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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ustedes se hicieron imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo; de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los creyentes

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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Información 










Estudiemos para construir nuestros sermones
1 Tesalonicenses
1:1-9

1 Pablo, Silas  y Timoteo; a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a vosotros y paz.

Gracias por un testimonio ejemplar
2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones. 
3 Nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de la perseverancia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo. 
4 Porque hemos conocido, hermanos amados de Dios, vuestra elección; 5 por cuanto nuestro evangelio no llegó a vosotros sólo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Vosotros sabéis de qué manera actuamos entre vosotros a vuestro favor. 
6 También os hicisteis imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo; 7 de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. 
8 Porque la palabra del Señor ha resonado desde vosotros, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que también vuestra fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada. 
9 Pues ellos mismos cuentan de nosotros la buena recepción que tuvimos por parte de vosotros, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero 10 y para esperar de los cielos a su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera. 

1 TESALONICENSES

TEXTO, EXPOSICIÓN Y AYUDAS PRÁCTICAS

I. SALUTACIÓN, 1:1

Inicialmente aparecen tres nombres en la primera carta enviada a los tesalonicenses: Pablo, Silas y Timoteo. El nombre de Pablo aparece primero, lo que nos hace pensar que es el líder. Sin embargo, nos preguntamos: ¿Por qué aparecen los nombres de Silas y Timoteo en esa carta? La respuesta es que posiblemente se deba a que ellos tenían una relación muy especial con los tesalonicenses. Recordamos que ellos fueron a Tesalónica por instrucciones de Pablo; y luego regresaron al Apóstol dándole información de los problemas y la situación en aquella iglesia. 

La carta es entonces la reacción de Pablo para corregir, animar y enseñar a los creyentes en Tesalónica. La inclusión de estos dos compañeros de Pablo tiene como propósito hacer más personal la carta, ya que los tesalonicenses podían darse cuenta de que las palabras de Pablo estaban basadas en la información personal de sus dos emisarios.

Sin embargo, en varias partes de la carta (vea 2:18; 3:5 y 5:27) aparece el uso de la primera persona, dando así la autenticidad al nombre de Pablo y la autoridad como el apóstol a los gentiles y siervo de Jesucristo.

La carta es dirigida a la congregación o a la asamblea de creyentes que reconocen a Dios como Padre y a Jesucristo como Señor, de allí que ellos están en el Padre y en Jesús.

Después de los nombres de los autores y los destinatarios sigue el saludo tradicional cristiano de esa época: Gracia a vosotros y paz. El saludo tenía origen en el saludo común entre la gente no judía, pero con un pequeño y significativo cambio. En lugar de usar la apalabra clásica: cairein5463, que significa “saludo” o literalmente “regocíjate”, usa caris5485, traducido como “gracia” y que significa antes que nada los actos de Dios que se han materializado en el don de Cristo. 

La palabra paz destaca la armonía integral que Dios ofrece a los que disfrutan de la fe cristiana, y es la traducción griega (eirene1515) al saludo común entre los judíos (shalom7999). De esta manera, dos palabras sencillas tocadas por el Espíritu son transformadas en una bendición del Padre y del Hijo al pueblo escogido.

II. GRATITUD A DIOS, 1:2–10

1. Acción de gracias, 1:2–4
La carta de Pablo sigue el modelo de las cartas contemporáneas de su época, en donde, por lo general, se incluía una nota en la que se indicaba que el destinatario era recordado en las plegarias a los dioses comunes.

Es un deber cristiano ser agradecidos por bienes y bendiciones personales recibidos del Señor, pero es más noble y generoso dar gracias a Dios por el bien de otras personas. Destaca el énfasis que hace Pablo en la persistencia de las oraciones al usar las palabras siempre y sin cesar. Destaca también el sentido comunitario (Pablo y sus compañeros) de la oración en función de una comunidad (los tesalonicenses).

 Paso trascendental
 En Hechos 15:36 Pablo sugiere a Bernabé que regresen a visitar a los hermanos que conocieron en el primer viaje misionero, es decir, el área de Asia Menor. Así intentaron ir a Bitinia pero el Espíritu los detuvo (Hechos 16:7). Según Hechos 16:9, Pablo tiene una visión de un varón macedonio dirigiendo a Pablo y Bernabé en dirección opuesta. 

En este momento quizá no se dieron cuenta del paso tan trascendental pues solo se trasladaron de una provincia romana a otra. Pero esto hizo que Pablo llegara a ser el primer misionero cristiano conocido que predicó en Europa, e impulsó el desarrollo del cristianismo hacia el occidente. Como resultado, Tesalónica llegó a ser una de las ciudades que recibió el evangelio en el segundo viaje misionero.


La estructura gramatical de la oración en el original destaca que el verbo traducido como damos gracias tiene tres modificantes, que en el original son tres participios griegos: haciendo memoria …, nos acordamos … y hemos conocido vuestra elección.

Tesoro bíblico
 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones (1:2).


(1) Haciendo mención, 1:2. 
Pablo da gracias a Dios haciendo mención de los tesalonicenses en sus oraciones. Él hace el esfuerzo por recordar a los tesalonicenses, dejando varias posibilidades e ideas entre líneas. Lo cierto es que Pablo se acordaba de esta iglesia, y al acordarse daba gracias, sin duda por los buenos recuerdos que el trabajo con esta congregación le traía, y lógicamente que las pruebas y conflictos también llegaban a la mente de Pablo y sus compañeros. El hecho de que Pablo recordara a los tesalonicenses, así como lo declara, no es convencional o un simple “tengo que”. 

Esto no es un cumplido, más bien es para animar y despertar en sus lectores más confianza en Dios, a través de sus palabras afectuosas. Siempre anima a las personas cuando alguien le recuerda que ora por ellas sin cesar. Es decir, que en las ocasiones cuando oraba Pablo, los hermanos de Tesalónica estaban presentes en sus oraciones. Pablo los recordaba a ellos con dulzura y cariño. En la vida, hay cosas que no son placenteras y que mejor deseamos olvidarlas. Pero hay otros recuerdos, como los de Pablo, que son positivos, inspiradores, y nos animan cuando pensamos en personas cuyas vidas son productivas sirviendo a otros.

(2) Recordando, 1:3. 
Hay tres razones fundamentales y concretas por las que Pablo se acuerda de esta congregación. Estas están expresadas, por primera vez en las obras del Apóstol, por medio de tres palabras básicas en su teología (comp. 1 Cor. 13:13): fe, amor y esperanza, palabras ligadas intrínsecamente a la dependencia a Dios Padre y al Señor Jesucristo.

a. La obra de vuestra fe, 1:3a. 
La fe no es únicamente lo que decimos que tenemos o creemos; también es lo que hacemos. Hablar de la fe da testimonio de lo que pensamos; hacer la obra es darle convicción práctica a la fe. Ser hacedores de la palabra (Stg. 2:22) pone a prueba la fe. Si la fe es necesaria para la salvación, también es indispensable para la continuación de esa obra salvífica. La mejor demostración de la salvación son las buenas obras. Estas las hacemos no para ser salvos sino porque ya somos salvos; sin obras, la fe es muerta. Sin duda que la sociedad en la que vivimos agradecerá que nuestra fe sea algo más que conceptos y actitudes internas, y se convierta en actos concretos que son las señales del reino (comp. Mat. 11:4–6).

b. El trabajo de vuestro amor, 1:3b
El amor nos motiva para hacer el trabajo cristiano; el trabajo prueba la fuerza de nuestro amor. El amor está dispuesto a trabajar hasta la fatiga del creyente. La palabra usada para trabajo (kopos2873) significa no solo el trabajo como un acto de gasto de energía, sino el llegar hasta la fatiga por ese mismo trabajo realizado. 

Es un amor que se ve, no tanto que se habla. ¡Cuánta falta hace recuperar el verdadero significado de la palabra amor! Pero fue esto lo que hicieron los creyentes del primer siglo como los tesalonicenses: En primer lugar el amor no es palabrería sentimental, es mucho más que eso, se trata de una obra concreta en bien del otro, y también implica sacrificio y esfuerzo. Amar no es fácil, implica esfuerzo y negación.

c. Perseverancia en vuestra esperanza, 1:3c
Perseverar (hupomone5281) ha sido traducido en otras partes de la Biblia como “paciencia”, que debe ser bien entendida. Es decir, que no se trata de “aguantar todo lo que venga”. La paciencia es una virtud que implica fuerza, empuje y lucha por salir adelante. La esperanza, por otro lado no es un concepto que nos adormece y nos aleja de las realidades de este mundo, sino todo lo contrario. 

Sabiendo que hay algo más adelante, esta esperanza nos debe jalonar para cambiar el mundo. Nos debe motivar para presentar una vida diferente. Con razón Pedro pide que demos razón de nuestra esperanza, haciendo a esta palabra casi un sinónimo de evangelio (1 Ped. 3:15).

(3) Conociendo, 1:4
La única razón por la que los tesalonicenses hacían lo que hacían era que se trataba de un pueblo elegido por Dios. No se trataba de gente que pretendía haber ganado la salvación por sus buenas obras y amor, sino que sencillamente hacían todo esto porque eran elegidos por Dios. 

La elección de Dios hacia ellos era algo que se podía ver. Nuevamente, la doctrina de la elección no es algo para discutir y argumentar, aunque eso puede tener su lugar, sino es una doctrina que se debe ilustrar en la vida de los creyentes, de quienes pretendemos decir a otros que somos los elegidos. Posiblemente la causa mayor por la acción de gracias de parte de Pablo es la confianza de que sus lectores han sido elegidos y llamados de Dios. La certeza de esa elección es una característica de la familia cristiana.

¡Qué motivos tan grandes para que Pablo pueda dar gracias a Dios!

 Del corazón de un pastor
 Este libro es nuestro primer documento de la vida de una comunidad cristiana. Es una carta que revela la conmovedora visión de Pablo como pastor. Para captar el corazón de Pablo debemos leerla en una sesión sin interrupción, no como un libro con versículos, capítulos y subdivisiones sino como una carta personal, sintiendo las emociones del autor regocijándose de las buenas noticias de Timoteo y preocupándose de los problemas de la iglesia.


2. Resultados del ministerio de Pablo, 1:5–10
Pablo enumera algunos elementos del llamamiento de los tesalonicenses y de su predicación inicial en Tesalónica.

(1) El evangelio predicado, 1:5. El versículo 5 es un pensamiento de transición e introduce la manera en que el evangelio alcanzó a los tesalonicenses. Evangelio (euaggelion2098) no se refiere al acto de predicar sino al contenido de la predicación bíblica y fiel: Las buenas noticias de salvación. En el libro Tesalonicenses: El Señor viene, el autor afirma que el evangelio tiene cuatro dimensiones diferentes: Cumplimiento, Jesús mismo, salvación y arrepentimiento y fe. Es decir que las buenas noticias no se relacionaban con eventos comunes en la historia del mundo, sino con la noticia divina de que Jesucristo es el Salvador, que busca dar vida eterna al pecador, demandando arrepentimiento y fe. 

