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sábado, 8 de noviembre de 2014

Las deudas...Dolor de cabeza constante: Más tememos al hombre que a Dios - Ayuda espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Por qué nos
endeudamos?
Nadie se convierte en un esclavo de las deudas y de los acreedores por voluntad propia. En general, uno comienza a endeudarse de a poco y casi sin quererlo. Ocurren ciertos eventos en nuestra vida que nos llevan a tomar préstamos porque creemos que no hay ninguna otra opción. No vemos otro camino, y para cuando nos damos cuenta, estamos casi al borde del precipicio, si es que ya no hemos caído.
En general, hay varias razones por las que nos endeudamos, y después de tantos años de viajar por el continente y de hablar con miles de familias e individuos, creo que las más comunes son:
     Violamos los Principios de la Prosperidad.
     No ahorramos con regularidad.
     Vivimos en un estatus social al que no pertenecemos.
     No confiamos en Dios.
     Nos rebelamos contra la voluntad de Dios y su provisión.
Aquí voy a hacer una aclaración: cuando enumero estas razones, no estoy incluyendo las calamidades, el robo organizado ni el abuso y malversación de fondos a nivel del gobierno, que en algunos casos, como en Argentina, Brasil, Ecuador o México ha causado a los ahorristas la pérdida repentina de grandes sumas de dinero.1
Sin embargo, yo creo que si uno pone en práctica los principios y valores que compartiremos a continuación y hace un serio esfuerzo por vivir una vida libre de deudas durante la época de las vacas gordas, cuando vengan los tiempos de las vacas flacas va a estar mucho mejor posicionado para sobrevivir al desastre.
Los principios de la prosperidad
«¿Qué es el hombre …?
Lo hiciste señorear sobre las obras de Tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies …»
—Rey David2
Una de las primeras actitudes que debemos cambiar en nuestra vida es la forma en la que nos vemos a nosotros mismos en relación con las cosas que nos rodean. Para eso es importante contestar a la pregunta filosófica de por qué existimos y cuál es nuestra tarea en el mundo.
Obviamente, esa pregunta es demasiado abarcativa para un libro tan pequeño como éste. Sin embargo, en cuanto al área de manejo económico, es interesante saber que de las tres religiones monoteístas con más extensión del planeta—la de los pueblos cristiano, musulmán y judío—, todas tienen la misma respuesta para esta pregunta: existe un Creador, y nosotros, sus criaturas, hemos sido colocados en este mundo para administrarlo.
Sea usted religioso o no, es sugestivo que este principio de administración se encuentre tejido en nuestra humanidad como una fibra que tenemos en común más allá de las culturas y trasfondos sociales. Este es un Principio con mayúscula. El primer Principio de la Prosperidad.
A lo largo de los años he notado que la capacidad de una determinada persona para verse a sí misma como administrador, gerente o mayordomo de las cosas que posee es determinante en el proceso de tomar las decisiones adecuadas para alcanzar la prosperidad integral.
Cuando se encuentre frente a una casa que quiere comprar, o a un automóvil que está pensando adquirir, esta actitud hacia la vida será determinante para que lleve a cabo esa transacción con éxito o que fracase en el proceso.
Permítame aclararle el concepto con un ejemplo …
Suponga que tengo un amigo que se llama Roberto. Vive en Venezuela y lo han elegido gerente general de una cadena de supermercados. Esta empresa tiene más de 50 negocios en todo el país. Al llegar el fin de año Roberto nota que uno de los supermercados en Maracaibo no está andando bien. Tiene pérdidas desde hace 3 años y a pesar de los esfuerzos hechos para reavivar el negocio en esa zona de la ciudad, este año ha cerrado nuevamente con pérdidas. Entonces, ¿qué es lo que debe hacer Roberto como gerente de esa cadena de supermercados? Probablemente debe cerrar ese negocio con problemas y estudiar la posibilidad de abrir otro en alguna otra parte, ¿no es cierto?
Por otro lado está Federico. Vive en Puerto Rico. Tiene una tienda que fundó su abuelo. El abuelo se la dio en heredad a su padre y este se la pasó en herencia a él. El problema es que en los últimos tres años el negocio no ha andado muy bien. El año pasado dio serias pérdidas y este año no mejora.
La pregunta clave, ahora, es: ¿a quién le va a costar más, emocionalmente, cerrar el negocio? ¿A Roberto o a Federico?
Si bien Roberto debe manejar una suma millonaria de dinero para cerrar el supermercado en Maracaibo, probablemente no va a sufrir emocionalmente tanto como sufrirá Federico en el proceso.
¿Por qué? Porque Roberto es simplemente un gerente, un administrador de una cadena de negocios. Para él la decisión ha sido clara y la ha tomado con la cabeza fría. Tendrá problemas, será complicado, pero la historia con Federico será muy, muy diferente. La diferencia está en que la tienda de Federico es de él, él es el dueño.
Esa es la gran diferencia entre ser dueños y ser administradores. El primer principio que debemos aplicar a nuestra vida es que nosotros tenemos que aprender a ser administradores de las cosas que tenemos, NO dueños. La mayoría de la gente se ve a sí misma como dueña.
El dueño está emocionalmente apegado a sus posesiones. El administrador está emocionalmente desprendido de las cosas materiales que maneja.
El dueño tiene dificultad en tomar las decisiones difíciles que se necesitan tomar y, muchas veces, las toma demasiado tarde. El administrador sabe que las posesiones que maneja no son suyas y, por lo tanto, despegado de las emociones, puede tomar las decisiones difíciles fríamente y a tiempo.
Esta, a veces, es la diferencia entre la vida y la muerte económica.
A veces la gente me dice: «Andrés, teníamos tantas deudas que perdimos la casa». A lo que me gusta contestar: «¿Sabes por qué la perdiste? ¡Porque era tuya!» Si uno no se siente dueño de la propiedad, nunca la puede «perder». Simplemente está transfiriendo un activo a un pasivo: tenía una propiedad y la vendió para saldar una deuda. Fue una transacción económica hecha con la cabeza fría.
Si usted no puede mirar las cosas materiales que tiene con la cabeza fría, entonces debe tener mucho cuidado en la forma en que arriesga su capital. Recuerde que uno debe morir para vivir, dar para recibir y perder para ganar. Es importantísimo vernos a nosotros mismos como administradores de las cosas que Dios ha puesto en nuestras manos y no como dueños de ellas.3
Creo que el desprendernos emocionalmente de las cosas materiales que tenemos es el primer paso en la dirección correcta para disfrutar de lo que he llamado en otros libros la prosperidad integral.
Aprenda el arte del contentamiento
«No hay crimen más grande que el tener demasiados deseos; no hay un mayor desastre que el no aprender a estar contento; no hay una peor desdicha que el ceder frente a la codicia».
—Tao Te Ching4
El segundo Principio de la Prosperidad es el Principio del Contentamiento. Este principio nos enseña que debemos aprender a estar contentos y a disfrutar de la vida sin importar el lugar en el que estemos colocados en la escala social.
Hay que notar que he dicho contentos y no conformes. Hay una importante diferencia entre la persona conformista—que puede llegar a tener tendencias de haragán—, y aquella que ha aprendido a ser feliz en el nivel social en el que se encuentre, gane 100, 1.000 o 10.000 pesos por mes. Uno debe tener el profundo compromiso de hacer las cosas con excelencia y de avanzar económicamente en la vida. Pero, al mismo tiempo, debe aprender a disfrutar con intensidad del lugar en el que se encuentra hoy.
