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martes, 31 de julio de 2012

satanas un gran estratega: Pero Dios tiene el Control Total Parte 5

biblias y miles de comentarios
 
CAPÍTULO NUEVE
Las reglas para conquistar ciudades
Entre los dirigentes cristianos cada vez hay un mayor consenso en cuanto a que el área geográfica más estratégica para evangelizar una nación es la ciudad. Dos de las personas que más han estado haciendo hincapié en ello han sido John Dawson y Floyd McClung. Los títulos de sus libros, La reconquista de tu ciudad (The Reconquest Of Your City) y Seeing the City with the Eyes of God (La ciudad como Dios la ve), reflejan esta idea.
Dawson ve las ciudades como la mente y el corazón de una nación, y expresa: «Una nación es la suma de sus ciudades».1 McClung, por su parte, dice: «Las ciudades son los picos elevados de la sociedad: tendencias, ideologías y modas nacen en el caldero hirviente de la vida ciudadana y luego fluyen hacia abajo y se reparten influyendo en el pueblo».2
Roger Greenway, un experto en misiones urbanas, admitía en una crítica de estos dos libros que los evangélicos tradicionales deberían tomar buena nota. Greenway dice: «Tal vez nos hayamos desviado, si no en la teoría quizá en la práctica, de la visión bíblica del mundo que toma en serio a un diablo personal y define la misión cristiana como una guerra espiritual contra las fuerzas activas de las tinieblas».3
PENSAR ESTRATÉGICAMENTE
Como ya he mencionado varias veces, el enfoque por excelencia de este libro es el de la evangelización mundial. La oración de guerra no es un fin en sí misma, sino un medio de abrir camino al reino de Dios, no sólo en la evangelización, sino también en justicia social y suficiencia económica.
Cuando miramos al mundo, es natural que nuestra atención sea atraída en primer lugar por las naciones como unidades objetivas. Esa es la razón por la cual respaldo enérgicamente el movimiento DAWN, de James Montgomery, para el discipulado de naciones enteras—una brillante estrategia para catalizar las fuerzas cristianas en cada nación a fin de evangelizar sus países multiplicando el número de iglesias. Un conjunto de objetivos más avanzado es el de los grupos sin alcanzar todavía por el evangelio, y los expertos en misiones están descubriendo que en cada nación hay un número bastante elevado de grupos sociales a los que el evangelio prácticamente aún no ha tocado.
La otra unidad a la que debemos mirar cuando elaboramos nuestra estrategia evangelística, como ya he mencionado antes, es la ciudad. John Dawson dice que si nos tomamos en serio el cometido de discipular a las naciones, deberíamos captar su realidad. Eso significa que el evangelio debe transformar la vida espiritual, filosófica y física de las ciudades de una nación»—explica. Y luego lanza un desafío del que ahora me hago eco—. «Levantemos el estandarte de Cristo en los lugares más sucios y oscuros. Aceptemos el desafío que nos presenta una ciudad grande y poco familiar».4
La estrategia más sofisticada para evangelizar una ciudad que tenemos en este momento es Harvest Evangelism, de Edgardo Silvoso. En el capítulo 1 conté el primer experimento de Silvoso en la ciudad de Resistencia, Argentina. Mediante la oración de guerra eficaz, el número de evangélicos de la ciudad se duplicó durante el Plan Resistencia. Y mientras escribo esto, la ciudad de La Plata está siendo objeto de un esfuerzo evangelístico de tres años de duración, del que espero un resultado semejante.
Puede que no pase demasiado tiempo antes de que muchas otras ciudades argentinas participen en esfuerzos similares de evangelización, oración, guerra espiritual y multiplicación de iglesias. Esta estrategia tiene posibilidades para transformar una nación entera hasta un grado pocas veces alcanzado en el trabajo de los ministerios evangelísticos.
Mi esposa Doris y yo hemos estado trabajando muy estrechamente con Edgardo Silvoso en estas ciudades, y partiendo de la experiencia adquirida, junto con la de otros muchos movimientos de oración a nivel de ciudad en los que hemos participado directa o indirectamente, vemos surgir unas directrices bastante claras para este tipo de ministerios de guerra espiritual.
Yo llamo a tales directrices las Seis reglas para conquistar una ciudad, y sospecho que debe haber más de seis, pero nunca menos. Mi mejor consejo es que no se olvide de ninguna de estas seis si su intención es producir un impacto espiritual duradero en su ciudad.
REGLA No 1: EL ÁREA
Seleccione un área geográfica manejable con límites espirituales precisos.
Los principiantes suelen tener la tendencia a seleccionar como objetivos áreas que son demasiado grande para que la oración de guerra resulte efectiva. No quiero decir que no haya veces en las que Dios no llame a algunos a orar por cosas a gran escala; sobre todo cuando las oraciones se centran en asuntos decisivos.
Creo, por ejemplo, que Dios utilizó las oraciones de Dick Eastman, Gwen Shaw, Beth Alves y muchos otros de quienes jamás oiré hablar para hacer caer el muro de Berlín y el Telón de Acero. Tengo la convicción, asimismo, de que el Señor está usando a Héctor Pardo y Christy Graham para abrir Albania al evangelio. Creo que Dios ha utilizado a Cathy Schaller para derrocar a Manuel Noriega y que empleó a John Dawson para hacer disminuir la tasa de crímenes en Los Angeles durante los Juegos Olímpicos de 1984. Creo también que el Señor empleó a mi esposa Doris y a Cindy Jacobs para dar la vuelta a la situación económica de Argentina y animar al Gobierno de esa nación a devolver 150.000 hectáreas de terreno a los indios.
Déjeme que le explique: No creo que las oraciones de ninguna de esas personas ni del grupo con el que ellas oraban hayan tenido una relación individual de causa y efecto con esos cambios sociales, pero los individuos a los que me he referido son todos amigos personales a los que Dios utiliza poderosamente en la oración. Sé que cada uno de ellos oró muy específicamente por las situaciones descritas y testificó después de un período de oración particular que sentía que algo había cambiado al respecto en el reino espiritual.
El secreto detrás de la eficacia de estos guerreros de oración de alto nivel es simple: Antes de orar buscaron y entendieron la voluntad de Dios; determinaron el kairos, o sea el tiempo divinamente establecido; y obedecieron el llamamiento a orar según la voluntad del Señor. Todos ellos sabían que algunos otros intercesores habían oído ese mismo llamamiento y estaban orando de igual manera. Luego, cuando sintieron que tenían la victoria, eso no significó para ninguno de ellos que había derrotado a las fuerzas enemigas por sí solos, pero si supieron que habían participado en el resultado final aunque fuera con poco.
Unidades manejables
Aunque puede que sólo un número relativamente bajo de intercesores hayan sido llamados a participar en esfuerzos de oración de ese calibre, Dios está llamando a multitudes de intercesores a tomar parte en la oración de guerra por las ciudades del mundo.
Algunas ciudades como tales son áreas lo bastante pequeñas para que resulten manejables. Creo que mi propia ciudad de Pasadena, en California, es un ejemplo de ello. El esfuerzo denominado «Pasadena para Cristo», que se está llevando a cabo, incluye intencionadamente sólo el área de la ciudad de Pasadena y un pequeño anexo llamado Altadena. Otras ciudades vecinas tales como Arcadia, Sierra Madre, Pasadena del Sur y San Marino son sitios distintos y desarrollarán sus propias estrategias de oración.
Esta, naturalmente, es una forma de cartografía espiritual que surgirá vez tras vez a medida que estudiemos las seis reglas.
Yo soy uno de los participantes en la emocionante reunión de oración para pastores y otros dirigentes cristianos denominada «Love L.A.». (Yo Amo Los Angeles), que dirigen Jack Hayford, de la Iglesia En el Camino, y Lloyd Ogilvie, de la Iglesia Presbiteriana de Hollywood. Nos reunimos tres veces al año, y la asistencia oscila entre un máximo de 1.300 personas y un mínimo de 400. Estos encuentros han producido varios beneficios importantes: como el de levantar la moral y la fe de cientos y cientos de pastores sin reparar en barreras denominacionales, raciales, regionales, socioeconómicas y de número de miembros. Hace poco, varios miles de personas procedentes de las iglesias representadas se congregaron para llevar a cabo una reunión de oración a nivel de la ciudad y pedir a Dios avivamiento, unidad y solución para los problemas sociales de Los Angeles.
Sin embargo, el resultado más importante de estas reuniones grandes son, en mi opinión, las que han estimulado la formación de otros grupos de oración más pequeños en la zona de Los Angeles y sus suburbios. Las ventajas de esos encuentros regionales consisten en que los esfuerzos de oración pueden concentrarse directamente en las necesidades específicas de cada zona. Mientras escribo esto, tengo en mi mano una lista de trece grupos de oración regionales en San Fernando Valley, 12 en San Gabriel Valley, 5 en el condado de San Bernardino, 3 en Antelope Valley, 11 en Los Angeles, 7 en el área de Long Beach, 5 en el condado de Orange y 7 en el área de South Bay. No todos llegarán a ser unidades de oración de guerra eficaces para conquistar sus ciudades, pero es un comienzo importante: algunos de ellos lo lograrán. Su eficacia irá en aumento, no sólo al escoger como objetivos ciudades específicas, sino también cuando disciernan las unidades más pequeñas de su localidad.