El Apóstol observa que esas buenas noticias estaban presentadas con poder, no un poder humano basado solo en palabras, sino el poder que emana de una relación directa y personal con la persona del Espíritu Santo. El interés de Pablo no estaba tanto en la persona que predicó a los tesalonicenses, más bien sugiere el efecto, el cambio en la vida de los receptores. Hay que asegurarnos siempre de que el mensaje que predicamos sea la palabra de Dios y que el poder que lo lleva no sea humano sino divino: el Espíritu Santo.

Además, el mensaje fue predicado con convicción y recibido también por los oyentes con convicción. La palabra convicción (pleroforia4136) apela a que el evangelio no llegó como una predicación emotiva, sino que sobre todo demandaba un ejercicio mental sustentado en eventos históricos certísimos (así es traducida esta palabra en Lucas 1:1). No se puede desligar la manera como Dios usa su palabra: Poder y convicción, de ninguna manera palabrería humana. Los tesalonicenses fueron convencidos de que ese mensaje era la verdad de Dios.

Tesoro bíblico
 Por cuanto nuestro evangelio no llegó a vosotros solo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Vosotros sabéis de qué manera actuamos entre vosotros a vuestro favor (1:5).


De qué manera actuamos también se relaciona con el evangelio, pues nuestras vidas también predican. Somos cartas vivas y piedras vivas; sea bueno o malo el testimonio, es observado y recibido por todo el mundo. Si somos la única Biblia que algunas gentes leen, debemos actuar para bien de otras personas, mayormente de las que no conocen a Jesucristo como Señor. El evangelio es más que una presentación, es una transformación.

(2) Imitación de Cristo, 1:6, 7
La persona que verdaderamente acepta el evangelio llega a ser imitador de Cristo y de aquellos cristianos que viven de acuerdo con el evangelio. En otra ocasión, Pablo sugirió que fuéramos imitadores de él como él lo es de Cristo (1 Cor. 11:1). 

Nuestra imitación de una persona debe ser en la medida en que esa persona imita a Jesús. Pero cuando la persona no vive como Cristo, entonces imitemos al Señor, quien es un modelo para imitar garantizado. Ser un imitador verdaderamente comprometido con el reino no es fácil. Pablo notó que para que los tesalonicenses llegaran a ser imitadores de Cristo tuvieron que hacer un gran sacrificio. 

El que sigue a Cristo tiene una cruz que llevar (vea Mar. 8:34; Gál. 2:20, etc.), una vida de negación, pero también una vida de triunfo. Mientras que la palabra “imitar” puede sugerir para nosotros una sustitución por lo genuino o solo ser algo secundario, para los griegos tenía un rico y honorable sentido. Sugería una íntima relación del discípulo con el maestro. Como cristianos alcanzamos esa relación cuando nos ligamos en espíritu fielmente a Jesucristo y su bendita causa, pues esto implica una manera diferente de vivir.

Tal relación de imitación produce gozo, aunque este seguimiento se realice en medio de tribulación. La única manera de lograr esto es por medio de una vida de completa dependencia del Espíritu Santo, quien es la persona que nos ayuda a producir esa relación de imitación al Salvador. Se debe recordar que este gozo en medio de los problemas se hace solo factible como fruto del Espíritu (Gál. 5:22). 

No es un gozo farandulero, sino un gozo producto de la relación íntima con el Espíritu. Pablo, estando prisionero en Filipos, escribió a los cristianos (Fil. 4:4) animándolos a que siempre se gozaran en el Señor. Ese gozo, que no es el del mundo puede ser nuestro también. Por otro lado, se debe destacar que el gozo en medio de la tribulación se da en la manera de recibir la palabra. 

Sin duda, cuando el recibimiento de la palabra se hace prioritario aunque haya problemas, es en medio de esos problemas que la palabra y el Espíritu se conjugan para dar gozo. Es importante notar en esta sección que por segunda vez Pablo menciona el ministerio del Espíritu Santo, ya que sin su presencia es imposible hacer lo que nos demanda el Señor.

La cadena de ser ejemplo, comenzada por Jesús para luego pasar a Pablo no termina allí, ahora los tesalonicenses son ejemplo, ellos son el nuevo eslabón. El hecho de recibir de todo corazón el evangelio produjo en los tesalonicenses un resultado tremendo: Animó la fe de otros creyentes. Su testimonio fue tal que se reflejaba en ellos la presencia del Espíritu Santo y la persona de Jesucristo. Lo que hacían, hablaban y creían iba de acuerdo con la enseñanza de Cristo. La persona que es verdaderamente cristiana, no se porta ni habla, ni dice cosas contrarias a la fe en Cristo.

Todo lo que somos y decimos como también lo que creemos es ejemplo a otros, ya sea bueno o malo. Recordemos que algún día todos compadeceremos ante el trono de Cristo para ser juzgados de nuestras obras, para vida eterna o muerte eterna (2 Cor. 5:10).

Pablo escribe que el buen testimonio de los tesalonicenses se extendió hasta Macedonia y Acaya. Estas dos regiones contiguas de lo que es ahora Grecia en parte, eran sitios concretos de personas que tenían sus problemas, de culturas que traían sus propios valores negativos y positivos, y es allí donde esta iglesia logra su impacto multiplicador. Nuestro ejemplo también se multiplica en otros lugares.

(3) Una palabra que resuena, 1:8–10. 
Cuando corre la fama de un buen ejemplo es positivo, pero cuando es imitado y ayuda a establecer nuevas congregaciones es mejor. La fe de los tesalonicenses fue más allá de Macedonia y Acaya, fue a todo lugar.

El mensaje del evangelio resuena gracias a la reputación y al buen nombre de la iglesia de los tesalonicenses. Pablo hace énfasis en que no resuena el nombre de la iglesia, sino lo que se transmite a otras personas es la palabra del Señor desde los tesalonicenses (comp. Hech. 13:49). Es interesante destacar el uso que se da a la frase palabra del Señor, pues solamente Pablo la usa en las cartas a los tesalonicenses (comp. 1 Tes. 4:15—aquí la construcción gramatical es poco diferente—; 2 Tes. 3:1). 

Esta expresión es muy común en los libros proféticos del AT (puede aparecer allí la expresión “palabra de Jehovah”, que es su equivalente), en el libro de los Hechos y también se usa en 1 Pedro 1:25. Sin duda se desea hacer sobresalir que lo que ellos predicaban no eran palabras de hombres y su sabiduría, su mensaje se trataba del evangelio eterno.

La palabra resonado (exejetai1837) significa eco, como el son de una trompeta o de un trueno, o también la reverberación que produce el eco. La fe de los tesalonicenses se había extendido, dando un agradable espectáculo de lo que hace el poder de Dios en las vidas de aquellos que aceptan al Señor. 

Aunque el ministerio de Pablo fue de breve duración en Tesalónica, el poder del evangelio produjo cristianos de espíritu vibrante, cuya resonancia se escuchaba en lugares muy lejanos. El eco producido por el buen testimonio siempre es fuerte como los ecos de los truenos. La espiritualidad de esta iglesia produjo un buen informe a favor del poder de Jesucristo.

 Los héroes
 El teniente Abdón Calderón tenía 18 años cuando murió en Ecuador durante la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822. Cuatro veces fue herido en batalla pero cada vez se levantó y animando a sus compañeros de armas seguía peleando. Sus últimas palabras fueron: “Ganamos la batalla, ahora puedo morir”. Los héroes en tiempo pasado y presente han sido personas como Simón Bolívar, José de San Martín, Juan Montalvo, Gabriela Mistral, José Martí, Oscar Arias, Rigoberta Menchú y otros, los que luchaban y luchan por el bien, la libertad y las virtudes. Los héroes de los jóvenes de hoy son más los músicos y deportistas, los símbolos de éxito material y fama y no por la lucha del bien.

 Pablo alaba a los tesalonicenses por ser ejemplos para todos por su éxito espiritual: su fe, amor y perseverancia en las tribulaciones. ¿Es nuestra vida tan ejemplar como para ser héroes ante los ojos de un creyente que está luchando en la vida cristiana?

Pablo declara que no tiene nada más que decir acerca de la manera como ellos estaban compartiendo el mensaje, tampoco algo contrario al buen reporte que se ha diseminado de los tesalonicenses. Si recordamos, según Hechos 17, el ministerio de Pablo y Silas en Tesalónica fue de corta duración, terminando en un alboroto. 

Allí fueron acusados de trastornar el mundo entero, sin duda con el propósito de desanimar el espíritu de los creyentes. Pero ocurrió todo lo contrario; la congregación cobró más ánimo, continuó con fe firme y un testimonio perseverante, los cuales resonaban por muchos lugares. Las pruebas nos hacen o nos deshacen; y a los tesalonicenses les dio fortaleza para seguir predicando la palabra del Señor.

En nuestros tiempos, la experiencia de los tesalonicenses nos puede servir como ejemplo cuando se oyen ecos dañinos y destructivos que pueden sembrar desánimo y falta de confianza. El enemigo es derrotado cuando somos fieles. ¿Hay un secreto especial que lanzó el nombre bueno de los tesalonicenses a los cuatro vientos?

En los vv. 9 y 10, Pablo describe en tres cortos pensamientos lo que aconteció en la vida de esos creyentes. Primero, se convirtieron de los ídolos a Dios. ¡Cuán fácil es leerlo, pero cuán difícil hacerlo! Para dejar los ídolos hay que hacer lo que hicieron los tesalonicenses. Los que ahora eran parte de la comunidad cristiana en Tesalónica, le dieron una buena, cortés y calurosa recepción a Pablo y Silas. Cooperaron para escuchar y recibir el evangelio. Sin tener un espíritu receptivo y positivo, difícilmente se recibe la Palabra. El resultado, de la divina y a la vez humana cooperación, fue que esas personas dejaron sus ídolos falsos.

 Bosquejo homilético
 La conversión
1Timoteo 1:9
 Introducción: 
Si una persona entra a un camino destruido, no puede avanzar porque está destruido, se arrepiente de haberlo tomado pero no da la vuelta para regresar, quedándose estática en el sitio donde no puede avanzar más, la llamamos tonta. Para experimentar una relación personal con Dios no es suficiente arrepentirse del pecado; hay que volverse a Dios.

         I.      Los tesalonicenses se convirtieron, una conversión de los ídolos a Dios, de politeísmo al monoteísmo.
     1.      La conversión involucra un cambio decisivo de dirección de la voluntad, es romper definitivamente con los hábitos que no agradan a Dios.
     2.      La conversión resulta en una orientación totalmente nueva en cuanto a la vida, un cambio hacia el Dios vivo y verdadero.