Una buena cantidad de problemas que la gente sufre como resultado de haber adquirido una gran cantidad de deudas proviene porque han hecho una mala inversión en alguna compra mayor—casa, auto, etc.—o porque están insatisfechos con el nivel de vida que le proveen sus ingresos.
Esa gente, en algún momento, pega un salto en la escala social comprando una casa más grande de la que puede pagar, un auto más caro que el que debería tener o mudándose a un barrio más costoso del que le convendría vivir. Ese salto, con el tiempo, le trae serios problemas porque sus recursos económicos no le alcanzan para sostenerse en el nuevo nivel social y hacer un mantenimiento preventivo de sus finanzas, como por ejemplo ahorrar con regularidad.
Muchos en nuestro continente creen que, aunque el dinero no hace la felicidad, al menos ayuda. Eso lo decimos porque, en general, los latinoamericanos no vivimos en una sociedad de abundancia como la europea o la norteamericana.
Si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta de que esta idea, a veces citada en un contexto un tanto jocoso, proviene de una premisa equivocada, de un paradigma erróneo: la creencia de que los bienes materiales pueden satisfacer nuestras necesidades emocionales y espirituales como, por ejemplo, la necesidad de la alegría, del amor o de la paz. Esa es la base filosófica de lo que comúnmente llamamos el materialismo.
Es cierto que tener dinero es más divertido que no tenerlo. Ahora que tengo amigos de muchos recursos económicos me doy cuenta de lo divertido que es tener dinero: uno puede comprarse las cosas que siempre le han gustado, puede vivir en la casa de sus sueños, puede viajar con regularidad y puede entretener y hacer fiestas para sus amigos. Sin embargo, es importante notar la diferencia entre diversión y felicidad. Son dos cosas realmente diferentes.
Con dinero se puede comprar una casa, pero no se puede construir un hogar; se puede pagar una educación, pero no se puede adquirir sabiduría; pueden facilitarse los medios para un trasplante de corazón, pero no proveernos de amor.
A lo largo de los años he notado, contrariamente a las creencias populares, que no es la pobreza la que desintegra a las familias. Desde el punto de vista económico, son las malas decisiones financieras y las deudas acumuladas las que crean tensiones tan altas que, eventualmente, terminan en el rompimiento de la relación matrimonial.
Cuando uno es pobre—y mi esposa y yo somos testigos de ello—, la pareja se une más y trabaja duramente para lograr la supervivencia de la familia. Cuando uno acumula deudas y maneja incorrectamente su dinero, los fondos empiezan a faltar y las acusaciones comienzan a hacerse oír más frecuentemente. Luego siguen los insultos, los maltratos y, finalmente, la separación.
La vida abundante, otra de las formas de llamar a la prosperidad integral, no depende exclusivamente de nuestra capacidad económica. Depende de la forma en la que elegimos vivir cada día y tiene más que ver con una actitud del corazón que con el estado de una cuenta bancaria.
Jesús nuestro Señor dice en el capítulo seis del Evangelio según San Mateo: «¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?»
Algo muy importante para recordar, entonces, es que la tarea más importante en la vida es, justamente, vivir. Donde vivir significa mucho más que meramente existir. Significa dejar de correr detrás de las cosas materiales y superficiales y comenzar a perseguir las cosas más profundas de la vida.
Tengo un examen para probar nuestros conocimientos sobre este tema.
En un interesante estudio realizado recientemente por la televisión educacional estadounidense sobre el consumismo en aquel país y publicado en Internet,5 se descubrió que el porcentaje de estadounidenses que contestó diciendo tener vidas muy felices llegó a su punto más alto en el año … (elija una de las siguientes fechas):
A) 1957
B) 1967
C) 1977
D) 1987
La respuesta correcta está en la letra «A». La cantidad de gente que se percibía a sí misma como muy feliz llegó a su pico máximo en 1957, y se ha mantenido bastante estable o a declinado un poco desde entonces. A mí me resulta interesante notar que la sociedad estadounidense de nuestros días consume el doble de bienes materiales de los que consumía la sociedad de la década del 1950. Sin embargo, y a pesar de tener menos bienes materiales, aquellos se sentían igualmente felices.
Entonces, el tamaño de la casa, el estatus del barrio donde se encuentra o el tipo de automóvil que manejamos puede que nos divierta mucho, pero tiene muy poco que ver con la felicidad en la vida.
Vivir nuestra vida, y vivirla en abundancia, es aprender a disfrutar viendo a nuestros niños jugar en el fondo de la casa. Es la lágrima derramada después de rezar el Padre Nuestro junto a sus camas. Es darles a nuestros niños el besito de las buenas noches. Es preocuparnos por la vida de la gente, ayudar a pintar la casa del necesitado, arreglarle el auto a una madre sin esposo y escuchar en silencio hasta cualquier hora de la noche el corazón del amigo herido.
Vivir en abundancia significa extender la mano amiga a los pobres, aprender a restaurar al caído y a sanar al herido. Significa, para los varones, poder mirar a nuestra esposa a los ojos y decirle sinceramente «te amo». Poder llegar a ser un modelo de líder-siervo para nuestros niños. Significa dejar una marca más allá de nuestra propia existencia.
Poco tiene que ver este concepto de la felicidad y la satisfacción personal con las enseñanzas de los comerciales televisivos o con los evangelistas del materialismo. Poco tiene que ver con lo que se enseña en los círculos afectados por los medios de comunicación social de hoy en día. Si en algo estoy de acuerdo con aquella frase del comienzo es que el dinero no hace la felicidad y, sinceramente, no sé cuánto ayuda.
Propóngase hoy darle una mirada honesta al lugar en el que se encuentra en la escala social de su país. Pregúntese: ¿tengo paz en mi vida económica? Si no tiene paz en el contexto económico en el que le toca vivir, quizás es hora de tomar algunas decisiones importantes, tanto financieras como personales y familiares. Ajuste su nivel de vida y, en lugar de correr detrás de la acumulación económica, decida ser feliz. Usted es el único que puede hacerlo. Yo no puedo cambiar su actitud frente a la vida. Lo tiene que hacer usted hoy mismo.
Para poner en práctica
Escriba, aquí mismo, su decisión de ser feliz en el lugar en el que se encuentra. Disfrute de los ascensos en su trabajo, déle la bienvenida a los incrementos de salario, pero no pierda el sueño por ellos. Decida ser feliz hoy mismo con los recursos que Dios le ha provisto.
 





 
Firma y fecha
1 Rey Salomón, libro de los Proverbios, capítulo 22, verso 7. Siglo X a. C.
2 Rey David, Siglo X a. C. libro de los Salmos, capítulo 8, versos 4 y 6.
3 San Pablo. Primera Carta a los Corintios, capítulo 2, verso 4.
4 Taoísmo. Tao Te Ching 46. Andrew Wilson, Editor. World Scripture, A Comparative Anthology Of Sacred Texts. International Religious Foundation, Paragon House, New York, 1991.
5 http://www.pbs.org/kcts/affluenza/diag/what.html.



