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martes, 18 de agosto de 2015

Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Cristo me ama, bien lo sé

Cristo me ama, bien lo sé,
Su Palabra me hace ver,
Que los niños son de aquel,
Quien es nuestro amigo fiel.

Coro:
Cristo me ama,
Cristo me ama,
Cristo me ama,
La Biblia dice así.

Cristo me ama, pues murió,
Y el cielo me abrió;
El mis culpas quitará,
Y la entrada me dará.

-Coro-

Cristo me ama, es verdad,
Y me cuida en su bondad;
Cuando muera, bien lo sé:
Viviré allá con él.

-Coro-

"Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor." (Juan 15: 9)
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jueves, 6 de agosto de 2015

Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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CONSTRUCCIÓN DE SERMONES EXPOSITIVOS
JUAN 4:1-30
Cinco maridos y un corazón sediento (1–30)
1. Buscando a la más pecadora (1–9).
1Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan 
2(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 
3salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. 
4Y le era necesario pasar por Samaria. 
5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 
6Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 
7Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 
8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 
9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

Los versículos 1–3 no son parte de la narración principal sino una transición. De acuerdo al versículo 2, aunque el bautismo se practicaba entre los seguidores de Jesús y con su aprobación, Jesús mismo no era el que bautizaba. (Ver 3:22–24.)

Jesús fue a la ciudad de Sicar porque sabía que allí había una mujer muy pecadora, con un corazón desesperadamente sediento. Jesús también sabía que en este lugar había un gran número de personas que al oírlo experimentarían el renacimiento que el Hijo de Dios ofrece. Jesús siempre ha ido en busca de los pecadores. El mismo declaró: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Yo no he venido a buscar justos sino a pecadores al arrepentimiento” (Lc. 5:31–32). Aún en pleno siglo XX, en un mundo con personas que tienen sed de vida eterna, esta declaración sigue vigente.

Pero además el Señor tenía que pasar por Samaria pues era la ruta más corta para ir desde Judea a Galilea (la más corta, pero no la más popular).

La hora sexta era el mediodía, cuando en la Tierra Santa hace un calor abrasador. Es el momento en que la gente se detiene a descansar. El relato señala que Jesús estaba cansado y sediento. A pesar de que el evangelista Juan desea enfatizar la divinidad de Jesús, también muestra que era humano.

Aparece en escena una mujer perdida, cuya vida moral era condenada aun en la sociedad de su tiempo. Esta mujer tuvo un encuentro que la transformó y la revolucionó moral, espiritual y socialmente.

De acuerdo al estricto código de los fariseos, hablar con una mujer samaritana era casi un crimen. Por un lado, evitaban relacionarse en público con las mujeres;1 y por otro lado, se agregaba el hecho del desprecio judío hacia los samaritanos. (Ver recuadro JUDIOS Y SAMARITANOS.) Ella, por su parte, no ocultó su resentimiento por encontrar a Jesús junto al pozo.2 Era una situación crítica. ¿Cómo dar el mensaje a quien era casi una alienada social? Jesús hallará un punto de contacto para llenar la necesidad espiritual de esta mujer.

1 Un precepto rabínico declaraba: “Que ningún hombre hable con una mujer en la calle. Ni siquiera con su esposa.”
2 En el Oriente muchos sucesos han tenido lugar junto a esta clase de pozos (Gen. 24:11 y sig.; 29:2 y sig.; Ex. 2:15 y sig.).

2. Despertando sed por agua de vida (10–15).
10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 
11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 
12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 
13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 
15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Jesús sabía que la mujer era sensible y sincera. Cuando ella confiesa su necesidad, en forma inmediata Jesús le ofrece el agua de vida. Sin embargo, su orgullo de samaritana se resiente con la idea de que un judío pudiera producir agua donde el mismo Jacob había tenido que cavar un pozo. ¿Acaso ese judío imaginaba ser más grande que el patriarca?

Paulatinamente Jesús comienza a despertar en el alma de esta mujer pecadora, una tremenda sed por el agua de vida, el agua que llena y refresca el corazón. En ella entonces comienza a crecer una ansiedad para ver si era cierto que este hombre que aún no conocía y que estaba sentado junto al pozo (que aparentemente hablaba de agua física pero en realidad se refería al agua del alma), era un simple hombre o algo más que eso.

El tema del agua de vida cautivó el interés de esta mujer necesitada. Además, Jesús le habló utilizando terminología comprensible y aludiendo a situaciones con las que ella se identificaba.