         II.      Servimos al Dios VIVO y VERDADERO.
     1.      ¡Cómo contrasta servir al Dios vivo que a los ídolos!
       (1)      Dios no solo existe sino que es vida y es activo.
       (2)      Los ídolos son totalmente incapaces, pues no tienen poder, no viven. Hay muchos ídolos, los elaborados a mano y cualquier cosa o persona que tome el lugar de Cristo en nuestro corazón y en nuestra vida.
     2.      Servimos al Dios VERDADERO, es decir a lo genuino; lo opuesto es falsificado, fingido.
       (1)      ¿Cómo podemos reconocer lo falso? El experto en diamantes se dedica a estudiar todas las características del diamante verdadero en lugar de pasar tiempo tratando de memorizar todos los errores de la imitación.
       (2)      Hay tantas maneras de falsificar la verdad que es mucho mejor conocer lo verdadero de manera profunda y absoluta, que memorizar el sin número de imitaciones.
       (3)      Debemos conocer tan íntimamente el corazón santo de nuestro Señor que cualquier cosa que no le agrade, nos choque como impureza.

 Conclusión: 
¡Nuestra conversión es el arrepentimiento del pecado al Dios vivo y verdadero, de lo impotente y falsificado a lo poderoso y genuino!


La conversión es un acto puntual. Literalmente la palabra usada (epistrefo1994) significa cambiar de rumbo. Este cambio de rumbo significa que ellos dejaban a los ídolos para volverse a Dios. La palabra ídolo significa, literalmente, sin valor, es decir que es un asunto que no tiene valor en comparación con lo que es Dios mismo. En nuestro día, los que siguen a Jesucristo necesitan dejar sus ídolos. 

Cierto es que quizá no están labrados en yeso, madera o metal, pero idolatría es todo aquello que nos separa de obedecer y servir a Dios. La prueba de un fervor verdaderamente religioso se manifiesta cuando estamos dispuestos a sacrificar las diferentes formas idolátricas para seguir a Cristo. Los ídolos del consumismo y del tener por tener, son sin duda los ídolos más comunes en la cultura occidental.

En segundo lugar, los tesalonicenses no solamente dejaron sus ídolos, sino que ellos decidieron servir. No se habla aquí de un servicio cúltico, sino de una entrega total a Dios en actitud de servicio; la palabra que se usa es douleuein1398, de la cual se deriva la palabra siervo. Significa servicio incondicional, total. Sugiere dar nuestro tiempo, talento y dinero. Envuelve la clase de amor cuyo espíritu es de dedicación total, sacrificio total y vida total.

La conversión no es solamente dejar de hacer ciertas cosas, en este caso dejar a los ídolos, sino hay que hacer algo, servir a Dios. Uno puede hacer penitencias, dejar un vicio por un tiempo, o “sacrificar” algo insignificante como prueba de sumisión; pero cambiar totalmente, dejarlo todo, dar las espaldas a la vida vieja para poner la vista solo en Cristo, solamente se puede hacer gracias a una auténtica conversión. Somos salvos para servir. Cuando le servimos en este mundo, podemos esperar la gloria del otro mundo, la mansión que Jesucristo preparó para los fieles.

En tercer lugar, esperaban de los cielos al Hijo de Dios. La conversión implica vivir en espera de la irrupción definitiva de Jesús. El verbo traducido esperar (anameno362) implica estar firme pero mirando hacia delante con paciencia y confianza. Pueden esperar a Dios con confianza los que se han convertido, han dejado sus ídolos y sirven fielmente al Salvador. La esperanza de ellos cambió de los ídolos muertos al Cristo vivo; es decir de muerte a vida eterna.

Los tesalonicenses vivían en medio de un pueblo pagano, pero de las tinieblas, ellos conocieron la luz del mundo, la esperanza de gloria y la vida eterna. En Jesús estaba la libertad y la seguridad de que no recibirían retribución de la ira venidera.

En nuestros días se ven pocos cristianos que posean esta consagración y dedicación total como los tesalonicenses. Quizá por esta razón ya no resuena la obra realizada por la iglesia como un eco agradable. El cuerpo de Cristo (los miembros) hace poco ruido agradable que resuene, que repercuta y que se oiga en lugares distantes como sucedió en la historia de la iglesia en Tesalónica. ¡Hay que arrepentirse! Se debe cambiar a una vida que resuene de manera agradable a Dios y a los demás.

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Las grandes doctrinas de Dios, de la deidad de Jesucristo, del Espíritu Santo, de la santificación de los creyentes, y de la segunda venida de Cristo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Preparándonos para construir nuestros sermones
El trasfondo de las Epístolas paulinas 1 y 2 Tesalonicenses 

A. LA CIUDAD DE TESALÓNICA

Durante más de 20 siglos Tesalónica (véase el mapa 1; la moderna Salónica) ha mantenido una posición de importancia como centro de influencia griega. Fue fundada en el 315 A.C. por el rey macedonio Casandra, y lleva el nombre de su esposa, que era hermana de Alejandro el Grande. 


En los últimos tiempos de la dominación romana fue hecha capital política, y en el 42 A.C. se le dio la categoría de “ciudad libre” por haber prestado su apoyo a Antonio y Octavio en la segunda Guerra Civil. Como ciudad libre, nombraba sus propios magistrados, llamados “politarcas” (“magistrados de la ciudad”, Hch. 17:6).

Tesalónica estaba ubicada sobre la Vía Egnacia, la gran carretera que unía el Este con el Oeste. Poseyendo un puerto famoso, en los días de Pablo era un estratégico punto de convergencia de cultura y comercio, un gran centro lleno de actividad. Cicerón dijo de ella que estaba “ubicada en la falda del imperio”. En comercio mundial, en cultura helenista, en gobierno romano, en influencia judía, y subsiguientemente en estrategia misionera cristiana fue un centro clave.

B. FUNDACIÓN DE LA IGLESIA

Cuando Pablo y sus compañeros se hicieron a la vela desde Troas, cruzaron el mar Egeo y desembarcaron en Macedonia, dieron principios a la invasión misionera cristiana de Europa (Hch. 16:6–12). Al salir de Filipos pareciera según Hechos 17:1 que hubieran escogido deliberadamente a Tesalónica como centro estratégico en el cual fundar una iglesia. La historia se relata en Hechos 17:1–10. 

Pablo predicó en la sinagoga durante tres sábados, pero es posible que su ministerio allí continuara durante varias semanas más. Bicknell señala que esto se presupone por el hecho de que se dedicara a trabajar en su oficio (1 Ts. 2:9), y que recibiera dos donativos de Filipos durante este período (Fil. 4:16). Otra evidencia acerca de la duración de su residencia en la ciudad se halla en la considerable cantidad de conversos del paganismo (cf. 1 Ts. 1:9). Tal fue el éxito de Pablo que los judíos no creyentes “teniendo celos”, causaron tal alboroto que Pablo y Silas tuvieron que partir “de noche” (Hch. 17:10). Dejaron una iglesia fuerte, evangelizadora, creciente (cf. 1 Ts. 1).

C. OCASIÓN DE LA PRIMERA CARTA

De Tesalónica, el grupo pasó a Berea (véase el mapa 1), donde se comenzó otra iglesia. Allí empezó otra persecución, instigada por judíos de Tesalónica. Adelantándose a Timoteo y Silas, Pablo viajó a Atenas (Hch. 17:10–15). Pero debido a su creciente preocupación por la iglesia en Tesalónica, el apóstol pronto despachó de vuelta a Timoteo para que pudiera ministrar y volver con informaciones (cf. comentario sobre 1 Ts. 3:1–2). 

Mientras tanto, Pablo fue a Corinto, donde algún tiempo después se le unieron Timoteo y Silas (Hch. 18:5), llevándole las tan aguardadas nuevas. El buen informe acerca del éxito continuado de la estratégica iglesia misionera causó gran alegría al preocupado apóstol (cf. 1 Ts. 2:19–20 y 3:7–9). Con un inmenso alivio de espíritu, y movido por su afecto personal, escribió entonces 1 Tesalonicenses y la envió con algún mensajero que nos es desconocido.


D. LUGAR Y FECHA

Sobre la base principalmente de Hechos 18:5, junto con los otros hechos conocidos, se acepta generalmente que la primera carta fue escrita desde Corinto. La residencia de Pablo en esta ciudad es uno de los puntos establecidos en la cronología paulina. Estando en Corinto, fue llevado ante Galión, el diputado, o gobernador de Acaya (Hch. 18:12–17). Piedras con inscripciones halladas en Delfis contienen los nombres del emperador Claudio y de Galión como procónsul, y una fecha, la de la vigésima sexta proclamación del emperador como gobernante. 

Puesto que los procónsules sólo ejercían sus funciones por un año, o a lo sumo dos, es posible datar el comienzo de las funciones de Galión en Corinto a comienzos del verano del 51 D.C. Además, puesto que Pablo permaneció en Corinto durante 18 meses (Hch. 18:11), probablemente estuviera allí un breve lapso antes de la llegada de Galión como procónsul. Por el relato, se supone generalmente que escribió 1 Tesalonicenses no mucho después de llegar a Corinto. De modo que la fecha generalmente aceptada de la carta es el 50 D.C. o posiblemente el 51. Felizmente, esta fecha sirve como una suerte de ancla para datar los movimientos de Pablo.


E. PROPÓSITO DE LA PRIMERA CARTA

El contenido de la carta sugiere fuertemente la información que Timoteo llevó sobre la iglesia. La carta rebosa de expresiones de amor y estímulo. Brotó espontáneamente del corazón de Pablo. Sin embargo, había por lo menos cuatro motivos de preocupación. (Véase una amplia exposición de éstos en el comentario). Había opositores que estaban calumniando el carácter y el ministerio de Pablo. 

Debido a la reciente asociación de los convertidos con las costumbres paganas, había algún peligro de lasitud en cuestiones morales. Además, había malentendidos acerca de la enseñanza de la segunda venida. Finalmente, parece haber habido un creciente problema de falta de respeto por los líderes, que afectaba la disciplina de la iglesia. Como solución básica, escribió apropiadamente sobre la experiencia de la santidad de corazón y el crecimiento en la gracia cristiana.


F. OCASIÓN Y FECHA DE LA SEGUNDA CARTA

Silas y Timoteo estaban con Pablo cuando escribió la segunda carta (2 Ts. 1:1). Corinto es el único lugar, que se sepa, donde, según el relato de Hechos, sucedió esto antes del retorno de Pablo a Macedonia. Una comparación de las dos cartas confirma la posición generalmente aceptada de que la segunda también fue escrita desde Corinto poco tiempo (posiblemente pocas semanas) después de la primera. Parece posible, por las referencias que se hallan en la carta, que Pablo, después del envío de la primera carta, hubiera recibido un mensaje oral o por carta, de Tesalónica.


G. PROPÓSITO DE LA SEGUNDA CARTA

Dos de los problemas tratados en la primera carta, la lasitud moral y las calumnias contra Pablo, no se mencionan en la segunda. Indudablemente la primera carta había hecho efecto sobre los involucrados (cf. 2 Ts. 1:3 y 3:1–3).

Continuaba, sin embargo, el malentendido acerca de la segunda venida, y había tomado un nuevo aspecto. Se estaba presentando al mismo Pablo como que enseñaba un concepto que realmente él negaba con vigor (2 Ts. 2:1–3). 

