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sábado, 11 de junio de 2016

Estas señales seguirán á los que creyeren: En el Nombre de Jesucristo echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Derrotando a satanás hoy y siempre
Las señales que seguirán a los que creen Hoy
La Unción del Espíritu Santo en el ministerio

La obra de Dios vive tiempos fructíferos en muchos países de América. Las personas están hambrientas de Dios, necesitan descubrir el verdadero camino. Por lo tanto, creo que es necesario estar preparados y para ello necesitamos la unción divina que respalde nuestros ministerios. Toda obra que no lleva la firma ungida de Dios es muerta.

La unción deben reconocerla aun los que no tienen a Cristo en sus vidas. Mientras caminamos, cuando trabajamos o realizamos diversas actividades, las personas que nos rodean deben reconocer algo diferente en nosotros; y aunque ellos no lo expresen con la misma palabra, esto se llama: unción. Si el mundo no ve en nosotros esa unción, no creerá que Dios nos envió. 

La mayor capacitación que un siervo puede tener es la del Espíritu Santo, sin su obra en nuestra vida sería imposible hacer la voluntad de Dios en esta tierra. Por eso es necesario que estemos investidos, que seamos llenos, renovados permanentemente en el poder y la gracia del Espíritu Santo.

Tal fue el caso de una joven mujer que ansiaba con desesperación encontrar a Dios, pero la misericordiosa mano del Señor la guió hacia alguien que sin conocerla le mostró el camino de su salvación. 

Ella misma relató el hermoso testimonio de esta manera:


«No me quite lo que me ha dado»
Mi vida tenía muchas complicaciones. Había tomado la decisión de suicidarme. Por lo tanto, llevaba en mi cartera una carta en la que expresaba mi determinación. 

Desconocía todo acerca de la campaña evangelística que precisamente ese día daría comienzo en la ciudad de Mar del Plata. No sabía nada del evangelista Annacondia, ni siquiera había oído hablar de él.

En ese tiempo trabajaba como jefa de personal de un importante hotel de esa ciudad. Por años llevé una vida de enfermedad y depresión a pesar de tener una familia bien constituida. No me faltaba nada, pero algo no andaba bien en mí.

Una tarde, mientras estaba parada en mi puesto de trabajo esperando que los empleados a mi cargo cambiaran de turno, decidí terminar con mi vida. Ese era el día que había elegido para suicidarme. Como mi trabajo estaba ubicado frente al mar, caminaría penetrando en las aguas sin mirar atrás y de esta manera le pondría fin a mis sufrimientos.

La entrada del hotel es muy hermosa con unas grandes puertas de vidrio y bronce. Desde allí se sienten los ruidos comunes del vestíbulo. A pesar de lo acostumbrada que estoy a ellos, esa tarde me llamó poderosamente la atención el sonido de la puerta que penetró en mis oídos muy profundamente. En ese instante, siento una mano muy fuerte que me toma de la espalda y me levanta, entonces comienzo a caminar bien erguida y me dirijo hacia una persona que estaba entrando por esa gran puerta. 

Me acerco, lo agarro fuertemente de su camisa y le digo:
—Señor, señor, ¿habrá alguien que me hable de Dios? Necesito que alguien me hable de Él.

Este hombre, con unos ojos muy limpios y una sonrisa muy tierna, me responde:
—Sí, yo te puedo hablar de Dios. Te puedo hablar de un Cristo que te ama y te salva, Él es Jesús de Nazaret.

Esas palabras jamás las voy a olvidar; en ese momento comencé a pedir perdón al Señor. Descubrí todos los pecados que había cometido en mi vida, incluso los que había hecho de niña. 

Al pedir perdón a Dios, entró una luz a mi interior y comencé a agradecerle. Luego miré al hombre que me había hablado y le dije:
—Dígame, ¿quién es usted?
—Yo soy un siervo de Dios, soy el evangelista Carlos Annacondia—me respondió.
—No lo conozco—repliqué—, pero no me quite lo que me ha dado.

A los quince minutos llegó mi esposo a buscarme a mi trabajo y no me reconoció. A partir de esa tarde mi vida cambió, nunca volví a ser la misma. Esa noche fui a la campaña de Annacondia y entregué mi vida a Dios frente a una gran multitud. Hoy puedo decir que fui la primera persona que entregó su vida al Señor a través del evangelista en esa primera e inolvidable campaña de Mar del Plata.

A los tres días de haber conocido a Dios, Él me habló con voz audible y me dijo que tendría una hija más. No fue fácil entenderlo y aceptarlo porque debido a una operación en la que me habían extraído algunos órganos reproductores, los médicos habían confirmado que nunca más podría tener hijos; en esos momentos tenía treinta y siete años y tres hijas. Hoy mi cuarta niña tiene once años y es el resultado de haberle creído a Dios.

No mucho tiempo después, Dios me llamó a su servicio. Hoy trabajo para la obra del Señor pastoreando junto a mi esposo un anexo de nuestra iglesia. Dios es nuestra fuerza y aliento.
María, ciudad de Mar del Plata, Argentina.
Sin la unción de Dios, ningún ministerio en la tierra puede ser eficaz. Si hay algo que nosotros necesitamos es lo que Jesús le encomendó a sus discípulos: «Quédense en Jerusalén hasta que descienda el Espíritu Santo y los llene con poder de lo alto» (Lucas 24:49, La Biblia al día). Ellos deberían primeramente ser llenos del poder de Dios para luego ser testigos en Jerusalén, también en Samaria y finalmente hasta lo último de la tierra. 

Cuando estamos investidos del poder, tenemos la capacidad de ser testigos y así es como comienza nuestra vida en el ministerio. Allí es donde veremos las señales que marcarán nuestro camino.