De hecho, Jesús le estaba diciendo: “Mira mujer, cualquiera que bebiere del agua de este pozo volverá a tener sed. Todos los días tienes que venir a sacar el agua para luego beberla, y debes regresar día tras día en busca de más agua que sólo satisface la sed física.” 
Seguidamente Jesús pasa al tema de un agua diferente, ya no material sino espiritual.1 “Pídeme y te daré el agua de vida que tanto buscas en lugares equivocados.” Estaba hablando de perdón, y esta mujer estaba llena de culpa. Jesús ofrece satisfacer la sed de su conciencia: “Satisfaré la sed de tu corazón y perdonaré tus pecados.”

Hay una fuente interna que satisface la sed del corazón (Jn. 7:38). Es un agua que sacia lo que ni el dinero ni los placeres ni las drogas pueden satisfacer.
3. Revelando pecado y remedio (16–26).
16Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá. 
17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 
18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 
19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 
20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 
21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 
22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 
23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 
26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

El Señor Jesús además revela dos cosas a esta samaritana: 
1) su pecado y 
2) el remedio para su pecado.

Jesús no encubrió el pecado ni simuló desconocer el mal que ella había hecho. No consideró su pecado como algo superficial que pudiera pasarse por alto. Todo lo contrario. El mal debía salir a la luz para que la operación fuese eficaz, para que esta mujer se sometiera al toque diestro de la mano del Hijo de Dios y así él extirpara este cáncer pecaminoso.

La mujer en verdad tenía sed de amor en la vida. De otra manera, ¿por qué correr de hombre a hombre? Sin embargo, nunca encontró satisfacción, y tuvo que haber estado muy sedienta para pensar que un hombre podría satisfacer su alma. Ese nunca fue el plan divino para el ser humano. Dios dijo que su intención era y es que hombre y mujer sean mutua ayuda idónea, pero nunca la satisfacción de la vida.

Notemos cómo Jesús toca la llaga en el corazón de esta mujer, y cómo a pesar de ser directo, su método es suave y compasivo. Le mostró amor y paciencia. No le recriminó su proceder sino que sencillamente reveló conocerlo: “Cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido.” El conocía su pasado, tal como conoce el nuestro. Imaginemos la sorpresa de esta mujer cuando un desconocido le revela su pasado en forma clara y específica. No es extraño, entonces, que la samaritana creyera estar en presencia de un profeta. Comienza a vislumbrar que su interlocutor era más que un hombre,1 y este hombre no la señalaba a ella sino que señalaba el camino.

Sin embargo, no es fácil reconocer el pecado; no nos gusta admitir el fracaso o la vergüenza. Tal vez en su intento por desviar el tema de su situación personal, ella recurre a un tema religioso que deslindaba la responsabilidad de lo que acaba de oír acerca de ella misma: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (20).1

Como sucedió en el caso de Nicodemo, Jesús retoma el control de la conversación y maneja las cosas de manera de volver a enfocar la atención en las cuestiones importantes: “Mujer créeme …”

La salvación prometida vendría de los judíos (22c) y se cristalizaría en el Mesías. El concepto estaba claramente expresado en Sal. 147:19–20; Is. 2:3; Am. 3:2; Mi. 4:1–2.2 La salvación procedía de los descendientes de Judá (Gn. 49:10) y estaba dirigida a Israel y a todo el mundo.

Seguidamente Jesús pasa al tema de la adoración, al que ella había hecho alusión en el versículo 20. Con sus palabras (v. 23) Jesús indica que cuando uno recibe a Cristo, la salvación provoca adoración, alabanza y oración a Dios. El corazón de Dios se deleita cuando recibe adoración sincera, no cuando la persona sólo cumple formalidades. La adoración en espíritu es el Espíritu Santo. La adoración en verdad es de acuerdo a y con la Palabra de Dios, no como un concepto lejano y abstracto. La adoración debe ser en espíritu, ya que en el plan de Dios hay mucho más de lo que vemos en el mundo material (ver v. 24).

La mujer samaritana comienza a descubrir que el hombre con el que está hablando es el Cristo, el Hijo de Dios. En ese “YO SOY” (26), Jesús le revela que allí está la solución para los problemas de su vida, el remedio para la depresión, el vacío, el aburrimiento, la sed espiritual.
4. Impactando con el testimonio (27–30).
27En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 
28Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 
29Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 
30Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
Es interesante observar la reacción de la mujer samaritana al descubrir que Jesús era el agua de vida que podía apagar la sed espiritual: ella inmediatamente regresa a la ciudad a fin de compartir con otros el hallazgo (ver Hch. 4:19–20). Una vez que comprendió lo que Jesús decía, recibió el perdón y se transformó en una nueva mujer. Había sido muy pecadora, pero todos sus pecados fueron perdonados al instante—como siempre sucede con el pecador arrepentido (Ro. 5:8).