Además, el problema de la disciplina de las personas desordenadas (que probablemente obedecía a los erróneos conceptos sobre la segunda venida) había empeorado en vez de mejorar. Pablo escribe para corregir estas cuestiones, y al hacerlo, incluye algún pasaje inspirador (véase el c. 1, y 2:13–17) para estimular a los perseguidos y los claudicantes.


H. COMPOSICIÓN DE LAS CARTAS A LOS TESALONICENSES

Pablo es aceptado tan generalmente como autor de la primera carta, que no es necesario discutirlo aquí. Está bien probado, tanto por la evidencia interna como por la externa. La evidencia externa de la composición paulina de la segunda carta es asimismo no menos fuerte que la de la primera. Sin embargo, algunos eruditos encuentran problemas de composición paulina en el contenido. 

Estos tienen que ver mayormente con las llamadas diferencias entre las dos cartas en la escatología y en el tono. Lo raro es que algunos hallan problemas en el hecho contrario, esto es, que notan una gran similitud de estilo, lo que se supone sugeriría una falsificación. La carta misma aduce ser de Pablo, y la mayoría de los eruditos piensan que los problemas internos que existan no son tales como para desmentir su genuinidad.7


I. IMPORTANCIA DE ESTAS CARTAS

Describiendo a Pablo en el acto de dictar la primera carta, en Corinto, Miller escribe: “Para un observador común hubiera parecido una cosa sin importancia, pero era una hora llena de tremenda importancia porque esa carta ahora es reconocida generalmente como el escrito cristiano más antiguo que sobrevive —esa carta fue el principio del Nuevo Testamento.”

Escrita apenas unos 20 años después de la resurrección de Cristo, esta carta nos proporciona un importante cuadro de la iglesia primitiva. Descorre el telón que oculta los problemas, esperanzas, comunión, disciplina y normas de aquella iglesia.

Aquí también vemos brevemente las grandes doctrinas de Dios, de la deidad de Jesucristo, del Espíritu Santo, de la santificación de los creyentes, y de la segunda venida de Cristo. Especialmente estas dos últimas doctrinas están expuestas con suma claridad, aunque con pocas palabras. La fecha de las cartas da por tierra con cualquier teoría de que estas doctrinas del cristianismo requirieron varias generaciones para desarrollarse.

Uno de los aspectos que más intrigan en el estudio de Tesalonicenses es que son como ventanas que se abren sobre la personalidad de Pablo. Aquí él desnuda su corazón, sus esperanzas, su humanidad. Como recompensa del estudio cuidadoso se adquiere así una visión de sus métodos y su labor como pastor-misionero. El contemplar cuidadosamente el corazón mismo del gran apóstol no puede menos que hacer del lector una persona mejor.

PRIMERA TESALONICENESES

Bosquejo

PRIMERA TESALONICENESES

          I.      Correspondencia Personal, 1:1–3:13
      A.      Destinatarios y Salutación, 1:1
      B.      Acción de Gracias por las Victorias del Evangelio, 1:2–10
         1.      Evidencia de Valores Cristianos, 1:2–3
         2.      Señales de Genuina Conversión, 1:4–10
      C.      Un Recuerdo que Fortalece, 2:1–16
         1.      El Carácter del Ministerio de Pablo, 2:1–12
         2.      La Vindicación del Mensaje de Pablo, 2:13–16
      D.      Preocupación por la Firmeza, 2:17–3:13
         1.      La Preocupación Determina la Misión de Timoteo, 2:17–3:8
         2.      Oración por la Afirmación en la Santidad, 3:9–13

          II.      Enseñanzas Eticas y Doctrinales, 4:1–5:28
      A.      Guía para la Vida Diaria Cristiana, 4:1–12
         1.      Una Vida de Obediencia y Pureza, 4:1–8
         2.      Amor Fraternal y una Vida Industriosa, 4:9–12
      B.      La Venida del Señor, 4:13–5:11
         1.      Los Muertos en Cristo, 4:13–18
         2.      La Iglesia Viviente, 5:1–11
      C.      Exhortación a la Vida de Santidad, 5:12–24
         1.      Disciplina Comunitaria, 5:12–15
         2.      Victoria Constante, 5:16–18
         3.      Discernimiento Espiritual, 5:19–22
         4.      Gracia Santificadora, 5:23–24
      D.      Conclusión y Bendición, 5:25–28
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El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos... es arrastrado y seducido por su propia pasión

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Información 


Estudiemos para confeccionar un Sermón
Base Bíblica
Santiago 1:2-18

Fe y sabiduría
2 Hermanos míos, tenedlo por sumo gozo cuando os encontréis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.  
4 Pero que la paciencia  tenga su obra completa para que seáis completos y cabales, no quedando atrás en nada. 
5 Y si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos con liberalidad y sin reprochar; y le será dada. 
6 Pero pida con fe, no dudando nada. Porque el que duda es semejante a una ola del mar movida por el viento y echada de un lado a otro. 
7 No piense tal hombre que recibirá cosa alguna del Señor. 
8 El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos. 

Pobreza y riqueza
9 El hermano de humilde condición, gloríese en su exaltación; 10 pero el rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba. 
11 Pues se levanta el sol con su calor y seca la hierba, cuya flor se cae, y su bella apariencia se desvanece. De igual manera también se marchitará el rico en todos sus negocios. 

Tentaciones y dones
12 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios  ha prometido a los que le aman. 
13 Nadie diga cuando sea tentado: "Soy tentado por Dios"; porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie. 
14 Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión. 
15 Luego la baja pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte. 
16 Mis amados hermanos, no os engañéis: 
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.  
18 Por su propia voluntad, él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos como primicias de sus criaturas. 

EL DOBLE ÁNIMO PUEDE VENIR CON LAS PRUEBAS-TENTACIONES
Santiago 1:2–18

Como todo buen pastor, Santiago comienza identificándose con su rebaño. Ellos están esparcidos, perseguidos, pasando por diversas pruebas. 

La palabra griega pruebas, peirasmos 3986, puede significar varias cosas: 
(1) Un experimento, un intento, una prueba para ver si algo funciona, como en Juan 6:6. 
(2) Una prueba de la fidelidad o del amor de alguien, como en Gálatas 4:14. 
(3) Una tentación, una invitación al pecado, como en Mateo 4:1. 
(4) Una adversidad, una aflicción, un problema enviado por Dios para probar el carácter, la fe o la santidad de alguien, como en 1 Corintios 10:13. 
(5) Una tentación hecha a Dios por parte de los hombres, como en Salmo 78:41 y Hebreos 3:8.
De un modo u otro, Santiago parece incluirlas a todas en este pasaje de apertura de su epístola.


  1. Las pruebas-tentaciones, 1:2–4


Las dos traducciones posibles de peirasmos 3986 en español son “prueba” y “tentación”. Cuándo traducir cual es algo que los traductores debaten. Para evitar el debate, y darle a la palabra el sentido inclusivo en que Santiago parece usarla, propongo traducirla prueba-tentación. 

Prueba 
destaca el sentido positivo de la palabra, y 
Tentación 
el sentido negativo. 

Prueba-tentación intenta rescatar la ambigüedad intrínseca del término peirasmos, que le permite a Santiago jugar con sus múltiples significados y enriquecer su texto. El argumento de Santiago es muy sencillo, pero de algún modo difícil de explicar: 

Las pruebas-tentaciones enfrentadas correctamente son enriquecedoras, pero enfrentadas incorrectamente pueden ser muy dañinas.

Las pruebas-tentaciones son algo en lo cual, según Santiago, caemos. Las pruebas-tentaciones nos acometen sin que podamos hacer nada por evitarlas. La traducción os encontréis (voz pasiva) intenta rescatar este aspecto imprevisto de las pruebas-tentaciones. La palabra griega peripesete 4045 (comparar con el español peripecia, pirata, experiencia, empírico) significa caer en algo como por ejemplo en Lucas 10:30, en que el hombre a quien el samaritano ayudó “cayó en manos de ladrones”. 

Las pruebas-tentaciones nos atacan, caemos en manos de ellas, según Santiago, como piratas que en el medio del mar atacan nuestras naves. No podemos evitarlas, debemos aprender a tratar con ellas. Santiago, al igual que Pedro (1 Ped. 1:6), las califica como diversas: es decir nos atacan de todos los lados, en todos los tiempos y de todas las maneras. El carácter humano está siempre siendo probado, muy particularmente en aquellos momentos en que no estamos conscientes de ello.
Frente a las diversas e inevitables pruebas-tentaciones, Santiago tiene tres apreciaciones.

Las doce tribus de la dispersión
(1:1–4)
La referencia está dada por Santiago a los cristianos judíos que se encontraban fuera del área de Palestina y que estaban atravesando serias dificultades por seguir a Jesucristo. Este tipo de comunicación posiblemente les haría recordar la historia de su pasado y las pruebas que tuvieron cuando la nación judía fue dispersada, pero que salieron triunfantes de las pruebas y conflictos.


(1) Sumo gozo, 1:2. La primera es que debemos considerarlas con sumo gozo. Es cierto que la prueba-tentación en sí, como la buena educación, no produce gozo en el momento de sufrirla (1 Ped. 1:6, Heb. 12:11). Más tarde, sin embargo, cuando el pleno fruto de la prueba-tentación ha sido obtenido, el gozo es la marca predominante de la experiencia. Santiago no dice que debemos considerarlas con gozo, ni con algo de gozo, sino con “sumo” gozo, es decir, con gozo pleno, completo, entero (Fil. 2:29). La marca primordial de la experiencia cristiana es el gozo. 

Hay múltiples incidencias del gozo cristiano en el NT, que el lector debiera estudiar con ayuda de una buena concordancia. Gozo no es deleite, ni felicidad, ni placer, ni entusiasmo, ni júbilo, ni risa. Gozo es un profundo sentimiento de la aprobación de nuestro actuar por parte de Dios, una seguridad de saberse en los caminos y en la voluntad de Dios más allá de todo dolor humano que se pueda estar experimentando. Por eso, en medio de diversas pruebas-tentaciones, el cristiano fiel todavía puede tenerlo por sumo gozo.

(2) Paciencia, 1:3. La segunda apreciación de Santiago es que las pruebas-tentaciones producen en nosotros paciencia. En esto Santiago está de acuerdo con Pablo (Rom. 5:3, 4) y con Pedro (1 Ped. 1:6, 7). Evidentemente, esta sucesión de conceptos: 

prueba → paciencia → carácter → esperanza 

era común entre los primeros cristianos. 

La frase la prueba de vuestra fe no se refiere al proceso en el cual la fe es probada, sino al resultado, a la “parte probada”, al “residuo probado” de vuestra fe. Así como el oro se “prueba” en el fuego, y la “parte probada” es el oro purificado que queda, así también la fe, cuando es “probada” por las pruebas-tentaciones, produce un residuo, una parte probada, que es lo que produce paciencia. 

Al igual que Pablo (2 Cor. 4:17) y Pedro (1 Ped. 1:7), Santiago reconoce el elemento genuino de la fe que queda purificado por las pruebas-tentaciones.