viernes, 7 de noviembre de 2014

20 Ilustraciones para usar en la prédica: Dale pinceles de comprensión a tu prédica

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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21. EL LIBRO PARA UN MORIBUNDO, O
SIR WALTER SCOTT Y “EL LIBRO”
Sal. 23:4; 119:105; Jer. 2:6.
Cuando Sir Walter Scott estaba para morir, pidió “El Libro”. Uno de los miembros de su familia, pensando que el moribundo se refería a alguno de los muchos volúmenes que había escrito y que guardaba en su biblioteca, preguntó: —¿Cuál libro? Entonces Sir Walter Scott dijo: —No hay sino un Libro para un momento como este: Ese Libro es la Biblia.
22. LEER LA BIBLIA NO ES TAREA, ES PLACER
(Doblemente Sediento, por la Lectura de la Biblia Mitigó su Sed)
Ex. 17:1–7; Núm. 20:1–11; Sal. 75:15, 20; Prov. 21:25; Is. 55:1; Mat. 25:35, 40; Jn. 4:5–15; 7:37–39; Rom. 12:20; 1 Cor. 10:4; Apoc. 21:6; 22:17.
Cuéntase que recorriendo los caminos del país de Gales iba un ateo, el señor Hone; iba a pie y al caer la tarde sintióse cansado y sediento. Se detuvo a la puerta de una choza donde una niña estaba sentada leyendo un libro. Le pidió el viajero agua; la niña le contestó que si gustaba pasar su madre le daría también un vaso de leche. Entró el señor Hone en aquel humilde hogar donde descansó un rato y satisfizo su sed. Al salir vio que la niña había reasumido la lectura, y le preguntó:
—¿Estas preparando tu tarea, pequeña?
—No señor —contestó la niña—, estoy leyendo la Biblia.
—Bueno, ¿te impusieron de tarea que leyeras unos capítulos?
—Señor, para mí no es tarea leer la Biblia, es un placer.
Esta breve plática tuvo tal efecto en el ánimo del Señor Hone, que se propuso leer él también la Biblia, convirtiéndose en uno de los más ardientes defensores de las sublimes verdades que ella enseña.—El Faro.
23. LA BIBLIA COMO ESPADA DE DOS FILOS
(Convertidos por Leer la Biblia)
Heb. 4:12.
Guillermo Wilberforce era un brillante joven de veinticuatro años cuando fue elegido miembro del Parlamento inglés. Era muy despreocupado en asuntos de religión. Pero una vez durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milner, leyeron todo el Nuevo Testamento en griego, idioma que ambos amigos conocían perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce: fue un hombre nuevo, un digno senador cristiano y el abogado decidido de la abolición de la esclavitud.
Sucedió en Inglaterra también que, para combatir a Pedro Mártir que daba unas conferencias en la Universidad de Oxford, conferencias de esencia netamente antipapista, el clero se alarmó y designó a Bernardo Gilpin para que lo combatiera. Preparándose para la lucha leyó las Escrituras, los escritos de los padres y … después de todo, renunció a la iglesia del papa.—El Faro.
24. CON BASTANTE SAL
2 Tim. 2:15.
Un predicador que había sido invitado para predicar en una iglesia rural, escogió como su texto clave aquel pasaje del Sermón del Monte que dice: “Vosotros sois la sal de la tierra.” A medida que predicaba se iba llenando de entusiasmo, siendo una de sus frases más brillantes: Amado hermano mío, jamás olvides las palabras de nuestro Señor, de que somos sal y sal fuerte; pero si te descuidas no podrás ser como Dios dijo a Abraham: “sal de tu tierra y de tu parentela”.
La congregación escuchaba en silencio pensando: ¡Cuánto sabe de Biblia este hermano! ¿Sabe tanto usted como el predicador o como la congregación?
25. LO QUE EL EVANGELIO DE LUCAS
SIGNIFICO PARA EL
Lucas 1:1–4.
En la población de Yu Yang, en la China Occidental, un joven compró un ejemplar del Evangelio Según San Lucas, en su dialecto chino. Cuando llegó a su hogar, durante tres días consecutivos estuvo leyendo ese Evangelio sin ayuda de ningún predicador u otra persona cristiana. Lucas se posesionó de su vida de tal manera que el joven chino hizo a un lado todo lo que le estorbaba para estudiarlo; y entretanto estuvo esperando alguna indicación de Dios para saber qué debía hacer. En eso llegó un misionero a la villa y el joven chino descubrió con gusto que las gentes de otros países también sabían algo de Jesús. Después, cuando el misionero Hsu Ming-Chih encontró al joven chino descubrió que éste había aprendido de memoria el Evangelio de Lucas; y, lo mejor de todo, lo había aprendido de corazón, pues estaba practicándolo. Esto demuestra lo que puede hacer un solo ejemplar del evangelio. Cada vez que doy un evangelio creo que producirá un buen resultado.—W. E. Schubert.
26. BURLANDOSE DEL MORIBUNDO
1 Cor. 1:18a.
Cierta vez, cuando yo estaba en la China, entré en una ciudad, y una gran muchedumbre me cerraba el paso. Miré para ver lo que acontecía y vi que estaban apedreando a un hombre; como no podía pasar, tuve que presenciar aquella escena. Estaban matando a un hombre arrojándole piedras en la cabeza, en el pecho y las piernas, y despedazaban aquel cuerpo arrancándole la carne. Mientras mataban a ese hombre mucha gente miraba y las mujeres se reían.
Esto quebrantó mi corazón; yo nunca había visto tal cosa.
Algunos decían que el apedreado era un ladrón; pero ninguno sabía si era cierto. Y mientras corría sangre humana la gente se reía.
Eso es lo que hicieron al pie de la cruz: cuando el glorioso Príncipe del cielo estaba muriendo, los seres humanos reían. ¿Y el mundo ha cambiado? ¡No! Los hombres, el mundo, están burlándose y todavía escupen y escarnecen el sacrificio de Cristo, burlándose de su sangre preciosa. Cristo estaba colgado en la cruz y el mundo reía al pie de ella.—Lester Sumrall, en El Embajador.
27. CON ALGUNAS MANCHAS
Prov. 22:6; Ecl. 11:8; 12:1; 1 Cor. 16:10, 11; 1 Tim. 4:12.
Dos estudiantes caminaban cierto día por una calle de Londres. De pronto uno de ellos se detuvo frente a una casa de empeños, y señalando un traje con anuncios que decían, “Con algunas manchas, gran reducción del precio”, exclamó: “¡Qué texto más espléndido para un sermón para los jóvenes!”
Y añadió: “Nosotros los jóvenes nos manchamos, quizás muy poco, viendo una representación vulgar en el teatro, o leyendo un libro inconveniente, o permitiendo pensamientos deshonestos o desordenados. Y así nos manchamos, y cuando llegamos a hombres y se nos valora, quedamos “reducidos en el precio”. Nuestro atractivo, nuestra fortaleza, habrá desaparecido. La consagración de la juventud se habrá esfumado. Y pasamos a formar parte inseparable de los “rezagos” o sobrantes que llevan esta marca: “Con algunas manchas: reducidas de precio.”
