra iglesia.
Una vez iba conduciendo mi camioneta y escuchando una grabación de Amy Grant. En un momento de esos en que a uno casi se le paraliza el corazón, me libré, por unos cuantos centímetros, de no pegarle al automóvil que iba delante del mío. «¿¡Cómo fue que nos libramos de chocar!?», pensé.
A los pocos segundos, el cásete de Amy Grant cambió solo a la otra cara, mi radiocasetera tiene esta función, ¿y adivinen qué canción se escuchó? «Ángeles cuidan de mí».
Quizás esa fue una coincidencia, pero prefiero creer que de esa manera Dios me dijo que cuidaba de mí.
La mayoría de la actividad angélica de este tipo es invisible. Otras veces, los ángeles aparecen bajo semejanza humana, «ángeles inadvertidos», algo de lo cual hablaré e ilustraré en un capítulo posterior. Pero una que otra vez en cada tiempo de la vida2 los ángeles se materializan, literalmente, en su forma celestial, de manera muy similar a la de los dos ángeles que aparecieron a mi amiga en la historia al principio del capítulo.
OPINIÓN DE UN ÁNGEL: SOBRE ALAS Y OTRAS COSAS
¿Cómo son los ángeles cuando se aparecen tal cual y no se disfrazan de hechos «casuales» ni como seres humanos? A manera de preparación para escribir este libro y como parte de mi proyecto final para el grado de Doctor en Ministerio del Western Conservative Baptist Seminary, de Phoenix, conduje una encuesta3 de varios cientos de personas en diferentes tipos de iglesias, incluyendo evangélicas, carismáticas protestantes y católicorromanas. Entre las personas que dicen haber visto un ángel existen algunos aspectos bastante comunes acerca de la apariencia angélica.
De las muchas experiencias angélicas que recabé, quizás tantas como un ciento, son sorprendentemente similares. Esto es muy significativo, ya que las personas que me contaron sus historias no hablaron entre sí con anterioridad. Ni siquiera se conocen.
Una descripción en particular sobresale, como un buen ejemplo de los diversos elementos en común que aparecen en muchos encuentros angélicos. Los ángeles que aparecieron a uno de los caballeros que participaron en mi encuesta: «Tenían brazos, manos, piernas, pies y alas, y podía ver sus caras. Las figuras eran de cuerpo completo, transparentes y brillantes. También parecía que estaban vestidos con túnicas largas, o algo que les cubría desde sus cuellos hasta sus tobillos y muñecas. Y tenían una especie de cinta alrededor de sus cinturas».
Esta es otra historia «típica» de ángeles, que me contó un amigo, Robert Obergfoll.
Eran cerca de las diez de la noche cuando mi hermano y yo, niños en ese entonces, nos arrodillamos a un lado de nuestras camas para orar. De lo que recuerdo, era una tranquila noche de primavera, el cielo brillaba a la luz de una luna creciente. La ventana de nuestro dormitorio tenía vista al este y una brisa ligera corría por la tela de la ventana abierta. Era como si las cortinas respiraran. Inhalando con suavidad. Exhalando.
Mi hermano se fue a la cama primero. Era una gran noche. Había puesto su diente bajo la almohada preparándose para cuando el «ratón viniera y le dejara un premio por su diente». En realidad, no creíamos en el asunto ese del ratón que viene por los dientes, pero como niños católicos, creíamos en los ángeles. De manera que inocentemente oramos para que Dios enviara a uno de sus ángeles para que se llevara el diente de mi hermano y no dispusimos a dormir.
Ya tarde esa noche, no tengo idea de qué hora sería, un fortísimo viento que entró a nuestra habitación me despertó. Mi cama estaba al lado derecho de la ventana y la cama de mi hermano estaba al lado izquierdo. Todavía puedo verlo ahí, durmiendo al otro lado del pequeño espacio que había entre nuestras camas y la fuerte brisa agitando las cortinas como banderas que volaban paralelas al piso.
Con los ojos bien abiertos, miré con intensidad hacia la ventana y vi cómo una luz brillante aparecía. Repentinamente, un ángel, como si estuviera cabalgando en el aire, voló a través de la ventana y entró en nuestro cuarto. El ángel estaba parado muy recto, como si hubiera salido directo de la pared. Era más alto que mis padres y era tan alto como el techo de nuestra habitación. Era de color azul claro y transparente. No podría decir si se trataba de una mujer o un hombre, pero tenía el pelo largo y una hermosa cara.
El ángel nunca se volvió a verme, pero fijó su atención en mi hermano, como lo habíamos pedido temprano esa tarde en nuestra oración. El ángel apoyó una rodilla en la cama de mi hermano, se acercó a él y con su mano derecha tocó suavemente su cara.
Lo primero que vino a mi mente fue que el ángel iba a llevarse el diente. Pero parecía que tenía otro propósito. Sin siquiera voltear a verme, ni percatarse de mi presencia en la habitación, el ángel se puso de pie y salió de nuestro cuarto tal y como había entrado. Toda esta experiencia pareció haber tomado varios minutos, pero en realidad no tengo idea de cuán larga fue. Después que el ángel se fue, me levanté y desperté a mi hermano para decirle lo sucedido. Los dos nos quedamos sentados en un momento de encantamiento y asombro antes de ir a contarles a nuestros padres.
Tiempo después, durante ese mismo año, a mi hermano le diagnosticaron un serio desorden sanguíneo. Él está vivo hoy en día, y creo que eso está en relación directa con el toque de ese ángel.
Hay bastantes similitudes sobrenaturales en mi colección de historias sobre aparición de ángeles, especialmente en las descripciones de los ángeles mismos. Casi siempre resultan ser bastante altos, por lo general, de diez pies. Son brillantes, de un blanco resplandeciente y a menudo con un tono azulado. Sus rostros son indescriptibles, de manera que no es posible reconocer su género.4 Regularmente están vestidos con una túnica larga y con frecuencia atada con un cinturón o correa de oro.
A menos que aparezcan en forma humana, lo cual parece ser el caso en la mayoría de los relatos que escuché, los ángeles son transparentes. Muchos me dijeron que se «podía ver a través de los ángeles». Las apariciones de los ángeles son también bastante breves y, si el ángel habla, no es usual que sea en la forma de una conversación normal. Quizás sería más adecuado decir que los ángeles se «comunican» más que «hablan». Y lo último, pero no menor que los demás puntos de los informes, es que en las historias que me han contado, los ángeles por lo general no tiene alas.