La palabra produce está expresada en el griego de tal manera que debiera entenderse como “produce completamente” o “lleva hacia la producción total” de la paciencia. Las pruebas-tentaciones ponen a prueba la fe de muchos. Aquella persona que pueda mantenerse firme en medio de ellas, tendrá en sí misma una parte probada, un “eterno peso de gloria” (2 Cor. 4:17) que producirá en ella un segundo beneficio: el carácter cristiano.

La tercera apreciación de Santiago en cuanto a las pruebas-tentaciones es que conducen a la perfección cristiana. Cuando la paciencia tiene su “obra completa”, el cristiano llega a ser completo y cabal, no quedando atrás en nada. 

La palabra completos, teleios 5046, puede traducirse al menos de tres modos: 

(1) perfecto, como en Mateo 5:48 y 19:21; 
(2) completo, terminado, como en Juan 17:4; y 
(3) maduro, completo en el sentido humano, lleno de virtudes, adulto, como en 1 Corintios 2:6. 

Nuevamente, el sentido que Santiago da a esta palabra es inclusivo y no debe ser reducido a ninguno de sus equivalentes castellanos, que cortan su inclusividad.

Como para dar más énfasis a este estado de completo, Santiago agrega y cabales
La palabra cabales, jolokleros 3648, significa entero, completo en todas sus partes, algo a lo que no le falta nada, algo consumado, que no tiene falta ni defecto, así como se requería de las víctimas sacrificiales en la teología hebrea (Lev. 3:1 y paralelos). 

Algunos comentaristas han sugerido que estas imágenes de completos y cabales surgen de los juegos olímpicos, en los cuales el hombre que se hubiese perfeccionado en el pentatlón y hubiese obtenido la victoria, era llamado “completo” o “perfecto”. Sin embargo, parece correcto pensar que Santiago estaba pensando en la perfección requerida por la ley de Moisés (Deut. 6:1–9), la de los patriarcas (Gén. 6:9; 17:1; Núm. 32:11, 12; 1 Rey. 8:61; Job 1:1; Sal. 119:1 y paralelos), la que nuestro propio Señor reclamó de sus discípulos (Mat. 5:48; 19:21), y que los demás apóstoles también reclamaron (Ef. 4:13; Fil. 3:15; Col. 1:28; 2 Tim. 3:17; Heb. 10:1, 14). 

Todo creyente maduro debe anhelar la perfección cristiana. Debemos desear ser completos en la doctrina, adornados con el múltiple fruto del Espíritu Santo, ser poseedores de toda virtud y de toda la excelencia de la mente de Cristo, y practicar el amor con todos sin distinción de personas. Santiago se referirá más a la perfección cristiana durante el desarrollo de su epístola.


  2. La verdadera sabiduría de la vida, 1:5–8
Habiendo establecido la necesidad de la perfección cristiana, Santiago introduce el tema principal de la epístola, si bien esperará hasta bien entrado su argumento para exponerlo claramente: la sabiduría que procede de lo alto (3:13–18). Aquí, al comienzo de la epístola, sólo quiere aclarar quién es la fuente de esa sabiduría, y qué relación guarda esa sabiduría con la fe y con el carácter cristiano.

La frase Si a alguno de vosotros le falta sabiduría en el griego es una condición que presupone la realidad de la premisa. Santiago no está dudando que a alguien le falte sabiduría, por el contrario, con esta frase aparentemente condicional está afirmando que a todos, indudablemente, nos hace falta sabiduría. 

Una traducción posible sería: “Siendo que a alguno de vosotros le falta sabiduría…”, o “Ya que a alguno de vosotros le falta la sabiduría…”. Inmediatamente dice qué hacer cuando hace falta sabiduría: pídala a Dios. 

Una traducción más acertada sería “pídala de Dios”, o “de parte de Dios”. Hay dos tipos de sabiduría para Santiago, una que no desciende de lo alto, que es terrenal, animal y diabólica (3:15) y otra que sí procede de lo alto, que viene de Dios, que es de lo alto (3:17). 

Para tener la verdadera sabiduría hay que pedirla de Dios, Dios es su fuente y quien la da. Sólo Dios la puede dar porque sólo él la tiene. Él mismo es la sabiduría, ella es parte de su ser.

La verdadera sabiduría de la vida no se alcanza por méritos o esfuerzos humanos. Lo único que se requiere para obtenerla es la humildad de pedirla, y el reconocimiento de la soberanía y majestuosidad de Dios. Lo interesante del caso, dice Santiago, es que Dios le da a todos con liberalidad y sin reprochar. 

La palabra liberalidad, japlos 574, significa “sencillamente, abiertamente, francamente, sinceramente”. Así es como Dios la da. El dador de todo bien, el perfecto dador de toda buena dádiva y todo don perfecto (1:17), da a todos con generosidad, incondicionalmente, con liberalidad, especialmente cuando se le pide sabiduría. 

Así fue el caso de Salomón: Dios se le apareció en un sueño ofreciéndole cualquier cosa que él quisiera. Salomón pidió sabiduría, y tanto le agradó esto a Dios que junto con la sabiduría le dio las otras cosas que él no había pedido: riqueza y gloria (1 Rey. 3:4–15). Todos los libros de sabiduría en el AT enfatizan esta necesidad humana de sabiduría y su proveniencia divina. Las numerosas exhortaciones a procurar esa sabiduría proveniente de Dios se encuentra en el libro de los Proverbios.

La afirmación de Santiago se basa en esa tradición: Dios la da “con liberalidad y sin reprochar”. No hay nada reprochable en pedir sabiduría de parte de Dios. La única bendición que no añade tristeza es la que proviene de Dios (Prov. 10:22). Dios no reprocha a nadie, no echa en cara sus bendiciones, no cobra por lo que da, no busca lo suyo. Dios da generosamente, por amor.

Si alguno pide de Dios esta sabiduría, dice Santiago, le será dada. La afirmación es tajante y positiva. No tiene visos de duda. No hay un “quizá” o un “tal vez”. El futuro pasivo en que la frase está enmarcada indica nuevamente que la proveniencia es de Dios, y que seguramente llegará. Santiago afirma con certeza, en el mismo tono y con la misma fuerza que aprendió de nuestro Señor: “Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá” (Mat. 7:7); una de las tantas reminiscencias que esta epístola guarda con las palabras del Sermón del monte.

Dios da su sabiduría a todos, es decir, a todo aquel que se la pida y la requiera. Dios no la da a quien no la pide, a quien vive engreídamente en sus propios caminos sin tomar en cuenta a Dios. Dios la da al que la pide con fe, no dudando nada. La fe, como decía el autor de Hebreos (11:6), es la actitud fundamental sin la cual no se puede agradar a Dios. 

La fe en este caso representa la seguridad del que pide que Dios le conceda el tan ansiado bien de la sabiduría. La expresión no dudando nada, diacrino 1252, no tiene tanto que ver con la anulación de un aspecto natural del juicio humano como es la duda, sino que tiene que ver más con los aspectos naturales del análisis discriminado que intenta decidir algo por sí mismo, pero sin tomar en cuenta a Dios. Santiago exhorta a sus lectores a pedir sabiduría de Dios sin la maquinación de hacer calculos estratégicos. No dudando nada no goza del doble negativo del castellano en el griego, si bien la expresión griega meden 3367, es un compuesto de “no” y “algo”, resultando en “nada”, de ahí la traducción de RVA.

La duda, sin embargo, como la fe, no puede ser vista en grados. Si alguien duda “algo”, ya está dudando lo suficiente. Por eso también los dichos de Jesús sobre la fe y el grano de mostaza (Mat. 17:20; Luc. 17:6) acentúan la independencia del tamaño sobre la efectividad de la fe. Santiago no reclama la anulación de la duda radical, sino de la duda en sí. Toda fe verdadera se sustenta sobre la duda, y todo aquel que camina sobre el mar, como Pedro, lo hace sobre las olas de la duda y la desesperación (Mat. 14:23–32). Como humanos dudamos, pero mientras nos sustentemos mirando a Jesús podemos caminar sobre el mar de la duda en el sustento que la fe nos otorga. La fe es el ancla de la duda.

El ejemplo de Santiago de la ola del mar, es un ejemplo de inestabilidad. Quien haya estado en el mar sabe lo que es: las olas son inestables. No hay quietud, siempre movimiento, un vaivén interminable que no para. Las olas son “movidas por el viento y echadas de un lado a otro”, dice Santiago. También en Efesios 4:14 el apóstol Pablo utiliza los mismos conceptos. Para los discípulos, criados y acostumbrados a los fuertes vientos en el mar de Galilea, algunos de ellos pescadores y hombres de mar, estas imágenes eran muy reales. El carácter cristiano debe afirmarse en la fe para que la duda no lo haga trastabillar.

Tal hombre, uso enfático del pronombre “tal”, indica un hombre que se deja dominar por la incertidumbre de no saber si Dios nos dará lo mejor, o qué; un hombre dividido en su mente, que no sabe qué pensar ni en qué afirmarse, un hombre que no está persuadido de la eficacia de la fe. Esa persona tiene una mente doble, como indicará inmediatamente Santiago en 1:8. No piense tal persona, negación también enfática, significando “de ninguna manera”, “bajo ninguna circunstancia”, que recibirá “cosa alguna” del Señor. No es sólo la sabiduría que se le niega a quien no puede afirmarse en la fe, sino también todas las cosas.

Del mismo modo que Salomón sólo pidió sabiduría, y recibió con ella todas las demás cosas, así también todas las cosas le son negadas a quien no tiene fe para pedir sabiduría de parte de Dios. Con la sabiduría vienen todas las cosas, sin la sabiduría las demás cosas también se retiran. Una nueva reminiscencia de Santiago al Sermón del monte de nuestro Señor, cuando dijo: “Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33).

La persona que no puede afirmarse sobre la fe y la sabiduría que de ella se desprende es un hombre de doble ánimo. La palabra que Santiago usa para “hombre” en 1:8 es aner 435, que es el equivalente a “varón” en castellano, es decir, persona del sexo masculino. Por su parte, el término usado en 1:7 es anthropos 444, que significa “hombre” en sentido general, inclusivo, sin indicación ni referencia a sexo. Como se puede ver también en 1:12, 23; 2:2; 3:2; Santiago utiliza estos términos indistintamente, no así en el resto del NT en el que aner tiene un claro sentido de oposición genérica con gune 1135, término griego que significa “mujer”.

La expresión que se traduce como doble ánimo, dipsujos 1374, es una expresión peculiar y característica de Santiago, quizá acuñada por él. Aparece sólo aquí y en 4:8 en todo el NT. Compuesto de dis 1364, doble, doblado, y psuje 5590, alma, mente, corazón, por lo que podría traducirse: “mente doble”, “alma dividida”, “corazón doblado”. ¿A quién se refiere Santiago? Evidentemente a los hipócritas de su tiempo. Jesús había atacado fuertemente a la hipocresía, especialmente en el Sermón del monte (Mat. 6:2, 5, 16; 7:5, Luc. 6:42; 12:1; 13:15). 