28. EL VALOR DE UNA BUENA ILUSTRACION
Deut. 8:5; 13:3; 2 Sam. 7:14; 12:1–23; Job 5:17; Sal. 6:9; 11:5; 89:30–37; Prov. 3:11, 12; 19:18; 17:3; Jer. 10:24; Dan. 5:4; 1 Cor. 3:13; 2 Cor. 8:2; Heb. 12:5–11; Stg. 1:3; 1 Ped. 1:7; 4:12, 13.
Una vez estuve dirigiendo cultos de avivamiento en elcampo, en un lugar del Estado de Misurí, EE. UU. de A. Un domingo hubo una congregación muy grande porque se había anunciado que se serviría una comida bajo los árboles que había alrededor del templo. Mucha gente vino trayendo su comida y había muchas cosas que distraían la atención de toda la gente y no hacían caso de la predicación de aquella mañana. Me sentí chasqueado y resolví retirarme de aquel lugar a un bosque que no estaba muy lejos del templo. Me fui sin comer nada. Por la tarde íbamos a tener otro culto, y durante una hora o dos me quedé orando. Cuando tuve que regresar para predicar pasé muy cerca de donde estaba un ganado, y vi un borrego que había metido los cuernos entre las mallas del cercado de alambre y no podía libertarse. Me acerqué para libertarlo: para el efecto tuve que agarrarlo por los cuernos, torcer su pescuezo y moverle la cabeza hacia un lado y hacia otro. El pobre animal estaba asustado, seguramente sufría algunos dolores, y hacía por libertarse de mí; pues, naturalmente, no entendía que yo era su libertador, su benefactor. Suspendí un poco mi trabajo porque ya estaba yo un poco cansado; pero principalmente por lo testarudo del animal. Reanudé mi tarea y al fin logré libertar al borrego. Me fui al templo pensando en esto, y me sentí impulsado a emplear en la predicación este incidente. Así lo hice. Todo el mundo estuvo atento, y pude predicar de una manera eficaz que dio buen resultado. Empleé la parábola del borrego, hice algunas aplicaciones, y estoy seguro de que hasta el día de hoy muchos recuerdan esa parábola.—J. E. Davis.
29. LOS HOMBRES QUE TIENEN VISIONES
Is. 6:8; Jer. 23:21, 22; Joel 2:28; Hech. 9:6.
Los hombres que hacen grandes cosas por el mundo son los hombres que, como Isaías, tienen grandes visiones. Saulo de Tarso, en el camino de Damasco, vio a Jesucristo; y de aquella visión vino un poder de espíritu que se ha manifestado de una manera benéfica a través de veinte siglos. Lutero, en su celda de monje, tuvo una visión de lo espiritual, y de allí vino la Reforma Protestante con todas sus fuerzas de libertad y de progreso. El éxito del General Booth con el Ejército de Salvación, una organización que en menos de una generación ha circundado a la tierra, es simplemente la realización de lo que él vio.—Rev. Roberto F. Coyle, D. D.
30. ¿A CUAL REINO?
Gén. 1:26, 27; 5:1; 9:6b; 1 Cor. 11:7a; Ef. 4:24; Col. 3:10; Stg. 3:9.
Cuéntase que el rey de Prusia, al visitar una escuela rural, cuando los niños habían dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o animal, les preguntó:
—Y yo, ¿a cuál reino pertenezco?
Los niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una graciosa niña resolvió la dificultad contestando:
—Vos pertenecéis al reino de Dios.
El rey quedó muy contento con la viveza de la niña y profundamente emocionado por la verdad que ella había expresado.
31. LA DECISION DE BILLY GRAHAM Y DE OTROS
Rom. 1:16.
En la revista United States News and World Report, del 27 de diciembre de 1957, Billy Graham dice: “Cuando acepté a Cristo hace veinte años, en una cruzada muy parecida a esta que estamos dirigiendo, pasé al frente con otras cuatrocientas personas. El día siguiente un columnista de uno de los periódicos dijo que eso era el resultado de una agitación emocional y que nadie perseveraría. Sin embargo, yo sé que en este momento once ministros están predicando el evangelio, y que ellos fueron convertidos aquella noche. Ellos eran exactamente como yo era —muchachos alocados— y ahora son predicadores, y consideran ese acontecimiento como su crisis, precisamente como yo lo considero.
“En la ciudad de Nueva York he encontrado muchos caballeros que ahora son directores de actividades religiosas en dicha ciudad, los cuales fueron convertidos hace cuarenta años mediante la predicación de Billy Sunday. Uno de los personajes más notables de ese acontecimiento es el doctor Henry Van Dusen, quien es el Presidente del “Union Theological Seminary”.—Arnold’s Commentary.
32. JUAN Y COMPAÑIA
“El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”2 Cor. 9:6.
—¿Puedo depositar dinero en este Banco?
Un joven de quince años, pobremente vestido se paró frente a la ventanilla del cajero del banco en el pequeño pueblo de Barwick, del estado de Georgia, EE. UU. de A. Todo su aspecto de miseria y pobreza indicaba que sería hijo de un mediero de alguna de las pequeñas granjas de la región, gente que por diversas razones generalmente se encuentra en mala situación económica. Tres hojas de cartón, metidas dentro de sus zapatos completamente gastados, reemplazaban la suela que ya casi había desaparecido.
—¿Cuánto quieres depositar, Juan? —preguntó el cajero.
—Cuatro dólares —contestó el muchacho.
—¿A qué nombre quieres que se abra la cuenta? —La voz del hombre fue bondadosa, pues conocía al joven como un fiel alumno de la escuela dominical de la Iglesia Metodista.
—Juan W. Yates y Compañía —respondió el muchacho con la mayor seriedad.
El cajero miró a través de la rejilla con cierto aire de perplejidad. —¿Quién es la Compañía? —preguntó.
—Dios —contestó el joven solemnemente—. Hoy he recibido el sueldo del primer mes de trabajo, y estoy empezando una cuenta del diezmo. Este es dinero de Dios.
La historia de la vida de Juan W. Yates suena algo como una novela. Fue contador, cajero, gerente, y después jefe de la sección de abastecimiento del ejército, donde se pagaban cheques que llevaban su firma hasta por la suma de diez millones de dólares. Dos destacados pastores han descrito a este hombre como “uno de los laicos más valiosos en toda la Iglesia Metodista”.
Su madre, Eliana de Yates, había entrado a una nueva etapa en su vida espiritual en una serie de reuniones de avivamiento, y en medio de su profunda pobreza y de la lucha por vivir, había empezado a dedicar la décima parte de todos los ingresos al Señor. Juan W. Yates guardó siempre el libro de contabilidad del diezmo de su madre, en un cajón de su lujoso escritorio, al lado de su Nuevo Testamento, y lo mostraba a decenas de miles de personas en las concurridas reuniones donde él predicó la doctrina de la mayordomía. Dice al respecto: “Puede ser que este libro no merezca la aprobación de un contador profesional; pero estoy seguro de que nuestro Padre celestial considera esta contabilidad como muy buena.” Este activo obrero en la iglesia y en la escuela dominical dice que se lo debe todo al hecho de que su madre practicaba el diezmo; su devoción a esa norma marcó el rumbo para su propia vida.—Mensajero Pentecostés.
