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sábado, 29 de agosto de 2015

Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios... No cometerás adulterio.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Adulterio

¿Te es lícito adulterar?


  ¿Está usted sufriendo la agonía del adulterio? ¿Ha cambiado su vida para siempre debido a que cayó en esa trampa infiel? El matrimonio es idea de Dios y él requiere un compromiso para toda la vida. Según lo que dice en su palabra, Dios castiga a todos aquellos que rompen el pacto matrimonial. Las dolorosas consecuencias del adulterio se muestran gráficamente en la historia del hombre infiel más famoso de la historia, el rey David. Pero el hecho de que David sea recordado como el hombre “conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13:14), demuestra que Dios puede restaurar por completo a una persona aun después de pecar tan gravemente. No obstante, David tuvo que pagar las consecuencias de su desobediencia por el resto de su vida, mismas que se manifestaron en crímenes en la familia, una rebelión política, violencia y muerte.

“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”.
(Hebreos 13:4)


  I.      DEFINICIONES

  Los que traspasan las barreras de la fidelidad y cometen adulterio, suponen que nunca serán descubiertos o que la infidelidad no es tan grave. Pero no saben que cosecharán dolorosas consecuencias. Esta misma actitud fue la que mostró el rey más famoso de Israel. David envió a su ejército a la batalla mientras él permanecía en casa. Una tarde de primavera, mientras se paseaba por la terraza de su palacio, observó que una hermosa mujer se estaba bañando en el terrado de una de las casas vecinas. Indagó su nombre y supo que se llamaba Betsabé, y que era esposa de Urías el heteo, uno de los mejores soldados de David (2 Samuel 23:39), quien en ese momento se encontraba en batalla, luchando por su rey. David envió unos mensajeros hasta la casa de ella, “y la tomó… y durmió con ella”; después ella regresó a su casa. Pasado algún tiempo, Betsabé envió a decir a David que estaba encinta. La espiral descendente que inició el rey es una evidencia contundente de que sin duda alguna, los adúlteros cosechan lo que siembran.

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
(Gálatas 6:7)


    A.      ¿Qué es adulterio?

         •      Es el acto de tener relaciones sexuales con una persona que no es el cónyuge legal. Espiritualmente significa apostatar de la fe o descarriarse del pacto con Dios.
         •      La palabra adulterio viene del latín ad, que significa “a” y alter, que quiere decir “otro” o “diferente” (es decir, “cambiar”, o “modificar”)
       •      En la Biblia, la primera mención del adulterio es la palabra hebrea naaph y aparece en los diez mandamientos.

No cometerás adulterio.
(Éxodo 20:14)

  PREGUNTA:
  “ME SIENTO ATRAÍDA POR ALGUIEN QUE NO ES MI ESPOSO. ¿QUE PUEDO HACER PARA SEGUIR SIENDO FIEL A MI MARIDO?”
  RESPUESTA:
  En el mismo instante en que sienta que sus emociones la quieren separar de su esposo para andar con otra persona, conscientemente diríjalas de vuelta a su marido. Recuerde que las barreras que están puestas en las carreteras de montaña se diseñaron para obligarnos a mantenernos dentro de la cinta asfáltica y para que manejemos con seguridad. Ellas impiden que nos salgamos del pavimento y nos precipitemos hacia la destrucción. De la misma manera mantenga a salvo sus emociones para evitar caer en el precipicio de una aventura adúltera.

  Haga la siguiente oración: “Señor, no permitas que mi mente se descarríe. Yo deseo protegerla. Me concentraré en ser fiel a mi compromiso matrimonial, a mi compañero, y a mi Salvador. Te lo pido en su nombre y en su fuerza. Amén”.
  “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. (2 Corintios 5:14–15)


    B.      ¿Qué significa adulterar?

      •      Adulterar es corromper o degradar.
      •      Adulterar es cambiar la naturaleza de alguna cosa añadiéndole una sustancia extraña para contaminarla o hacerla de calidad inferior.
      •      Adulterar sexualmente significa involucrarse en cualquier actividad sexual impura.

“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”
(Efesios 5:3)

  PREGUNTA:
  “¿CÓMO DEBO ORAR POR MI ESPOSO QUE ME HA ABANDONADO Y TIENE UNA RELACIÓN ADÚLTERA?”
  RESPUESTA:


  Su esposo debe reconocer su pecado y ver la necesidad de dejar ese estilo de vida pecaminoso y empezar a vivir en forma sacrificial, lo cual trae gloria a Dios. En vez de pedir que Dios lo bendiga, pida que él le detenga sus bendiciones hasta que se arrepienta. Pida que su esposo se sienta infeliz… que sienta tal remordimiento y culpabilidad en su corazón, que se aleje de los brazos de esa otra mujer y regrese a los brazos de Dios. Pida al Señor que lo haga sentirse tan mal como sea necesario para hacer que regrese al buen sentido y caiga de rodillas delante de él.

  “Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”. (2 Corintios 7:8–10)

    C.      ¿Qué es fornicación?

      •      En general:
    Fornicación es una palabra muy amplia que abarca cualquier inmoralidad sexual, incluyendo el adulterio y los actos pornográficos. La palabra griega porneia, de la que se deriva pornografía, a menudo se traduce en la Biblia como “fornicación”.
      •      Específicamente:
    Fornicación es el acto sexual entre un soltero y otra persona.
      •      Espiritualmente:
    Fornicación puede usarse en forma metafórica para referirse a la mezcla de la idolatría pagana con el cristianismo.