La palabra “hipócrita” es una palabra importada por Jesús desde la prevalente cultura griega de su tiempo. Se refería al actor que, cubriéndose la cara con una máscara, representaba en el teatro griego más de un personaje a la vez. Santiago, siendo un purista de la lengua hebrea y escribiendo fundamentalmente para judíos, quiere evitar la palabra, por eso acuña la palabra dipsujos.

Para Santiago el hipócrita es una persona “de doble ánimo”, alguien que tiene dos almas; la una extendida hacia lo malo y la otra extendida hacia lo bueno, algo imposible de coexistir en una sola persona (Stg. 3:11). Así es el hombre de doble ánimo, alguien que tiene dos caras, que quiere asegurarse lo mejor de los dos mundos, que no quiere abandonar las cosas terrenales, pero tampoco puede asegurarse las celestiales.

Esa persona de ánimo dividido, de dos caras, es inestable en todos sus caminos. La palabra que se traduce inestable, acatastatos 142, o inconstante, aparece otras dos veces en Santiago (3:8, 16), una vez en los Evangelios (Luc. 21:9), donde se traduce “insurrecciones” o “revoluciones”; y dos veces en Pablo (1 Cor. 14:33; 2 Cor. 6:5,;12:20) donde se la traduce desorden, tumultos. Sólo una vez aparece en el AT, en Isaías 54:11, donde se la traduce fatigada. Así está el alma dividida: inestable, inconstante, en desorden constante, en tumulto continuo, fatigada, dividida contra sí misma. Como dijo Jesús: “Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado” (Mat. 12:25; Luc. 11:17).


  3. El destino del ser humano, 1:9–11
Del mismo modo que la hipocresía lleva a la división de la persona, así también las riquezas. Las posesiones son engañosas porque nos hacen creer que por poseerlas somos más importantes, o que por carecerlas somos más humildes. Ni lo uno ni lo otro. Ni la pobreza puede equipararse con la humildad, ni la riqueza con la importancia. No somos más por lo que tengamos, ni menos por lo que carezcamos. Somos lo que somos solamente por la gracia de Dios (1 Cor. 15:10).

Esta es la primera vez en la carta de Santiago que puede percibirse la horrenda división de clases que existía en el primer siglo. La clase media, así como muchos la conocemos hoy, de gente que no es rica, pero tampoco pobre, no existía en el primer siglo. Es cierto que existía una clase trabajadora, artesanal, sin embargo, las clases estaban muy divididas: o se era muy rico, o se era muy pobre, no existía nada en el medio. 

Desgraciadamente, esta división podía verse también en el interior de la iglesia cristiana. Pablo hace referencia a ella en relación a la supuesta celebración de la cena del Señor que hacían los corintios (1 Cor. 11:20–22), en la cual unos se hartaban y se emborrachaban, mientras otros los miraban comer sin poder acercarse a los alimentos. Santiago reprocha esa división, como puede verse más adelante en 2:1–13 y 5:1–6.

Santiago, al igual que Pablo (Rom. 12:3), enseña que cada persona debe pensar de sí mismo con cordura. El humilde debe gloriarse porque será exaltado por Dios, y el rico debe gloriarse en que Cristo le ha enseñado la verdadera humildad. Cada uno, en su justa medida y en su estado correcto, deben depender de Dios, quien es el que humilla y exalta porque, como enseñó nuestro Señor “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mat. 23:12; Luc. 14:11; 18:14).

La palabra que Santiago usa para describir a este hermano de humilde condición es tapeinos 5011, palabra que indica una persona pobre, de condición baja, destituida, falta de medios económicos, humilde, sencilla, modesta, gente sin importancia (Prov. 30:14; Luc. 1:52). 

Según Levítico 27:8, tapeinos era una persona tan falta de valor que, llegada la circunstancia, el propio sacerdote tendría que fijarle algún precio. Según la ley, valía menos que un recién nacido. También la palabra podía significar una persona de actitud humilde, deprimida, pobre de espíritu (2 Cor. 7:6) y alguien de carácter amable y gentil (Mat. 11:29; 2 Cor. 10:1). Seguramente, con su espíritu inclusivo, Santiago se refería a ambos sentidos de pobreza.

Por otro lado, está también el rico. La palabra rico, plusios 4145, indica tanto una persona rica en el sentido material (Mat. 27:57; Luc. 6:24), como figurativamente una persona rica llena de virtudes y posesiones eternas (Luc. 12:21; 1 Cor. 4:8; 2 Cor. 8:9; 1 Tim. 6:18). Al hablar del rico, sin embargo, Santiago se refiere sólo a la riqueza material, porque los que son verdaderamente ricos en fe y herederos del reino de Dios, los ricos en espíritu, según Santiago, son los pobres (Stg. 2:5).

Lo que se destaca en el texto de Santiago es la igualdad de pobres y ricos. Todos dependemos del Señor. La vida es de Dios. Él da la vida y él la quita (Job 1:21). El destino de la vida nos iguala. El pobre será exaltado, y el rico será humillado. Por eso el hermano de humilde condición debe gloriarse en su exaltación mientras que el rico debe gloriarse en su humillación. Dios es el que exalta a los humildes y humilla a quienes se exaltan a sí mismos (Sal. 147:6; Prov. 3:34; Luc. 1:52; 2 Cor. 7:6; Stg. 4:6; 1 Ped. 5:5). El pobre debe gloriarse en su exaltación porque Dios le levantará. El rico debe gloriarse en su humillación porque Dios le humillará. El rico “pasará como la flor de la hierba”. Esto es cierto de todos, ricos y pobres. Todos pasaremos como la flor de la hierba.

Bosquejo homilético
La victoria en medio de las pruebas
Santiago 1:1–12
Introducción: 
Una característica de los auténticos cristianos, es el de ser victoriosos en medio de las pruebas y dificultades. Ellos ven las bendiciones de Dios a pesar de las pruebas, porque se encuentran revestidos del poder del Espíritu Santo y tienen plena confianza en su Señor.
  I.      La victoria se da en el siervo de Dios, 1:1–3.
    1.      La prueba al siervo produce gozo (v. 2).
    2.      La prueba al siervo refuerza la fe (v. 3).
    3.      La prueba al siervo genera paciencia (v. 3).

  II.      La victoria se da a los cabales, 1:4–6.
    1.      Debido a la calidad de vida (v. 4).
    2.      Debido a la sabiduría perdida (v. 5).
    3.      Debido a la seguridad de la respuesta (v. 6).

  III.      La victoria se da con la corona de vida, 1:7–11.
    1.      Por la firmeza de su ánimo (v. 8).
    2.      Porque tendrá su exaltación (v. 9).
    3.      Porque su existencialismo descansa en Dios (v. 11).

        Conclusión: La victoria está dada por el Señor, para quien haya soportado las dificultades y aceptado el reto en medio de las pruebas y llegado a ser auténtico en él (v. 12).


El apóstol Pablo afirmó: “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo” (Gál. 6:14). En la misma época y desde otra perspectiva, Santiago afirma lo mismo. En la cruz de Cristo nos igualamos ricos y pobres. La cruz es exaltación para el pobre y humillación para el rico, el instrumento de tortura se ha convertido en trono desde el cual reina el Rey de reyes y Señor de señores.

Santiago, al igual que Pedro (1 Ped. 1:24), cita a Isaías 40:6 y Salmo 90:5, 6, que hablan de la transitoriedad de la vida. También nuestro Señor se refirió a ella en el Sermón del monte cuando dijo: “Si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada en el horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?” (Mat. 6:30; Luc. 12:28).

El rico, dice Santiago, pasará, pareleusetai 3928, el original está en una forma tal que indica que desaparecerá, se desvanecerá, perecerá completamente. La hierba del rico “se seca”, su flor se cae, sus negocios “se marchitarán”. Todas estas acciones están dadas en la voz pasiva. Estas acciones sucederán aunque el ser humano no las quiera. Sucederán porque es Dios el que realiza este acto. Es Dios quien trae justicia sobre la tierra. De su parte vienen el bien y el mal. Dios hace prosperar y Dios hace marchitar. Tanto el rico como el pobre deben siempre recordarlo.

La justicia de Dios es equitativa y pareja. La figura de Santiago es muy clara: el mismo sol que produce la hierba es el que la seca. La figura intenta mostrar la inevitabilidad y la transitoriedad de la vida. Santiago recuerda a sus lectores la fragilidad de todos sus negocios. Negocios, poreia 4197, no significa aquí sólo aquellas actividades que puedan reportar alguna ganancia económica. La palabra también puede traducirse “viajes”, “actividades”, “emprendimientos”. Todo lo humano pasará. Como dice Isaías 15:6 (RVR-1960).

El amor y la justicia de Dios van de la mano y se necesitan. Dios es todo amor, pero es también todo justicia. Su amor se asienta en su justicia y su justicia se asienta en su amor. Uno trae beneficios y otro trae castigo, pero los dos vienen del mismo Dios y de su misma actitud hacia el ser humano, sea rico o pobre. La vanidad y la prepotencia humana pasarán. No serán los fuertes ni los ricos los que heredarán la tierra. Sólo aquellos que, siendo mansos y humildes de corazón, y se aferran a las promesas divinas, verán la salvación de Dios (Mat. 5:5).

  4. La bienaventuranza de la integridad, 1:12–15
Siendo que el amor y la justicia de Dios van de la mano, la virtud más grande del cristiano es la integridad. Nuevamente recuerda Santiago las enseñanzas de nuestro Señor en el Sermón del monte. 

Todo el Sermón del monte es un llamado a la integridad. Del mismo modo, Santiago insistirá en la integridad de la personalidad cristiana como una señal clara de la presencia de Dios en la persona, y como reconocimiento del carácter santo y eterno de Dios contrastado con la fragilidad y la transitoriedad humanas. La única manera de ambicionar la integridad cristiana es teniendo a raya al doble ánimo, denominación que Santiago usa para denotar la hipocresía tan denunciada por Jesús en sus enseñanzas.

El cristiano está llamado a resistir en las pruebas-tentaciones. Resistir en ellas no significa evitarlas, porque éstas no pueden ser evitadas. Santiago ya ha dicho que las pruebas-tentaciones nos atacan, se nos presentan en forma inevitable. El verbo que Santiago utiliza para describir la actitud del cristiano frente a las pruebas-tentaciones es jupomeno 5278. Este término, compuesto de jupo 5259, que significa “estar a merced de”, o “debajo”, y meno 3306, que significa “permanecer”, “continuar existiendo”, y en relación con personas, “seguir siendo uno mismo”, “esperar”, “tener paciencia”. 

El término jupomeno 5278, se traduce generalmente de tres maneras íntimamente relacionadas: 
(1) quedarse (Luc. 2:43; Hech. 17:14), 
(2) pacientes, soportar, sufrir a merced de alguien, perseverar ( Rom. 12:12; 1 Cor. 13:7; 2 Tim. 2:10, 12; Heb 12:7; 1 Ped. 2:20), y 
(3) perseverar (Mat. 10:22; Stg. 5:11). 