¿Es realmente esta la forma en que se ven los ángeles? ¿Podemos depender de lo que la gente nos dice en sus experiencias personales? Billy Graham nos recuerda: «La historia de casi todas las naciones y culturas revelan por lo menos cierta creencia en seres angélicos[…] Pero sea cual fuere nuestra tradición, nuestro punto de referencia será la Biblia como nuestra suprema autoridad en la materia».5
¿Qué podemos aprender en la Biblia acerca de los ángeles y de cuál es su apariencia? La Palabra de Dios sugiere tres categorías amplias. Primera, los querubines. Estos son una clase especial de ángeles cuya apariencia y características se dan con más detalles en la Biblia. Hablaremos más de ellos en uno de los capítulos siguientes. Los querubines, dicho sea de paso, tienen alas.
Segunda, en los libros históricos del Antiguo Testamento, casi cada referencia a los ángeles está de alguna manera relacionada a «el ángel del Señor», que tiende a mostrarse como varón o como un visitante inesperado. En este caso, creo que «mostrarse» es más adecuado que «aparecerse», porque eso es precisamente lo que hace. El ángel del Señor toma la forma de un visitante o invitado, que llega como si acabara de venir de un viaje.6 De acuerdo a la Biblia, el ángel del Señor nunca tiene alas.
Tercera, el ángel del Señor es, a diferencia de muchos de los ángeles de los encuentros angélicos en el Nuevo Testamento, donde los mensajeros celestiales se materializan y luego desaparecen, más como una luz repentina que aparece y desaparece en una bombilla cuando prendemos o apagamos el interruptor de la luz. La apariencia de cómo los ángeles se ven en estas apariciones, en la mayoría de los casos, no se dicen con detalles. Por ejemplo, cuando el ángel Gabriel apareció a Zacarías y más tarde a María en Lucas 1, se hace omisión total a su apariencia. Sin alas. Sin aureolas. Sin siquiera un rayo de luz, lo cual es inusual.
Todos vosotros ángeles, progenie de la luz.
Milton
Cuando los ángeles se mencionan en la Biblia, pareciera que la luminocidad o la brillantez fuera la cualidad mencionada con mayor frecuencia. A esto quizás se deba que casi siempre vemos aureolas en las pinturas de ángeles. Las aureolas, por supuesto, son esos pequeños y graciosos aros, coronas doradas, flotando como los anillos de Saturno unos cuantos centímetros por encima de las cabezas de los ángeles y de la gente santa en las pinturas antiguas. Algunas veces a las aureolas se les llama «auras».7
La presencia de Dios a menudo aparece en la Biblia como una nube de luz, la gloria de Jehová, y los ángeles como mensajeros parecieran ser portadores de la brillante gloria de Dios, algo que los hebreos llamaban «la shekinah». Por cierto, en momentos extraordinarios, la luz especial de la presencia de Dios puede también cubrirnos. Una vez, mientras predicaba, alguien en la congregación me informó haber visto un resplandor de luz alrededor de mi cuerpo como el mencionado. Después me pregunté cuál sería el significado de dicho suceso, una no es bastante frecuente en más de veinte años de predicar.
Moisés tuvo un encuentro similar, aunque mucho más poderoso, con la luz de la presencia de Dios. Después de pasar un tiempo a solas con Jehová en el monte Sinaí, la cara de Moisés estaba tan brillante que los hijos de Israel no podían hablar con él sin cubrirse los ojos. En Éxodo 34:29–30 leemos acerca de esto:
Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.
Los ángeles, entonces, son seres de brillante, a veces resplandeciente, luz. Sugiriendo que su habitación es en los cielos, en la brillante y resplandeciente presencia de Dios. Algo de Dios se les ha pegado.
La luz de Dios y de sus ángeles puede tener algo de importancia científica también. Hay quienes han especulado que la luz, según se entiende en el marco de trabajo de la teoría de la relatividad de Einstein, es en realidad la barrera entre el tiempo y la eternidad. Sabemos por la hipótesis de Einstein y otros experimentos subsiguientes que, a medida que una materia física alcanza la velocidad de la luz, el tiempo se detiene y la materia se vuelve infinita. En otras palabras, a la velocidad de la luz algo extraordinario sucede: el tiempo y el espacio reales, tal como los conocemos, desaparecen.
La velocidad de la luz quizás represente la barrera de la dimensión del tiempo y del espacio, una destellante cortina entre el mundo material visible y la eternidad. A lo mejor existe aquí una conexión con la afirmación bíblica de la naturaleza de la deidad: Dios es luz. Y tal vez por eso los ángeles parecen brillantemente iluminados.
De acuerdo a muchos estudios de «experiencias en el umbral de la muerte» (EUM), la gente moribunda, las personas que están al borde de la atemporalidad, comúnmente ven un «ser de luz». Aun la resurrección de Cristo la acompañaron seres resplandecientes. Mateo narra que «hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve» (Mateo 28:2–3, cursivas añadidas).
Lucas añade: «El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes» (Lucas 24:1–4, cursivas añadidas).
Los ángeles son seres celestiales, «estrellas» radiantes con la luz de la presencia de Dios. Hebreos 1:7 los nombra «llama de fuego», una imagen «brillantemente iluminada» a través del libro de Apocalipsis:
Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Apocalipsis 10:1 (cursivas añadidas)
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
Apocalipsis 15:5–6 (cursivas añadidas)
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
Apocalipsis 18:1 (cursivas añadidas)
Y también están las espadas encendidas: «Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida» (Génesis 3:24, cursivas añadidas).
Mi amiga, la de la historia que conté al principio de este capítulo, vio un ángel con una espada encendida como protección y defensa parado al lado de la mujer que estaba «dando a luz».