Su alma se había conmovido de tal manera que casi sin darse cuenta deja su cántaro, sale corriendo hacia la ciudad y empieza a hacer correr la noticia por todo el pueblo: “Vengan, oigan. He conocido a un hombre que sin conocerme me ha dicho quién y cómo soy. ¿No será éste el Cristo?” En realidad el Señor no le había declarado “todo” lo que ella había hecho en su vida, pero la mujer se dio cuenta de que él lo sabía. Y la Escritura relata que, cuando oyó lo que esta mujer había dicho, todo el pueblo acudió a ver a este “profeta”.

1 Vemos aquí el método de enseñanza que va de lo conocido a lo desconocido. “La verdad que ha de enseñarse ha de ser aprendida por medio de la verdad conocida”, (ver LAS SIETE LEYES DE LA ENSEÑANZA, Juan M. Gregory, Casa Bautista de Publicaciones).

1 Aparte de Moisés, los samaritanos no reconocían a otro profeta que no fuera el de Dt. 18:18, a quien consideraban el Mesías. Tal vez para ella el hecho de reconocer a Jesús como profeta era entrar en la esfera de especulación mesiánica.

1 El pozo de Jacob estaba ubicado al pie del Monte Gerizim, donde los samaritanos habían construido su templo. (Ver recuadro JUDIOS Y SAMARITANOS.)
2 No obstante, como los samaritanos sólo aceptaban el Pentateuco, se perdían todas las profecías mesiánicas.


    La nueva adoración (JUAN 4:1–30)

Los versículos que introducen esta sección describen cuidadosamente una transición en la que se nos explica la obra y vida de Jesús. La sucesión es sencilla. Los fariseos oyeron que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan. Cuando el Señor se enteró de esto, abandonó Judea y se fue a Galilea (1, 3; vea el mapa 1). Aquí hay tres cosas interesantes. La primera, que los fariseos representan a los judíos hostiles; el Evangelio de Juan no menciona a los saduceos o herodianos por su nombre. 

La segunda, que no hay indicación de que el autor procurara representar el conocimiento de Jesús como sobrenatural. El Señor entendió (1). Indica solamente que los informes sobre su obra eran ampliamente reconocidos. Tercero, el paréntesis, aunque Jesús no bautizaba sino sus discípulos (2), tenía por objeto corregir el rumor que se había extendido (3:26; 4:1).

Y le era necesario pasar por Samaria (4). Era necesario implica obligación que puede ser de doble naturaleza. El paso por Samaria era la ruta más corta de Judea a Galilea. Sin embargo, por causa de la animosidad entre judíos y samaritanos, muchos de los primeros que iban de Judea a Galilea, pasaban al oriente del Jordán, al norte a través de Perea y volvían a cruzar el Jordán hacia Galilea. Es posible que por causa del tiempo, Jesús haya pasado por Samaria. Sin embargo, parece que la necesidad expresada aquí estaba más en relación con su propósito y misión. Samaria, y particularmente una mujer samaritana, lo necesitaban.

Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob (5–6). Dentro de este marco el escritor introduce siglos de historia (cf. Gn. 33:19, 48:22; Jos. 24:32). El propósito evidente es demostrar que el camino antiguo, identificado con Jacob y José, y aun con el pozo de Jacob, llegaba a tener significado y cumplimiento solamente en Cristo Jesús. La mayor parte de las autoridades concuerdan en que Sicar es la actual villa de Askar al pie del monte Ebal. Está como a tres cuartos de kilómetro al norte del pozo de Jacob.

Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta (6). De la misma manera que Juan tiene cuidado de mostrar la deidad de Jesús, se preocupa por hacer hincapié sobre su perfecta humanidad. Jesús estaba cansado del viaje y se sentó (cf. 1:14; 19:28; He. 4:15). La expresión se sentó así, tiene un adverbio que significa “de esta manera”. Ha provocado diversas interpretaciones. Una es que la historia de Jesús y la mujer samaritana había sido dicha y redicha muchas veces. El narrador la ilustraría mientras hablaba, y cuando llegara a ese punto, él mismo se sentaba mostrando la postura de Jesús. Jesús… se sentó así—es decir, de esta manera—junto al pozo. Era como la hora de sexta—es decir, era como al medio día, la hora más cálida y tiempo para almorzar (cf. 4:8).

a. El agua antigua y la nueva (4:7–15). Es evidente el establecimiento de la hora y del lugar. Como si se tratara de un escenario, la Figura central es el mismo Dios y hombre, Aquel que conoce a todos los hombres (2:25). Al pozo vino una mujer de Samaria a sacar agua (7). Poco sospechaba ella que ese día, mientras estaba ocupada en la agotadora rutina de sacar agua, llegaría a su vida el mayor don (cf. Mt. 13:44). Mucho menos se le hubiera ocurrido que ella sería “el ejemplo B” en el Evangelio de San Juan para ilustrar que Jesús en realidad sabía “lo que había en el hombre” (2:25).

La palabra agua introduce el tema del diálogo que sigue, y al final es elevada “a significar el agua de vida eterna” (cf. 1:33; 2:6–7; 3:5). Jesús le dijo: Dame de beber (7). En este espléndido ejemplo de testimonio personal, Jesús comienza la conversación en un punto donde la mujer pudiera entender en términos de algo en lo cual ya estaba pensando.

Como si aclarara por qué Jesús pidió sólo para él, Juan inserta una nota de explicación acerca de los discípulos, diciendo que habían ido a la ciudad a comprar de comer (8).

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí (9). La respuesta de la mujer a Jesús era natural por causa de la disensión entre judíos y samaritanos, y también porque chocaba con la costumbre moral, que El, un hombre, se dirigiera a una mujer extraña para pedirle un acto de bondad. Las palabras originales no se tratan “sugieren tratos familiares y no de negocios”.

La respuesta de Jesús a la mujer pone en evidencia de inmediato que ella ignoraba la naturaleza de su interlocutor y al mismo tiempo despertó profundamente su curiosidad. Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva (10). La palabra don, dorea, implica la idea de “regalo libre”, es decir, un don sin ataduras (cf. 3:16). “Aquí, don es un término real, usado para los beneficios de un rey o de un hombre rico. En el Libro de los Hechos siempre se refiere al don del Espíritu.” ¡El es esa clase de Don! Pero esta mujer lo ignoraba. Si ella lo hubiera sabido habría hecho el pedido, y El habría hecho la dádiva. 

Ella y todos los que piden con fe, recibirán agua viva. ¡Con cuánto cuidado Jesús la condujo desde el lugar donde se encontraba—pensando en el agua del pozo de Jacob—a un concepto más elevado y satisfactorio! Agua viva es la que brota “perennemente fluyendo siempre fresca de un manantial inagotable”. Esta es la que se le daría a aquella mujer. Entonces su atención saltó del agua a Aquel—lo cual lo colocó a El en inmediato contraste con Jacob y todo lo relacionado con él. Esta es la razón de la pregunta de ella: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob? (11–12).

En las palabras de Jesús a la mujer samaritana se presenta vívida y claramente el contraste entre el antiguo camino, representado por el pozo de Jacob, y el nuevo, el agua que yo le daré (14). El antiguo orden de la ley, los profetas y especialmente el énfasis samaritano sobre el Pentateuco no era bastante bueno para satisfacer y hacer frente a las necesidades más profundas del hombre. Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed (13). 

La mujer samaritana sabía que Jesús decía la verdad en lo tocante a ella. No era sólo que había acudido diariamente a sacar agua del pozo de Jacob; el verdadero problema era que en toda su vida religiosa no había logrado satisfacer la sed de su alma sedienta. Mucha gente pone en práctica todo lo que le exige su religión, pero como no ha bebido profundamente de Aquel que es el Agua Viva, sus vidas continúan invariables, secas, sin fruto. La promesa de Jesús a la mujer es universal: el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente que salte para vida eterna (14). ¡Aquí está! Lo superlativo de la vida ofrecido a una criatura pecadora, necesitada, errante. El formalismo exterior reemplazado por una nueva fuente interior. Charcos estancados en el alma son transformados en un pozo del que el agua brota a raudales. 