“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”.
(1 Corintios 6:18)

  PREGUNTA:
  “¿CÓMO SABER SI DEBO VOLVER A CASARME CON MI EX MARIDO? ÉL TUVO MUCHAS RELACIONES ADÚLTERAS MIENTRAS ESTUVIMOS CASADOS, PERO AHORA QUIERE VOLVER CONMIGO”.
  RESPUESTA:
  ¿Qué le hace pensar que puede confiar en él ahora, cuando no pudo confiar en él en el pasado? El pasado predice el futuro. A menos que algo drástico suceda, los patrones negativos rara vez cambian.
  Ciertamente el Señor puede cambiar a cualquier persona que esté dispuesta a entregarle el control total de su vida. Dios desea la reconciliación, pero se necesitan dos personas para lograrla. Hasta que usted esté totalmente convencida tanto por las actitudes como por las acciones de su esposo de que en efecto ha cambiado, no le abra las puertas de su casa, ni le permita que vea a sus hijos, ni que vuelva a entrar a su corazón o a su recámara. Usted necesita razones de peso para creer que él es una persona confiable y que está dispuesto y listo para cumplir su compromiso matrimonial. Hay algunos indicadores clave que pueden ayudarle a reconocer si su esposo ha cambiado en realidad:
    •      ¿Acepta la responsabilidad de su comportamiento?
    •      ¿En verdad se ha arrepentido?
    •      ¿Ha buscado ayuda profesional para entender su conducta infiel?
    •      ¿Está firmemente decidido a cumplir con el voto matrimonial?
    •      ¿Le muestra respeto a usted aunque usted no esté convencida?
    •      ¿Le muestra consideración en forma consistente?
    •      ¿Le ama a usted sacrificialmente, no sólo física o emocionalmente?
      “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7)
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viernes, 28 de agosto de 2015

Juan, a la verdad, bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo después de no muchos días

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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Preparemos sermones Expositivos
Los Hechos de los apóstoles
Hechos 1:1-5

Promesa acerca del Espíritu Santo
1 En el primer relato  escribí, oh Teófilo,  acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. 3 A éstos también se presentó vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios. 4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen el cumplimiento de la promesa  del Padre, "de la cual me oísteis hablar; 5 porque Juan, a la verdad, bautizó en  agua,  pero vosotros seréis bautizados en  el Espíritu Santo después de no muchos días." 


LOS HECHOS de los APÓSTOLES

Introducción

A. IMPORTANCIA

El Libro de los Hechos tiene un lugar único en el Nuevo Testamento. Constituye el eslabón lógico entre los Evangelios y las Epístolas. Uno tendría mucha dificultad para leer y comprender las Epístolas de Pablo sin el fondo provisto por Los Hechos. Dos o tres ejemplos en 1 Tesalonicenses ilustrarán pronto el asunto. Pablo dice que él y su compañero habían “antes padecido y sido ultrajados en Filipos” (1 Ts. 2:2). Hechos 16:19–24 describe el trato vergonzoso. 

En otra ocasión Pablo escribe: “Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas y enviamos a Timoteo… para confirmaros” (1 Ts. 3:1–2). Al leer Los Hechos descubrimos que Timoteo se unió al grupo en Listra en el segundo viaje misionero de Pablo (Hch. 16:1–3). También leemos en el capítulo 17 cómo Pablo fue forzado a abandonar Tesalónica y Berea por causa de la persecución de los judíos y se fue a Atenas. De allí volvió a enviar a Timoteo a Tesalónica. 

El Libro de los Hechos nos da asimismo el marco histórico para las epístolas paulinas (con excepción de las pastorales). Es la primera historia escrita de la iglesia, aunque sólo cubre un período de 30 años (30–61 ó 62 D.C.).


B. AUTOR

La voz universal de la iglesia primitiva declara que Hechos fue escrito por Lucas. Esto es especialmente significativo porque Lucas sólo se menciona tres veces en el Nuevo Testamento. Era común en la segunda y tercera centurias atribuir evangelios apócrifos, Los Hechos y varias epístolas a diversos apóstoles, pero no a un hombre desconocido. Esto es por sí solo un argumento fuerte en favor de atribuirle la paternidad literaria del Libro de los Hechos a Lucas.

Las tres referencias a Lucas están en las epístolas paulinas. En Filemón 24, Pablo incluye a Lucas en la lista de sus colaboradores. En Colosenses 4:14 habla de él, “como Lucas el médico amado” y en 2 Timoteo 4:11, escribe: “Sólo Lucas está conmigo.” Estas Escrituras demuestran que Lucas era compañero de Pablo, que era médico y que sólo él estaba con Pablo al finalizar sus días, probablemente atendiéndole como médico. La evidencia externa de que Lucas es el autor es adecuada. 

Grant escribe acerca del testimonio de Ireneo sobre Los Hechos en la primera parte de la segunda centuria: “No sólo usó, sino que proveyó la prueba clásica de que fue escrito por Lucas; la detallada información dada en los pasajes en que el sujeto es ‘nosotros’ (Hch. 16:9–18; 20:5–21:18; 27:1–28:16) indican que fue escrito por un compañero de Pablo que fue con él a Roma; este compañero tiene que haber sido Lucas, prisionero con Pablo en Roma (Col. 4:14) y más tarde (2 Ti. 4:11).” El Fragmento Muratorio (ca. 200 D.C.) dice:

  Además, los hechos de todos los apóstoles fueron escritos en un libro. Lucas los condensó para el más excelente Teófilo, porque los eventos individuales sucedieron en su presencia—como claramente lo demuestra omitiendo la pasión de Pedro, tanto como la partida de Pablo cuando este último salió de la ciudad [de Roma] para ir a España.