Cierto día llegó un hermano a mi iglesia para invitar a un predicador a realizar una campaña en una villa miseria por tres días. Dentro de la congregación se habían formado muchos predicadores, por lo tanto, cualquiera de ellos podría hacerlo. Sin embargo, el hermano insistió en que debía ser yo el que llevase la Palabra puesto que su esposa me había visto en visión predicando.

Para ese entonces Dios ya me había hablado diciéndome que si quería que Él me usara, solo debía creer. Allí me mostró abiertamente el verdadero significado de Marcos 16:17, Él me reveló que ese era el secreto de las señales: creer.

Entonces le dije a Dios que nunca me iba a proponer para predicar en una campaña, Él siempre enviaría personas que me invitaran, de esta manera me daría cuenta de que Dios estaba en ello. Así sucedió desde aquel momento hasta el día de hoy.

La campaña a la que me invitaron era en medio de una de las más peligrosas villas. La primera noche muchos pandilleros cayeron endemoniados al suelo, revolcándose y echando espumarajos, así fueron libres de todas las ataduras diabólicas. Al día siguiente estos muchachos eran los primeros en esperar el comienzo de la reunión.

La segunda noche de campaña, no sé si fueron aquellos pandilleros u otros, pero alguien cortó la electricidad del lugar. Igualmente junto con el resto de los hermanos comenzamos a alabar a Dios con todo nuestro corazón y el Espíritu Santo descendió de tal manera que los que estaban ubicados a mi derecha cayeron al suelo y la mitad de ellos comenzaron a revolcarse. 

Veía personas que entraban de la calle gritando, otros llorando, algunos se arrastraban, vi a otros golpearse la cabeza contra el púlpito dando gritos. Mientras tanto, todos continuamos alabando hasta que repararon el desperfecto eléctrico. Esa noche pude ver obrar al Espíritu Santo al darle convicción de pecados a tantas personas, además de sanidades y liberaciones.

El tercer día de campaña los espíritus inmundos continuaban saliendo. Algunas personas llevaban a los vecinos del lugar que se manifestaban en sus propias casas. Esa noche la reunión finalizó llena de prodigios y maravillas. Así fue mi primera campaña evangelística. La gloria de Dios estaba allí mostrando señales que respaldaban su Palabra.

Como le ocurrió a esta mujer, el mundo está esperando que alguien enviado les predique, les hable de salvación, sanidad y liberación. En Romanos 10:11 la Biblia nos dice:
Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
¿Es usted, estimado amigo, o es su ministerio el encargado de este mandato? Si es así, nunca olvide los pasos que describiré a continuación.
Siete pasos para la unción
Hay siete requisitos que cumplir para tener éxito en el ministerio cristiano. Estos son los elementos básicos para alcanzar un ministerio ungido y con éxito. Sin ellos, nuestro servicio será intrascendente y sin frutos. Observemos lo siguiente:
Consagración
Con esto me refiero a la entrega total de una persona a Dios. Ninguno de nosotros puede desarrollar un ministerio eficaz si no rendimos toda nuestra vida a Él.

En la empresa comercial y familiar que dirijo, cuando necesitamos emplear a una persona para trabajar con nosotros, publicamos un aviso en las páginas del periódico. Como respuesta a tal solicitud, se presentan muchos a los que se les hacen los exámenes pertinentes al puesto que se encuentra vacante. De acuerdo a la capacidad de cada aspirante, elegimos a uno de ellos que a nuestro parecer es el indicado. Sin embargo, esto no se hace sin antes evaluar algunas referencias, como por ejemplo: la capacidad para el desempeño de la correspondiente función y la experiencia. Así se suele proceder cuando se necesita contratar a alguien para que cubra un puesto específico.

La iglesia, por lo general, cuando necesita un ministro, un siervo, un colaborador, busca un teólogo que conozca perfectamente las Escrituras, que tenga sabiduría, capacidad, experiencia, etc. 

Pero, ¿qué busca Dios de un siervo? Él solo quiere una vida íntegramente rendida. Dios no busca un teólogo, ni un sabio, ni un dogmático, sino una persona del todo consagrada a Él. Dios no solo busca capacidad o sabiduría, sino consagración y entrega a Él. Lograr esto no es fácil, requiere luchas y demanda de nosotros una total entrega y muchas otras cosas que nos cuestan ceder.

Recuerdo cuando Dios me llamó al ministerio. El primer año fue de verdadera lucha entre Él y yo. La razón de esta batalla era que solo le había rendido el noventa por ciento de mi vida. A pesar de que había recibido el bautismo del Espíritu Santo, de que iba a los hospitales, oraba por los enfermos y se sanaban, de que predicaba y se convertían, había algo en mí que no estaba íntegramente entregado al Señor.

Recuerdo que muchos habían profetizado sobre el ministerio que Dios me había dado. Me decían que Él me enviaría a otros países, que sería un evangelista internacional, que toda América oiría mi voz y muchas otras cosas más. Sin embargo, no sentía una libertad plena en mi vida para desarrollar este ministerio.

Un día, en sueños, el Señor me mostró una villa miseria y me pregunté: ¿Será que Dios quiere que vaya allí a predicar? A lo que respondí de inmediato: No … allí no voy. Otro día Dios me vuelve a mostrar otra villa miseria. Y volví a decir: A ese lugar no voy. ¿Cómo voy a ir yo a una villa miseria? Esa era la lucha. Creía que les predicaría a magnates o artistas, pero Dios quería que predicara a los pobres.

Me sentía tan mal al darme cuenta de lo que Dios me mostraba y de mi negativa, que un día le dije a María, mi esposa: «¿Si regalo todo lo que tengo y nos vamos al norte argentino a predicar el evangelio, sin nada, con lo que tenemos puesto, tú me seguirías?» Y ella respondió: «Si sientes que es de Dios, te seguiré. Donde tú vayas, iré». Pensaba que Dios quería esto. 