¿Qué más podemos decir respecto al aspecto de los ángeles? En la Biblia, muchas de las criaturas celestiales de Dios tienen alas. En Daniel 9:21 leemos de un ángel que se apresura para traer el mensaje de Dios al profeta. Mientras que Daniel todavía oraba, Gabriel vino a él «volando con presteza» cerca de la hora del sacrificio de la tarde. No se mencionan alas específicamente en este pasaje, pero el ángel de Daniel debió haber tenido algunas facultades aeronáuticas.
Cuán dulcemente flotan con sus alas
De silencio atravesando la vacía bóveda de la noche.
Milton, Comus8
Los ángeles pueden volar
porque se toman a sí mismos ligeramente.
Refrán escocés
Theodora Ward, en su libro Men and Angels, observa que: «Toda mitología tiene seres alados[…] La asociación de los ángeles con las alas ha sido tan común que hasta una fecha tardía como 1930, el Shorter Oxford English Dictionary definía la palabra “ala” como “uno de los apéndices motores u órganos por medio de los cuales el vuelo de un pájaro, murciélago, insecto, ángel, etc., se lleva a efecto”».9
Alas, sí. Plumas, no. En ninguna parte la Biblia sugiere que las alas de los ángeles tengan plumas ni que parezcan alas de pájaros, como lo hacen en muchas pinturas y esculturas. Es más, en todo caso, sólo los querubines, una clase especial de ángeles, son los que aparecen como ángeles esculpidos en madera asegurando cada extremo de la cubierta del propiciatorio, la tapa, del arca del pacto.
Una pequeña caja del tamaño de un escritorio, labrada en madera y cubierta con oro, el arca (no el arca de Noé) era el lugar de la morada de Jehová. Se guardaba en el pequeño santuario interior llamado el Lugar Santísimo, en el tabernáculo de Moisés. Entre los dos querubines de oro flotaba la gloriosa nube de la presencia especial de Dios, la shekinah. Una vez al año, el sumo sacerdote, en tiempo de Yom Kippur, el día de Expiación, rociaba la sangre sacrificial sobre la cubierta del propiciatorio para redimir a Israel de sus pecados. «Y los querubines [de oro] extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio» (Éxodo 37:9).
Querubines reales alados aparecen en maravillosa gloria en Ezequiel. En esa época de la historia judía, los babilonios habían destruido a Jerusalén y su templo, y se llevaron consigo el arca y sus querubines de oro como motín de guerra. Pero los querubines celestiales de Jehová estaban todavía velando sobre Israel, como Ezequiel lo descubrió:
El aspecto de los seres [querubines10] era como de carbones encendidos, o como algo parecido a antorchas que iban y venían en medio de ellos; el fuego era resplandeciente, y de él salían[…] Por encima de sus cabezas se veía una especie de bóveda, brillante como el cristal. Debajo de la bóveda se extendían rectas las alas de aquellos seres, tocándose unas con otras. Con dos de ellas se cubrían el cuerpo.
Ezequiel 1:13–14, 22–23,
Dios habla hoy (cursivas añadidas)
Todos los ángeles, entonces, tienen ciertos medios para volar. Algunos tienen alas. También sabemos que los ángeles hablan, porque regularmente hablan con la gente en la Biblia. Por medio de las antiguas fuentes judías, como el Targum Yerushalim y el Libro del jubileo, se nos ha dicho que la lengua de Dios en la creación y en Edén era el hebreo. Esto no lo sabemos directamente de la Biblia, pero el hebreo es la lengua de la historia de la creación del Génesis. Quizás podríamos pensar que los ángeles hablaban la misma lengua.11
También suponemos que hablan su propio idioma o sus idiomas en el cielo. O tal vez sean políglotos. El apóstol Pablo hace referencia a las «lenguas humanas y angélicas (1 Corintios 13:1)», indicando así que pueden existir dialectos celestiales únicos.
Los ángeles pueden mostrar emociones. En Lucas 15:10 Jesús nos dice: «Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte» (Lucas 15:10). Y mi tío en verdad escuchó que esto sucedió en una ocasión.
En 1967, uno de sus amigos, Joe (este no es su verdadero nombre), se había convertido a Cristo recientemente. Procedente de un medio judío, tenía un alto grado de incertidumbre acerca de lo que le estaba sucediendo, de manera que le pidió a Dios alguna clase de señal en su servicio bautismal.
Mi tío y su esposa estaban parados con un pequeño grupo de cristianos a las orillas del río Chagrin, al este de Cleveland, Ohio. Nadie más estaba cerca de allí. No había casas cercanas. No había explicación natural para lo que sucedió después.
Mientras bautizaban a Joe, sólo por unos breves momentos, mi tío y todos los demás, incluyendo a Joe, escucharon música etérea procedente del cielo. No era comparable a nada que mi tío hubiera escuchado antes, me comentó.
Dos años más tarde, en 1969, mi tío y su esposa asistieron a su primer servicio de alabanza carismático, en donde escuchó lo que los carismáticos llaman «cantar en el Espíritu». Cuando lo escuchó, se dijo para sí: «Esto es como la música etérea que escuchamos en el bautismo de Joe».
¡Los ángeles se regocijaban en el cielo!
¿Pero a qué se dedican los ángeles? De eso precisamente hablaremos en el siguiente capítulo.
1 «Renacido» en el sentido de sanidad interior, no de «nacer de nuevo», como cuando uno se convierte a Cristo.
2 La mayoría de la gente no ha tenido un encuentro con un ángel del cuarto tipo, un encuentro cara a cara con un ser celestial. Y quienes lo han tenido, han visto un ángel únicamente una o dos veces en su vida.
3 El contenido de la encuesta y los resultados se detallan en el Apéndice 1.
4 Si bien el género de los ángeles no se especifica en la Biblia, es importante hacer notar que en el texto griego del Nuevo Testamento, la palabra «ángel» siempre se encuentra en masculino, nunca en femenino ni neutro.
5 Graham, 34.
6 En el capítulo 8 investigaremos el uso de la frase «el ángel del Señor».
7 Algunas personas están interesadas en leer el «aura personal», las clases y colores de la luz que suponen representa nuestra personalidad. Esta práctica es estrictamente cúltica.
8 Joan Webster Anderson, Where Angels Walk: True Stories of Heavenly Visions [Donde caminan los ángeles: historias verdaderas de visiones celestiales], Barton and Brett, Sea Cliff, NY, 1992, p. 22.
9 Theodora Ward, Men and Angels [Hombres y ángeles], Viking Press, New York, 1969, p. 7, cursivas añadidas.
10 Véase Ezequiel 10:20.
11 Davidson.