Cristo para la ciudad
El diseño más sofisticado que conozco para orar con eficacia por las unidades más pequeñas de una ciudad es el programa de la Misión Latinoamericana «Cristo para la Ciudad», ideado por John Huffman. La idea de este ministerio surgió cuando Huffman sobrevolaba la ciudad de México y Dios le mostró un cuadro de enormes dioses indios situados detrás de las montañas que dominan la capital y que retenían a esta última. Al ver aquello. Huffman expresó: «Señor, ¿qué debo hacer? ¿Qué quieres Tú que hagamos al respecto?» Y Dios le contestó dándole el programa de oración «Cristo para la Ciudad».5
Es importante que los pastores comprendan que la unidad que se requiere a fin de conquistar una ciudad para Cristo no es doctrinal, legal, política o de filosofía del ministerio, sino espiritual.
«Cristo para la Ciudad» comenzó dividiendo la localidad en vecindarios, o sea en áreas geográficas manejables. En Medellín, Colombia, por ejemplo, se han identificado 255 vecindarios en una ciudad de tres millones de habitantes. Cada uno de los mismos es cuidadosamente cartografiado, con sus solares, los edificios que hay en ellos, los colores de las casas y el nombre o los nombres de las familias que viven allí.
Los mapas se distribuyen luego entre los grupos de oración de la ciudad, en otras partes del país y en otros países. Se trata de grupos que se han comprometido previamente a realizar una oración de guerra concentrada y específica por el vecindario en cuestión durante un período determinado de dos semanas. También hay equipos in situ que oran caminando por el vecindario.
Si por lo menos tres grupos de oración informan de que han tenido impresiones espirituales sobre un lugar o una familia determinada, los obreros adiestrados entran en juego y piden temas de oración particulares por esa casa. Transcurridas las dos semanas, los miembros del equipo local llevan a cabo una visitación pormenorizada de todos los hogares del vecindario escogido.
En 1989 se lanzó en Medellín un proyecto piloto de «Cristo para la Ciudad» y la iglesia creció ese año un 44 por ciento—de 9.000 a 13.000—. El año siguiente la población evangélica aumentó otro 50 por ciento—de 13.000 a 18.500—, y en ese mismo período de tiempo de dos años, el número de iglesia pasó de 103 a 140.
Los grupos de oración fuera de la ciudad se mantienen en contacto por faxy por ordenadores provistos de modem. En Medellín, uno de los grupos participantes era una iglesia de la Conferencia General Bautista de los Estados Unidos, y a pesar de que no tenían tradición alguna de recibir palabras proféticas del Señor, un día el grupo oyó claramente que algo pasaba con un determinado solar vacío del vecindario por el que estaban orando, de modo que enviaron la información por fax a Medellín. Un equipo de ministerio visitó el citado solar y encontró cinco objetos de ocultismo malditos enterrados por ciertas brujas para controlar el barrio. Los destruyeron y el evangelio corrió libremente.
En un nivel más personal, un joven llamado Fulvio visitó cierta casa donde vivía una familia de nueve miembros todos ellos firmemente opuestos al evangelio. Pero cuando Fulvio preguntó si podía orar por uno de ellos que estaba enfermo, se lo permitieron, aunque advirtiéndole que no esperara nada especial. El joven oró y la persona fue sanada y se convirtió al Señor. Ahora los nueve se reúnen regularmente para estudiar la Biblia.6
Una vez que se conoce el área manejable por la que Dios quiere que se ore hay que juntar a los líderes.
REGLA No 2: LOS PASTORES
Consiga la unidad de los pastores y de otros líderes cristianos de la zona y comiencen a orar juntos regularmente.
No hay sustituto válido para la unidad de los pastores del lugar como base de la guerra espiritual eficaz. La razón de ello es que los pastores son los guardianes espirituales de las puertas de la ciudad. No se trata de menospreciar a tantos dirigentes laicos y obreros cristianos dedicados a pleno tiempo como hay provistos de dones, sino de destacar que en una ciudad determinada la autoridad espiritual más alta ha sido delegada en los pastores. Si no sabemos eso, Satanás ciertamente lo sabe, y hace todo lo posible por impedir que los pastores se reúnan para orar.
Cuando se le pregunta por dónde hay que empezar para atacar las influencias perversas de una ciudad, Dick Bernal responde que por las iglesias. «Ore para que los pastores de su ciudad se unan en un gran esfuerzo por liberar a su ciudad de entidades extrañas». dice Bernal.7
Es importante que los pastores comprendan que la unidad que se requiere a fin de conquistar una ciudad para Cristo no es doctrinal, legal, política o de filosofía del ministerio, sino espiritual. La base es un acuerdo mutuo acerca de quién constituye el verdadero enemigo. Demasiados pastores han tenido la impresión que son enemigos unos de otros. Me alegra poder decir, sin embargo, que esto está terminando rápida y dramáticamente en nuestra nación. El país atraviesa una crisis espiritual y social demasiado grande para permitir que las disputas continúen. Francis Frangipane dice al respecto: «Dios nos está llamando hoy a dejar de luchar entre nosotros y a convertirnos en una familia en la que los miembros pelean los unos a favor de los otros».8 Estoy totalmente de acuerdo.
Aunque lo ideal sería que el cien por cien de los pastores de un área determinada estuvieran espiritualmente de acuerdo y oraran juntos, en muchos casos la idea no es realista. Si esperamos a conseguir ese cien por cien, jamás libraremos la batalla. Resulta casi inevitable que algunos pastores sean gruñones, se muestren indiferentes, estén quemados u obsesionados por ciertos temas o incluso que hayan sido seleccionados eficazmente por las fuerzas de las tinieblas. Aun así, resulta realista esperar el consenso de un buen número de pastores influyentes para reunirse dos horas o un período semejante y orar.
Hasta que eso suceda, no conviene ir mucho más lejos. Joel expresa: «Congregad a los ancianos … en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová» (Joel 1:14).
REGLA No 3: EL CUERPO DE CRISTO
Proyecte una clara imagen de que el esfuerzo no es meramente una actividad de pentecostales y carismáticos, sino de todo el cuerpo de Cristo.
Una de las estratagemas más corrientes de Satanás para detener la guerra espiritual en cualquier nivel es hacer que los cristianos se digan unos a otros: «¡Ah, eso es algo que hacen los carismáticos!» Las implicaciones tácitas es que aquellos de nosotros que somos cristianos de la «franja más respetable» no nos plantearíamos siquiera tomar parte en esa «deshonrosa» actividad.
Edgardo Silvoso, graduado por el Instituto Bíblico Multnomah y miembro de una iglesia bíblica no carismática, ostenta unas credenciales evangélicas excelentes y ha enfrentado directamente la cuestión. Silvoso dice: «La treta número uno de Satanás es convertir la guerra espiritual en un asunto divisivo. Sin embargo, la guerra espiritual es y debe seguir siendo un tema cristiano».9 El lleva a cabo por todo el país seminarios sobre la guerra espiritual dirigidos particularmente a evangélicos que necesitan recibir aliento.
Es predecible que cuando se anuncia un esfuerzo de oración para toda la ciudad el cual incluye la guerra espiritual en el nivel estratégico, los primeros que salten a bordo sean los pentecostales y los carismáticos. Y si no se les advierte, fácilmente llegarán a tomar el control y elaborarán un programa de acción utilizando un estilo que envía a muchos líderes evangélicos el siguiente mensaje involuntario: «Vamos a hacerlo a nuestro modo, y si ustedes quieren tomar parte en ello pueden unirse a nosotros». Si tal cosa sucede, puede debilitar el esfuerzo a nivel de la ciudad.
El choque público de poder del más alto nivel que yo sepa haya existido en América, fue con toda probabilidad el famoso Ataque de Penetración mediante la Oración llevado a cabo por Larry Lea en San Francisco el día de Halloween de 1990. El encuentro atrajo la atención de los medios de comunicación en un grado nunca visto para un acontecimiento religioso protestante desde la Cruzada de Billy Graham en Los Angeles el año 1979. En su libro Curses: What They Are and How to Break Them (Maldiciones: Lo que son y cómo romperlas), Dick Bernal cuenta la extraordinaria conversión de Eric Pryor, el sumo sacerdote wicca del Templo de la Nueva Tierra, quien había maldecido públicamente a Larry Lea antes del evento.10 Esto en sí es un testimonio convincente del poder de Dios que fue liberado durante el Ataque de Penetración.
Por eso me sentí decepcionado cuando leí en un informe de la Associated Press: «El acontecimiento es una función de cierto movimiento pentecostalcarismático que considera que hay príncipes satánicos y ‘espíritus territoriales’ los cuales gobiernan sobre ciudades, industrias y subculturas determinadas».11 Me sentí decepcionado porque sabía que aquella no era sólo la opinión de un periodista secular, sino también la de muchos dirigentes cristianos.