Hasta que finalmente comprendí que la voluntad de Él era que predicara de Cristo en esos lugares, a esa gente. Así entendí que ya no me interesaba lo que tenía, había perdido ese amor enfermizo por la empresa comercial que, hasta ese momento, había sido mi vida. Cuando quité mi «yo» y cambié las prioridades de mi corazón, Él me envió a evangelizar a los pobres.

Predicamos en los lugares más marginados de la ciudad, bajo la lluvia, en medio del lodo. Así comenzó el ministerio. Allí realicé campañas entre ladrones, pervertidos, en medio del pecado. En ese lugar estábamos nosotros. En el auto, mi esposa y yo teníamos un par de botas para los días lluviosos en que debíamos caminar por esas calles llenas de barro. Pero, ¡con cuánta alegría predicábamos!

Dios necesitó de mí una entrega total. Ese es el primer paso. Si no hay una entrega total en nuestra vida, Él no nos puede usar. No hablo solamente de estar convertido ni de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, sino que Dios quiere una vida íntegramente consagrada a Él. Alguien que le diga: «Señor, donde me envíes iré».
Visión
El segundo punto es la visión. ¿Cuál es la visión ministerial que Dios le ha dado?
Dentro de la Iglesia de Cristo hay cinco ministerios importantes: apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro. Creo que no todas las personas llamadas al ministerio deben ser pastores, ni que todas deban ser evangelistas porque si no estaríamos construyendo un cuerpo deformado. 

Si Dios aún no le ha dado una visión ministerial para su vida, ¡pídasela! Usted necesita saber cuál es el llamado que Él le ha dado para luego poner sus ojos en ese objetivo. Debe tener una visión clara y exacta del ministerio que va a desarrollar. De no ser así, será difícil alcanzarlo. 

Hay un llamado específico para cada uno de nosotros que debemos cumplir. Cuando tenemos ese llamado, Dios nos da la visión, la forma y la capacitación del Espíritu Santo para poderlo llevar adelante.

¿Sabe cuál es el grave problema en la Iglesia de hoy? El triunfalismo. ¡Cuidado! Esa es una enfermedad que corroe los ministerios. ¿Por qué lo digo? Muy simple, resulta que si un pastor tiene tres mil almas en su iglesia, una cantidad menor de personas le resultaría un fracaso. Entonces para alcanzar ese número de asistentes no importará lo que se deba hacer, ya sea comprar un gran auditorio, dos horas de radio, pedir dinero prestado, etc., Todo esto con el simple propósito de tener una iglesia de tres mil personas. Eso es triunfalismo.

En realidad, no todos los llamados de Dios son iguales. Por lo tanto, si usted se equivoca en la visión, fracasa en el ministerio. Lo importante es que sepamos cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Dios llama al hombre y a la mujer para un ministerio, pero usted debe saber que hay pastores para mil, para diez mil y hay pastores para cincuenta o cien almas.
         
Hubo un ministerio en la tierra que creo fue el más hermoso que haya existido. En él todos los enfermos que llegaban se sanaban. El predicador que lo lideraba salía fuera de la ciudad a predicar y la ciudad entera iba tras Él. Y no eran solo los habitantes de una población, sino que llegaban de otros lugares a verlo. A miles les predicó y miles sanaron, a ciudades enteras conmovió, a endemoniados liberó, hasta muertos resucitó. Pero cuando terminó su ministerio público aquí en la tierra, ¿cuántas almas tenía? Apenas ciento veinte. ¿Y a usted le parece que este ministerio fracasó?

Si lo miramos con la óptica actual, tendríamos que decir que Jesús fracasó. Ciento veinte almas estaban en el aposento alto esperando la promesa de Dios. Más de quinientos lo vieron resucitado, pero solo ciento veinte fieles estaban allí. Sin embargo, ellos fueron los que llenaron el mundo de Cristo y hoy nosotros recibimos este evangelio de aquellos ciento veinte.

 Así que estemos conscientes de que quizás Dios nos llame a tener una iglesia de mil, de quinientos, de cincuenta o de veinte. ¿Qué importa la cantidad? Lo importante es cumplir el propósito y el plan de Dios para nuestras vidas.

Cuidémonos del triunfalismo, de tratar de obtener el éxito de cualquier modo. Debemos esperar de Dios lo máximo, pero por sobre todas las cosas, hacer su voluntad. Por eso hay muchos ministerios que fracasan. Por eso hay ministros, que teniendo iglesias de doscientos y de trescientos miembros, se encuentran tristes y amargados porque no se conforman. Pero si esa es la voluntad de Dios, acéptela y no se preocupe por las cantidades.

Dios quiere salvos, pero en su medida y a su modo. No todos van a predicar en las principales ciudades del mundo. Quizás Dios lo envíe a un pueblecito, a esos lugares tan difíciles donde a veces cuesta que la gente entienda el evangelio, pero para Dios esas almas también tienen mucho valor. Por eso nosotros estamos en un ejército, y allí no es valiente solo el que se encuentra en un puesto de batalla, sino aquel que administra, el que prepara los alimentos, los que se preocupan por la atención de los que están en la lucha. Todos los ministerios son importantes. El suyo también lo es.
Conocimiento
Tener conocimiento es fundamental, pero debemos usarlo para servir al Señor y no para demostrarle al mundo nuestro nivel intelectual. La capacitación es esencial para responder adecuadamente a los que preguntan sobre un determinado tema. Los que ministramos somos hombres y mujeres que debemos saber responder puesto que conocemos bien la Biblia, la Palabra de Dios. Si no la conocemos, vamos a estar en desventaja frente al diablo porque él sí la conoce.