La evidencia interna, aunque no tan definida, es fuerte. Su punto básico nos lo da Ireneo, como ya hemos visto. Los pasajes en que el sujeto es nos (o nosotros) prueban que el autor de Los Hechos era compañero de Pablo. Existe un acuerdo casi universal entre los eruditos del Nuevo Testamento de que estos pasajes muestran tal unidad de estilo y de lenguaje como para indicar que la totalidad del libro fue evidentemente escrito por la misma persona. De los compañeros de Pablo mencionados con mayor preeminencia en sus epístolas, sólo faltan dos que no están citados en Hechos, Tito y Lucas. Cuando hay que elegir entre estos dos hombres, podemos dejar que la iglesia primitiva decida el asunto a favor de Lucas.

Otra evidencia interna necesita ser mencionada. En 1882, Hobart publicó un libro en el cual afirmaba que hay bastante empleo de lenguaje médico en el Evangelio de San Lucas y en Los Hechos para probar que el autor de estos libros tuvo que ser un médico. Harnack, el gran erudito alemán, prestó un fuerte apoyo a esa tesis. Después que él mismo hiciera su vigorosa investigación sobre el tema, escribió: “La evidencia es de fuerza abrumadora; de modo que para mí, no puede existir duda de que el tercer evangelio y el Libro de los Hechos de los Apóstoles fueran escritos por un médico.” 

Zahn declaró: “W. K. Hobart ha probado a satisfacción de cualquiera que esté dispuesto a evaluar la evidencia, que el autor de la obra de Lucas estaba familiarizado con el lenguaje técnico de la medicina griega y de esto se deduce que era un médico griego.” Moffatt sintió que el estudio de Harnack “ha demostrado esto de modo sumamente conclusivo”.6 A. B. Bruce, escribiendo sobre los Sinópticos en The Expositor’s Greek Testament toma la posición de Hobart en su comentario del Evangelio de Lucas.

Oponiéndose directamente a esto, Cadbury aseveró que Hobart estaba equivocado y que no hay evidencias de un lenguaje técnico médico en los libros de Lucas y Hechos. El escribió: “Es dudoso que su interés [el de Lucas] sobre las enfermedades y su curación excediera al de sus compañeros evangelistas u otros contemporáneos que no eran médicos, al mismo tiempo que las palabras que comparte con otros escritores médicos se encuentran también ampliamente en otra literatura griega para hacernos suponer que provienen de un vocabulario profesional.”

Con todo el respeto que a este escritor le merece la erudición de su antiguo profesor en la Universidad de Harvard, él no puede estar de acuerdo con esta categórica declaración. Aunque Hobart fue demasiado lejos en sus conclusiones, hay un residuo innegable de evidencia de que el autor del tercer evangelio y de Los Hechos muestra la perspectiva de un médico. 

El autor concuerda con Major cuando dice: “Sin embargo hay pasajes en los escritos de Lucas de los que no podríamos decir que prueban, sino que sostienen la hipótesis de que el autor era un médico.” En igual vena, Wikenhauser, después de notar que el “argumento lingüístico en sí mismo” no prueba que “sólo un médico pueda haber escrito los dos libros”, sin embargo añade: “A pesar de eso, la tradición no necesita ser abandonada, y todavía puede ser sostenida porque el autor manifiesta familiaridad con la terminología médica.”9

C. LUGAR DE ESCRITURA

Hay una tradición de que Lucas escribió Los Hechos en Acaya (Grecia). Pero parece más exacto asumir que lo hizo en Roma, donde él termina su libro (Hch. 28:16–31).

D. FECHA

En el siglo XIX muchos eruditos pretendieron que Hechos fue escrito a mediados de la segunda centuria. John Knox propuso ese criterio en años recientes. Pero pocos lo han apoyado. Moffatt sostiene que fue alrededor del año 100. Más popular ha sido el criterio de Goodspeed y Scott,14 de que Hechos fue escrito alrededor del año 90 D.C. Ambos creen que Lucas es el autor. Zahn creyó que la mejor fecha era la de 75 D.C.

Por otra parte, Harnack arguyó enérgicamente en favor de una fecha anterior al 70 D.C., “quizá tan temprano como el principio de la séptima década de la primera centuria”, es decir, poco después del 60 D.C. Torrey piensa que el tercer evangelio fue escrito alrededor del año 60 D.C. y Los Hechos, poco después. 

Parece razonable pensar que Lucas escribió su evangelio en los dos años que Pablo estuvo prisionero en Cesarea—o que por lo menos reunió sus materiales en esa época; y el Libro de Los Hechos durante el cautiverio de dos años que Pablo pasó en Roma. Esa es la deducción más natural sacada del hecho de que la historia termina en ese punto. Eso nos haría creer que el libro fue escrito alrededor del año 62 D.C.

E. PROPÓSITO

La escuela de críticos en Tubinga, Alemania, sostuvo en la última parte del siglo XIX que el propósito de Hechos fue reconciliar a los partidos de Pablo y de Pedro existentes en la iglesia que, por decirlo así, estaban a punta de espada mutuamente. Pero esta teoría “tendencista” ya ha sido abandonada a la luz de escudriñamientos de tiempos después. De hecho, Henshaw llega hasta a decir: “La investigación ahora ha refutado completamente esa teoría.”

Generalmente es sostenido por los eruditos actuales que el prefacio al Evangelio de Lucas (1:1–4) se aplica también a Los Hechos. Si es así, el propósito primitivo, como se declara allí, era que Teófilo pudiera “conocer bien la verdad de las cosas en las cuales había sido instruido”. Una lectura del libro mismo parece apoyar claramente la aserción de Clogg de que el objeto de Lucas era demostrar: “(1) El poder que poseyeron los apóstoles mediante el Espíritu Santo… (2) La expansión gradual de la iglesia, parcialmente numérica mediante este poder de los apóstoles, y parcialmente geográfica.”