Como evangélico, mi ruego a nuestros hermanos y hermanas pentecostales es que tengan paciencia. Un número cada vez mayor de evangélicos a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos están listos para saltar a bordo y unirse en un movimiento de oración por sus ciudades, pero por lo general el hacerlo les lleva un poco más de tiempo, sobre todo cuando ello implica algo tan nuevo como la guerra espiritual en el nivel estratégico. Los evangélicos están adiestrados para hacer preguntas teológicas y actuar como lo hicieron los judíos de Berea: «… escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así» (Hechos 17:11). Uno de los propósitos que persigo con este libro es argumentar que la oración por las ciudades tiene integridad bíblica y teológica, pero me temo que algunos evangélicos lo rechazarán con el comentario de que demuestra lo que por años han sospechado: ¡Que Peter Wagner es en realidad un carismático aunque él lo niegue!
El lado positivo es que en estos últimos tiempos la situación está mejorando en vez de empeorar. Cada vez más dirigentes son movidos con poder por el Espíritu Santo para considerarse a sí mismos no principalmente como carismáticos, pentecostales, evangélicos o liberales, sino como miembros del cuerpo de Cristo. Esto en sí acelerará el debilitamiento del enemigo y el avance del reino de Dios.
REGLA No 4: LA PREPARACIÓN ESPIRITUAL
Consiga la preparación espiritual de los dirigentes y otros cristianos que participan mediante el arrepentimiento, la humildad y la santidad.
Viole esta regla, o tómesela a la ligera, y acabará con muchos guerreros heridos, desanimados e infelices. No necesito entrar en detalles ya que el capítulo 6, «El adiestramiento de los guerreros», trataba en profundidad de la condición espiritual que han de tener los individuos que participan en la oración por una ciudad.
Cuando Edgardo Silvoso comenzó a poner en práctica el «Plan La Plata» en Argentina, descubrió que el nivel espiritual de los miembros de iglesias de la ciudad no era demasiado alto. De hecho, muchos de ellos se encontraban afectados por demonios en un grado u otro. Bastantes habían sucumbido a tentaciones de la carne, y deseaban servir a Dios pero sabían que necesitaban algo de ayuda.
Por esta razón, Silvoso pospuso toda oración de guerra pública hasta después de ministrar la sanidad interior. Para ello se llamó a Cindy Jacobs, quien llevó a cabo un seminario sobre el tema, primero para los pastores y sus esposas y luego para los creyentes en general. Cuando mi esposa Doris, que acompañó a Cindy en el viaje, volvió, dijo que en todo su ministerio jamás había visto un derramamiento semejante del poder de Dios. En algunos momentos del seminario, cientos y cientos de personas lloraban en voz alta como señal de arrepentimiento. Muchos confesaron sus pecados y los enemigos se reconciliaron transformándose en amigos. Una mujer tullida que sufría de poliomielitis perdonó a su madre bajo el poder del Espíritu Santo y fue instantáneamente sanada. Otra que había perdido un pómulo en cierto accidente de automóvil se convirtió en el centro de atención de los que la rodeaban mientras volvía a formársele uno nuevo a la vista de todos.
El resultado neto es que la fe de los creyentes está ahora en un nivel alto; que oran unos por otros, rompen maldiciones que todavía quedan de los días en los que practicaban la brujería, echan fuera demonios y los vasos que Dios quiere usar para la conquista de la ciudad están siendo limpiados. El cuerpo de Cristo es ahora más santo de lo que era antes.
Sin embargo, no resulta fácil saber si son todavía lo bastante santos para la guerra espiritual en el nivel estratégico o cuándo lo serán. Una de las señales de esta madurez es que los creyentes comienzan verdaderamente a obedecer a Cristo además de seguirle. La santidad que Dios exige a menudo separa a las ovejas de los cabritos. John Wimber dice: «En la década de los 90 se observará una mayor tensión entre los cristianos que ven a Cristo como su ayudador y aquellos que lo consideran su Señor. Sospecho que las iglesias se dividirán por estos asuntos».12 Yo no lo dudaría.
REGLA No 5: LA INVESTIGACIÓN
Estudie el trasfondo histórico de la ciudad a fin de descubrir cuáles son las fuerzas espirituales que moldean la misma.
Cuando en el último capítulo hablé de la cartografia espiritual, mencioné lo útil que era hacer una investigación de la ciudad. De modo que no repetiré lo mismo, sino daré simplemente dos ejemplos: uno de una ciudad antigua y otro de fundación bastante reciente.
Manchester, Inglaterra. Mantengo correspondencia con Richard C. Lockwood, de Manchester, quien ha empezado a investigar su ciudad aplicando discernimiento espiritual. Las personas espirituales de Manchester están de acuerdo en que sienten una pesadez en el ambiente centrada aparentemente en el emplazamiento prerromano de la catedral. La enseñanza popular de que el nombre «Manchester» es de origen romano ha resultado ser incorrecta. Lo más probable es que se remonte a la época celta y que su sentido esté relacionado con «lugar alto». Llevará tiempo encontrar la información que podría proporcionar claves importantes sobre la naturaleza de la ciudad.
Lockwood comenta que se requiere discernimiento espiritual para identificar los espíritus territoriales que influyen en la ciudad hoy en día: rebelión, homosexualidad, apatía y aletargamiento. «Sin embargo—expresa—es necesario descubrir el poder dominante que está detrás de ellos para que la oración eficaz pueda prevalecer».13
Brasilia, Brasil. Permítame volver a Kjell Sjöberg, a quien ya presenté en el capítulo anterior. El ministerio internacional de oración de Sjöberg le ha llevado recientemente a Brasilia, capital del Brasil, que fue diseñada y construida en 1960 por el presidente Juscelino Kubitschek. Sjöberg cuenta que Kubitschek era un espiritista que creía en la reencarnación y pensaba que él mismo era la reencarnación del faraón Akhnatón, que vivió hace 3.300 años y edificó una nueva capital para su país. Muchos edificios de Brasilia tienen por ello la forma de pirámides o templos egipcios. Las construcciones que albergan los centros del poder se hayan situadas en triángulos formando un hexagrama. La numerología del tarot egipcio y de la kábala hebrea es prominente en toda la ciudad. La forma de ésta es la de un pájaro ibis egipcio (aunque algunos guías turísticos la interpretan como de un avión).14
Esta clase de información, que revela las fuerzas espirituales presentes desde la época de diseñarse la ciudad, se convierte en algo sumamente útil para los intercesores que participan en el esfuerzo de oración a nivel urbano.
REGLA No 6: LOS INTERCESORES
Trabaje con intercesores especialmente dotados y llamados a la guerra espiritual en el nivel estratégico, buscando la revelación de Dios en cuanto a: a) el don o los dones redentores de la ciudad; b) las fortalezas de Satanás en la misma: c) los espíritus territoriales asignados a ella; d) el pecado colectivo pasado y actual que necesita afrontarse; e) el plan de ataque de Dios y su momento.
Algunos de los jugadores claves en una estrategia de oración de guerra bien elaborada para una ciudad serán intercesores. Con el propósito de que el trabajo se realice bien, es necesario identificar, alentar y liberar a los intercesores dotados para el mismo a fin de que estén en la brecha.
Todo cristiano desempeña un papel en la oración en general y en la intercesión en particular, pero Dios ha escogido a algunos creyentes y les ha dotado con un don especial de intercesión. Si esto le parece extraño, compárelo con el cometido que cada cristiano tiene como testigo mientras sólo un pequeño número son evangelistas. Todo el cuerpo no puede ser ojo, sólo a algunos de los miembros les corresponde serlo.
En mi libro Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow [Sus dones espirituales pueden contribuir al crecimiento de su iglesia] describo el don de la intercesión y lo enumero entre los 27 dones, pero admitiendo francamente que la Biblia no hace ninguna referencia expresa al mismo. Aunque puede que algunos disientan, estoy lo bastante seguro de que tal don existe, basándome en la simple observación a lo largo de los años, que puedo definirlo:
El don de intercesión es la capacidad especial que Dios concede a ciertos miembros del cuerpo de Cristo para que oren durante largos períodos de tiempo en forma regular y vean contestaciones frecuentes y específicas a sus oraciones en un grado mucho mayor que el que se espera del cristiano medio.15
Algunos estudios bastante amplios que he hecho sobre los intercesores, y que describiré en detalle en otro libro de esta serie, muestran que los poseedores de ese don oran por lo general entre dos y cinco horas diarias. Mucho de su tiempo lo pasan escuchando a Dios. Con frecuencia se dicen unos a otros en una especie de lenguaje interno: «Es maravillosa, ella sí que oye a Dios», y tienden a valorarse más por lo que escuchan que por lo que dicen.