domingo, 6 de octubre de 2013

Lectura diaria de La Biblia: Génesis 18 - 20 RV Actualizada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

Nueva promesa del nacimiento de Isaac
18 Jehovah se apareció a Abraham  en el encinar de Mamre, cuando él estaba sentado en la entrada de la tienda, en el pleno calor del día. 2 Alzó sus ojos y miró, y he aquí tres hombres que estaban de pie frente a él. Y al verlos, corrió desde la entrada de la tienda para recibirlos, y se postró a tierra. 3 Y dijo:
—Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, por favor, no pases de largo a tu siervo. 4 Que se traiga un poco de agua para que lavéis vuestros pies y os recostéis debajo del árbol. 5 Yo traeré un pedazo de pan, y repondréis vuestras fuerzas y después proseguiréis; porque para esto habéis pasado cerca de vuestro siervo.
Ellos dijeron:
—Sí; haz así como dices.
6 Entonces Abraham fue de prisa a la tienda de Sara y le dijo:
—Toma rápidamente tres medidas  de harina fina, amásala y prepara unas tortas.
7 Luego corrió Abraham a donde estaban las vacas y tomó un ternero tierno y bueno, y se lo dio al mozo; y éste se dio prisa para prepararlo. 8 Después tomó mantequilla, leche y el ternero que había preparado, y lo puso delante de ellos. Y mientras comían, él se quedó de pie junto a ellos debajo del árbol. 9 Ellos le preguntaron:
—¿Dónde está Sara tu mujer?
El respondió:
—Adentro, en la tienda.
10 Entonces dijo:
—Ciertamente volveré a ti después del tiempo que dura el embarazo, y he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo.
Sara escuchaba junto a la entrada de la tienda que estaba detrás de él. 11 Abraham y Sara eran ancianos, de edad avanzada. A Sara le había cesado ya la regla de las mujeres. 12 Y Sara se reía dentro de sí, diciendo: "Después que he envejecido, ¿tendré placer, siendo también anciano mi señor?" 13 Entonces Jehovah dijo a Abraham:
—¿Por qué se ríe Sara, diciendo: "¿Realmente he de dar a luz siendo vieja?" 14 ¿Acaso existe para Jehovah alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, después del tiempo que dura el embarazo, y Sara habrá tenido un hijo.
15 Entonces Sara, porque tuvo miedo, negó diciendo:
—No me he reído.
Pero él dijo:
—No, sino que sí te has reído.
Abraham pide por Sodoma y Gomorra
16 Los hombres se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma. Abraham iba con ellos para despedirlos.
17 Entonces Jehovah dijo:
—¿He de encubrir a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de ser Abraham una nación grande y poderosa, y que en él han de ser benditas todas las naciones de la tierra? 19 Porque yo le he escogido y sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino de Jehovah, practicando la justicia y el derecho, para que Jehovah haga venir sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. 20 - Además Jehovah dijo-: Ciertamente el clamor de Sodoma y de Gomorra es grande, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo. 21 Descenderé, pues, para ver si han consumado su maldad, según el clamor que ha llegado hasta mí; y si no, lo sabré.
22 Los hombres partieron de allí y se fueron a Sodoma. Pero Abraham quedó todavía delante de Jehovah. 23 Entonces Abraham se acercó y dijo:
—¿Destruirás también al justo con el culpable? 24 Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿la destruirás con todo y no perdonarás el lugar por causa de los cincuenta justos que estén dentro de ella? 25 Lejos esté de ti hacer tal cosa: hacer morir al justo con el culpable, y que el justo sea tratado como el culpable. ¡Lejos esté de ti! El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
26 Entonces respondió Jehovah:
—Si hallo en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré todo el lugar en consideración a ellos.
27 Intervino Abraham y dijo:
—He aquí, ya que he comenzado a hablar con mi Señor, a pesar de que soy polvo y ceniza, 28 quizás falten cinco para ser cincuenta justos. ¿Destruirás por aquellos cinco toda la ciudad?
Le respondió:
—No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco.
29 Volvió a hablarle diciendo:
—Quizás se encuentren allí cuarenta …
Y respondió:
—No lo haré en consideración a los cuarenta.
30 Abraham  le dijo:
—Por favor, no se enoje mi Señor si hablo: Quizás se encuentren allí treinta …
Y respondió:
—No lo haré, si encuentro allí treinta.
31 Y dijo:
—He aquí, ya que he empezado a hablar a mi Señor, quizás se encuentren allí veinte …
Y respondió:
—No la destruiré en consideración a los veinte.
32 Volvió a decir:
—Por favor, no se enoje mi Señor, si hablo sólo una vez más: Quizás se encuentren allí diez …
Y respondió:
—No la destruiré en consideración a los diez.
33 Y Jehovah se fue luego que acabó de hablar con Abraham. Y Abraham regresó a su lugar.
 


Lot y sus hijas son librados de la ruina
19 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma, y al verlos se levantó Lot para recibirlos postrándose a tierra. 2 Y les dijo:
—He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo; pasad la noche y lavaos vuestros pies. Por la mañana os levantaréis temprano y seguiréis vuestro camino.
Pero ellos respondieron:
—No, sino que pasaremos la noche en la calle.
3 Pero él les insistió mucho; así que fueron con él y entraron en su casa. El les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron. 4 Pero antes de que se acostasen, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo, rodearon la casa. 5 Y llamaron a Lot y le dijeron:
—¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácanoslos, para que los conozcamos.
6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta detrás de sí 7 y dijo:
—¡Por favor, hermanos míos, no hagáis tal maldad! 8 He aquí tengo dos hijas que todavía no han conocido varón: Os las sacaré, pues, y haced con ellas como os parezca; sólo que no hagáis nada a estos hombres, porque para esto han venido a la sombra de mi techo.
9 Ellos respondieron:
—¡Quítate de ahí! -Y añadieron-: Este vino aquí para residir como forastero, ¿y ahora habrá de erigirse como juez? Ahora te haremos a ti más daño que a ellos.
Forcejeaban mucho contra el hombre, contra Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Entonces los hombres extendieron las manos, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban junto a la puerta de la casa, los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaban por hallar la puerta.
12 Aquellos hombres dijeron a Lot:
—¿Tienes aquí a alguien más? Yernos, hijos, hijas; cualquiera que tengas en la ciudad, sácalos de este lugar. 13 Porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha llegado a ser grande delante de Jehovah. Por eso Jehovah nos ha enviado para destruirlo.
14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de casarse con sus hijas, y les dijo:
—¡Levantaos, salid de este lugar, porque Jehovah va a destruir la ciudad!
Pero a sus yernos les pareció que bromeaba. 15 Y al rayar el alba, los ángeles apremiaban a Lot, diciéndole:
—¡Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no seas destruido con el castigo de la ciudad!
16 Cuando se detenía, los hombres tomaron su mano, la mano de su mujer y las manos de sus dos hijas, por la misericordia de Jehovah para con él. Lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Y después de haberlos sacado fuera, le dijeron:
—¡Escapa por tu vida! No mires atrás, ni te detengas en toda esta llanura. Escapa a la montaña, no sea que perezcas.
18 Lot le  dijo:
—¡Por favor, no, señor  mío! 19 He aquí que tu siervo ha hallado gracia ante tus ojos y has engrandecido tu misericordia que has mostrado conmigo dándome la vida. Pero yo no podré escapar a la montaña, no sea que me alcance el mal y muera. 20 He allí esa ciudad está cerca para escapar allá, y es pequeña. Deja que escape allá y salve mi vida. ¿Acaso no es pequeña?
21 Le respondió:
—He aquí que también te he atendido  con respecto a este asunto. No destruiré la ciudad de la cual has hablado. 22 Date prisa y escapa allá. Nada podré hacer hasta que hayas llegado allí.
Por eso fue llamado el nombre de la ciudad Zoar.
23 El sol ya había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehovah hizo llover desde los cielos azufre y fuego de parte de Jehovah sobre Sodoma y Gomorra. 25 Y trastornó aquellas ciudades, toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se convirtió en una columna de sal.
27 Abraham se levantó muy de mañana, fue al lugar donde había estado delante de Jehovah 28 y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de la llanura. Y al mirar, he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Y sucedió que cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó Dios de Abraham y sacó a Lot de en medio de la destrucción, al trastornar las ciudades donde Lot había estado. 