Dios también nos capacita para que ministremos el amor y la gracia de Cristo a través de nuestras vidas. Si nos llenamos solo de conocimiento y no tenemos amor por las almas perdidas, no alcanzaremos el objetivo. Por lo tanto, todo tiene que ir ordenado, balanceado, en el ministerio eficaz. Trazando, como todo obrero aprobado, la palabra de verdad y no modificando las Escrituras.
Fe
La fe sin obras es muerta. Podemos tener fe, pero si no la ponemos en práctica, de nada nos sirve. Si cumplimos todos los pasos hasta aquí citados pero no tenemos fe, la unción no resultará. Son necesarios cada uno de estos ingredientes para alcanzar la unción.

El Señor nos dice claramente: «Y estas señales seguirán a los que creen» y menciona diferentes manifestaciones de poder, como por ejemplo: 
  • sanar enfermos, 
  • echar fuera demonios y otras cosas más. 
¿Usted cree que esas señales le seguirán? ¿Para quiénes son estas señales? Sin duda son para todos nosotros sin excepciones. El Señor nos dice hoy: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» y avalará este envío con señales que se accionarán únicamente a través de la fe. (Véase Marcos 16:14–19.)

Cuando usted se para detrás de un púlpito, pone en obra la Palabra por la fe a fin de confirmarla. Todo lo demás corre por cuenta de Dios. Quizás me pregunte qué hago yo. Simplemente predico el evangelio como dice la Biblia en el Evangelio de Marcos: hablo la Palabra. Después que las personas aceptan a Jesús y se acercan a la plataforma como demostración de su paso de fe, echo fuera los demonios en el nombre de Cristo y estos salen. Oro por los enfermos y estos sanan. También en cada reunión oro por el bautismo del Espíritu Santo. Es fundamental cumplir con estas cuatro facetas. No deje de hacerlo, ya que cada una de ellas es necesaria: salvación, liberación, sanidad y bautismo del Espíritu Santo.

Entonces, ¿qué ocurre cuando oramos con fe? Lo sobrenatural comienza a suceder, el mover de Dios se activa con la única llave que puede darle movimiento y esa es la fe. Nosotros debemos creer que lo pedido se cumplirá porque Dios no falla.

Hace un tiempo me llamó un pastor para que fuera a predicar a su iglesia y le respondí: «Sí, iré. Dios me dio algo nuevo y quiero darlo a conocer». Ese día el culto fue una revolución. Pusimos en fila a todos los que querían el bautismo del Espíritu Santo y empecé a orar. A todo el que le imponía las manos comenzaba a hablar en lenguas. Creí que así sucedería y así ocurrió.

Eso es fe. Poner la Palabra en acción y con sencillez. Si creemos con candor en la Palabra, Dios revolucionará nuestra vida. En mi caso, predico el evangelio en la forma más sencilla posible para que todos lo entiendan sin importar el nivel cultural de los que escuchan.

Durante una reunión evangelística en Estados Unidos, Dios me dijo: «Predica una hora si es necesario. Las personas deben entender que son ellas las que necesitan de mí y no yo de ellas». 

Esto es una realidad, Dios le hace falta a los hombres, entonces nosotros tenemos que exponer sus necesidades diciéndoles: «Ustedes necesitan de Dios. ¿Piensan seguir con sus corazones destruidos, emborrachándose, adulterando, mintiendo o desean cambiar? Tengan en cuenta que vivir de espaldas a Dios solo trae dolor, tristeza y amargura».

Así de simple es el evangelio. Aprendamos las cosas sencillas y prediquemos a un Jesús sencillo para que todo el mundo pueda entender las verdades de Dios.
Acción
Para entender este paso deseo que tomemos el ejemplo de Nehemías. Él recibió Palabra de Dios diciendo que debía hacer algo. Y no se quedó sentado esperando que Dios lo hiciera, sino que se puso en acción y dijo: «Ayúdame cuando le presente al rey mi petición. Haz que su corazón sea propicio a mí» (1:11, La Biblia al día).

Muchos oran y oran, y cuando les decimos: «Hermano, ganemos aquel barrio para Cristo», responden: «Estamos orando». Al año siguiente le repetimos: «Hermano, hay que ganar el barrio para Cristo, hay muchos drogadictos». Y ellos vuelven a responder que siguen orando. 

En definitiva, se pasan la vida solamente orando. Debemos orar, pero una vez que Dios nos da la seguridad es momento de pararnos como Nehemías y decir: «¡Vamos! Reedifiquemos los muros de Jerusalén y quitemos de nosotros este oprobio» (Nehemías 2:17, La Biblia al día). Siempre estamos esperando que Dios lo haga todo, que Él sea el que venga a predicar. Oramos dos minutos y decimos: «Señor, salva el barrio», y ya está. Y de esta manera pretendemos que una persona se convierta.

En cierta oportunidad Dios me dio una visión en la que vi un gran oasis, palmeras, plantas exóticas, árboles frutales de todo tipo, arroyos de agua cristalina, flores, césped de color verde oscuro, pájaros y una multitud bebiendo refrescos, comiendo frutas, cantando, riendo, jugando. Y pensé, este lugar es «el paraíso». Mas cuando comencé a acercarme al vallado que lo circundaba vi al otro lado un gran desierto. No había árboles, agua, flores, no había sombra, el sol partía las piedras y vi la multitud agonizante mirando. Muchos tenían la piel agrietada, la lengua hinchada y se sostenían el uno con el otro. Sus manos tendidas hacia los que estábamos en el paraíso imploraban ayuda.

Esta visión de Dios me ayudó a reflexionar como parte de la Iglesia de Cristo. Nuestros templos están cansados de oírnos. Cada ladrillo puede ser un doctor en teología. Saquemos el púlpito a la calle, a las plazas, a los parques. Vayamos de puerta en puerta hablando de Cristo.

 Los lamentos de los que sufren golpean nuestros tímpanos. Despertemos, los noticieros de radio y televisión, los periódicos y semanarios cantan loas al destructor. ¡Prediquemos de Cristo!