Cindy Jacobs ve a los intercesores como aquellos que hacen entrar en vigor la voluntad de Dios en la tierra. El Señor ha elegido que su voluntad se lleve a cabo por medio de nuestras peticiones y nuestro ejercicio de la autoridad. Cindy dice: «Al tomar autoridad sobre las obras de Satanás en el mundo y orar en el nombre de nuestro Rey, establecemos su voluntad en la tierra como en el cielo».16
Hay intercesores en casi todas las iglesias y ciertamente en cada ciudad que tenga un número razonable de congregaciones. Muy pocos pastores son al mismo tiempo intercesores, de modo que unos y otros resultan necesarios para orar eficazmente por una ciudad. Los pastores funcionan mayormente en un papel de autoridad y los intercesores en uno profético. Estos oyen a Dios y pueden comunicar su mensaje a los demás. Los intercesores deberían estar incorporados a un grupo, a fin de armonizarse, estimularse y ser responsables los unos ante los otros.
Por medio de ellos, y también de los pastores y de otros cristianos laicos, aquellos que oran por la ciudad deberían buscar la revelación de Dios en cuanto a varias cosas:
A.     El don o los dones redentores de la ciudad
John Dawson cree que Dios quiso que cada ciudad fuera un lugar de liberación personal. «Yo creo que las ciudades tienen en ellas la marca del propósito soberano de Dios—dice—. Nuestras ciudades contienen lo que yo llamo un don redentor».17 Y argumenta que es más importante determinar ese don redentor de una ciudad que la naturaleza de los principados malignos, aunque ambos sean necesarios.
Un ejemplo de esto es Omaha, en Nebraska, EE.UU. Históricamente esa ciudad fue una estación de suministro para trenes que llevaban a los pioneros americanos hacia el oeste, y los dirigentes cristianos la consideran hoy en día como un centro para equipar a una nueva estirpe de pioneros: aquellos que están llevando el evangelio a los pueblos del mundo aún no alcanzados. Estoy de acuerdo con John Dawson cuando dice: «¡Qué visión tan maravillosa!».18
B.     Las fortalezas de Satanás en la ciudad
La investigación histórica y la cartografía espiritual alimenta esta actividad de los intercesores. La mayoría de éstos llamados a la guerra espiritual en el nivel estratégico tienen el don espiritual de discernimiento de espíritus. Floyd McClung dice al respecto: «Ejercitar el don de discernimiento de espíritus es algo crucial. Debemos saber si estamos combatiendo contra poderes demoniacos o simplemente tratando con el pecado y sus consecuencias en la cultura. No siempre ambas cosas son iguales».19
McClung cuenta el asombro que le produjo en un viaje de ministerio a Noruega la cantidad de creyentes que estaban luchando con temores profundos que controlaban sus vidas, y descubrió que se trataba de un problema extendido por toda la nación. Luego, volviendo atrás en el tiempo, supo cómo había llegado el cristianismo a Noruega. Un rey avanzó con su ejército por todo el país obligando a sus ciudadanos a convertirse o enfrentarse a la ejecución. ¡El cristianismo empezó allí con un baño de sangre! «Satanás—comenta McClung—aprovecha esa especie de trauma nacional y trata de utilizarlo para establecer sus fortalezas espirituales».20 Los intercesores orarán sobre este tipo de información y buscarán la revelación de Dios en cuanto a qué maneras específicas debería tratarse.
En una ciudad escogida como objetivo, los principados y las potestades pueden contar con diferentes fortalezas en diversos sectores de la ciudad o incluso en distintos vecindarios. A medida que llevamos a cabo nuestro esfuerzo «Pasadena para Cristo» en mi ciudad, nos vamos dando cuenta de las diferencias que hay en la atmósfera espiritual, digamos, entre el Noroeste de Pasadena y Hastings Ranch, Linda Vista y el Este de la ciudad. Dentro de la misma área noroeste de la ciudad, los residentes sienten una disparidad entre King’s Manor y Howard and Navarro, donde John Perkins tiene su Centro Harambee. Aunque todavía no conocemos el significado profundo de todo esto, tenemos un equipo de intercesores dirigidos por Lou Engle trabajando en ello.
C.     Los espíritus territoriales asignados a la ciudad
En la medida de lo posible, los intercesores deberían tratar de conocer los nombres, bien funcionales o propios, de los principados asignados a la ciudad como un todo y a los diferentes sectores sociales o culturales de la misma. En el último capítulo expliqué este concepto de nombrar a las potestades con sus limitaciones y sus puntos fuertes, de manera que no necesito dar más detalles.
D.     Pecado colectivo pasado y presente que hay que confrontar
La historia que cuenta Floyd McClung acerca del rey noruego que asesinaba a aquellos que no querían convertirse al cristianismo es un ejemplo del pecado corporativo pasado al que es necesario hacer frente. Hay bastante información acerca de esto en el capítulo 7, «La remisión del pecado de las naciones», donde mencionaba al Japón.
Resulta alentador saber que los dirigentes cristianos japoneses están tomando muy en serio eso del arrepentimiento nacional. En 1990, se hicieron dos peticiones de perdón a alto nivel al pueblo coreano. La Iglesia de Cristo en Japón publicó una declaración en la que se confesaba el pecado nipón y se pedía disculpas a la gente de Corea. El reverendo Koji Honda, un alto representante, anciano y respetado, del cristianismo evangélico japonés, realizó una detallada confesión y pidió perdón en ese sentido en el Congreso de Misiones Asiáticas celebrado en 1990 en Seúl, Corea. Entre otras muchas cosas, dijo: «Queridos hermanos y hermanas de Asia, por favor, perdonen los pecados cometidos por el pueblo japonés en sus países. Estoy pensando, especialmente, en Corea, y una vez más suplico su perdón para esos pecados repulsivos e imperdonables [que ya había enumerado] en el nombre de nuestro Señor y Redentor».21
Los sociólogos norteamericanos nos explican que dos de los grupos más oprimidos de los Estados Unidos son los varones afroestadounidenses y los indios. En un artículo que analizaba la terrible caída de las expectativas de vida de los negros, la revista Time recorría la lista de hipótesis acostumbrada del por qué la comunidad negra se halla tan deprimida. Luego decía que los expertos están convencidos de que «deben haber otras razones».22 El artículo hacía varias conjeturas en cuanto a las mismas, pero no me sorprendería en absoluto descubrir que el problema básico fuera espiritual y procediera de las formas vergonzosas en las cuales nuestros angloamericanos han tratado y tratan a los negros. Este comportamiento pecaminoso ha provisto aberturas para que principados y potestades de alto rango establecieran fortalezas espirituales que no serán conquistadas sino por la humildad y el arrepentimiento colectivos. Estoy consciente de que algunos han empezado ya a hacerlo, pero se precisa mucho más.
¿Cómo puede hacerse esto? John Dawson cuenta de su ministerio en Sudáfrica, y de cómo él estaba convencido de que “el apartheid es un espíritu, no sólo un fenómeno político. Un espíritu que se hunde profundamente en la historia colonial africana. El apartheid tiene sus raíces en la idolatría.” De modo que predicó acerca del pecado del juicio injusto, guió al arrepentimiento de los estereotipos y prejuicios raciales a un gran grupo multiétnico, y luego desafió a cada persona del auditorio a lavar los pies de alguien de otra raza. «Miles de afrikaners, zulús, indios, ingleses y mestizos lloraron abrazados unos a otros mientras un espíritu de reconciliación se extendía por el lugar».23
E.     El plan de Dios para el ataque y su momento
Un grave peligro, y al mismo tiempo algo demasiado corriente, es entrar en la batalla espiritual en la carne. Resulta esencial que Dios nos diga lo que quiere que hagamos, cómo quiere que lo hagamos y cuándo deberíamos hacerlo. Esto se consigue mediante la oración ferviente, y es ahí donde resulta tan importante la dimensión profétíca del ministerio del intercesor. En el siguiente capítulo se enumeran algunas de las consecuencias posibles de equivocarse en cuanto al plan de ataque o al momento de Dios.
En resumen, no intente librar la guerra espiritual en el nivel estratégico sin seguir estas seis reglas. Infórmese. Investigue lo que está diciendo mucha gente. Le sugiero que consiga y estudie otras dos listas de reglas excelentes: la que da Cindy Jacobs en Possessing the Gates of the Enemy (pp. 242–245) [Apropiándose de las puertas del enemigo] y la de John Dawson en Reconquer Your City, La reconquista de su ciudad (pp. 139–189). Seamos sabios en el poder de la fuerza del Señor.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1.      ¿Puede usted nombrar alguna ciudad en la que se estén realizando esfuerzos de oración significativos a nivel de toda ella? ¿Cree que sería factible un esfuerzo así para su ciudad?
2.      Explique lo que quiere decirse cuando se afirma que los pastores son los «guardianes espirituales de las puertas» de una ciudad.
3.      ¿En qué se diferencia el don de intercesión de las expectativas acerca de que todos los cristianos sean personas de oración? Mencione a algunos individuos que usted conoce y que tal vez tengan ese don.