Las hijas de Lot conciben de su padre
30 Lot tuvo miedo de permanecer en Zoar y se fue de allí a la región montañosa, junto con sus dos hijas. Y habitaba en una cueva con sus dos hijas. 31 Entonces la mayor dijo a la menor:
—Nuestro padre es viejo, y no queda ningún hombre en la tierra que se una a nosotras, como es la costumbre en toda la tierra. 32 Ven, demos de beber vino a nuestro padre, acostémonos con él y conservemos descendencia de nuestro padre.
33 Aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego entró la mayor y se acostó con su padre, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 34 Y aconteció que al día siguiente la mayor dijo a la menor:
—He aquí yo me acosté anoche con mi padre. Démosle de beber vino también esta noche, y entra tú y acuéstate con él, y conservemos descendencia de nuestro padre.
35 También aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego fue la menor y se acostó con él, pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 36 Así concibieron de su padre las dos hijas de Lot. 37 La mayor dio a luz un hijo y llamó su nombre Moab,  el cual es el padre de los moabitas, hasta hoy. 38 La menor dio a luz un hijo y llamó su nombre Ben-amí,  el cual es el padre de los amonitas, hasta hoy.

Problemas de Abraham con Abimelec
20 Abraham partió de allí hacia la tierra del Néguev. Acampó entre Cades y Shur y residió en Gerar. 2 Abraham dijo de Sara su mujer: "Ella es mi hermana." Y Abimelec, rey de Gerar, mandó y tomó a Sara. 3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche y le dijo:
—He aquí que vas a morir por causa de la mujer que has tomado, la cual es casada.
4 Abimelec, quien todavía no se había acercado a ella, dijo:
—Señor, ¿acaso has de matar a la gente inocente? 5 ¿Acaso no me dijo él: "Ella es mi hermana", y ella también dijo: "El es mi hermano"? Con integridad de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
6 Dios le dijo en sueños:
—Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto. Yo también te detuve de pecar contra mí, y no te permití que la tocases. 7 Ahora pues, devuelve la mujer a su marido, porque él es profeta y orará por ti, y tú vivirás. Y si no la devuelves, ten por cierto que morirás irremisiblemente, tú y todos los tuyos.
8 Entonces Abimelec se levantó muy de mañana, llamó a todos sus servidores y dijo todas estas palabras a oídos de ellos. Y los hombres temieron mucho. 9 Después Abimelec llamó a Abraham y le preguntó:
—¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he ofendido para que hayas traído sobre mí y sobre mi reino un pecado tan grande? Has hecho conmigo cosas que no debiste hacer. 10 -Dijo además Abimelec a Abraham-: ¿Qué has visto, para que hicieras esto?
11 Abraham respondió:
—Porque pensé: "Seguramente no hay temor de Dios en este lugar y me matarán por causa de mi mujer." 12 Y a la verdad, también es mi hermana. Ella es hija de mi padre, pero no de mi madre; así que la tomé por mujer. 13 Cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije a ella: "Este es el favor que tú me harás: En todos los lugares a los que lleguemos dirás de mí: ’El es mi hermano.’ "
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, siervos y siervas; se los dio a Abraham y le devolvió a Sara su mujer. 15 Y le dijo Abimelec:
—He aquí mi tierra está delante de ti. Habita donde bien te parezca.
16 A Sara le dijo:
—He aquí que he dado 1.000 piezas  de plata a tu hermano. He aquí que esto constituye para ti y para todos los que están contigo una venda a los ojos. Así eres totalmente vindicada.
17 Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec y a su mujer y a sus siervas para que dieran a luz. 18 Porque Jehovah había cerrado por completo toda matriz en la casa de Abimelec a causa de Sara, mujer de Abraham.

sábado, 5 de octubre de 2013

Lectura de la Biblia en un año: Lectura 5 - Génesis 14/17/RV actualizada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

Abram rescata a Lot
14 1 Aconteció en los días de Amrafel rey de Sinar, de Arioc rey de Elasar, de Quedarlaomer rey de Elam, y de Tidal rey de Goím, 2 que éstos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, Birsa rey de Gomorra, Sinab rey de Adma, Semeber rey de Zeboím, y el rey de Bela, la cual es Zoar. 3 Todos éstos se reunieron en el valle de Sidim, es decir, el mar Salado.  4 Doce años habían servido a Quedarlaomer, pero en el año 13 se rebelaron. 5 En el año 14 vinieron Quedarlaomer y los reyes que estaban con él, y derrotaron a los refaítas en Astarot-carnaim, a los zuzitas en Ham, a los emitas en Save-quiriataim, 6 y a los horeos en el monte Seír, hasta El-parán, que está junto al desierto. 7 Luego regresaron, llegaron a En-mispat, que es Cades, y devastaron todo el campo de los amalequitas y de los amorreos que habitaban en Hazezón-tamar.
8 Entonces salieron el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Adma, el rey de Zeboím y el rey de Bela, la cual es Zoar, y dispusieron la batalla contra ellos en el valle de Sidim; 9 a saber, contra Quedarlaomer rey de Elam, Tidal rey de Goím, Amrafel rey de Sinar y Arioc rey de Elasar: cuatro reyes contra cinco.
10 El valle de Sidim estaba lleno de pozos de brea. Y al huir los reyes de Sodoma y de Gomorra, cayeron en ellos, mientras que los demás huyeron a las montañas. 11 Los enemigos tomaron todos los bienes de Sodoma y de Gomorra, y todos sus alimentos, y se fueron. 12 También llevaron consigo a Lot, el hijo del hermano de Abram, junto con sus posesiones (porque Lot habitaba en Sodoma), y se fueron. 13 Pero uno de los que escaparon fue y lo contó a Abram el hebreo, que habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, quienes eran aliados de Abram.
14 Cuando Abram oyó que su sobrino  había sido tomado cautivo, reclutó  a sus 318 criados nacidos en su casa, y los persiguió hasta Dan. 15 Los atacó de noche, él con sus siervos, los derrotó y los persiguió hasta Hoba, que está al norte de Damasco. 16 Así recobró todos los bienes y también recobró a su sobrino  Lot, sus bienes, y también a las mujeres y a la gente. 