Dios quiere hombres y mujeres de acción. Seamos sensatos y sabios. En la vida, si no entramos en acción, no movemos. Si no nos esforzamos, fracasamos. Si no hay acción, aunque tengamos mucha sabiduría, no vamos a ganar las almas para Cristo. 

Aunque nos instalen una iglesia completa con todo lo necesario; ¡olvídese! A todo proyecto hay que agregarle acción y eso se demuestra saliendo a servir al Señor. Si es haragán, renuncie al ministerio o dígale al Señor que le saque la pereza. 

Ningún perezoso va a tener éxito en la obra del Señor porque Él necesita personas valientes y esforzadas. Eso fue lo que Dios le dijo a Josué: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes» (1:9).

¿Qué es esforzarse? Es sobrepasar los límites de nuestras fuerzas. Si por ejemplo nos gusta dormir mucho, el ministerio no resultará en nuestras vidas. En realidad, todo debe tener un límite y una medida. Tampoco es necesario llegar al extremo de tener tanta actividad que nos pasemos el día corriendo y dejemos de orar.
Oración y ayuno
Somos sacerdotes de Cristo. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de tener el fuego encendido, mantener el fuego del altar en nuestra vida devocional a través de la oración constante. Así el fuego del Espíritu Santo no se apagará jamás.
Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.
Levítico 6:12
Es importante que sintamos amor por las almas perdidas; que doblemos nuestras rodillas para gemir, para clamar por el mundo que se pierde. Cuando aceptamos a Jesús, las llamas del altar llegan hasta el techo. Sin embargo, al pasar el tiempo el amor se va apagando y el altar también. 

Entonces, allí donde había fuego, solo quedan cenizas. Si dejamos apagar el fuego del altar, como le sucedía a los levitas, no servimos como sacerdotes, fracasamos en nuestra función. Si no mantenemos el altar a Dios encendido en nuestras vidas, nos enfriamos. De pronto comenzamos a perder el amor por las almas sin Cristo, por la obra y por los hermanos.

Pero aún estamos a tiempo de recuperar ese primer amor, como la iglesia de Éfeso. Perdió su primer amor y su altar se consumió. Había trabajado mucho, había andado mucho, había obrado mucho, pero algo andaba mal. Dios vio los esfuerzos de la iglesia de Efeso, su trabajo incansable, que resistía a los malos y a los que decían ser apóstoles y no lo eran. Sin embargo, le dijo: «Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete» (Apocalipsis 2:4, 5).

Podemos mantener el fuego del altar encendido con oración y con ayuno. Buscando a Dios con todo nuestro corazón e intercediendo. Así nos prepararemos para enfrentar los obstáculos, pues, como el Señor nos dice, no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades y contra huestes espirituales de maldad. 

La Biblia es clara al mostrarnos que nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra las potestades del aire. Es allí donde debemos tener victoria, orando permanentemente y diciendo: «Satanás suelta la ciudad. Diablo suelta las finanzas. Satanás, diablo inmundo, tú que traes el pecado sobre la Iglesia, suéltala en el Nombre de Jesucristo».

Satanás es real, pero muchas veces pareciera que lo pasamos por alto, creemos que de esta manera no nos va a hacer nada. El diablo anda como león rugiente, buscando a quien devorar y nosotros debemos librar esta batalla en oración, en el altar; y cada vez que lo reprendemos es como si le echáramos un balde de nafta al altar.

Es importante la consagración, la visión, el conocimiento, la fe, la acción, pero a la oración y al ayuno debemos cuidarlos celosamente. Este es un ingrediente que no puede faltar en su ministerio. Si fracasa en esto, lo demás no sirve. Cada tema debe cuidarse con celo. Cada cosa tiene su componente real para nuestra vida cristiana, pero es importante que le agreguemos una vida de oración e intercesión. Además, como líder de un ministerio, es importante que organice un grupo que esté orando constantemente a su alrededor e intercediendo por su vida.
Amor
A todo lo enunciado hasta aquí debemos abrazarlo con amor. Si no hay amor por las almas perdidas y por las ovejas propias, el ministerio cristiano es ineficaz y no va a tener en nuestra vida ningún resultado. Usted puede ser una persona de acción, de fe o de conocimiento, pero si no tiene amor, ¿de qué sirve? Todo lo que pueda construir lo termina destruyendo por falta de amor.

Diariamente elevo esta oración a Dios: «Señor, dame amor. Porque sé que si no tengo amor, nada soy». Si no amara en verdad al que sufre, me sería imposible continuar en el ministerio. Hay días en que tengo tres personas que me están hablando en un oído, tres en el otro y tres por detrás. Le puedo asegurar que a veces no es fácil, por eso necesitamos Una cuota de amor especial, pues muchas veces la paciencia se termina y si no tenemos amor no podemos continuar.

El amor, dice la Biblia, «no se envanece … no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Corintios 13:4–5, 7). Ese es el amor que debemos tener. 

Si usted tiene una vida de altar y el fuego está encendido, pídale a Dios que lo llene de su amor y Él lo hará. Pero no se olvide, ore a Dios, interceda ante Él, no se conforme con orar cinco o diez minutos, eso no alcanza. Ore a Dios cuanto quiera: una hora, dos horas … pero trate de dedicarle tiempo al altar. De manera que todos los pasos que debemos transitar para lograr un ministerio triunfante estén inundados con el amor precioso de nuestro Señor Jesús.

Hace un tiempo llegó un hermano, que ha escrito muchos libros, enviado por un pastor alemán. Estaba investigando todo acerca de los avivamientos y sus fallas. Habló de Finney, de Moody, de Wesley y de otros. Quería saber el porqué los avivamientos se detienen.