Kirsopp y Silva Lake sugieren un triple propósito que quizá formara una declaración más adecuada del caso. Ellos declaran que entre los motivos para escribir el libro, estaban:

  a. Un deseo de probar la inspiración y dirección sobrenatural concedida a la iglesia el día de Pentecostés… b. Un deseo de demostrar que los mejores magistrados romanos nunca decidieron contra los cristianos… c. Un deseo puramente histórico de demostrar cómo la iglesia dejó de ser judía y llegó a ser helénica, porque los judíos rechazaron y los griegos aceptaron el mensaje de salvación.

F. TEXTO

Es necesario decir unas palabras acerca del texto de Los Hechos. Tiene algunos rasgos distintivos que no se encuentran en ningún otro libro del Nuevo Testamento.

Los eruditos han distinguido por lo general cuatro tipos de textos en el Nuevo Testamento. El primero es el texto Bizantino encontrado en la mayor parte de los manuscritos tardíos. Este sirvió de base al llamado Textus Receptus empleado en la versión inglesa King James. Es casi consenso univeral que este es el más pobre de los textos griegos.

El mejor de los textos es el que Westcott and Hort llamaron el texto Neutral (no editado). Este nombre, que causa tantas preguntas, ha sido abandonado casi completamente en la actualidad en favor de una designación más apropiada, el texto Alejandrino. En general éste se encuentra en los dos grandes manuscritos de la cuarta centuria, el Vaticano y el Sinaítico. Solamente los manuscritos papiros de partes del Nuevo Testamento son más antiguos que estos dos. Los traductores modernos emplean este texto que se basa en los más antiguos manuscritos.

El tercero de los textos es conocido con el nombre de texto Occidental y se encuentra en el codex de Beza (designado como D), desde la quinta centuria y también en la antigua versión Latina del Norte de Africa.

La cuarta familia más recientemente identificada por los eruditos es denominada texto Cesareano. El gran problema que confrontan los eruditos textuales es el interrogante de cuál, si es que hay alguna, de estas versiones occidentales representa las tradiciones genuinas. Pero parece dudoso que alguna de hecho pertenezca al texto original. Una comparación completa de los textos del Vaticano y el de Beza, con varias notas, puede encontrarse en el tomo III de Beginnings of Christianity (Comienzos del cristianismo).

Bosquejo Didáctico

          I.      Introducción, 1:1–26
      A.      Los Cuarenta Días, 1:1–11
      B.      Los Diez Días, 1:12–26

          II.      Testificando en Jerusalén, 2:1–7:60
      A.      Los Testigos Predicando, 2:1–47
      B.      Los Testigos Realizando un Milagro, 3:1–26
      C.      Los Testigos Perseguidos, 4:1–22
      D.      Los Testigos Orando, 4:23–37
      E.      Los Testigos Perseguidos, 5:1–42
      F.      Los Testigos Progresando, 6:1–7
      G.      Los Testigos Condenados a Muerte, 6:8–7:60

          III.      Testificando en Judea y en Samaría, 8:1–12:25
      A.      Testificando en Samaría, 8:1–25
      B.      Testificando al Eunuco Etíope, 8:26–40
      C.      Un Testigo Convertido, 9:1–31
      D.      Testificando en Judea, 9:32–43
      E.      Testificando a los Gentiles, 10:1–11:30
      F.      Testigos Perseguidos, 12:1–25

          IV.      Testificando al Mundo Gentil, 13:1–28:31
      A.      Chipre, 13:1–12
      B.      Asia Menor, 13:13–14:28
      C.      Concilio de Jerusalén, 15:1–35
      D.      Nuevamente en Asia Menor, 15:36–16:10
      E.      Macedonia, 16:11–17:15
      F.      Grecia, 17:16–18:17
      G.      Asia 18:18–20:38
      H.      Viaje a Jerusalén, 21:1–16
      I.      Jerusalén, 21:17–23:35
      J.      Cesarea, 24:1–26:32
      K.      Viaje a Roma, 27:1–28:16
      L.      Roma, 28:17–31

Sección I Introducción

Hechos 1:1–26

El primer capítulo de Hechos es una introducción para todo el libro. Los “hechos” realmente comienzan en el capítulo 2 cuando el Espíritu Santo invistió y dio poder a los apóstoles y a otros para obrar efectivamente. El primer capítulo constituye un eslabón entre el Evangelio, finalizando en la ascensión y los comienzos de la historia de la iglesia en Pentecostés.

El contenido consiste en una breve declaración de lo que sucedió entre los 40 días desde la resurrección de Cristo y la ascensión (1–11) y la única descripción que tenemos de lo sucedido durante los 10 días entre ésta y Pentecostés (12–26). De este modo el primer capítulo es de gran significado histórico.

  A.      LOS CUARENTA DÍAS, 1:1–11

Aunque está insinuado que Jesús aparecía de tiempo en tiempo durante los cuarenta días (véase el diagrama B), aquí sólo se mencionan dos de esas apariciones. En la primera (4–5) El les manda aguardar la promesa del Espíritu Santo. En la segunda (6–9) El les da la promesa de poder para santificar.



    1.      El mandato (1:1–5)


Este párrafo propiamente puede ser llamado el prefacio o prólogo del Libro de los Hechos, aunque algunos restringen el prólogo a los dos primeros versos. Quizá esta sea la mejor conclusión: “Hechos comienza con una transición más que con un prefacio.” Generalmente es sostenido por los eruditos novotestamentarios de nuestra época que el prefacio de Lucas 1:1–4 tuvo el propósito de servir de prólogo al Libro de los Hechos.