33. LA OFRENDA DE LA VIUDA
Gén. 4:3–5; 14:20; 22:2; 28:22; Ex. 23:19a; 34:26a; 35:4–29; Lev. 27:30–33; 2 Sam. 6:17, 18; 24:18–24; 1 Rey. 8:5, 62, 63; Mar. 12:41–44; Luc. 21:1–4; 2 Cor. 9:7; Heb. 11:4.
Una joven filipina quedó viuda con seis niños que sostener. Vivía con muchas privaciones y afanes: se levantaba a las cuatro de la mañana todos los días, cocinaba, lavaba, planchaba, preparaba la comida que los niños llevaban a la escuela, y a los más pequeños los atendía en todas sus necesidades. Después se iba a trabajar al campo a fin de ganar suficiente arroz y maíz para alimentar a su familia. Muchas veces, mientras los niños dormían por la noche, ella pensaba en la forma en que podría lograr que el dinero le alcanzara para pagar la colegiatura de alguno de sus niños, o para suplir alguna otra necesidad.
Un día, el pastor de la iglesia pidió que todos los miembros de ésta diezmaran. Parecía imposible que la viuda pudiera hacerlo; y, sin embargo, ella fue la primera en llevar su ofrenda de ocho dólares, que era más de la mitad de lo que había ofrecido el miembro más rico de la iglesia.
34. INACEPTABLE OFRENDA PARA CONSTRUIR UN TEMPLO
Exodo 35:20–29.
Una vez, en una grande ciudad del sur de los Estados Unidos de la América del Norte, un pequeño grupo de cristianos organizó una iglesia bautista en un barrio que estaba creciendo rápidamente, en las orillas de la ciudad. Al principio tenían los cultos en un salón que había servido de bodega, por el cual pagaban alquiler; durante el verano los tenían en una tienda de campaña. Discutieron, hicieron planes, y trabajaron para reunir dinero con el cual construir el templo que deseaban. Una persona rica que vivía en ese barrio, interesada en la cultura general, pero sin pertenecer a ninguna iglesia, ofreció dar 100,000.00 (cien mil dólares) para la construcción del templo: con la condición de que a ella se le permitiese hacer los planos y vigilar la construcción del templo para que se hiciera como ella pensaba que debía ser construido. La iglesia, cortésmente, rechazó la cuantiosa pero sospechosa oferta. Esa iglesia, después de algunos años de orar, contribuir, trabajar y sacrificarse, ha construido un hermoso templo y lo ha equipado con un moblaje conveniente.
Los templos tienen más que ladrillos, mezcla, yeso, ventanas y bancas: tienen lágrimas, corazón y sacrificios de las iglesias que los construyen.—Broadman.
35. EL BAJO COSTO DE OFRENDAR
Gén. 4:3–5.
“Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
La queja más común es contra el alto costo de la vida, y muchas personas se valen de esta excusa para no ofrendar. Pero el hecho es que cuesta más vivir si no ofrendamos. El gobierno espera que seamos liberales en nuestras ofrendas para causas nobles, y de esta manera las contribuciones son menores. No damos para recibir, pero así sucede en la vida: “Echa tu pan sobre las aguas.”
La historia de Ananías y Safira es un ejemplo del alto costo de no ofrendar. (Hechos 5:1–12).
Ellos vendieron una posesión y podían haber ofrendado; pero “sustrajeron parte de su valor” y se pusieron de acuerdo para ser egoístas con sus amigos necesitados. “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazónpara que mintieses …?” Ananías y Safira no fueron honrados para con Dios.
“Al oir Ananías estas palabras, cayó y expiró.” ¿Cuánto costó a esta pareja el no ser buenos mayordomos?
1.     Los privó del gozo de ser amigos liberales.
2.     Los privó de su integridad delante de Dios.
3.     Perdieron el lugar que ocupaban entre sus amigos cristianos.
4.     Les costó su propia vida.
Es mucho más barato dar, ¿verdad?—Fred T. Laughton, Jr.
36. PARA MISIONES
2 Cor. 8:1–4.
Sus manos temblaban al poner dentro de mi bolsillo el arrugado billete. “Es para misiones”, me dijo casi al oído. Recordé que aquel anciano sólo recibía mensualmente 18, 00 dólares como pensión, y de eso él ya había dado el diezmo.
—Lo siento, pero no puedo tomar este dinero —le dije—, yo sé que usted tiene muy poco para sus propios gastos. Sus ojos me miraron con fijeza y con severidad cuando me dijo:
—Pastor ¿sólo porque soy pobre va usted a negarme el privilegio de dar para una causa que amo tanto?—W. E. Grindstaff.
37. COMO OBRA DIOS
Ex. 3:2–6; 9:18–35; 14:21–30; Jos. 10:10–13; 1 Rey. 9:9–18.
Dios hace la mayor parte de su obra en la naturaleza por medio de fuerzas ocultas y silenciosas. La gravitación trabaja en silencio conservando al océano en su lugar y sosteniendo a las estrellas en sus órbitas. Los efectos ruidosos de la gravitación no son sino la parte más insignificante de su obra. Los rayos del sol, invisible y silenciosamente, levantan tres billones de toneladas de agua cada minuto y proveen el agua de todos los ríos del mundo. El ruido de las cataratas no representa sino una parte infinitesimal de su fuerza. El relámpago es una pequeñísima parte de la obra de Dios por medio de la electricidad. El terremoto es una pequeña porción de la obra geológica de Dios. El torbellino es sólo una parte insignificante de lo que el aire hace en el mundo.—P.
38. ¿QUE HACES AQUI, ELIAS?
Gén. 3:9; 1 Rey. 19:9, 13.
Un cartel con la inscripción: “¿Qué haces aquí, Elías?” cayó en manos de cierto ministro alemán en el estado de Maryland. Estaba tan contento con él que se resolvió a traducirlo al alemán, para el bien de una parte de su congregación. Apenas había comenzado la traducción, cuando le llamaron a salir. Cierto señor Elías que vino a ver al ministro durante su ausencia, viendo el cartel y sintiéndose impresionado por el título, se lo llevó. Cuando volvió el ministro, su esposa le dijo lo que había sucedido, y fue luego en busca del señor Elías, porque deseaba terminar su traducción. Al pasar por cierta casa, por la ventana vio a este individuo, ocupado con algunos amigos incrédulos, jugando. El ministro, metiendo la mano por la ventana, tocó al señor Elías en el hombro, diciendo a la vez: “¿Qué haces aquí, Elías?” Fue una palabra oportuna y que lo llamó del camino tortuoso del pecado y la insensatez al angosto camino que conduce a la Nueva Jerusalén.—El Expositor Bíblico.
39. NOSOTROS: LIBROS ABIERTOS
Una mujer china que acababa de aprender a leer, oró, diciendo: “Señor, vamos a trabajar entre muchas personas que no saben leer. Señor, haz que nuestras vidas sean Biblias abiertas, para que aquellos que no pueden leer el Libro, puedan leerlo en nosotras.”—The Homiletic Digest.
40. UN PADRE VA A LA CARCEL PARA DAR
BUEN EJEMPLO A SU HIJO
Prov. 6:20a.
Uno de los periódicos de Louisville, Kentucky, en 1956 publicó la noticia de que un padre de familia había violado las leyes de tránsito y, reconociendo su culpa, la confesó, y no procuró desconocer sus responsabilidades; además, en lugar de pagar una multa prefirió la pena máxima: la de ser encarcelado. Ese padre de familia explicó su determinación, diciendo: “Creo que de esta manera enseño a mi hijo que no debemos menospreciar las leyes.”—Broadman.