Entonces le respondí, de acuerdo a mi entendimiento, con una ilustración. Si dos boxeadores pelean en un ring, uno ataca y el otro se defiende. Cuando el que atacaba deja de hacerlo, el que se defendía comienza a atacar. Lo mismo sucede con la Iglesia y su lucha con Satanás. Cuando estamos librando la lucha por las almas perdidas, lo que sostiene el ataque es el amor por esas vidas. Cuando la Iglesia deja la acción, el diablo la ataca y pasa a defenderse de él. ¡No pierda su lugar de victoria dentro de la lucha!

Quiero terminar esto con lo que Dios me dijo al respecto:
El amor por los perdidos produce avivamiento. Cuando se termina el amor, se termina el avivamiento. Aquel que tiene pasión por las almas vive en un permanente avivamiento.
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sábado, 22 de enero de 2011

El Falso Avivamiento de las Naciones: Un Sermón para Meditar - Una Crítica- Una Denuncia contra la corrupción religiosa




Fastuosidad en Publicidad: ¿Cristiano?
¿A quién da la gloria?
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Análisis de una realidad que no se corresponde con la verdad bíblica: el falso avivamiento de las naciones 



Por: Pr. Miguel Rosell* 

“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el cristo (el ungido); y a muchos engañarán… Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes” (Mateo 24:1-5,11,24,25). 
Introducción 

Quiero denunciar desde estas líneas el engaño que está tomando lugar por parte de muchos apóstoles y profetas falsos, en relación a la cuestión del llamado avivamiento. En los términos del Neo Pentecostalismo, lo que voy a estar enseñando no es nada popular, sino todo lo contrario, pero es necesario que algunos nos levantemos para decir la verdad. 

Ricardo y Patty Rodríguez de Colombia, anunciaron un congreso de avivamiento: “Como un viento recio, 2009”. Me gustaría en este ensayo ir desgranando paso a paso la cuestión del tan manido avivamiento desde la Biblia, y tomaré como ejemplo parte de las declaraciones de esas dos personas, así como de otras que aparecen en su vídeo promocional del citado congreso, como Bill Hamon, Cindy Jacobs, Alberto Motessi. 

Nos damos cuenta que el falso mover apostólico y profético; el G12, el D12, y similares, van de la mano con el llamado “avivamiento de las naciones” y sus consecuentes congresos. Todo es lo mismo, con el fin de seducir y engañar al verdadero cristiano. No en vano el Señor Jesús mismo lo advirtió de forma vehemente (Mateo 24:24,25). 

Empecemos por los conceptos. 

1. ¿Avivamiento? 

La palabra que usan para definir su creencia es “avivamiento”. Todo el potencial de su discurso y actuación, está basado en esa palabra, la cual usan constante y repetitivamente. Pero, curiosamente, la palabra “avivamiento” ni siquiera viene en la Biblia. No está.

En cambio, La Palabra nos enseña a cómo proceder como verdaderos cristianos, y nos habla de crecer en la piedad, en la verdad, en la pureza, en la virtud, en lo que es justo, en la honestidad, en lo amable (Filipenses 4:8), en el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23), sin dejar de lado los dones del Espíritu (1 Corintios 12:8-11). 

El poder, ya lo tenemos si es que somos de Cristo y vivimos llenos del Espíritu Santo:
“…antes sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). Ahora bien, ese poder no lo es en apariencia, sino que lo es en verdad y conforme a la verdad, con el fin de vivir en la plenitud de la voluntad de Dios. A ese poder, la Biblia le llama GRACIA, y actúa en nosotros para salvación (Efesios 2:8), y para santificación (1 Tesalonisenses 4:7; 2 Tesalonisenses 2:13; 1 Pedro 1:2). 
Así pues, ¿Cómo definiríamos a un cristiano verdaderamente avivado?, ¿Uno que cae de espaldas y hasta se revuelca cuando el “ungido” de turno le toca o sopla sobre él? ¿Uno que se estremece sin control, no pudiendo tener control sobre su cuerpo? ¿Uno que juntamente con muchos otros, montan una especie de circo, ante la mirada atónita de los indoctos o incrédulos que dirán que están locos, echando de ese modo el evangelio por el suelo (1 Corintios 14:23) ¿Uno que va siempre en busca del ungido (a) de turno para que le profetice y le tire al piso? ¿Uno que busca el “poder” para esto o aquello?… (los brujos también buscan poder). 

No. Un cristiano verdaderamente ungido (es decir, lleno del Espíritu Santo), no hace esas cosas extravagantes, algunas indecentes (1 Corintios 14:40). Un cristiano como es debido teme a Dios. Un cristiano como debe ser, vive en el verdadero poder del Espíritu Santo, para la santidad en Cristo. 

El caso de Elías en Horeb 



Elías en Horeb, en su celo por Dios, se dio cuenta de que Dios no estaba en el viento grande y poderoso que rompía los montes, y quebraba las peñas. Se dio cuenta de que Dios no estaba en el terremoto, y tampoco en el fuego, pero Dios sí estaba en el silbo apacible y delicado (1 Reyes 19:9ss). 
¿Saben cuál es el problema? El confundir la unción y la presencia de Dios con lo que es la apariencia de poder y en definitiva, de espectáculo, vistosidad, show, apariencia, y cosas semejantes. 

2. Torciendo la Escritura 
Pero la cosa tiene su miga. Estos falsos maestros tuercen la Escritura para probar sus teorías pseudo espirituales; el resto es obra de las emociones, la carne y de los demonios. Veamos entonces qué enseñan para justificar sus detracciones. 
El asunto tramposo aquí es comparar la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés sobre los discípulos que aguardaban en el aposento alto, con este falso mover del espíritu, a lo cual llaman “avivamiento”, y que con ese “poder” – entre otras falacias – pretenden conquistar las ciudades y las naciones “para Cristo”. 