Lucas se refiere inmediatamente al primer tratado (1). La palabra griega primer es protos, que en el griego clásico era empleada para el primero de tres o más artículos o párrafos. Esto ha hecho que algunos crean que Lucas se había propuesto escribir un tercer libro. Ellos sienten que esto ayuda a explicar por qué Hechos termina en forma tan abrupta. Pero la mayoría de los eruditos modernos concuerdan con Lumby quien escribe: “El uso de protos para el primero de dos cosas no era extraño en las últimas épocas del griego.” Como ejemplos de ello en el Nuevo Testamento tenemos: Mateo 21:28; 1 Corintios 14:30; Hebreos 8:7, 9:15; Apocalipsis 21:1. 

El empleo de “primero” por “anterior” es común en nuestro idioma actual. El término griego tratado es logos, traducido “palabra” en 218 de las 339 veces que se repite en el Nuevo Testamento. Aquí sólo se ha traducido “tratado”. Pero este empleo está justificado por Jenofonte (siglo IV A.C., quien habla de un “libro” de su Anabasis como un logos. El primer tratado es sin duda alguna el Evangelio de Lucas, que también está dedicado a Teófilo.

El Evangelio de Lucas y el Libro de los Hechos son las obras más extensas del Nuevo Testamento. Juntos constituyen una cuarta parte de su contenido. Es probable que los límites de estos dos libros fueron establecidos por el hecho de que era impráctico hacer un rollo de papiro de más de 12:5 metros de longitud. Lucas y Hechos ocuparían cada uno 11 metros—¡un rollo bastante incómodo!

El nombre Teófilo (“amante de Dios”) se encuentra sólo aquí y en Lucas 1:3 donde se le llama excelentísimo (véase el comentario al respecto). Algo se ha especulado sobre la razón de la omisión del título aquí. Blaiklock menciona tres razones posibles: “Un aumento en la profundidad de la amistad, el abandono de su oficio, o la conversión al cristianismo.” Pero quizá la sugestión más simple sea que Lucas no vio la necesidad de repetir su título.

Lucas dice que en su primer tratado, él escribió acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. Algunos eruditos modernos han llegado a negar que la palabra comenzó tenga algún significado, sosteniendo que se trata de un mero auxiliar semítico—comenzó a hacer equivale a poco más que “hizo”. Pero F. F. Bruce objeta correctamente a ese punto de vista. El interpreta la cláusula, como lo hacen muchos otros comentadores: “Como el Evangelio nos enseña lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar, así Los Hechos nos dicen lo que El continuó haciendo y enseñando por su Espíritu en los apóstoles, después de su ascensión.”

La doble expresión a hacer y a enseñar atrae la atención a los dos principales aspectos del ministerio de Jesús—sus obras y sus palabras. Ambas tenían la capacitación divina.

Lucas indica que en su primer tratado, el evangelio que lleva su nombre, él había descrito las obras y palabras de Cristo hasta el día en que fue recibido arriba (2). Es un hecho sorprendente que el Evangelio de Lucas, y sólo en éste, el relato termine con una descripción de la ascensión.

Después de haber dado mandamientos. Es un participio en griego, “habiendo mandado”. Sería mejor traducido en singular “habiéndoles dado mandamiento” (ASV). Esto se refiere a la gran comisión (Mt. 28:18–20) que fue el mandamiento final de Cristo a sus discípulos.

Padecido (3) es sólo usado aquí en el Nuevo Testamento para aludir a los sufrimientos y muerte del Señor. Las primitivas versiones inglesas tienen esta palabra en una media docena de lugares, siguiendo en ello a la Septuaginta que reza passio (gr., pathema, “sufrimiento”).

Se presentó (3) es la mejor versión. Literalmente, “El se puso al lado de ellos” en su aparición de post-resurrección, de tal manera que ellos no pudieran dudar que era El (cf. Lc. 24:30–31).

Pruebas indubitables es una sola palabra, “pruebas” (ASV), pero es un término enérgico (tekmerion), que se encuentra solamente aquí en el Nuevo Testamento. Significa “señal segura, prueba positiva”. Thayer la define como “evidencia indudable, una prueba, algo de lo cual se está seguro por completo”.9 Arndt y Gingrich dicen que significa: “Prueba convincente y decisiva”, pudiendo traducirse la frase, “por muchas pruebas indubitables”.

Apareciéndoseles durante cuarenta días quiere decir que Jesús apareció a sus seguidores de cuando en cuando durante ese período (véase el diagrama B) como vemos por los relatos de los evangelios. Este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se ha declarado la extensión de su ministerio después de su resurrección.

El tópico de la conversación de Cristo durante esos 40 días fue el reino de Dios. La frase, que se encuentra frecuentemente en los evangelios, significa el reinado o gobierno de Dios en los corazones de los hombres. Sin duda Jesús les habló de la naturaleza espiritual del reino. Pero la verdad penetró con mucha lentitud. Que todavía los discípulos consideraban el reino como si fuera algo político lo demuestra la pregunta del verso 6: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

Estando juntos (4) en griego es una sola palabra (synalizomenos). Cadbury y Lake adoptan una versión alternativa encontrada en Eusebio, synaulizomenos, que significa: “pasemos la noche juntos.” Esta es base evidente para la versión “estando con ellos” (RSV). Probablemente sea una mejor traducción lo que se lee en la margen de las versiones inglesas: “comiendo con ellos.” Esto ha sido favorecido por C. S. C. Wilson en su traducción, “participando de la comida con ellos”.

Mandó no es la misma palabra en griego que encontramos en el verso segundo (leer el comentario respectivo). Abbott-Smith indica que la palabra empleada en el verso primero “señala más bien a los contenidos de un mandato”, mientras que la que tenemos ahora es empleada “especialmente para transmitir orden de un comandante militar”. Los discípulos no estaban todavía adecuadamente preparados para la mayor ofensiva contra el enemigo. De modo que su General les dio la orden de esperar (lit., “permanecer allí, cerca”) hasta que fueran llenos del Espíritu Santo para poder realizar su comisión.