Encuentro de Abram y Melquisedec
17 Cuando Abram  volvía de derrotar a Quedarlaomer y a los reyes que estaban con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Savé, que es el valle del Rey. 18 También Melquisedec, rey de Salem, quien era sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino 19 y le bendijo diciendo: "Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra. 20 Bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos."
Y Abram le dio a él el diezmo de todo.
Trato de Abram con el rey de Sodoma
21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram:
—Dame las personas, y toma para ti los bienes.
22 Abram respondió al rey de Sodoma:
—He hecho votos  a Jehovah, el Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, 23 que no tomaré ni un hilo, ni la correa de un calzado, nada de todo lo que es tuyo, para que no digas después: "Yo enriquecí a Abram." 24 Yo no tomaré nada, excepto lo que han comido los jóvenes y la parte de los hombres que fueron conmigo: Aner, Escol y Mamre. Ellos sí tomarán su parte.

Pacto de Jehovah con Abram
15 Después de estas cosas vino la palabra de Jehovah a Abram en visión, diciendo:
—No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y tu galardón será muy grande.
2 Abram respondió:
—Oh Señor Jehovah, ¿qué me has de dar? Pues continúo sin hijos, y el heredero  de mi casa será Eliezer, de Damasco. 3 -Añadió Abram-: A mí no me has dado descendencia, y he aquí me heredará un criado nacido en mi casa.
4 Y he aquí que la palabra de Jehovah vino a él diciendo:
—No será éste el que te herede, sino que alguien que salga de tus entrañas será el que te herede.
5 Entonces lo llevó fuera y le dijo:
—Mira, por favor, al cielo y cuenta las estrellas, si acaso las puedes contar. -Y añadió-: Así será tu descendencia.
6 El creyó a Jehovah, y le fue contado por justicia. 7 Entonces le dijo:
—Yo soy Jehovah, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra como posesión.
8 El respondió:
—Oh Señor Jehovah, ¿cómo sabré que yo la he de poseer?
9 Le respondió:
—Tráeme una vaquilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
10 El tomó todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a otra. Pero no partió las aves. 11 Entonces descendieron unos buitres sobre los cuerpos muertos, y Abram los ahuyentaba. 12 Pero cuando el sol estaba por ponerse, cayó sobre Abram un sueño profundo, y he aquí que se apoderó de él el terror de una gran oscuridad. 13 Entonces Dios dijo a Abram:
—Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no será suya, y los esclavizarán y los oprimirán 400 años. 14 Pero yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después de esto saldrán con grandes riquezas. 15 Pero tú irás a tus padres en paz y serás sepultado en buena vejez. 16 En la cuarta generación volverán acá, pues hasta ahora no ha llegado al colmo la maldad de los amorreos.
17 Y sucedió una vez que el sol se puso y hubo oscuridad que he aquí, apareció un horno humeante, y una antorcha ardiendo pasó por en medio de los animales divididos.
18 Aquel día Jehovah hizo un pacto con Abram diciendo:
—A tus descendientes daré esta tierra, desde el arroyo  de Egipto hasta el gran río, el río Eufrates; 19 la tierra de los queneos, quenezeos, cadmoneos, 20 heteos, ferezeos, refaítas, 21 amorreos, cananeos, gergeseos y jebuseos.

Problemas de Agar y de Ismael
16 Sarai, mujer de Abram, no le daba hijos; pero ella tenía una sierva egipcia que se llamaba Agar. 2 Entonces Sarai dijo a Abram:
—He aquí que Jehovah me ha impedido concebir. Unete, por favor, a mi sierva; quizás yo tenga hijos por medio de ella.
Abram hizo caso de las palabras de Sarai. 3 Y Sarai su mujer tomó a Agar, su sierva egipcia, después de haber vivido diez años en la tierra de Canaán, y se la dio por mujer a Abram su marido. 4 Abram se unió a Agar, y ella concibió. Pero al ver que había concebido, empezó a mirar con desprecio a su señora.  5 Entonces Sarai dijo a Abram:
—Mi agravio recaiga sobre ti. Yo puse a mi sierva en tu seno; y ella, viéndose encinta, me mira con desprecio.  Jehovah juzgue entre tú y yo.
6 Abram respondió a Sarai:
—He aquí, tu sierva está en tus manos. Haz con ella como te parezca bien.
Como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. 7 Pero el ángel de Jehovah la encontró en el desierto junto a un manantial de agua (el manantial que está en el camino de Shur), 8 y le dijo:
—Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Ella respondió:
—Huyo de la presencia de Sarai, mi señora.
9 El ángel de Jehovah le dijo:
—Vuelve a tu señora y sométete a su autoridad. 10 -Le dijo también el ángel de Jehovah-: Multiplicaré tanto tus descendientes, que no podrán ser contados a causa de su gran número. 11 -Le dijo además el ángel de Jehovah-: He aquí que has concebido y darás a luz un hijo. Y llamarás su nombre Ismael,  porque Jehovah ha escuchado tu aflicción. 12 El será como un asno montés, un hombre cuya mano estará contra todos, y las manos de todos estarán contra él. Y habitará frente a todos sus hermanos.
13 Ella invocó el nombre de Jehovah, que hablaba con ella, y dijo:
—Tú eres un Dios que me ve.
Pues pensó: "¿Acaso no he visto aquí al que me ve?"  14 Por eso llamó al pozo Beer-lajai-roí.  He aquí que está entre Cades y Bered.
15 Agar dio a luz un hijo a Abram, y Abram llamó el nombre de su hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Abram tenía 86 años cuando Agar le dio a luz a Ismael.