4.      ¿Cuál cree usted que podría ser el «don redentor» o el «propósito redentor» de su ciudad o pueblo?
5.      ¿Qué pasos serían los primeros que tendría que dar para investigar la historia espiritual de su ciudad?
CAPÍTULO DIEZ
Hay que evitar las trampas
La guerra espiritual en el nivel estratégico no es para todos. Según he podido saber, los pilotos de combate que participaron en la Guerra del Golfo Pérsico se hallaban bajo constante escrutinio para ver si daban muestras de miedo. Si aparecía en ellos el menor de los temores, eran inmediatamente retirados de la contienda y enviados a casa.
Del mismo modo, pelear contra los principados y las potestades espirituales no es una actividad para timoratos o pusilánimes. Se trata de una guerra y hay que esperar víctimas. Conozco a muy pocos veteranos de la guerra espiritual en el nivel estratégico—si es que hay alguno—que no tengan relatos que contar en cuanto a cómo han sido heridos de un modo u otro en el combate.
LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA
Doris y yo empezamos a salir a primera línea en 1990, en la Argentina, y pocos meses después tuvimos la peor disputa familiar de nuestros cuarenta años de matrimonio, surgió un grave problema con uno de nuestros intercesores más próximos, y Doris quedó incapacitada casi durante cinco meses por hernias discal y operaciones de columna y de rodilla. No tenemos la menor duda, ni nosotros ni aquellos que oran por nuestro ministerio, de que se trataba de un contragolpe directo de los espíritus enfurecidos por el hecho de que hubiéramos invadido su territorio.
Uno de los guerreros espirituales más experimentados de los Estados Unidos es mi buen amigo Larry Lea. Como ya mencioné anteriormente, con su Ataque de Ruptura en San Francisco, el día de Halloween de 1990, se consiguió una gran victoria pública. Sin embargo, el enemigo se las arregló también para poner el nombre de Larry en una lista de víctimas. Los cuatro meses siguientes se cuentan entre los peores de su vida. Tuvo que operarse de una hernia, experimentó serios problemas con uno de sus intercesores más cercanos, las finanzas de su ministerio descendieron hasta un nivel espantosamente bajo, su padre murió de cáncer … y le sucedieron otras cosas tan raras que no conviene mencionarlas. Larry llegó incluso a preguntarse si debía seguir ejerciendo su ministerio.
Aunque no creo que podamos evitar por completo esta clase de contingencias que Larry Lea y yo sufrimos, si pienso que es posible reducirlas a un mínimo a medida que vamos aprendiendo más acerca de la guerra espiritual en el nivel estratégico. América se asombró de las relativamente escasas bajas que hubo en la Guerra del Golfo Pérsico, y yo espero que aprendamos a combatir espiritualmente de tal manera que veamos reducidas, de un modo significativo, la frecuencia y la seriedad de las pérdidas.
HAY QUE APRENDER DE LAS EQUIVOCACIONES
No hay nada malo en cometer errores o fallar. No me importa tener fallos siempre que mantenga mi visión a largo plazo, me reponga de los mismos, aprenda de los errores, avance nuevamente y evite cometer la misma equivocación una segunda vez.
Jamás olvidaré cuando Doris y yo conocimos a Pablo Bottari—a quien mencioné en el capítulo como el responsable de los ministerios de liberación dentro de las campañas a nivel de ciudad que Carlos Anacondia lleva a cabo en Argentina. Nos estaba enseñando privadamente la tienda «unidad de cuidados intensivos» que él supervisa y le preguntamos cómo había aprendido a realizar ese tipo de ministerio tan especial. «¿Quieren saberlo?—contestó—¡Lo aprendimos cometiendo todos los errores imaginables!» Luego, entre otras cosas nos contó el caso del «demonio de las llaves».
El «demonio de las llaves»
Una de las características interesantes de las campañas de Anacondia es que se celebran en solares vacíos y no se utilizan sillas (excepto unas pocas, en la parte delantera, para los enfermos y ancianos). Cada noche hay un promedio de 5.000 a 20.000 personas en pie sobre la tierra, a veces cubierta por un poco de hierba o de maleza, desde las 8 hasta las 11 de la noche. Y la iluminación es suficiente pero no extraordinaria.
Si entramos en la guerra espiritual y esperamos contar con el poder de Dios sin humildad, tendremos problemas.
Cierta noche Annacondia inició su reprensión pública acostumbrada a los malos espíritus y éstos empezaron a manifestarse. Los endemoniados caían al suelo y un equipo del ministerio especialmente adiestrado y denominado los «levantadores» comenzaron a recogerlos y a llevarlos, medio a rastras medio en brazos, a la tienda de liberación.
Al parecer, entre la multitud había un hombre observando estas actividades, cuando las llaves que tenía en la mano se le cayeron al suelo entre la hierba y la maleza. Nuestro pobre amigo se inclinó, y a causa de la poca luz empezó a palpar buscando las llaves. Fue entonces cuando un equipo de levantadores se fijó en él y dieron por sentado que él también estaba poseído. Antes de que el espectador supiera lo que estaba pasando, le agarraron por los brazos y se lo llevaron.—¡Las llaves, las llaves!—gritaba el hombre; pero fue en vano.
Cuando entró en la tienda de liberación, los levantadores anunciaron que estaba siendo atacado por un «demonio de llaves». ¡Pablo Bottari jamás nos dijo si aquel hombre recuperó sus llaves!
DIEZ TRAMPAS QUE EVITAR
Pablo Bottari y el resto de nosotros hemos cometido muchos errores, y sin lugar a dudas seguiremos cometiéndolos, pero tenemos la esperanza de que a medida que pase el tiempo vayan siendo cada vez menos. He aquí una lista de trampas corrientes en la guerra espiritual a nivel estratégico que necesitamos tener en cuenta y evitar en el mayor grado posible.
1.     Ignorancia
La ignorancia es la primera de las trampas de mi lista, ya que constituye sin duda la herramienta más eficaz del enemigo. Esta trampa funciona de varias maneras.
Muchos cristianos son ignorantes acerca de la guerra espiritual en general incluso entre aquellos que no lo son, muchos no están conscientes de esta variedad a nivel estratégico que tiene que ver con los espíritus territoriales. Aquellos que no saben que hay una guerra no representan ninguna amenaza para Satanás y las fuerzas de las tinieblas.
Hay quienes están conscientes de la guerra espiritual en el nivel estratégico y no niegan la existencia de los principados y las potestades, pero han decidido que tal actividad no es para la iglesia de nuestros días debido a que no se han tomado la molestia de investigarla en la profundidad necesaria. Piensan que la misma tiene poca base teológica, bíblica y experimental, y por lo tanto han determinado no alistarse en el ejército.
Otros tienen el deseo de causar daños a las fortalezas espirituales que dominan una ciudad o nación, pero son ignorantes en cuanto a la metodología correcta. Por fortuna los recursos y la enseñanza en este campo se están multiplicando rápidamente y esta clase de ignorancia pronto deberá ser cosa del pasado.
Uno de los peores peligros es el de participar en la guerra espiritual a nivel estratégico sin saber que uno lo está haciendo.
Aunque no diré el nombre de la denominación, un grupo de jóvenes cristianos de Estados Unidos decidieron asistir al Festival Porno de Copenhage, Dinamarca, con el propósito expreso de denunciar la pornografía como pecado y llamar al arrepentimiento a los asistentes a dicho Festival. Dieciocho de ellos fueron y predicaron día tras día frente a las tiendas y exposiciones porno. Dijeron que hubo cientos de conversiones, aunque una investigación más a fondo demostró que muy poco o nada de aquel fruto realmente permaneció. Lo peor de ello, sin embargo, fue que a los pocos años, cada uno de aquellos dieciocho jóvenes se hicieron adictos a la pornografía o cayeron en relaciones sexuales ilícitas.
El peligro es que la ignorancia del mundo espiritual puede conducir a la insensatez. Aquellos jóvenes no tenían idea de que no estaban luchando contra carne y sangre, sino contra principados y potestades, de modo que pagaron las consecuencias.
2.     Miedo
Muchos dirigentes cristianos tienen miedo en su interior de enfrentarse al enemigo en los niveles más altos. Escuchan lo que les sucedió a personas como Doris Wagner después del combate en Argentina o a Larry Lea tras la experiencia de San Francisco y deciden que no quieren que algo semejante les ocurra a ellos. Este miedo pocas veces es expresado abiertamente porque hay buenas razones para no admitirlo.
En primer lugar, estos dirigentes saben muy bien que Jesús ha derrotado al enemigo de una vez por todas, como ya he mencionado muchas veces anteriormente, y también que no tienen por qué dudar en cuanto a quién ganará la guerra.
En segundo término creen que el perfecto amor echa fuera el temor, y que «el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor» (1 Juan 4:18). El admitir que se tiene miedo podría interpretarse como un reconocimiento de falta de amor, y eso es algo que pocos dirigentes están dispuestos a hacer.