El mandato de que no se fueran de Jerusalén sugiere que los discípulos estaban planeando su retorno a Galilea. Los líderes judíos de Jerusalén habían llevado a la muerte a su Maestro y naturalmente era de esperar que persiguieran a sus seguidores. Además, los ángeles en la tumba vacía les habían mandado decir, por medio de las mujeres, que debían encontrarse con su Señor resucitado en Galilea (Mt. 28:7; Mr. 16:7). Jesús se había encontrado allí con ellos (cf. Mt. 28:16–20; Jn. 21:1–14). Por lo tanto parecía lógico que los discípulos retornaran a ese lugar.

Pero su Maestro tenía otros planes para ellos. El les ordenó que esperasen en Jerusalén la promesa del Padre; es decir, la promesa dada por el Padre (cf. Is. 44:2–5; Ez. 39:28–29; Jl. 2:28–29). Esta es una promesa, la cual oísteis de mí (cf. Lc. 24:49; Jn. 14:16, 26; 15:26). Rackham nota que el “súbito cambio del lenguaje indirecto al directo (les dijo no está en griego) es característico del estilo dramático de San Lucas”.

La declaración del verso 5 corre estrechamente paralela a las palabras de Juan el Bautista halladas en Mateo 3:11, Marcos 1:8; y Lucas 3:16. Exactamente como Jesús repitió el texto principal de la declaración de Juan (cf. Mt. 3:2; 4:17), ahora aquí hace eco a la primitiva declaración del Bautista. El vigoroso énfasis sobre el bautismo del Espíritu Santo, como algo que es mayor y más esencial que el bautismo del agua, anticipa el impulso central del Libro de los Hechos. Cualquier forma de cristianismo que descuide el bautismo del Espíritu Santo es incompleta y prepentecostal. 

De hecho no ha cumplido la predicación de Juan el Bautista. Sin este bautismo no habría Libro de los Hechos y como consecuencia no habría iglesia cristiana en la actualidad. Sin el bautismo del Espíritu Santo en la experiencia personal no hay capacitación adecuada para una vida victoriosa y servicio efectivo.

La última cláusula del 5 dice literalmente: “No muchos días después de estos.” Williams comenta: “El curioso orden de palabras… puede ser una forma aramea (Torrey y Burney) o posiblemente un latinismo (Blass).” Probablemente signifique: “no muchos días después de hoy.”16

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jueves, 27 de agosto de 2015

Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso, no me tuve por digno de ir a ti. Más bien, di la palabra, y...será sanado.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 

Preparamos un sermón Homilético
Jesús sana al siervo del centurión 
Lucas 7:1-10
1 Una vez concluidas todas sus palabras al pueblo que le escuchaba, Jesús entró en Capernaúm. 2 Y el siervo de cierto centurión, a quien él tenía en mucha estima, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando oyó hablar de Jesús, le envió ancianos de los judíos para rogarle que fuera y sanara a su siervo. 4 Ellos fueron a Jesús y le rogaban con insistencia, diciéndole: 
—El es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación y él mismo nos edificó la sinagoga. 
6 Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban muy lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos para decirle: 
—Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. 7 Por eso, no me tuve por digno de ir a ti. Más bien, di la palabra, y mi criado será sanado.  8 Porque yo también soy hombre puesto bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando. Y digo a éste: "Vé", y él va; digo al otro: "Ven", y él viene; y digo a mi siervo: "Haz esto", y él lo hace. 
9 Cuando Jesús oyó esto, se maravilló de él; y dándose vuelta, dijo a la gente que le seguía: 
—¡Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe! 
10 Cuando volvieron a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo. 

La curación del siervo del centurión (7:1–10)
El autor sigue presentando las evidencias que debían haber identificado al Hijo del Hombre ante cualquier testigo. Desafortunadamente, por la ceguera espiritual que había en la nación, pocos respondieron de corazón. No obstante, de vez en cuando alguien daba muestras de tener una gran fe; aun entre los gentiles, a quienes los judíos consideraban religiosamente marginados.
Varios puntos del siguiente encuentro nos llaman la atención:
1. Por lo regular, el Nuevo Testamento presenta a los centuriones romanos como personas, si no finas, cuando menos mejor que otros.
2. El de esta narración era reconocido por los mismos judíos como “digno” (término que se empleaba para indicar que tenía cierto valor), el autor cita la razón: “porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (7:5).
3. Algo de su carácter se revela en que quería mucho a su siervo (7:2) y al reconocer: “No soy digno” (7:6). Esta palabra significa “no llegar a la medida” o “deficiente”, dando muestras de humildad.

¡PENSEMOS!

 ¡Dichoso su siervo! El ambiente de su hogar debe haber estado controlado por la fe del centurión. Las ventajas de semejante relación son obvias. El soldado tenía interés en el siervo, lo cuidaba en lo material y, por lógica, se preocupaba de su bienestar espiritual. Alguien ha dicho: “El futuro de la sociedad está en las familias piadosas”. Si por “piadoso” se entiende “obediente a lo que Dios ha dicho”, es cierto. ¡Ojalá que así sea nuestra familia!


4. Lo más importante es que el soldado demostró tener una fe muy grande: “Dí la palabra, y mi siervo será sano” (7:7). Jesús mismo quedó muy impresionado: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe”(7:9). La fe y la humildad son dos ingredientes indispensables para recibir las bendiciones de Dios. Cabe notar que la misma fórmula sigue vigente hoy.