El pacto y la circuncisión
17 Abram tenía 99 años cuando Jehovah se le apareció y le dijo:
—Yo soy el Dios Todopoderoso;  camina delante de mí y sé perfecto. 2 Yo cumpliré mi pacto entre yo y tú, y te multiplicaré en gran manera.
3 Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él diciendo:
4 -He aquí que mi pacto es contigo: Tú serás padre de muchas naciones. 5 Ya no se llamará más tu nombre Abram;  tu nombre será Abraham,  pues te he constituido en padre de una multitud de naciones. 6 Yo te haré muy fecundo; de ti haré naciones, y reyes saldrán de ti. 7 Yo establezco mi pacto como pacto perpetuo entre yo y tú, y tu descendencia después de ti por sus generaciones, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti. 8 Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tu descendencia después de ti, la tierra en que resides, toda la tierra de Canaán. Y yo seré su Dios.
9 Dios dijo de nuevo a Abraham:
—Pero tú guardarás mi pacto, tú y tus descendientes después de ti, a través de sus generaciones. 10 Este será mi pacto entre yo y vosotros que guardaréis tú y tus descendientes después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado. 11 Circuncidaréis vuestros prepucios, y esto será la señal del pacto entre yo y vosotros. 12 A los ocho días de nacido será circuncidado todo varón de entre vosotros, a través de vuestras generaciones; tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extranjero que no sea de tu descendencia. 13 Deberá ser circuncidado el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero. Así estará mi pacto en vuestra carne como pacto perpetuo. 14 El hombre incircunciso, que no haya circuncidado su prepucio, esa persona será borrada de su pueblo, porque ha violado mi pacto. 


Promesa del nacimiento de Isaac
15 Dios dijo también a Abraham:
—A Sarai  tu mujer no la llamarás más Sarai; Sara  será su nombre. 16 Yo la bendeciré y también te daré de ella un hijo. Sí, yo la bendeciré; ella será madre de naciones, y de ella procederán reyes de pueblos.
17 Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió diciendo en su corazón: "¿A un hombre de 100 años le ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, ya de 90 años, ha de dar a luz?" 18 Luego Abraham dijo a Dios:
—¡Ojalá Ismael viva delante de ti!
19 Y Dios respondió:
—Ciertamente Sara tu mujer te dará un hijo, y llamarás su nombre Isaac.  Yo confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para su descendencia después de él. 20 Y en cuanto a Ismael, también te he oído: He aquí que le bendeciré, le haré fecundo y le multiplicaré en gran manera. El engendrará doce príncipes, y yo le constituiré en una gran nación. 21 Pero yo estableceré mi pacto con Isaac, que Sara te dará a luz por este tiempo, el próximo año. 


Abraham aplica la circuncisión
22 Dios acabó de hablar con él y subió de donde estaba con Abraham. 23 Entonces Abraham tomó a Ismael su hijo, a todos los siervos nacidos en su casa y a todos los comprados con su dinero, a todo varón de las personas de la casa de Abraham; y aquel mismo día circuncidó el prepucio de ellos, como Dios le había dicho. 24 Abraham tenía 99 años cuando circuncidó su prepucio. 25 Su hijo Ismael tenía 13 años cuando fue circuncidado su prepucio. 26 En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael su hijo. 27 Fueron circuncidados con él todos los varones de su casa, tanto los siervos nacidos en su casa como los comprados con dinero a los extranjeros.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Lectura de la Biblia en un año: Génesis 4 - 7 / RV Revisada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información

Historia de Caín y Abel
4 El hombre conoció a Eva su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín.  Entonces ella dijo: "¡He adquirido un varón de parte de Jehovah!" 2 Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín labrador de la tierra.
3 Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda a Jehovah. 4 Abel también trajo una ofrenda de los primerizos de sus ovejas, lo mejor  de ellas. Y Jehovah miró con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda. Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante. 6 Entonces Jehovah dijo a Caín:
—¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante? 7 Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá;  pero tú debes enseñorearte  de él.
8 Caín habló con su hermano Abel.  Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. 9 Entonces Jehovah preguntó a Caín:
—¿Dónde está tu hermano Abel?
Y respondió:
—No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
10 Le preguntó:
—¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Ahora pues, maldito seas tú, lejos de la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando trabajes la tierra, ella no te volverá a dar su fuerza. Y serás errante y fugitivo en la tierra.
13 Caín dijo a Jehovah:
—¡Grande es mi castigo  para ser soportado! 14 He aquí que me echas hoy de la faz de la tierra, y me esconderé de tu presencia. Seré errante y fugitivo en la tierra, y sucederá que cualquiera que me halle me matará.
15 Jehovah le respondió:
—No será así.  Cualquiera que mate a Caín será castigado  siete veces.
Entonces Jehovah puso una señal sobre Caín, para que no lo matase cualquiera que lo hallase. 16 Así partió Caín de delante de Jehovah, y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén.
Descendientes de Caín
17 Caín conoció a su mujer, y ella concibió y dio a luz a Enoc. Caín  edificó una ciudad a la cual llamó según el nombre de su hijo Enoc. 18 A Enoc le nació Irad. E Irad engendró a Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael. Y Metusael engendró a Lamec.
19 Lamec tomó para sí dos mujeres. El nombre de la una fue Ada; y el nombre de la otra, Zila. 20 Ada dio a luz a Jabal, quien llegó a ser el padre de los que habitan en tiendas y crían ganado. 21 El nombre de su hermano fue Jubal, quien llegó a ser padre de todos los que tocan el arpa y la flauta. 22 Zila también dio a luz a Tubal-caín, maestro  de todos los que trabajan el bronce y el hierro. Y la hermana de Tubal-caín fue Naama. 23 Entonces Lamec dijo a sus mujeres:
  "Ada y Zila, oíd mi voz.
  Oh mujeres de Lamec, escuchad mi dicho:
  Yo maté a un hombre, porque me hirió;
  maté a un muchacho, porque me golpeó.
  24 Si Caín ha de ser vengado siete veces,
  Lamec lo será setenta y siete veces."
Descendientes de Set
25 Adán conoció de nuevo a su mujer, y ella dio a luz un hijo y llamó su nombre Set,  diciendo: "Porque Dios me ha sustituido otro hijo  en lugar de Abel, a quien mató Caín." 26 A Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós.  Entonces se comenzó a invocar  el nombre de Jehovah.