Uno que sí lo hizo fue Floyd McClung, de Juventud con una Misión, quien cuenta cómo solía evadir las preguntas referentes al diablo diciendo: «A Satanás le encanta el pecado, el miedo y la atención, y yo no pienso darle ninguna de esas cosas». Sin embargo, después de actuar así con demasiada frecuencia, el Espíritu Santo le convenció de pecado y él se humilló delante del Señor. Entonces, Dios le habló en su interior lo siguiente: «Estoy decepcionado de tu respuesta. Tienes poco conocimiento del reino demoniaco y ninguna autoridad sobre Satanás, como mis discípulos hace muchos años. Tu respuesta refleja tus propios temores».
Esta palabra del Señor le hizo cambiar por completo. McClung confesó que estaba respondiendo a la pregunta con miedo, «un miedo bien disfrazado en términos teológicos, pero miedo al fin y al cabo. Puede que hubiera engañado a algunas personas, pero no al Señor».
¿Cuál era el problema de Floyd McClung? «Tenía miedo del extremismo—explica—y miedo a lo desconocido».1
Durante la crisis del Oriente Medio a principios de los años 90, algunos norteamericanos formaron «movimientos en contra de la guerra» en un intento de quebrar la determinación de las naciones a librar una guerra justa. Rick Joyner ve un fenómeno semejante entre los dirigentes cristianos de hoy. Dice Joyner: «Hay un movimiento anti-guerra muy sutil que el enemigo podría utilizar para dar al traste con la decisión de la iglesia de librar la guerra espiritual». En su opinión, «el movimiento espiritual en contra de la guerra está arraigado en el idealismo y combinado con un miedo sutil al enemigo».2
Aunque deberíamos respetar el poder del enemigo, no tenemos por qué temerle. Y esto nos lleva a la siguiente trampa.
3.     Subestimación del enemigo
Resulta que soy granjero de productos lácteos. Esta es la profesión que aprendí siendo niño, e incluso tengo mi licenciatura en Ciencias en la especialidad de Producción Láctea.
La mayor parte de mi experiencia data de antes de la inseminación artificial, cuando los toros lecheros eran parte importante de la vida de la granja. Mucha gente no sabe que esos toros (a diferencia de los que se destinan a carne) son los animales más bravos que existen. Al igual que el diablo son sumamente fuertes y malos. Si se les da la más mínima oportunidad le matan a uno. En una región lechera como la mía, del norte de Nueva York, cada pueblo tiene sus propias historias acerca de los que han sido gravemente heridos o muertos por los toros.
Una de las razones por las que yo jamás he sido víctima del ataque de un toro es el gran respeto que les tengo. Sé lo que pueden hacer, cuándo lo hacen y de qué manera. Sin embargo no tengo miedo de ellos. Puedo conseguir que un toro de leche haga casi cualquier cosa que me proponga. Mi poder no tiene ni punto de comparación con el suyo, pero soy capaz de guiar a uno de ellos, por ejemplo, en el paseo de exhibición como si se tratara de un gatito.
Satanás y sus fuerzas son como el toro. Martín Lutero dijo de él: «No tiene igual sobre la tierra». Pero gracias a la sangre de Jesucristo y a las armas de nuestra guerra espiritual no hay por qué temerle. A pesar de ello, en el momento que uno subestima el poder de Satanás, y le pierde el respeto, se expone a la muerte.
Me entristece decir que algunos han perdido realmente sus vidas en la guerra espiritual a nivel estratégico. Uno de mis alumnos de Fuller, Wilson Awasu, de Ghana, escribió una disertación sobre cierto pastor presbiteriano llamado C. Y. Adjanku que ordenó cortar un árbol venerado por sacerdotes satánicos. Cuando el árbol fue derribado, él cayó muerto.
Entre los intercesores y guerreros espirituales más respetados de hoy en día se encuentra Johannes Facius, de Alemani, coordinador de Intercessors International. Señalo esto para que comprendamos que estamos hablando de un veterano y no de ningún novicio. Facius cuenta cómo en 1986 un equipo de intercesores fue a la Unión Soviética y entró en el Mausoleo de Lenin en Moscú. Allí sintieron que debian pronunciar juicio contra Vladimir Lenin, «dios de la Unión Soviética».
No sabemos lo que ocurrió entonces en los lugares celestiales, pero sí que pronto el comunismo soviético se desmoronó. Sin embargo, Facius dice: «Fue en aquel movimiento contra el enemigo que yo sufrí uno de los ataques de enfermedad más extraños que jamás haya expermientado».
El ataque inicial duró un día, pero no mucho después apareció una dolencia debilitante del corazón. El considera esto como un contraataque del espíritu de muerte al que había resistido en el Mausoleo de Lenin.
Seguidamente vinieron tres años de una grave depresión, de la cual fue liberado en una sesión que duró menos de treinta segundos.3
Cuando Facius mencionó el espíritu de muerte me estremecí, porque Doris y yo estamos convencidos de que quien perpetró los ataques contra ella fue el espíritu de muerte de Resistencia, Argentina, llamado San La Muerte.
4.     Arrogancia espiritual
Si entramos en la guerra espiritual y esperamos contar con el poder de Dios sin humildad, tendremos problemas. Pablo dijo a los Corintios: «Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor» (1 Corintios 2:3). Y también: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:10). Al mismo tiempo, el apóstol era uno de los guerreros espirituales más poderosos del Nuevo Testamento. ¡Incluso Diana de los efesios tembló ante él!
La guerra espiritual eficaz requiere un delicado equilibrio entre debilidad y poder. En el momento en que empezamos a pensar que lo estamos haciendo por nosotros mismos nos volvemos vulnerables al ataque del enemigo.
Johannes Facius admite que eso fue parte de su problema. El sabía que debía permanecer en comunión intima e ininterrumpida con el Señor, pero dejó que dicha comunión se le escapara. «Debido a una exagerada actividad, actividad en los negocios del Señor—dice—, llegué al punto en el que me olvidé que debía depender de El».4
5.     Falta de apoyo intercesor
Creo que la intercesión por lideres cristianos es la fuente de poder espiritual más infrautilizada actualmente en nuestras iglesias. Mi próximo libro de esta serie tengo pensado escribirlo sobre ese tema.
Mi consejo es que nadie se comprometa en la guerra espiritual en el nivel estratégico sin tener la clara certeza de que está siendo cubierto por la oración intercesora. En el pasaje más famoso de guerra espiritual, Efesios 6, el apóstol Pablo mismo rogaba a los efesios que intercedieran por él (véase Efesios 6:19). Y en otra ocasión también pidió lo mismo a los colosenses (véase Colosenses 4:3).
Las fuerzas de las tinieblas saben muy bien el poder que se libera a través de los intercesores mientras los dirigentes ministran en la guerra espiritual. En un período de pocos meses, por ejemplo, vi a tres dirigentes miembros de la Red de Guerra Espiritual perder a su intercesor número uno: Larry Lea, Peter Wagner y Edgardo Silvoso. Cada caso se produjo en distintas circunstancias, de modo que no hay duda de que Satanás, varía sus tácticas.
Comencé el capítulo hablando de Larry Lea y de mí. La situación de Edgardo Silvoso constituye un relato por sí solo, del que cambiaré los nombres y los lugares para evitar avergonzar indebidamente a nadie.
Creo que la intercesión por líderes cristianos es la fuente de poder espiritual más infrautilizada actualmente en nuestras iglesias.
El intercesor de Silvoso permitió que los celos se colaran en su ministerio cuando alguien de fuera entró en su terreno y guió a la gente en una poderosa oración de guerra. Este intercesor, a quien llamaremos Henry, pidió a su compañero de habitación que saliera con él a la ciudad cierta noche para batallar contra los espíritus—presumiblemente para asegurarse a sí mismo y al otro de que él también tenia poder espiritual. Cuando volvieron al hotel y se acostaron, dos mujeres, una rubia y otra morena, entraron en su habitación y ofrecieron a Henry la opción de dormir con una de ellas. Su compañero ya descansaba, y Henry se puso en pie de un salto y se encerró en el cuarto de baño.
Las mujeres se fueron y él volvió a acostarse. Pero antes de que pudiera darse cuenta habían entrado en la habitación las dos anteriores y otra más. «Si no te gustamos nosotras—dijeron—, ¿por qué no te acuestas con ella?» Henry se levantó y salió corriendo del cuarto.
Cuando volvió al mismo, las tres mujeres se habían ido, pero su compañero de habitación despertó sofocado y completamente cubierto de sudor. Casi no podía respirar, hasta el punto que temieron por su vida. Sin embargo, una vez que hubieron orado, el ataque cesó.
La noche siguiente. Henry estaba conduciendo su furgoneta a gran velocidad hacia la ciudad donde vivía, cuando de repente su cuerpo se paralizó de la cintura para abajo, comenzó a ahogarse como si unas manos le apretaran la garganta y el automóvil viró saliéndose de la carretera. Lo único que pudo hacer fue gritar a los otros pasajeros: «¡Oren, por favor!»