LA FE SE APROPIA DE LAS PROMESAS DE
DIOS. LA HUMILDAD RECONOCE QUE NO LAS
MERECE.



Cristo sigue demostrando su autoridad, esta vez no estando presente al momento de realizarse el milagro, lo cual es una evidencia más en la lista de acontecimientos que prueban que es el Mesías.


    La sanidad del siervo del centurión (7:1–10)


Este episodio se encuentra también en Mateo. Para su discusión vea el comentario sobre Mateo 8:5–13. Lucas omite el contenido de los versos 11 y 12 de ese evangelista. Este es el pasaje donde Jesús dice: “Y… vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera.” Esta es una omisión característica, porque Lucas rara vez incluye pasajes que sean exclusivos para los judíos.


Lucas hace también una importante contribución a la historia. En el relato de Mateo, no se nos dice que el centurión en persona haya acudido a Jesús, sino que había entrado en contacto con El por medio de intermediarios. De hecho, si sólo hubiéramos contado con el material de Mateo solamente habríamos llegado a la conclusión de que el centurión había acudido directamente a Jesús. 

Pero Lucas nos dice que su primer contacto en esta ocasión fue realizado mediante los ancianos judíos que fueron a Jesús con la petición del centurión y lo declararon digno de la consideración del Señor. La alta estima en que era tenido se debía a que había construido una sinagoga. 

Lucas también nos informa que cuando Jesús se acercaba a la casa, y el centurión vio que llegaba, mandó a sus siervos para decirle al Maestro que no era digno de que El entrara en su casa. En el relato de Lucas, Jesús y el centurión nunca estuvieron en contacto directo. Esto no es una contradicción con el relato de Mateo. Mateo simplemente está siguiendo la antigua costumbre de omitir sin comentario todo el material que no contribuía a su propósito.

Un centurión era un oficial militar romano. El del relato, seguramente pertenecía a una unidad auxiliar que estaba bajo el mando de Herodes Antipas, Gobernador de Galilea, en el camino a la ciudad de Capernaún. Cuando Jesús pasó cerca de su casa, mandó a dos amigos con la misión de interceptarlo para que orara por su siervo que estaba muy enfermo.

Evidentemente la fama de Jesús ya había llegado a todos los estratos sociales de Palestina en aquel tiempo. Los amigos del centurión fueron representándolo ya que él no se consideraba a sí mismo digno de recibir a Jesús en su casa. Los dichos del centurión estaban tan cargados de fe que asombraron a Jesús, de tal manera que exclamó: “Ni aún en Israel he hallado tanta fe.” Jesús envió su palabra y lo sanó, de manera que cuando llegaron los amigos del centurión a su casa, encontraron sano al siervo.

La creencia en Jesús por parte del centurión salvó la vida de su siervo, por la fe, que es un don de Dios. La fe puede cambiar cualquier situación. Esa es una de las premisas fundamentales de la relación con Jesucristo quien dijo: “Al que cree todo es posible”.


Capernaúm era la ciudad donde Jesús había establecido su base durante su ministerio en Galilea. En esta ciudad estaba el hogar de Pedro y los demás discípulos, que eran pescadores. Por el incidente del centurión se sabe que la ciudad ya estaba aguardando con expectación la llegada de Jesús, quien tuvo allí un ministerio muy fructífero.


Ministerio urbano, 7:1–8:25. 
Lucas registra ahora el ministerio polifacético de Jesús en varias ciudades. Hay un cambio de énfasis geográfico, pero no teológico. Al contrario, se acentúa mucho más el interés de Lucas por trascender a los despreciados como sujetos de la gracia de Dios. La constante es el acercamiento ministerial a toda la gente, con especial predilección en los gentiles, con prodigios y señales. 

Se celebra la compasión humana de Jesús y el efecto multiplicador de sus enseñanzas. Para cuando Lucas registra su monumental obra, la fe cristiana ya había penetrado profundamente el mundo gentil. Ese impacto fue prefigurado en el ministerio de Jesús hacia los proscritos, enfermos, marginados y excluidos de la sociedad en general. Aquí Lucas pinta cuadros históricos impresionantes del contacto personal de Jesús con los desvalidos, en los que además se muestra el concepto y la importancia de la fe personal en Jesús como el Mesías.

¿Quién era un centurión?
Lucas7:2
Un centurión era un comandante del ejército romano que tenía a cargo 100 hombres (de la palabra latina centum). Su responsabilidad era muy grande ya que debía responder aun con su propia vida por los prisioneros, las ciudades o las provisiones que eran encomendadas a su cuidado.

Su ministerio a un centurión romano, 7:1–10. 

El encuentro de fe con este oficial militar romano se desarrolla en Capernaúm, la ciudad de Pedro (7:1). Luego de haber predicado al pueblo que le escuchaba, Jesús entró en aquella ciudad. Es bueno resaltar que Jesús entendía que su responsabilidad primaria en el ministerio era proclamar y explicar adecuadamente el evangelio del reino de Dios. 

Pero no existen registros de que además haya forzado, manipulado o chantajeado a las personas para seguirle. Al contrario, cada vez que alguien se dispuso a seguirlo, Jesús le insistió en las demandas. Hoy en día, en algunos círculos, muchas veces se desvirtúa y pervierte la responsabilidad de la evangelización, transformándola en gran manera en un ejercicio eminentemente teórico, y con la inserción de “estrategias” de manipulación para conseguir “decisiones”.