En el video promocional del avivamiento de los Rodríguez, escuchamos: 
“En Pentecostés un viento recio cambió la historia de la humanidad. En el 2009 ese mismo viento recio cambiará la nuestra”. 

Esto no es conforme a la verdad escritural. La venida del Espíritu Santo en su manifestación de poder, lo que denominamos comúnmente Pentecostés, “no cambió la historia de la humanidad”, como dice Ricardo Rodríguez. La humanidad ha seguido igual de pecadora, y el mundo todavía está bajo el maligno (1 Juan 5:19). Pero, ¿por qué utiliza Rodríguez ese cebo, esa expresión tan conforme a los términos del marketing?, pues porque en ese cebo se esconde el anzuelo que hace que a muchos se les hinque bien adentro: “En el 2009 ese mismo viento recio cambiará la nuestra”. En otras palabras, Rodríguez al más puro estilo de marketing nos vende la idea de que en su congreso de avivamiento la misma manifestación de aquel día de Pentecostés, tendrá lugar. 

Rodríguez le ha puesto lugar y fecha al Espíritu Santo. Rodríguez tiene la osadía de convocar al Espíritu de Dios para hacer, lo que nunca el bendito Espíritu de Dios hará, por mucho que se pretenda: el escándalo y el ridículo. 

Rodríguez obvia el hecho de que ese Espíritu Santo que vino en Pentecostés, todavía está en los verdaderos y santos hijos de Dios, los que componen la Iglesia de Jesucristo, y por tanto “no cambiará nuestra historia” en su congreso, sino que lo hace día a día, y seguirá haciéndolo hasta el día en que seamos arrebatados, y siempre en el contexto de la verdadera piedad y santidad. 

Respecto al uso interesado de la Escritura por parte de esos falsos maestros de la unción, Ricardo Rodríguez, en ese mismo vídeo, al cual se le ve predicando ante miles, exclama: 
. 
“Necesitamos la unción, necesitamos la unción. Jesús dijo no vayan al ministerio sin la unción, quédense en Jerusalén hasta recibir la unción, ser investidos de poder de lo alto…”. 

Como decimos, Ricardo Rodríguez es como muchos otros, tales como Cash Luna, César Castellanos, Rony Chaves, Fernando Sosa, Benny Hinn, Cindy Jacobs, y cientos famosos más, un hábil tergiversador de la Palabra. 

Veamos. Lo que Jesús les dijo a los discípulos justo antes de su ascensión a los cielos en cuanto a permanecer en Jerusalén hasta recibir poder de lo alto (Hechos 1:4), fue para esos discípulos en ese tiempo, y en ese lugar. 

Una vez llegó el bautismo del Espíritu Santo (Hechos 2:4), no sólo llegó para aquellos discípulos de aquel día de Pentecostés, sino que a partir de aquel día vino a todos los discípulos de todas las edades, y se quedó. 

Otra vez, Rodríguez pretende vendernos una entrada para su congreso de avivamiento, donde – según él – recibiremos poder de lo Alto, ¡¡Cuando ese poder ya está en nosotros desde el momento en que nos entregamos a Cristo, y actúa por la fe!! 

Si usted, querido hermano es verdadero hermano en la fe, usted tiene el Espíritu Santo, y no debe quedarse esperando en “Jerusalén”, sino que ya está listo para vivir una vida que agrade a Dios. 

Mientras que Rodríguez habla, el vídeo muestra escandalosamente a la gente regada por el piso, cayéndose sin control, en total desorden, y se oye a Rodríguez exclamar: “¡Recibirán poder, recibirán poder, recibirán poder!…” 

Para ellos ser llenos del Espíritu Santo resulta en manifestar esos comportamientos que en ninguna parte se encuentran en la Biblia. 

3. Usando la profecía personal como instrumento
     para el error 

En ese mismo vídeo promocional, aparece Cindy Jacobs “profetizando” al matrimonio Rodríguez, diciéndoles que “Dios les dice: ustedes dos serán usados de una manera extraordinaria para la reevangelización de Europa…”. Recuerdo cuando la Jacobs vino a Madrid, España en el 2002, y les “profetizó” a los cristianos gitanos que irían a Irak ¡en plena guerra! a evangelizar a los iraquíes… 

Cuando uno que se deja llevar, escucha ese tipo de “profecías”, le embarga una emoción, un sentimiento de euforia “santa” impresionante, pero sólo es euforia; pura vanidad. 

Alberto Motessi, en ese mismo vídeo exclama: “Me uno a la palabra profética para proclamar a Bogotá y Avivamiento, capital del más grande movimiento del Espíritu Santo”. 

No sabía que el Espíritu Santo tenía una capital. Eso es como decir que Jesucristo tiene por capital… ¿Bogotá?… Saben ese tipo de profecías me recuerdan a las de los falsos profetas del tiempo del rey Acab, que eran como cuatrocientos hombres, Sedequías entre ellos (véanlo en 1 Reyes 22). 

Son profecías que gusta escuchar, que son agradables a los oídos, como la de aquellos falsos profetas, pero siempre, siempre, en medio de ellos, se levanta un Micaías que profetiza la verdad, para desagrado de los muchos Acabs que pretenden conquistar lo que Dios no les ha dado a conquistar. En cuanto a Acab, una porción de Siria; en cuanto a estos modernos Acabs, el mundo entero. 

En ese mismo vídeo, el falso apóstol Bill Hamon, profetizando a Ricardo Rodríguez y su esposa, les dice de “parte del Señor”: “…os he levantado en el reino para un tiempo como este para levantar esa nueva generación para que vayan a poseer el reino”. O sea, que los Rodríguez del “Centro de Avivamiento Mundial” (nombre bastante presuntuoso, por cierto), son los encargados de parte de Dios de “levantar una nueva generación que poseerá el Reino¿?¿?” 