El llamado de Santiago a resistir en las pruebas-tentaciones se enmarca entre el segundo y tercer sentido. Santiago llama a sus lectores a mantenerse firme, a perseverar mientras uno sufre a merced de una experiencia que uno mismo no puede controlar. La traducción de RVA perseverar bajo la prueba es muy acertada.

Quien resista en las pruebas-tentaciones, dice Santiago, perfeccionará su carácter, y por eso será dichoso, bienaventurado. La felicidad bienaventurada no es sufrir las pruebas-tentaciones. El cristiano no es un masoquista que se deleita en el sufrimiento. El cristiano, sin embargo, puede sentirse bienaventurado al tener que sufrir múltiples pruebas-tentaciones, porque sabe que ellas educan su carácter y lo preparan para una vida con propósito, y para la vida eterna.

Quien resista en las pruebas-tentaciones, además, recibirá la corona de vida. Esa corona de vida se recibirá “cuando haya sido probado”. Santiago está repitiendo aquí la progresión:

 prueba → paciencia → carácter → esperanza 

que anteriormente había citado en 1:3. Probado, nuevamente, no se refiere al proceso en el cual la fe es probada, sino al resultado, a la “parte probada”, al “residuo probado” de la fe. La fe que es “probada” por las pruebas-tentaciones produce un residuo, una parte probada, que es lo que produce paciencia, la cual produce carácter, y ese carácter probado (Rom. 5:4; 1 Tim. 6:19) es la base de la esperanza bienaventurada de la salvación eterna.

Tesoro bíblico
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman (Santiago 1:12).

La frase corona de vida está construida en el original de tal manera que expresa que la vida misma es la esencia de la corona. La corona que el cristiano espera recibir de Dios no es una corona “de oro” que simboliza la vida, es una corona de vida. En esto Santiago concuerda con los apóstoles Pedro (1 Ped. 5:4) y Juan (Apoc. 2:10). 

La corona que nuestro Señor recibió de parte nuestra fue una corona de espinas (Mat. 27:29; Mar. 15:17; Juan 19:2), pero de parte de Dios recibió su verdadera corona (Hech. 2:36; Fil. 2:9–11). Así también los cristianos, muchas veces sólo recibimos pruebas y tentaciones, pero si somos fieles al Señor, recibiremos la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman (1 Cor. 9:25; 2 Tim. 4:8).

Lo que sostiene al cristiano a través de las pruebas-tentaciones es el amor de Dios y el amor a Dios. Dios ha prometido su corona “a los que le aman”. El amor a Dios es el primer mandamiento, dijo Jesús, y el amor al prójimo es el segundo (Mat. 22:36–39; Mar. 12:28–31; Juan 15:12). 

Nosotros amamos a Dios, sin embargo, porque Dios nos amó primero (1 Jn. 4:19). La base de nuestro amor es un amor correspondido. Es también un amor que se sostiene en el amor al prójimo (1 Jn. 4:20, 21). Si queremos sostenernos en nuestra propia fuerza no podremos hacerlo. Las pruebas-tentaciones son más fuertes que nuestra propia voluntad, pero no son más fuertes que el amor de Dios. Dios, que nos ama a pesar de todo, que nos ama más allá de nuestros errores y fracasos, nos da la fuerza necesaria para poder atravesar con éxito las más duras pruebas-tentaciones. “El amor de Cristo nos impulsa” dijo Pablo (2 Cor. 5:14). Santiago nos recuerda que es la única fuerza que nos podrá sostener en medio de las tormentas de la vida.

Quizá el problema humano más grande frente a las pruebas-tentaciones sea su fuente. ¿De dónde vienen? ¿Quién es el autor de ellas? Hasta el día de hoy los humanos nos justificamos frente al pecado en relación al supuesto origen de las pruebas-tentaciones: Dios. Se dice: Si Dios nos creó así, ¿qué podemos hacer? Creemos que hay algo en nuestros genes que nos empuja hacia el pecado de modo que no podemos evitarlo. Santiago se apresura a negarlo. Las pruebas-tentaciones no vienen de Dios. Para hacerlo apela al propio carácter de Dios. Dios es “intentable” dice Santiago, apeirastos 551, su carácter es tal que está más allá del bien y del mal, él es completamente diferente de nuestra naturaleza “tentable”.

Porque Dios no puede ser probado-tentado por el mal, por lo tanto él mismo tampoco prueba-tienta a nadie. El AT está lleno de advertencias sobre tratar de tentar a Dios. Éxodo 17:2–7 quizá sea el pasaje más ejemplar, recordado por los salmistas (Sal. 81:7; 95:8; 106:32). Dios no puede ser probado-tentado por los humanos, ni tampoco por el mal. La palabra que se traduce de modo neutro como mal, cacon 2556, podría también ser masculino, en cuyo caso habría que traducirla “maligno”. 

La distinción es importante porque se despersonaliza el mal, de modo que pierde algo de su fuerza maligna. Siendo que todo en el versículo 13 apunta a agentes humanos, creo que sería mejor traducirla “maligno”, de modo que se leería: “Dios no es tentado por el maligno”. Ahora, si debiéramos entender ese “maligno” como un agente humano, o personificado en Satanás, es algo que cada intérprete debe decidir por sí mismo. De cualquier modo, Santiago afirma una total independencia de Dios como la fuente de las pruebas-tentaciones, y como objeto de cualquier maligna intención sea humana o satánica.

Las pruebas-tentaciones no provienen de Dios. Nadie puede decir “Soy tentado por Dios”. Las pruebas-tentaciones son posibles porque es el medio ambiente en el que se desarrolla la vida humana. De la cuna hasta la tumba, todo en la vida puede ser equiparado a una prueba o a una tentación. Al enfrentarla, los humanos no podemos distinguir entre prueba y tentación. Sólo creemos saberlo cuando hemos pasado por la prueba o tentación. Si salimos airosos, decimos que fue una “prueba” y que fue enviada por Dios para purificar nuestra vida. 

Si voluntariamente caemos en ella, decimos que fue una “tentación” y que fue enviada por el maligno para destruir nuestra vida. Desde el punto de vista humano es imposible distinguir entre una y otra. Por eso no debemos culpar a Dios, como tampoco al diablo, por nuestras pruebas o tentaciones. La responsabilidad de la vida es nuestra, nos la fue dada por Dios, quien nos hizo personas únicas y responsables. No somos títeres de Dios sino individuos responsables. La responsabilidad de las pruebas-tentaciones es nuestra, no debemos culpar a nadie por ellas.

En los versículos 14 y 15 Santiago realiza una nueva progresión. Así como la progresión 

prueba → paciencia → carácter → esperanz

tenía como fin la corona de vida, esta nueva progresión tendrá como fin la muerte (Rom. 6:23). Se trata de la progresión 

pasión → concepción → pecado → muerte. 

La propia pasión, cuando nos arrastra y nos seduce, concibe. Cuando esta concepción se realiza, el pecado es dado a luz. El pecado tiene como consecuencia la muerte.

La verdadera fuente de las pruebas-tentaciones no está en Dios, está en nosotros mismos, es nuestra “pasión”. La palabra, epizumia 1939, significa textualmente “calentura superficial”, o “deseo ardiente frívolo”. 

En el NT se lo traduce de tres maneras: 
(1) en un sentido neutral, como un impulso o deseo (Mar. 4:19), 
(2) en un buen sentido, una aspiración, un anhelo verdadero (Fil. 1:23; 1 Tes. 2:17), y 
(3) en un sentido malo, un deseo incontrolado por algo prohibido, concupiscencia, deseo sexual, propensión a lo malo, bajo instinto (Rom. 7:7; 1 Tim. 6:9). 

Siguiendo la pauta hermenéutica trazada desde el comienzo, no podemos decir que Santiago no estaba incluyendo estas acepciones del término en este texto, si bien la mayoría de los intérpretes parece inclinarse hacia la tercera acepción.

El origen de las pruebas-tentaciones, dice Santiago, está en cada uno de nosotros. Cada uno, de su propia pasión, se prueba-tienta a sí mismo. Esa pasión, ese deseo, no es incontrolable, pero muchas veces es incontrolado. 

Dos imágenes superpuestas usa Santiago para describir esta progresión mortal. La imagen de la concepción y el parto, y la imagen de la pesca. Ambas están entrelazadas. Así como un pez es seducido por la carnada o el señuelo hasta que muerde el señuelo y el anzuelo se clava en su boca, así el deseo incontrolado, nos seduce y nos clava el anzuelo. 

Es notable que la palabra que se traduce “seducido”, deleazomenos 1185, tenga en sí la palabra delear, no usada en el NT, que significa “carnada”. La propia pasión nos seduce, se nos presenta de carnada, nos atrapa y nos arrastra. También el apóstol Pedro utiliza la misma figura en 2 Pedro 2:14–18.

Nadie diga soy tentado por Dios
(1:12–15)
Santiago rechaza el concepto griego de que Dios es quien tienta a las personas. Los griegos creían que sus dioses eran los causantes de las desgracias y tentaciones de los seres humanos. Un ejemplo es el caso de Zeus y Pandora cuando éste le dio a ella una caja llena de desgracias para la humanidad y cuando ésta fue abierta, vinieron múltiples calamidades a la tierra.

Eso no es pecado todavía
El deseo, aunque sea una “baja pasión”, no es pecado. Para que el deseo se convierta en pecado tiene que “concebir”. Aquí es donde Santiago mezcla la metáfora pesquera con la metáfora de la concepción de una mujer. Para que una mujer dé a luz, primero tiene que concebir. Así es el pecado, para dar a luz, primero tiene que “concebir”. Para poder concebir, necesita del auxilio de la voluntad. No hay pecado si no hay voluntad. Todo pecado humano es voluntario, sullambano 4815 significa tomar prisioneros, arrestar (Mat. 26:55; Hech. 26:21), cazar o pescar (Luc. 5:9), concebir o quedar embarazada una mujer (Luc. 1:24) y, metafóricamente, la unión del deseo sexual con la voluntad o la intención que resultará en un acto pecaminoso. 

Nuevamente, todos estos sentidos están entremezclados en la frase de Santiago. El deseo incontrolado, cuando se une con la voluntad o la intención de cometer aquel deseo incontrolado, “concibe”. Esa concepción, una vez hecha, dará a luz el pecado. Así como una mujer que ha quedado embarazada dará a luz a no ser que algún acto de fuerza mayor se lo impida, así también el pecado. Una vez que el deseo incontrolado se ha unido con la voluntad de cometer el acto concebido, el pecado es el único resultado predecible.

El pecado, “una vez llevado a cabo”, engendra muerte. Esta frase puede ser traducida de mejor manera y expresar lo que el original dice al expresarse “siendo plenamente formado”, porque sigue la figura de la concepción y el dar a luz. El verbo ticto 5088, significa fruto de la tierra, o el dar a luz la mujer. 

El pecado es la unión de la voluntad con el deseo incontrolado. 