En esa ciudad vivía un centurión romano, aparentemente en funciones, por su propio testimonio en el v. 8. Tenía un siervo muy enfermo y a punto de morir (v. 2). Un centurión usualmente gobernaba al menos 80 personas bajo su mando directo, regido con estricta disciplina. Era un hombre acomodado económicamente, pues su salario era muy significativo. Tenía a su haber algunos méritos humanos dignos de resaltar. De hecho, Lucas le hace justicia a su trayectoria: 

(1) Estimaba a su siervo (v. 2, dóulos1401), pues quizá era su única familia, puesto que les estaba prohibido el matrimonio a los soldados. 
(2) Tenía buena reputación entre los judíos, cosa fuera de lo común, pues la sedición y subversión contra Roma era tema cotidiano, y los soldados eran odiados pues eran símbolos vivos de la dominación (vv. 3, 4). Aunque no era un prosélito judío, amaba a la nación judía y como símbolo de su afecto les había construido una sinagoga (v. 5). 
(3) Los ancianos de los judíos lo tenían por digno y merecedor de cualquier favor humano y divino (v. 4). (5) Tenía muchos amigos, aparentemente sinceros (v. 6). (6) Era un hombre piadoso (v. 7).

Lucas, como siempre, establece algunos contrastes en este relato. En primer lugar, entre el centurión y su siervo; luego, entre el pensamiento del centurión y el pensamiento de los judíos. Los ancianos de los judíos hablan mucho acerca del centurión. Pero del siervo no se sabe casi nada; es un perfecto anónimo, sólo se conoce que era esclavo de un oficial romano, que estuvo enfermo y que finalmente Jesús lo sanó, sin conocerlo personalmente. 

Ese es el perfil de los despreciados y marginados de la sociedad, no tenía “meritos” ante la sociedad judía, aunque debió haber sido un hombre de extraordinarios servicios y carácter como para merecer la alta estima de su amo. Sin embargo, la historia misma nos negó el privilegio de saber al menos su nombre. Por otro lado, los ancianos judíos basaron insistentemente la gracia divina en el mérito humano: Él es digno de que le concedas esto (v. 4, subrayado nuestro). 

Mientras el centurión basó su petición de sanidad en la sola misericordia de Dios: … no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso, no me tuve por digno de ir a ti (vv. 6b, 7a, subrayado nuestro). Mientras los judíos, que habían recibido muchos favores, lo tenían por digno, este soldado romano insiste en su indignidad, incluso para hablar personalmente con Jesús, y por ello emplea dos comisiones diferentes: ancianos y amigos (comp. vv. 3 y 6). Aunque su intención original fue que Jesús viniera a su casa, luego desistió humildemente, al reconocerse un miserable gentil que no podía recibir en su casa inmunda a un rabino judío (comp. v. 3 con v. 6).

Pero lo más precioso del relato aún no se ha dicho, y es lo que impresionó a Jesús. De hecho, el NT menciona muy pocas ocasiones en las que Jesús fue impresionado por alguien, pero esta experiencia es una de ellas, si no la más importante. El centurión reconoció dos cosas fundamentalmente: el hecho de no ser digno ante Jesús (vv. 7:6b, 7a); y su certeza absoluta de la autoridad de Jesús (v. 8). 

El versículo clave del pasaje es sin duda el v. 9. Jesús, según el relato lucano, no conoció personalmente al centurión; lo que escuchó de él fue por otras personas, lo cual valida y autentica la persona y obra de aquel soldado. 

Porque siempre el testimonio de otros respecto de uno es más apropiado y genuino que la apreciación personal (a veces autoalabanza). El Señor aprovechó estratégicamente esta experiencia para enseñar algo impresionante a la multitud. De hecho, Lucas marca aquí otro contraste: la gente se había maravillado y asombrado por la persona, palabra y obra de Jesús; pero ahora, el impresionado (thaumázo2296) es Jesús mismo, por la persona, palabra y obra de un gentil (v. 9a).

Si hubiera que escoger un lema o texto clave para identificar a Lucas es precisamente la única frase que se registra de las palabras de Jesús: ¡Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe! (v. 9). Ese es el corazón del evangelio lucano: resaltar la fe y recepción del evangelio del reino por parte de los despreciados gentiles, en contraste con el rechazo de la nación judía. 

Aquella fue una manera tierna, pero a la vez dolorosa para Jesús, de reconocer públicamente que es entre los gentiles que su ministerio tiene resonancia y trascendencia. Jesús marca el último contraste del relato: entre un religiosidad que apelaba al merito y a las obras, y aquella espiritualidad simple pero trascendente que basaba todo el accionar de Dios en la sola gracia y misericordia. ¡Eso es fe! La fe del centurión se enfocó en tres objetivos específicos: él tuvo fe en la palabra (lógos3056) de Jesús (v. 7); en la autoridad (exousía1849) de Jesús (v. 8); y en la identidad (Señor, kúrios2962) de Jesús (v. 6). 

Dicho de otra manera, este sencillo soldado tuvo mayor discernimiento que los judíos para identificar correctamente la persona, palabra y obra de Jesús como el Mesías. El soldado asumió a Jesús bajo autoridad (la del Padre) y sobre autoridad, como él (comp. v. 8); por ello se puede deducir que él entendió plenamente el principio de autoridad ejercido por Jesús. Es evidente que aquello implicó una confesión mesiánica respecto de la persona de Jesús.

El desenlace del relato es obvio, cuando se confía plenamente en el Señor: el siervo fue encontrado sano por los que habían abogado por el centurión (v. 10). Y aunque no se menciona en el texto, aquello debió haber inundado de gozo la vida de aquel noble soldado y de todos los relacionados con él. 

Fue una sanidad “a control remoto”, por así decirlo, y eso sin duda debió haber sido considerado como algo extraordinario, como la sanidad misma. Otra vez, el milagro es solamente la circunstancia, no es el fin en sí mismo. Es la manera para que la gloria de Dios se manifieste en aquellos que se atreven a creer, correctamente, en Jesús.
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