Lerı́n, Alfred: 500 Ilustraciones., S. 24



jueves, 6 de noviembre de 2014

Veinte Ilustraciones para usar en los sermones: Ayuda para los ministros y predicadores itinerantes

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Información

1. “COMO SERPIENTE MORDERA”
Prov. 23:32.
El perforador de pozos Andre Poultier, de Rouen, Francia, apostó ante un grupo de amigos en un restaurante, que se bebería treinta y nueve vasos de vermut en diez minutos.
Ganó la apuesta: y cayó muerto.
2. LA RANA OPTIMISTA
Ecl. 9:10; Rom. 12:11; 13:11; Ef. 5:14.
Dos ranas, una optimista y otra pesimista, cayeron al mismo tiempo en dos vasijas que contenían leche. La rana pesimista dice: “No puedo salir de este cacharro, porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a asfixiarme, estoy perdida.” Y, en efecto, se asfixia y muere.
La rana optimista no sabe tampoco qué hacer; pero como es optimista trata de hacer algo y se agita en todos sentidos. Como se está moviendo continuamente, bate la leche con tanto vigor que ésta se transforma en mantequilla. La rana entonces se sienta sobre la mantequilla y puede respirar libremente.
Esto prueba que quien posee un carácter optimista hace siempre algo, aun cuando no sepa qué hacer para salir en una situación difícil; pero sigue luchando y confiando en Dios y él es poderoso para hacernos “más que vencedores.”— El Embajador.
3. LA HISTORIA ABATE AL ALTIVO URBANO VIII
Ex. 1:8–22; 1 Sam. 14:24–45; 18:6–29; 22:6–19; 1 Rey. 5:13–18; 12:1–20; 2 Crón. 2:2, 17, 18; Mat. 14:1–12; Mar. 6:14–29; Luc. 9:7–10.
En el año de 1633 el Papa Urbano VIII, quien pretendía ser el sapientísimo e infalible vicario de Cristo, haciendo alarde de su “sabiduría” mandó encarcelar a Galileo porque éste enseñaba que la tierra giraba sobre sí misma y a la vez alrededor del sol. Al gran Galileo, para salvarle la vida después de haber sufrido durante muchos, muchos meses en los calabozos de la Inquisición, se le hizo salir, con la creencia de los inquisidores, de que la prisión había quebrantado la fe de él en las “herejías” que había estado enseñando. Pero como se viera que Galileo aún conservaba las ideas que antes había expuesto, el Papa lo mandó a la cámara del tormento, donde el pobre anciano sufrió muchas veces, con estoicismo, el suplicio de la cuerda. Al fin, quebrantado y vencido por los sufrimientos físicos y morales, fue obligado a abjurar en esta forma: “Yo, Galileo, a los setenta años de edad, arrodillado ante sus eminencias y teniendo ante mis ojos los Santos Evangelios que toco con mis propias manos, abjuro, detesto y maldigo el error y la herejía del movimiento de la tierra.”
La justicia divina y la sabiduría que Dios ha transmitido a los hombres, han exaltado a Galileo colocándolo, entre los sabios más ilustres que el mundo ha conocido, y han humillado al altivo Papa Urbano VIII colocándolo entre los hombres más presuntuosos e ignorantes de la tierra.— Exp. Bíbl.
4. LA CAIDA DE LA SOBERBIA
Sal. 1; Sal. 49:6; Prov. 2:14; Is. 24:8; Mar. 10:23–25; Luc. 12:19; Rom. 1:30; 3:23, 27; 11:18; 1 Cor. 5:6; 13:6; 1 Tim. 6:17–19.
Con frecuencia hemos visto a un niño que anda contoneándose para lucir, ante quienes lo ven, su ropa nueva; y al tropezar y caer llora lo más fuerte que puede al ver su vestido sucio por la tierra o por el lodo del piso.
De parecida manera, Dios ha puesto en ti muchas gracias, muchas cualidades o virtudes y te ha concedido muchos dones. Puede ser que al pensar en estas cosas te jactes por ellas y desdeñes a quienes no las tienen, como lo hicieron Roboam y Nabucodonosor al pensar en su respectiva grandeza, y como ellos cayeron así también tú caigas. Y puede ser que cuando estés caído, en lugar de hacer alarde de lo que tenías y en lugar de jactarte por ello, te pongas a llorar como aquel niño imprudente: porque tu traje de muchos colores se ha ensuciado y se ha manchado en la caída.— Cawday, adaptación.
5. AMOR MAS VALIOSO QUE EL ARTE
Y LOS HONORES
Gén. 24:15–27:46; Rut. 1–4; Prov. 12:4a; 18:22; 19:14; 31:10–31; Jn. 15:13; 1 Cor. 13; Ex. 34:7; Ez. 18:27, 28, 30–32; 1 Sam. 15:24; Sal. 103:3; Mat. 6:12; Luc. 15:11–32; Jn. 8:21; Rom. 8:24.
Jorge Romney fue un famoso pintor inglés (1734–1802). Desde su niñez demostró que tenía un sentido artístico excepcional, y se dedicó a pintar cuadros históricos, de la naturaleza, y mayormente retratos. En su juventud anduvo de villa en villa y de ciudad en ciudad pintando retratos y vendiéndolos por unas cuantas monedas. Se enamoró de una señorita, y se casó con ella. Entonces uno de los admiradores de Jorge dijo que era una lástima que se hubiera casado porque se dedicaría más a su esposa que a su arte, y que por esto fracasaría artísticamente. Al saber esto Romney se separó de su joven esposa, y se dedicó a la pintura. Viajó por Francia, por Italia, y regresó a Londres. Poco a poco había adquirido experiencia, habilidad y prestigio. Unos de sus más famosos cuadros son “La Muerte del General Wolfe”, “Guillermo Bedford”, “Miss Vernon como Hebe”, “Casandro”, “El Naufragio”, ‘Sir Jorge y Lady Warren”, “Las Hijas del Párroco”, y “Lady Hamilton como Dafne”. Este último cuadro está en el Museo Metropolitano de Nueva York. Se dice que admiraba tanto a Lady Hamilton que la consideró como su modelo favorito y la llamó “la dama divina”. Fue tan solicitado para pintar retratos de personajes célebres de Londres, que no tuvo tiempo para dedicarse a otro género de pintura. Todo eso le dio fama y dinero. Pasaron los años, y Jorge Romney envejeció y enfermó, juntó las cosas que podía llevar consigo, y se encaminó hacia el norte del país, donde había quedado su esposa, y se reunió con ella: amorosamente lo recibió, y lo cuidó con ternura hasta que murió. Después alguien dijo que el corazón y el amor de la esposa de Jorge Romney eran mucho más valiosos que todos los cuadros que Jorge Romney pintó.— A. L.
6. VISION DEL AMOR DE DIOS
Isa. 55:7.