Milagrosamente la furgoneta se mantuvo derecha, se paró y nadie sufrió daño. Más tarde supieron que, en ese mismo instante, la persona de la que Henry tenía celos, y dos compañeros, habían recibido del Señor el encargo de orar por él. ¡Oraron fervientemente y Dios contestó!
La parte buena de todo fue que no sufrieron daño, y la parte mala que Henry, antes conocido como un poderoso intercesor, no ha podido orar bien desde entonces. Esperemos que se trate sólo de una situación temporal como en el caso de Johannes Facius, quien admite que también fue éste uno de sus problemas.
«Como en el caso del apóstol Pablo, necesitamos pedir la cobertura de los hermanos en oración—dice Facius—. Tenemos que movilizar a compañeros de oración para cada acción estratégica y de combate que emprendamos».5
6.     Oración no dirigida
Ya he mencionado varias veces que la intimidad con el Padre en la oración y ver claramente lo que El está haciendo es decisivo para una oración de guerra eficaz. Sin ello, a nuestras oraciones puede faltarles dirección y por lo tanto ser débiles. Wesley Duewel dice: «Cuando se confina la intercesión al propio entendimiento, no sólo puede uno errar el propósito de Dios, sino también estropear sus planes. Espere en el Señor hasta que El le confirme su voluntad».6 Esto, naturalmente requiere escuchar a Dios en oración.
Me gusta la historia que cuenta Duewel acerca de la señora Spahr, una intercesora que fue despertada en medio de la noche para orar por Jerry Rose, misionero en Irian Jaya.
Sucedió de un modo tan claro y en un momento tan específico que la mujer escribió a Jerry Rose al día siguiente y se lo contó. El misionero recibió cuatro cartas más de compañeros en la oración diciéndole que Dios les había puesto a interceder exactamente a esa misma hora.
En el momento en que los cinco oraban, Rose se encontraba en pie, con los brazos atados detrás de la espalda, mientras un salvaje de la Edad de Piedra se preparaba a atravesarlo con una lanza. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, se le acercó otro hombre de la tribu, le dijo algo e inmediatamente liberaron a Jerry. He aquí un ejemplo de oración dirigida: el tipo de oración que remueve a las fuerzas de las tinieblas.7
7.     Momento equivocado
Uno de los pastores locales que trabajan conmigo en el proyecto Pasadena para Cristo es mi amigo Che Ahn.
Ahn me ha contado que su iglesia tuvo un mes de oración y ayuno muy significativo no hace mucho, y que entre las muchas cosas que recibieron del Señor durante ese mes estaba la revelación de que algunos de los espíritus territoriales más poderosos que dominan Pasadena se hallaban centrados en el Ayuntamiento. De modo que cierta noche reunieron a un equipo de 30 y fueron a la sede del Gobierno municipal a derribar las fortalezas del enemigo.
No habían orado mucho cuando se dieron cuenta de que se encontraban en un combate espiritual de alto nivel. Y más tarde el contraataque se produjo.
Cuando Che llegó a casa aquella noche, sufrió el ataque más fuerte de fiebre del heno que había experimentado desde que fuera niño. Sus hijos empezaron a tener pesadillas cada noche en las que veían cosas horribles, tales como gente que era decapitada, personas a las que se les arrancaban los miembros, y a su padre siendo asesinado. Che Ahn explicó que, puesto que no tienen televisión, no había forma de que sus hijos hubieran sido programados mentalmente con esas cosas en lo natural. Tenía que tratarse de una programación espiritual.
Al hablar concordamos en que, probablemente, aunque la revelación había sido exacta, el momento de la guerra pública no fue bien escogido. Tal vez no era el kairos de Dios, o sea el tiempo estratégico para llevar a cabo el combate.
En la vecina ciudad de Monrovia sucedió un incidente parecido por no escogerse bien el momento. En 1985, Leigh Jackson, una intercesora, había sentido la carga de comenzar un movimiento de oración por su ciudad, y en abril de 1988, después de otros encuentros de oración con éxito, Leigh convocó a los pastores de Monrovia a orar en las cámaras del concejo municipal del Ayuntamiento. Para su consternación, uno de los pastores usurpó el control de la reunión y guió la misma en una dirección distinta a la de la visión que ella había recibido. Siendo mujer, Leigh no sintió libertad para ejercer autoridad y hacer algo al respecto. El movimiento de oración se detuvo.
Leigh volvió a intentarlo en 1989, terminando también en fiasco, hasta que a finales de 1990, recibió del Señor el momento exacto para hacerlo. Mientras escribo este libro, el movimiento de oración se está poniendo en marcha como ella esperaba.
Muchos de nosotros, tenemos la tendencia a ser impacientes y una vez que sabemos lo que hay que hacer, queremos actuar en seguida. Pero si vamos más aprisa que Dios, no contemos con tener acontecimientos significativos, ya que lo habremos hecho en la carne y no en el Espíritu.
8.     Retórica vacía
Una de mis preocupaciones es que algunos que llegan a interesarse en la guerra espiritual a nivel estratégico lo hagan con poca sensatez y que su excesivo orar resulte en una retórica vacía, y que en vez de repeler a las fuerzas del enemigo estén sólo haciendo ruido.
Algunos autores en el campo de la oración de guerra comparten las oraciones que han utilizado y encontrado eficaces. Se trata de buenas oraciones y no hay nada malo en usarlas una y otra vez. Los cristianos de tradiciones litúrgicas descubren el gran poder espiritual que puede liberarse utilizando las oraciones escritas por otros. No obstante, hay que reconocer el peligro que existe de que algunos creyentes no muy maduros caigan en la trampa de emplear las oraciones de otros como si fueran fórmulas mágicas: que piensen que con sólo decir las palabras correctas, y gritarlas lo bastante fuerte, Satanás quedará derrotado, o que si una oración determinada funciona para Dick Bernal, Tom White o Gwen Shaw, también valdrá para él.
No creo que la retórica vacía sea una de las trampas peores o más peligrosas. En la mayoría de los casos no pasa nada, ya que ni Dios ni los principados les prestan mucha atención. Cuando se ha hecho, todo permanece como estaba. Sin embargo, el peligro reside en que la persona que ora crea que algo se ha producido en los lugares celestiales y actúe basándose en esa suposición. El proclamar victoria cuando no la ha habido puede traer graves consecuencias. Esto es lo que intentaron hacer los jefes militares argentinos en la guerra de las Malvinas y como resultado traumatizaron sicológicamente en forma grave a toda la nación.
Cuando muchos cristianos serios y reflexivos ven la insensatez disfrazada de guerra espiritual en las iglesias o la televisión, rechazan todo el concepto. Ese es el punto en el que Satanás puede obtener una victoria por medio de la retórica vacía.
9.     Actuar al descubierto
Si el leer un libro como éste le excita y quiere usted alistarse en el ejército de Dios para la guerra espiritual en el nivel estratégico, no lo haga nunca sin estar cubierto por sus superiores espirituales. Su pastor o los ancianos de su iglesia son agentes de Dios encargados de velar por su bienestar espiritual. Sin esa cobertura es usted vulnerable y se expone a un fuerte ataque del enemigo.
Con esto no quiero decir, necesariamente, que su pastor tenga que unirse a usted en la batalla práctica, pero sí debe darle una bendición explícita de un modo u otro.
Para la mayoría de la gente éste es un principio sencillo de aplicar; sin embargo, para los dirigentes cristianos de más alto nivel la cuestión se hace más compleja. ¿Quién pastorea al pastor? Este ha sido un problema personal mío a lo largo de los años, ya que la iglesia a la que pertenezco es tan grande que quien ostenta el título de pastor principal está por lo general demasiado ocupado para atendernos pastoralmente a mí y a mi familia. Dios hizo que reparara en esto hace poco, cuando estaba leyendo las palabras de Johannes Facius: «Creo que cada uno de nosotros, incluyendo a los siervos de Dios, necesitamos un pastor». Y luego menciona el nombre de la persona que actúa como pastor suyo a pesar de vivir en un país distinto: Sven Nilsson, de Suecia.8
Doris y yo oramos al respecto y acordamos pedir a John Maxwell y a su esposa, Margaret, que consideraran su disponibilidad para llevar esa carga. Ellos accedieron gustosos y creo que nuestra relación durará mucho tiempo. Como pastor mío, John ahora me proporciona la cubierta y la autoridad espiritual que necesito para ejercer mi ministerio, aunque su iglesia, la Iglesia Wesleyana Horizonte, de San Diego, está a más de 160 kilómetros.9
10.     Actuar en solitario
No proyecte o intente librar solo la guerra espiritual en el nivel estratégico. Hágalo siempre en grupo. Jesús dijo que él estaría presente allí donde hubiera dos o tres reunidos. Esta es otra forma de decir que debería haber más de uno. «Si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?» (Eclesiastés 4:11).