La Biblia dice que el Reino está en nosotros: “Sabemos que somos de Dios” (1 Juan 5:19a); pero que el Reino visible y tangible, no vendrá, hasta que vuelva el Rey (Daniel 2:34,35,44,45; 7:13,14). Nadie en este tiempo poseerá el Reino, que sólo poseerá Cristo en su venida gloriosa (Apocalipsis 20). 

¿Por qué ese esfuerzo continuo en hacernos creer una mentira como esa? 
Patty de Rodríguez, en el vídeo aludido declara lo siguiente: “Esta es la hora, no es mañana, no es pasado mañana, es hoy, hoy, hoy Dios ha declarado que entraremos a poseer esta tierra”. 

Tomando el ejemplo que no viene al caso, de los israelitas que debían tomar la tierra que Dios les prometió, estos falsos maestros dicen en voz en cuello que la Iglesia tiene que poseer la tierra hoy, menospreciando el hecho de que la Biblia dice que nuestra ciudadanía no es de este mundo (Filipenses 3:20). Esa postura es puro y simple dominionismo. 

La Biblia es muy clara al respecto del asunto de la manifestación visible y tangible del Reino. Leemos en Daniel 7, que una vez se siente el Juez (Cristo) y le haya quitado a la Bestia Anticristo su dominio, el que tendrá por tres años y medio (Daniel 7:25); “…los santos recibieron (recibirán) el Reino” (Daniel 7:22). 

Son los santos los que reciben el Reino, y no conquistan el Reino. Quien lo conquista es Cristo (ver Apocalipsis 11:15); los santos lo reciben, y eso en su día. Es un asunto todavía del futuro. 

Es en todo este tipo de profecías, donde uno que tenga un poco de conocimiento de la Biblia, se da cuenta de la intencionalidad de esos falsos ministros. Es el de hacer creer a los hijos de Dios dos cosas que van de la mano: 

a) El del establecimiento del Reino por parte de la Iglesia. 

b) El del “avivamiento de las naciones” en esta dispensación. 

Ambos conceptos son falsos. Son falsos y altamente peligrosos para la salud espiritual del creyente. 

“La guardia está alarmantemente baja, y eso se traduce en lo siguiente: Casi cualquier manifestación de poder sobrenatural, por sistema, se le atribuye a Dios; no se plantea duda alguna acerca de que todos los ministros que aparecen en los medios “cristianos”, conferencias, congresos de avivamiento, plataformas multitudinarias, etc. son de Dios. Toda nueva revelación o visión acompañada de poder, deberá ser de Dios; en definitiva todo se cree, porque, si el avivamiento y la reforma mundiales son realidades que el Espíritu Santo a través de la Iglesia está haciendo sin dilación, ¿cómo y por qué esperar algo negativo en el camino?… El espíritu de los bereanos (Hechos 17:10,11), queda anulado, y consecuentemente, uno queda a merced del engaño”. 

En ese mismo vídeo, Ricardo Rodríguez exclama: 

“Yo te digo; si no renuevas la unción tienes que añadir más fuerza, tienes que desarrollar más estrategias, más métodos para ver como crecer, pero si renuevas la fuerza, de un solo golpe vas a tomar tu país, vas a tomar tu ciudad, esa es la unción, esa es la unción, esa es la unción”. 

No es necesario tomarse el esfuerzo de comentar esas palabras tan faltas de verdad escritural, pero lo haremos. 

En primer lugar, ¿qué es eso de “renovar la unción”? ¿Es que la unción se puede quedar vieja, o desgastada, o qué? Si por unción estamos hablando del bautismo en el Espíritu Santo, este permanece en uno, por la fe y por no contristarle, por vivir en santidad (Efesios 4:30). Pero para estos falsos maestros, renovar la unción significa ir a esos congresos de avivamiento y prestarse a esa manipulación; manipulación aun mediática, que es escándalo y piedra de tropiezo para muchos. 

Ahora, fíjense ustedes que Rodríguez asegura que si uno “renueva esa fuerza”, entonces de un solo intento usted y yo “tomaremos nuestro país”, y (o) “tomaremos nuestra ciudad”… ¿Cómo entender esto? ¿Es que la gente se convertirá a Cristo por vernos tan llenos de esa fuerza? Fíjense que aun Pablo, lleno como estaba del Espíritu Santo, al final de su ministerio fue abandonado casi por todos. ¿Fracasó Pablo?, ¡No! Fue fiel hasta el final. 

Si lo que dice Rodríguez es verdad:
  •  ¿Por qué Colombia y su capital, Bogotá no están ya tomadas para Cristo? Y puesto que no es verdad lo que dice Rodríguez,
  •  ¿por qué miente?, y más aún 
  • ¿Por qué tantos le creen? 
Porque han caído bajo el hechizo de esas palabras y de ese espíritu que no es el Dios, sino que es el del diablo, disfrazado como ángel de luz (2 Corintios 11:14). 

¿Qué les parecen fuertes mis palabras? Es posible, pero la verdad es una, y Dios es un Dios de orden y es Dios de una sola Palabra, la cual no puede ser contradicha. 

4. Concluyendo 

Habrá que dirán que son muchos los que creen en el “avivamiento” en comparación de los que creemos estrictamente lo que la Biblia enseña. Seguramente eso es cierto, pero no es menos cierto que, volviendo al caso de Elías, el se sentía tremendamente solo, aislado y hasta abandonado en Horeb (1 Reyes 19:10), “Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 11:4). 

Dios tiene reservado para sí un pueblo, que Él conoce (2 Timoteo 2:19), que es el que viene a rescatar, y lo hará pronto. 

Mientras tanto, huyamos de los falsos avivamientos y de las falsas y continuamente renovables “unciones”. Mejor vivamos en este tiempo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tito 2:12,13). 

Dios les bendiga. 
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España. 
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