La misma metáfora se usa en Salmo 7:14. Hay algo de inevitable una vez que el deseo incontrolado “concibe” en unión con la voluntad humana. Se forma el pecado, que cuando queda “plenamente formado” da nacimiento, produce la muerte.


  5. La naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre, 1:16–18
Para concluir su primera advertencia, Santiago compara la naturaleza de Dios y la naturaleza humana. Dios no puede ser el autor de las pruebas-tentaciones porque Dios sólo da lo mejor. Dios creó las condiciones en las cuales se dan las pruebas-tentaciones, pero viviendo bajo esas mismas condiciones Jesucristo triunfó sobre el pecado y la muerte.

El ser humano no puede achacar a Dios su condición pecaminosa, sólo a sí mismo. Dios no nos induce al pecado, sino nuestra propia pasión incontrolada en conjunción con nuestra voluntad. Dios no puede ser probado-tentado y él tampoco prueba-tienta a nadie.

Santiago, como pastor de su grey, exhorta a sus amados hermanos a no dejarse engañar. La advertencia a no dejarse engañar no es dirigida sólo al varón, también a la mujer. El verbo no os engañéis sería mejor traducirlo “no seáis engañados” porque planao 4105, ser engañado, embaucado, engatusado, lo expresa así. También Pablo utiliza esta fórmula en sus cartas (1 Cor. 6:9; 15:33; Gál. 6:7).

El diablo es mentiroso y engañador, presentándose ante el ser humano como ángel de luz pero cegando sus ojos al peligro del pecado (2 Cor. 4:4; Ef. 4:14; 1 Ped. 5:8, 9). Suyo es el camino del hurtar, matar y destruir (Juan 10:10; Rom 7:7–14). Por eso no hay que dejarse engañar. 

El camino de Dios no es el camino del engaño sino el de la verdad. Dios es dador de todo lo bueno, no de lo malo. Toda buena dádiva y todo don perfecto provienen de él. Es curioso que esta frase, tan rítmica en el español, también lo sea en el griego. 

Algunos comentaristas piensan que puede haber aquí alguna cita a algún poema o a la letra de algún himno que los primeros cristianos conocerían de su tiempo de adoración en la sinagoga. No podemos saberlo a ciencia cierta. Lo interesante es que tanto Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto como “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Cor. 15:33) son hexámeros, es decir frases de seis sílabas, y ambas siguen a la frase No os engañéis. Pablo y Santiago evidentemente responden a un modo común del dicho sapiencial de la época.

Resultado de las pruebas
(1:12–18)
Para el creyente en Jesucristo, las pruebas producen:
  1.      Dirección a la persona para evaluar su capacidad de resistencia.
  2.      Reafirmación de la fe en el Señor, cuando sale de ellas.
  3.      Perfeccionamiento de la paciencia para madurar.

Lo que Dios nos da son “dádivas”, “dones”, es decir regalos. Dios no nos paga conforme a nuestros bajos deseos. Los dones de Dios, especialmente la vida eterna, son siempre inmerecidos. La muerte, sin embargo, es completamente merecida. La muerte y el castigo eterno no parten de un capricho siniestro de Dios. Son el resultado directo de nuestros propios bajos deseos concebidos por nuestra voluntad. También el apóstol Pablo aseguraba que “la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom. 6:23).

La frase “de lo alto” o “de arriba”, en sintonía con otros textos neotestamentarios (Juan 3:3, ver nota RVA, 31; 19:11), significa “de Dios”. Dios es de lo alto, el hombre es de abajo (Ecl. 5:2; Mat. 5:34). Toda buena dádiva y todo don perfecto provienen de Dios, no sólo algunos. Dios es generador y dador de todo bien. Santiago continúa explicando su idea de que Dios no tienta a nadie. 

No parece probable que Santiago esté discutiendo la famosa frase de Job: “Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos también el mal?” (Job 2:10), aunque no deja de venir a la mente cuando afirmamos tan tajantemente con Santiago que Dios es dador sólo de “buenas dádivas” y “dones perfectos”. 

Para clarificarlo, quizá sea necesario meditar en la naturaleza del bien y del mal. Muchas cosas que pensamos son nuestros bienes, terminan siendo nuestros males más grandes y, viceversa, muchas cosas que pensamos son nuestros males, terminan siendo nuestros grandes bienes. Nuevamente, como con la prueba y la tentación, se nos hace difícil a los seres humanos entender la naturaleza absoluta del bien y del mal. Pero para Dios es distinto. Dios ve las cosas desde otra óptica, su visión es total y absoluta. 

También Pablo afirmó que “Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman” (Rom. 8:28). Nosotros no podemos entender cómo una enfermedad pueda resultar en nuestro bien, pero Dios hace que todo resulte para nuestro bien, si es que le amamos. En todo, Santiago quiere que sus oyentes dependan de Dios.

Sorpresivamente, Dios es llamado por Santiago el Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación. Esta expresión, de esencia netamente griega, ha llevado a muchos comentaristas a dudar de la paternidad literaria de Santiago, el medio hermano del Señor. 

Ya se explicó en la Introducción la razón de las expresiones griegas en esta epístola. Juan dice que “Dios es luz” (1 Jn. 1:5), y Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). En este contexto, sin embargo, “luces” debe entenderse así como en Jeremías 4:23 y Salmo 148:3, las “luminarias”, es decir, las estrellas. Similarmente, Job llamó a Dios “padre de la lluvia” (Job 38:28), y Pablo “padre de consolación” (2 Cor. 1:3) y “padre de gloria” (Ef. 1:17). Santiago está diciendo no sólo que Dios es luz, sino más, que Dios es el padre de la luz y el padre de las luces. Todo lo bueno, simbolizado por la luz, proviene de Dios.

Como Dios es quien está en “lo alto” y de él “desciende” toda buena dádiva y todo don perfecto, en Dios no hay cambio ni sombra de variación, afirma Santiago. El interés de Santiago por afirmar la inmutabilidad de Dios no es tanto el interés griego de buscar un punto fijo en el cual y desde el cual afirmar todo el universo. Su interés no es filosófico, es pastoral. 

En Dios no hay cambio, Dios siempre busca el bien de aquellos que le aman. Dios no es un loco caprichoso a merced del cual los seres humanos nos sacudimos como hojas secas levantadas por el viento. Dios es constante, permanente, estable, duradero. Se puede confiar en él.

Para probarlo, Santiago apela a dos metáforas estelares: en Dios no hay “cambio” ni “sombra de variación”. Las dos metáforas están relacionadas con términos técnicos de la astronomía, por lo cual se hace difícil su interpretación. “Cambio” traduce la palabra griega paralage 3883, que indica una variación en la visión debida a factores atmosféricos o astronómicos. La palabra es también traducida técnicamente como “paralaje”. 

El diccionario de la Real Academia de la lengua Española define esta palabra así: Diferencia entre las posiciones aparentes que en la bóveda celeste tiene un astro, según el punto desde donde se supone observado. Es muy difícil pensar que Santiago tenía esta definición en mente cuando utilizó la palabra, sin embargo, su expresión no está totalmente desligada de este entendimiento. 

El paralaje de un astro es visible para quien estudie las estrellas, y también para quien, viendo una puesta de sol, compruebe que el tamaño del astro rey se ha aumentado. El sol siempre tiene el mismo tamaño, somos nosotros, los observadores, quienes lo vemos aumentado por causa del paralaje. En Dios no hay paralaje, dice Santiago. Dios ve las cosas como son, nosotros las vemos aumentadas o disminuidas, cambiadas, transformadas, alteradas por nuestras propias visiones humanas que son siempre pequeñas, parciales, fragmentarias.

No sólo que en Dios no hay cambio, ni siquiera hay en Dios sombra de variación. Una nueva metáfora astronómica que se refiere a las sombras que los astros proyectan sobre otros. Lo que nosotros llamamos “eclipse” no es en realidad un oscurecimiento del astro en sí, sino la sombra que otro astro proyecta sobre el que se ve. En Dios no hay eclipses, dice Santiago. 

Dios es un sol que siempre brilla al máximo de su potencia y de su luz. Nuestras visiones de Dios pueden ser parciales o fragmentarias, pero Dios está más allá de todas ellas, Dios es bueno y perfecto, dador de toda buena dádiva y todo don perfecto. Dios, como un “sol de justicia” (Mal. 4:2), puede ser abrasador para el malo, pero “en sus alas traerá sanidad” para quienes confían en él. La voluntad del Dios eterno e inmutable es traer buenas dádivas, dones perfectos y por sobre todo, la salvación.

La dádiva más grande de Dios para nosotros, afirma Santiago, no se traduce en cosas. Lo más importante que Dios nos da es ser hechos criaturas de él. Dios es el autor de nuestra vida material, pero más importante el autor de nuestra vida espiritual. Dios “nos hizo nacer” desde el vientre de nuestra madre (Sal. 22:9, 10; 71:6; 139:13), pero más que nada nos hizo nacer como “primicias de sus criaturas”. 

Como dijo Jesús a Nicodemo, todo ser humano tiene que “nacer de nuevo” (Juan 3:3), nacer “no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12, 13). La dádiva más grande, el don más perfecto de Dios para toda criatura, no es sólo la vida en la cual a tientas nos afirmamos, es la vida eterna que proviene de Dios.

Santiago afirma este nuevo nacimiento como un nacimiento que se ha realizado por medio de la palabra de verdad, logo 3056 alezeias 225. La expresión no sólo denota la verdad del mensaje del evangelio (2 Cor. 6:7; Ef. 1:13; Col. 1:5; 2 Tim. 2:15), sino esa misma palabra logos que, según Juan, “se hizo carne” entre nosotros (Juan 1:1, 2, 14), por la que Dios nos hizo nacer a una nueva vida abundante, y a la vida eterna. 

Dos cosas son claras en este pasaje: Que el nuevo nacimiento se produce como una manifestación de la voluntad de Dios, y que se realiza a través de la palabra de verdad, o la verdadera palabra. Cuando el padre de las luces dijo: “Sea la luz” (Gén 1:3) fue el comienzo cósmico del mundo así como lo conocemos. Cuando el padre de las luces se manifestó a la humanidad perdida por medio de su verdadera Palabra, su logos hecho carne, nos hizo nacer “como primicias de sus criaturas” (Rom. 8:23; 1 Cor. 15:20–24). 

El paralelismo de una nueva creación que comienza a partir de la manifestación del único Hijo del único Padre es evidente. Así como la palabra de Dios fue la génesis de todo lo creado, así el logos inmanente y hecho carne entre nosotros es el nuevo nacimiento de todo aquel que cree y confía en él y le recibe como Señor y Salvador.

La primera advertencia de Santiago está completa: Cuidado con el doble ánimo; cuidado con el fariseísmo de quien se deja vencer por las pruebas-tentaciones; cuidado con no comprender que la integridad no sólo es la cosa más importante del cristianismo sino la única: cuidado con no afirmarse en Dios, quien es la única razón y sustento de toda nuestra existencia, la material y la espiritual. La segunda advertencia, como veremos, está íntimamente relacionada.

Tesoro bíblico
Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación (1:17).

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