Hace poco esto se me hizo evidente durante una conversación mantenida con Alfred H. Ells, un consejero matrimonial de Phoenix. Ells me dijo que en cierta ocasión, durante el tiempo de Navidad, iba por la ciudad en su automóvil y oyó por la radio que la ACLU1 exigía que las autoridades municipales quitaran las decoraciones públicas conmemorativas de esas fechas. Aquello le puso furioso, y allí en el coche empezó a maldecir en alta voz al espíritu de esa organización. Inmediatamente tuvo la visión de un ser repugnante y sintió un golpe en el costado. Se volvió y dijo: «¿Qué es esto?» Y entonces recibió otro fuerte golpe, como un puñetazo, en la parte izquierda de la cara. El dolor fue terrible. Apenas podía abrir la boca. Una vez en la oficina, alguien le impuso las manos, oró por él y el dolor desapareció.
Más tarde, Alfred estaba orando en cuanto al asunto y dijo: «¿Qué pasa, Señor?» Dios le contestó: «¡Quién te ha mandado que hicieras eso!»
Mirando atrás comprendimos que Alfred había violado varios de los puntos de esta lista de trampas, uno de los cuales era no actuar solo.
COMO PUEDE FUNCIONAR LA ORACION DE GUERRA
Uno de los ejemplos de oración de guerra eficaz más espectaculares de la Biblia es el enfrentamiento de Elías con Baal. Baal era un espíritu territorial clásico: el principado que dominaba sobre los fenicios y los cananeos. No sé exactamente cuáles serían sus fronteras, pero sí que no tenía, por ejemplo, autoridad sobre China, Escandinavia, los indios de los Andes o los aborígenes australianos—todos los cuales existían en aquellos días.
Baal consiguió obtener la lealtad del rey Acab, el cual se casó con Jezabel, se convirtió al culto del ídolo y edificó un templo y un altar a aquel principado maligno.
Como consecuencia, Dios levantó a Elías para dirigir la guerra espiritual en el nivel estratégico, y podemos leer la historia en 1 Reyes 17–19. Elías no estaba luchando tanto contra carne y sangre (Jezabel y Acab), sino contra principados y potestades (Baal y sus fuerzas tenebrosas). El clímax de la historia es un espectacular choque de poder.
Como preparación para aquel combate, Elías proclamó públicamente que una sequía vendría sobre la tierra; sequía a través de la cual Dios sostuvo al profeta haciendo que los pájaros le llevaran comida y multiplicando los alimentos en casa de la viuda. El Señor, por otro lado, recordó a Elías su poder resucitando al hijo de aquella mujer.
Luego llegó el momento de Dios (el kairos) para que Baal fuera derrotado y la sequía terminara. Elías anunció que llovería y abiertamente desafio a Baal por medio del rey Acab. Lo que sucedió entonces es sobradamente conocido. Baal no pudo hacer descender del cielo el fuego que pedían sus sacerdotes, mientras que Dios sí lo hizo, incluso después de que se hubiera empapado con agua la leña.
Aquello supuso tal vergüenza pública que los 450 sacerdotes de Baal fueron ejecutados. Y una vez roto el poder de ese espíritu territorial, la lluvia cayó.
Pero también se produjo el contraataque. Jezabel se enfureció por aquello, y Elías, debilitado por la lucha, huyó de ella. A pesar de que Dios envió a un ángel para que alimentara al profeta, éste pasó por un tiempo de fuerte depresión. Hasta que, finalmente, el Señor lo encontró y le habló con voz tranquila y suave diciéndole que todavía quedaban 7.000 seguidores de Jehová.
Un final glorioso
Dios le dio a Elías un final glorioso. El profeta,
     Ungió a un nuevo rey,
     Conoció a Eliseo, su sustituto,
     Fue llevado al cielo en un carro de fuego y, juntamente con Moisés, se le escogió de entre los personajes del pasado para reunirse con Jesús en el Monte de la Transfiguración. ¡Qué hermosa recompensa para aquel fiel guerrero!
Pero ¿dónde está en todo esto la oración de guerra? Nada en 1 de Reyes nos dice que Elías orara. Dios no quería dejarnos con la duda de si Elías había orado o no, de modo que nos informa a través de Santiago de que el arma espiritual más importante del profeta fue la misma que tenemos nosotros: la oración de guerra. «Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo fruto» (Santiago 5:17, 18).
¿En qué contexto menciona Santiago esta oración?—la cual sabemos por 1 de Reyes que era una oración de guerra. El apóstol la utiliza como ilustración del principio: «La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16).
Este ejemplo bíblico demuestra que Dios ha estado llamando y llama todavía a su pueblo a la oración de guerra.
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 2:7).
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
1.      ¿Por qué algunos cristianos tienen miedo de enfrentarse al mundo espiritual a pesar de que saben que Jesús está de su lado?
2.      Si es tan importante que los dirigentes cristianos estén cubiertos por la intercesión para no convertirse en bajas, ¿por qué se utiliza tan poco esa intercesión?
3.      ¿Cómo podemos estar seguros de que aquello por lo que estamos orando es la voluntad de Dios en un momento determinado?
4.      Suponga que caemos en cualquiera de las trampas que hemos mencionado en este capítulo. ¿Prevalecerá siempre Dios o es real el peligro?
5.      Ore con otros a su alrededor para que Dios les muestre a usted y a sus amigos, específicamente, qué pasos deberían dar para llevar a la práctica lo que ha aprendido leyendo este libro.

1 John Dawson, La reconquista de tu ciudad (Minneapolis, MN: Editorial Betania. 1991), p. 34.
2 Floyd McClung, Seeing the City with the Eyes of God (Tarry-town, NY: Chosen Books, 1991), p. 9.
3 Roger Greenway, “Book Review”, Evangelical Missions Quarterly, octubre de 1991, p. 430.
4 John Dawson, La reconquista de tu ciudad (Minneapolis, MN: Editorial Betania. 1991), p. 34.
5 John Huffman, “New Prayer Program Tested in Costa Rica”, Prayer Pacesetters Sourcebooks, David Bryant, ed. (Concerts of Prayer International, Box 36008, Minneapolis, MN 55435, 1989), pp. 252–253.
6 Ibid., p. 253.
7 The Bernal Report, diciembre de 1989, p. 2.
8 Francis Frangipane. The House of the Lord (Lake Mary, FL: Creation House, 1991), p. 146.
9 Edgardo Silvoso en el folleto que anuncia el Primer Instituto Anual Internacional de Harvest Evangelism, 10–18 de octubre de 1991, p. 2.
10 Dick Bernal, Curses: What They Are and How to Break Them (Companion Press, P.O. Box 351, Shippensburg, PA 17257–0351). pp. 71–84.
11 Laura Myers, “Christians Pray for San Francisco Souls”, Antelope Valley Press, 1 de noviembre de 1990, p. B3.
12 John Wimber, “Facing the ‘90s’ ”, Equipping the Saints, verano de 1989, p. 22.
13 Richard C. Lockwood, correspondencia personal, 16 de abril de 1990.
14 Kjell y Lena Sjöberg, Newsletter, 6 de marzo de 1991, pp. 2–3.
15 C. Peter Wagner, Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow (Ventura, CA: Regal Books, 1979), p. 263.
16 Cindy Jacobs, Possessing the Gates of the Enemy (Tarrytown, NY: Chosen Books, 1991), p. 56.
17 John Dawson, La reconquista de tu ciudad (Minneapolis, MN: Editorial Betania, 1991), pp. 37–38.
18 Ibid., p. 41.
19 McClung, Seeing the City, p. 34.
20 Ibid.
21 Koji Honda, “An Apology to the Peoples of Asia”, Japan Update, Bulletin of the Japan Evangelical Association, octubre de 1990, p. 8.
22 Perils of Being Born Black”, Time, 10 de diciembre de 1990, p. 78.
23 John Dawson, “Seventh Time Around”, Engaging the Enemy, C. Peter Wagner, ed. (Ventura, CA: Regal Books, 1991), pp. 137–138.
1 Floyd McClung, Seeing our Cities with the Eyes of God (Tarrytown, NY: Chosen Books, 1991), p. 18.
2 Ryck Joyner, “The Spiritual Meaning of the Persian Gulf War”, The Morning Star Prophetic Bulletin. 15 de febrero de 1991, p. 1.
3 Johannes Facius, “Let God Be God”, Intercessors for America Newsletter, marzo de 1991, p. 3. Esta reveladora e instructiva historia de Johannes Facius se cuenta en detalle en su libro God Can Do It Without Me! (Chichester, England, Sovereign World Books, 1990).
4 Ibid.
5 Ibid.
6 Wesley L. Duewel, Mighty Prevailing Prayer (Grand Rapids, Ml: Francis Asbury Press de Zondervan Publishing House, 1990), p. 258.
7 Ibid., p. 260.
8 Facius, “Let God Be God”, p. 3.
9 Unión Americana por las Libertades Civiles, Grupo humanista opuesto a los valores judeo-cristianos en la sociedad americana. N. del T.
Wagner, C. P. (1993). Oración de guerra : Cómo buscar el poder y la protección de Dios en la batalla para construir su reino?. Serie guerrero en oración (194). Nashville, TN, U.S.A.: Regal Books.


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