Christmas Evans nos dice en su diario que un domingo por la tarde mientras iba viajando por un camino muy solitario para asistir a una cita se convenció de que su corazón era muy indiferente. Dice: “Amarré mi caballo y me fui a un lugar muy apartado en donde anduve sin rumbo fijo, en agonía, repasando mi vida. Esperé tres horas ante Dios, quebrantado por la tristeza, hasta que percibí la magnanimidad de su amor para perdonar, y recibí de Dios un nuevo bautismo del Espíritu Santo. Cuando el sol se estaba ocultando, volví al camino, encontré mi caballo, monté en él y me fui a la cita. Al siguiente día prediqué con un poder tan nuevo a un vasto concurso de personas reunidas a un lado de una colina, que se inició un avivamiento que se extendió por todo Gales.”—Hastings.
7. AMOR ES AYUDAR A OTROS
Mat. 5:46–48; Jn. 13:3–17.
Una maestra de párvulos trataba de explicar a los niñitos de su clase lo que es el amor; pero no podía, y por saber lo que decían sus pequeños alumnos, les preguntó qué es el amor. Entonces una niñita de seis años de edad se levantó de su silla y fue hasta la maestra, la abrazó, la besó y le declaró: “Esto es amor.” En seguida la maestra dijo: “Está bien; pero el amor es algo más. ¿Qué es ese algo?” La misma niña, después de un rato de estar pensando, se levantó y comenzó a poner en orden las sillitas que estaban fuera del lugar que les correspondía, limpió bien el pizarrón, levantó unos papeles que estaban en el suelo, arregló los libros que estaban en desorden sobre una mesa; y en seguida, con aire de satisfacción, dijo a su maestra: “Amor es ayudar a otros.” La niñita tenía razón.—Expositor Bíblico.
8. PARABOLA
Heb. 13:1.
Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:
—¿De qué utilidad eres tú? —dijo el alfiler a la aguja—; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza?
—Y a ti —respondió la aguja en tono agudo—, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?
—¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?
—Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
—Sí; pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.
Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.
—Conque aquí estamos de nuevo —se dijeron—, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.
—¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego … echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos!—El Embajador, Poth, Tex.
9. AMOR PARA LAS BESTIAS
Y NO PARA LOS NIÑOS
Deut. 6:5; Job 34:20; Sal. 27:10; Is. 1:17, 23; 4:15; Jer. 5:28; Os. 4:6; 6:6; Miq. 6:6–8; Zac. 7:10; Mat. 7:12; 10:42; 18:3; 19:13–15; 25:34–40; Mar. 10:13–16; 12:30, 31; Luc. 6:31; 10:27; 10:29–37; 18:15–17; Stg. 1:22, 27.
Entre los paganos no se toman ningunas precauciones para proteger a los pobres y a los necesitados. “En un lugar de la India había un indio fanático que en su taller tenía colgada una caja, en la cual estaban escritas, en su dialecto, unas palabras que, traducidas, decían esto: ‘Fondo para Alimentar a las Vacas.’ El dinero reunido allí se usaba para alimentar a las vacas que por estar demasiado débiles no podían trabajar, o a las que habían sido compradas de los carniceros mahometanos. Se le preguntó a ese indio cómo eran atendidos sus niños huérfanos, a lo cual él respondió: ‘¿Por qué hemos de alimentarlos y sostenerlos? Deben de haber hecho alguna cosa muy mala en su vida anterior.’ ”
¿Verdad que mucha gente necesita el evangelio?—J. S. A.
10. ENEMIGOS DESTRUIDOS
Ex. 20:13; Mat. 5:21–26, 38–45; Mat. 18:11–14; Jn. 3:15; Stg. 4:1–3.
Se cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: “Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos.” Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes. Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador:
“¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos. Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado.
Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo:
—Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.”—Expositor Bíblico.
11. PRACTICANDO EL SERMON DEL MONTE
Deut. 6:6–9; 11:18–21; Sal. 19:7–11; 37:30, 31; 119:9, 11, 105; Prov. 3:3, 4; 6:20–23; 7:1–3; Mat. 7:24–27; Luc. 6:47–49; Rom. 2:13; Stg. 1:22–25.
Un cristiano de la península de Corea visitó a uno de los misioneros que allí estaban, y le dijo que había aprendido el Sermón del Monte y deseaba repetirlo delante de él. En seguida aquel cristiano repitió, palabra por palabra, sin que le faltara una sola, los tres capítulos que componen el mencionado sermón. Cuando terminó, el misionero dijo a ese cristiano que era necesario poner por obra las enseñanzas del sermón; a lo que aquel creyente replicó: “Así lo aprendí: Procuraba yo aprenderlo, todo de una vez, y las palabras se me iban. Entonces aprendí de memoria un versículo, salí en busca de alguno de mis vecinos y en él practiqué las enseñanzas de ese versículo; y se me quedaron bien las palabras. Entonces procuré aprender de esa manera todo el sermón, y así lo aprendí.”—Expositor Bíblico.
12. DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLOGICOS
Mat. 25:35.
El señor Schmaryu Gutman descubrió casualmente las ruinas del antiguo palacio del rey Herodes, en las vecindades del Mar Muerto. Este hallazgo es de gran importancia, porque los investigadores creían que el palacio había sido completamente destruido, pues sólo se conocían algunas ruinas del muro que circundaba al Masada, la poderosa fortaleza en que Herodes se refugió al huir de Jerusalén.—Heraldo Bautista.
13. NO MAS “GUERRAS SANTAS”
Rom. 12:18.
El Primer Ministro de Pakistán, señor Noon, de religión mahometana, había viajado mucho en los Estados Unidos de la América del Norte y el Canadá; por lo mismo había visto cómo unos países vecinos en este continente pueden vivir en paz y resolver sus problemas comunes sin el uso de la fuerza: le impresionaron profundamente las largas fronteras que hay sin fortificar entre el Canadá, los Estados Unidos de la América del Norte y México.
Como había habido muchas desavenencias entre Pakistán y la India por causa de las fronteras, los musulmanes de Pakistán habían estado expresando sus deseos de hacer una “guerra santa” en contra de la India. Cuando el señor Noon regresó a Pakistán publicó un decisivo edicto, cuya parte esencial declaraba que los musulmanes debían desechar todo pensamiento que tuvieran a favor de tener una “guerra santa” contra la India. En seguida él fue a la India para tener una conferencia con el Primer Ministro de este país, señor Nehru: cuando terminaron las pláticas, estos dos señores declararon a sus respectivos países que habían logrado tener un acuerdo amistoso, que habían resuelto las dificultades correspondientes a ocho de los quince asuntos referentes a disputas fronterizas. Más tarde tuvieron otro acuerdo: que no se usaría la fuerza para resolver o finalizar los otros siete problemas relacionados con las fronteras. Estos dos directores de pueblos han seguido los procedimientos verdaderamente cristianos para solucionar las dificultades personales e internacionales: y este procedimiento lo están usando ya muchos directores de pueblos.—Arnold.
14. LA TORRE DEL ARREPENTIMIENTO
Lucas 3:3–14.
En las cercanías de Hoddam Castle, Dumfrieshire (Escocia), había una torre llamada “La Torre del Arrepentimiento”. Se refiere que en cierta ocasión un barón inglés, al caminar cerca de ese castillo, vio a un pastorcito que estaba tendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia.
—¿Qué estás leyendo, muchacho? —preguntó el transeúnte.
—La Biblia, señor —respondió el niño.
—¡La Biblia! Tú debes ser más sabio que el cura párroco. ¿Puedes decirme cuál es el camino para ir al cielo?
En seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre, repuso:
—Sí señor, puedo: usted debe tomar el camino hacia aquella torre.
El barón se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de su Libro, y después de pronunciar una insolencia siguió su camino en silencio.
Lector: ¿Ya has estado en “La Torre del Arrepentimiento”? Si no … pues ya sabes: debes entrar en ella …—N. T. Anecd.
15. COSAS DE VALOR QUE NO SE VEN
Rom. 12:18.
Se dice que un joven le decía a un ministro evangélico que él creería en Dios cuando pudiera verlo. El ministro le preguntó: —¿Joven, usted cree que su madre lo ama? El joven respondió: —Yo no solamente creo, sino que yo sé que me ama. Entonces el ministro le preguntó si él podía ver el amor de su madre, si podía pesarlo, o medirlo. El joven contestó: —Yo no puedo ver, ni pesar, ni medir el amor de mi madre; pero yo sé que me ama. Entonces el ministro poniendo su mano amorosa sobre el hombro izquierdo del joven, le dijo: —Joven, Dios es amor.
Así como es el amor, hay muchas otras cosas que no se ven; pero son tan reales o más reales que las cosas que se ven. Todos sabemos que todas las cosas que los hombres han hecho son producto de lo que no se ve, o sean las ideas o pensamientos de los hombres: la imprenta, antes que los hombres la vieran, estuvo en la mente de su inventor. Lo mismo podemos decir de la luz eléctrica, del telégrafo, del aeroplano, de la radio, de la televisión, etcétera. Un edificio, antes de ser construido, está en la mente de alguna persona o personas; después el arquitecto o los arquitectos ponen esas ideas en papel, hacen los planos, y más tarde construyen el edificio. No olvidemos, pues, que todo lo que nos rodea, que ha hecho el hombre, es producto de lo que no se ve: de la mente humana.—Leobardo Estrada C.
16. LA NARANJA Y EL ATEO
Sal. 53:1a.
Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio, y después de haber finalizado su discurso, invitó a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma. Después de unos momentos un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su afición a las bebidas embriagantes, pero que había sido salvo recientemente, aceptó la invitación, y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El conferencista le pidió que hiciera la pregunta; pero el hombre continuó imperturbable pelando la naranja, al término de lo cual, se la comió. Cuando terminó de comérsela se volvió al conferencista y le preguntó:
—¿Estaba dulce o agria?
—No me pregunte tonterías— respondió el orador con señales evidentes de enojo—. ¿Cómo puedo saber el gusto si no la he probado?
El borracho convertido respondió entonces:
—Y ¿cómo puede usted saber algo de Cristo si nunca lo ha probado?—El Exégeta.
17. EL MUNDO
Sal. 10:4; 14:1; 53:1.
Hay personas que ven el mundo en que vivimos y creen que se hizo solo. Esta manera de pensar no es lógica. Sabemos que todo efecto tiene su causa. Este mundo en que vivimos es un efecto, y debe tener su causa. Muy bien se ha dicho que sería más fácil pensar que al arrojar desde un edificio alto miles de notas musicales, pautas, etcétera, y que al caer al suelo se arreglaran ellas solas para formar una sinfonía; y que sería más fácil creer que al arrojar desde un alto edificio miles de letras de cada una de las letras del abecedario, al caer al suelo pudieran solas arreglarse de tal manera que fueran formando sílabas, palabras, frases, oraciones, párrafos, ideas y que, como resultado final, tuviéramos un drama o una novela escritos. Esto sería más fácil y no que el mundo se haya hecho solo.—Leobardo Estrada C.
18. GRANDEZA, PODER, RESPONSABILIDAD
Lev. 19:15; Deut. 1:16; 16:19, 20; 1 Rey. 4–11; Sal. 33:12; Prov. 14:34; 28:15; 29:2; 31:4, 5, 9; Rom. 13:1–6; 1 Tim. 2:1, 2; Tito 3:1; 1 Ped. 2:13–17.
Personas bien informadas acerca de las responsabilidades, de la grandeza y del poder del Presidente de los Estados Unidos de la América del Norte, dicen que son mucho mayores que las de Salomón; que son partes de un trabajo imposible de desempeñar por una sola persona. Se requiere que sea Jefe de Estado, Jefe del Poder Ejecutivo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, constitucionalmente responsable de la política extranjera de su país, y jefe del partido político a que pertenece. Generalmente comienza sus actividades en su oficina de la Casa Blanca a las ocho horas: estudia un sumario de los informes referentes a las condiciones en que está el mundo, lee la correspondencia, conferencia con sus principales ayudantes, con los oficiales del gobierno, con hombres de negocios, y con los miembros de su Gabinete: principalmente con el Secretario de Estado. Las sesiones con su Gabinete las tiene generalmente los viernes a las nueve horas, y siempre comienzan con una oración en silencio.—Adaptado de Arnold.-A. L.
19. FEDERICO EL GRANDE Y EL MOLINERO
1 Rey. 21:5–10, 16–20.
En el reinado de Federico, rey de Prusia, había un molino cerca de Potsdam, el cual interceptaba la vista de las ventanas de Sans Souci. Enfadado por este estorbo para él en su residencia favorita, el rey mandó preguntar al propietario el precio por el cual vendería su molino. “Por ningún precio”, fue la respuesta del resuelto prusiano, y en un momento de enojo, Federico dio orden de que el molino fuera demolido. “El rey puede hacer esto”, dijo el molinero cruzando reposadamente los brazos, “pero hay leyes en Prusia”. Y desde luego procedió legalmente contra el monarca, y el resultado del proceso fue que la corte sentenció a Federico a reconstruir el molino y a pagar además una gran suma de dinero como compensación por el mal que había hecho. El rey se molestó; pero tuvo la magnanimidad de decir, dirigiéndose a sus cortesanos: “Estoy complacido de encontrar que existen en mi reino leyes justas y jueces rectos.” Hace algunos años que el jefe de la honesta familia del molinero, que había heredado legalmente la posesión de este pequeño bien, se encontró en invencibles dificultades pecuniarias con motivo de las pérdidas sufridas a consecuencia de la guerra, y escribió al rey de Prusia recordándole la negativa dada por sus ascendientes a Federico el Grande y preguntando si su majestad abrigaba el mismo deseo de entrar en posesión de la propiedad, dadas las condiciones embarazosas en que él como propietario se encontraba. El rey escribió inmediatamente, con su propio puño, la siguiente respuesta: “Mi querido vecino: No puedo permitir que venda usted el molino; éste debe permanecer en su posesión tanto tiempo como exista algún miembro de su familia, porque pertenece a la historia de Prusia. Lamento, sin embargo que esté usted en malas circunstancias económicas, y le envío seis mil marcos para que arregle sus asuntos, esperando que esta suma sea suficiente para rehacer su negocio. Considéreme siempre como su afectísimo vecino, Federico Guillermo.”— Este molino trabaja todavía en la localidad.—Jacox.
20. EL HOMBRE AVARO NUNCA SATISFECHO
1 Rey. 21:5–10, 16–20.
Un buque puede ser cargado de oro hasta que se hunda y sin embargo, haber dejado espacio para poner diez tantos de la carga. Así el hombre avaro, aunque tenga lo suficiente para hundirse, no tiene nunca lo suficiente para estar satisfecho.—Trapp.