5 Este es el libro de los descendientes  de Adán:
Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a semejanza de Dios. 2 Hombre y mujer los creó, y los bendijo. Y el día que fueron creados, llamó el nombre de ellos Hombre.
3 Cuando Adán tenía 130 años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. 4 Los años que vivió Adán después de engendrar a Set fueron 800, y engendró hijos e hijas. 5 Todos los años que vivió Adán fueron 930, y murió.
6 Cuando Set tenía 105 años, engendró a Enós. 7 Set vivió después de engendrar a Enós 807 años, y engendró hijos e hijas. 8 Todos los años de Set fueron 912, y murió.
9 Cuando Enós tenía 90 años, engendró a Cainán. 10 Enós vivió después de engendrar a Cainán 815 años, y engendró hijos e hijas. 11 Todos los años de Enós fueron 905, y murió.
12 Cuando Cainán tenía 70 años, engendró a Mahalaleel. 13 Cainán vivió después de engendrar a Mahalaleel 840 años, y engendró hijos e hijas. 14 Todos los años de Cainán fueron 910, y murió.
15 Cuando Mahalaleel tenía 65 años, engendró a Jared. 16 Mahalaleel vivió después de engendrar a Jared 830 años, y engendró hijos e hijas. 17 Todos los años de Mahalaleel fueron 895, y murió.
18 Cuando Jared tenía 162 años, engendró a Enoc. 19 Jared vivió después de engendrar a Enoc 800 años, y engendró hijos e hijas. 20 Todos los años de Jared fueron 962, y murió.
21 Cuando Enoc tenía 65 años, engendró a Matusalén. 22 Enoc caminó con Dios 300 años después de engendrar a Matusalén, y engendró hijos e hijas. 23 Todos los años de Enoc fueron 365 años. 24 Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo.
25 Cuando Matusalén tenía 187 años, engendró a Lamec. 26 Matusalén vivió después de engendrar a Lamec 782 años, y engendró hijos e hijas. 27 Todos los años de Matusalén fueron 969, y murió.
28 Cuando Lamec tenía 182 años, engendró un hijo, 29 y llamó su nombre Noé  diciendo: "Este nos aliviará de nuestras obras y de la penosa labor de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehovah maldijo." 30 Lamec vivió después de engendrar a Noé 595 años, y engendró hijos e hijas. 31 Todos los años de Lamec fueron 777, y murió.
32 Cuando Noé tenía 500 años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet.

Corrupción de la humanidad
6 Aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, les nacieron hijas. 2 Y viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran bellas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. 3 Entonces Jehovah dijo: "No contenderá para siempre mi espíritu con el hombre, por cuanto él es carne,  y su vida será de 120 años."
4 En aquellos días había gigantes en la tierra, y aun después, cuando se unieron los hijos de Dios con las hijas de los hombres y les nacieron hijos. Ellos eran los héroes que desde la antigüedad fueron hombres de renombre.
5 Jehovah vio que la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón  era de continuo sólo al mal. 6 Entonces Jehovah lamentó haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. 7 Y dijo Jehovah: "Arrasaré de la faz de la tierra los seres  que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo; porque lamento haberlos hecho." 8 Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehovah.
Preparativos para el arca
9 Esta es la historia de Noé: Noé era un hombre justo y cabal en su generación; Noé caminaba con Dios. 10 Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11 La tierra estaba corrompida delante de Dios; estaba llena de violencia. 12 Dios miró la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne  había corrompido su camino sobre la tierra.
13 Entonces Dios dijo a Noé: "He decidido el final de toda carne,  porque la tierra está llena de violencia por culpa de ellos. He aquí que los destruiré junto con la tierra. 14 Hazte un arca de madera de árbol conífero. Haz compartimentos al arca, y cúbrela con brea por dentro y por fuera. 15 Hazla de esta manera: de 300 codos  de largo, 50 codos  de ancho y 30 codos  de alto. 16 Hazle una claraboya  y termínala a un codo  de la parte alta. La puerta del arca estará a uno de sus lados. Construye también un piso bajo, uno intermedio y uno superior. 17 Porque he aquí, yo voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en la cual hay aliento de vida debajo del cielo. Todo lo que hay en la tierra morirá. 18 Pero estableceré mi pacto contigo. Entraréis en el arca tú, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. 19 De todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca dos de cada especie, para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra: 20 de las aves según su especie; del ganado según su especie; de todo animal que se desplaza en la tierra, según su especie. Dos de cada especie vendrán a ti para sobrevivir. 21 Toma contigo toda clase de alimentos para comer, y almacénalos para que te sirvan de comida a ti y a ellos."
22 Y Noé hizo conforme a todo lo que Dios le mandó; así lo hizo.

7 Entonces Jehovah dijo a Noé: "Entra en el arca tú, y toda tu familia, porque he visto que tú eres justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio toma contigo siete parejas, el macho y su hembra; pero de los animales que no son limpios sólo una pareja, el macho y su hembra. 3 De las aves del cielo toma también siete parejas, macho y hembra, para preservar la especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque después de siete días yo haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y arrasaré de la faz de la tierra todo ser viviente que he hecho."
5 Y Noé hizo conforme a todo lo que Jehovah le mandó. 


El diluvio
6 Noé tenía 600 años cuando vino el diluvio de aguas sobre la tierra. 7 Noé entró en el arca, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, por causa de las aguas del diluvio.
8 De los animales limpios y de los animales no limpios, de las aves y de todo lo que se desplaza sobre la tierra, 9 de dos en dos entraron en el arca con Noé, macho y hembra, como Dios había mandado a Noé. 10 Y sucedió que a los siete días vinieron sobre la tierra las aguas del diluvio.
11 El día 17 del mes segundo del año 600 de la vida de Noé, en este día fueron rotas todas las fuentes del gran océano y fueron abiertas las ventanas de los cielos. 12 Y hubo lluvia sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. 13 En este mismo día entraron en el arca Noé, sus hijos Sem, Cam y Jafet, la mujer de Noé y las tres mujeres de sus hijos con ellos.  14 Entraron ellos y todos los animales según su especie, todos los animales domésticos según su especie, todos los animales que se desplazan sobre la tierra según su especie, todas las aves según su especie, y todo pájaro, todo lo que tiene alas. 15 Y vinieron al arca, a Noé, de dos en dos, de todos los seres que respiran. 16 Vinieron macho y hembra de todo animal, como Dios le había mandado. Y Jehovah le cerró la puerta.
17 El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Las aguas crecieron y levantaron el arca, y se elevó sobre la tierra. 18 Las aguas crecieron y se incrementaron tanto sobre la tierra que el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. 19 Las aguas subieron tanto sobre la tierra que las montañas más altas debajo de todos los cielos fueron cubiertas. 20 Las montañas fueron cubiertas, y las aguas crecieron quince codos  por encima. 21 Y murió todo ser que se desplaza sobre la tierra, tanto las aves como el ganado, las fieras, los animales que se desplazan sobre la tierra y todos los hombres. 22 Murió todo cuanto tenía aliento de vida  en sus narices, todo lo que había en la tierra seca. 23 Así fue arrasado de la faz de la tierra todo ser viviente. Fueron arrasados de la tierra desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo. Sólo quedaron Noé y los que estaban con él en el arca. 24 Y las aguas prevalecieron sobre la tierra durante 150 días.
 


https://story.ad/site/file_download/smartpublicity1467919561neTNIrOs.html