El alma del hombre marchita y muerta llega a participar de “la vida eterna”. La mujer comprendía poco la plena importancia de una promesa semejante. Como todavía pensaba en la forma torpe del mundo muerto del materialismo, replicó: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla (15). Ella tuvo una vislumbre de luz. La expresión para que no tenga yo sed, bien podría expresar más que una ansiedad de deseo físico de agua.

b. La vida antigua y la nueva (4:16–30). Jesús cambió la plática en forma precipitada y repentina. De la apelación y promesa pasó a indagar y ordenar. Uno no puede pretender los beneficios del evangelio—un pozo de agua y vida eterna—sin hacer frente a las demandas del evangelio, confesión y arrepentimiento. Vé, llama a tu marido, y ven acá (16). La prueba era penetrante, llegaba a lo más hondo de su ser, examinando la historia de su triste vida pasada. Su confesión fue simple y sin embargo evasiva. No tengo marido (17). El escudriñamiento se hizo más profundo, reflejando perfectamente el conocimiento que Jesús tenía de los hombres (2:25). 

Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad (17–18). Parece que la mujer estaba haciendo vida conyugal sin el beneficio del matrimonio y es posible que aun sin el divorcio del último de sus cinco maridos. La evidencia la señala como a una mujer de moral relajada cuya forma de religión jamás había podido librarla de la cadena de su mala índole. Jesús reconoció su admisión, no como una escapatoria sino como una confesión. Literalmente dijo: “La palabra que has dicho es verdad.” Un antiguo refrán dice que la verdad hiere. Sería mejor que se dijera: “¡La verdad ayuda!” Ningún hombre jamás ha perdido por hacer frente a las plenas demandas de la verdad (cf. 1:14, 19; 3:21; 4:24; 14:6).

Aquel a quien la mujer reconoció primeramente como a un judío (4:9), ahora es aclamado por ella misma como algo más. Señor, me parece que tú eres profeta (19). “Tal discernimiento y no solamente presciencia, es la principal característica de los profetas.” En este diálogo hay un ejemplo excelente de progresión en la enseñanza paso a paso—agua (4:7), agua viva (4:10), una fuente (4:14). Está en armonía con una progresión en la comprensión de la naturaleza de Jesús—un judío (4:9), un profeta (4:19), el Cristo (4:29; cf. 9:11, 17, 38).

Después de darse cuenta del conocimiento que Jesús tenía de ella, la mujer con toda rapidez cambió el tema de la conversación a otro con el que ella se sintiera más segura, y que al mismo tiempo quedara dentro de la incumbencia de un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar (20). Su declaración refleja una apelación a su propia religión. Nuestros padres adoraron en este monte, también refleja un esfuerzo en emplear las diferencias y divisiones en la religión; y vosotros decís, lo usa como una excusa para su propio y triste fracaso de la vida. Este es un antiguo ejemplo que todavía resulta muy moderno.

Este monte, Gerizim y no Ebal, tenía un papel significativo en la tradición de los samaritanos. En ese lugar, “Abraham preparó el sacrificio de isaac y aquí también… encontró a Melquisedec… Y en el Pentateuco samaritano, es Gerizim y no Ebal el monte sobre el que se erigió el altar, Deuteronomio 28:4”.

El interrogante sobre el lugar de adoración quedó resuelto por la clásica declaración de Jesús acerca de la naturaleza del verdadero culto en relación con su misión. La hora viene (21, 23) debe comprenderse en conexión con su sacrificio completo que haría posible la verdadera adoración (cf. 2:4; 7:30; 8:20; 12:23; 13:1; 17:1). La hora viene, cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre (21). Esta declaración estaba también vinculada con la destrucción física de los templos: el de Jerusalén fue destruido en el 70 D.C., y el de los samaritanos en Gerizim, destruido por Hircanus en el año 129 A.C.

Vosotros adoráis lo que no sabéis (22). Los samaritanos rechazaban todo el Antiguo Testamento exceptuando el Pentateuco. La evaluación que Jesús hizo de sus ritos y cultos está reflejada en el neutro lo que. El objeto de su adoración era impersonal, poco comprendido y vago, no sólo para la mujer sino también para toda su nación. No existe tal cosa como una adoración verdadera que se base en la ignorancia, o en lo que uno desconoce. Tales prácticas conducen al fanatismo o al legalismo humanístico. Por otra parte, los judíos, con quienes Jesús se autoidentifica, son reconocidos como instrumentos de la revelación de Dios: Nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos (22).

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren (23). Ahora es el tiempo para que las antiguas formas limitadas a lugar y nación, sean transformadas en una adoración que sea a la vez personal, en espíritu, inteligente, y en verdad. “Adorar en espíritu implica que rindamos nuestra voluntad a Dios, nuestros pensamientos y planes a los que 

El tiene para nosotros y para el mundo… En verdad quiere decir que no estamos adorando una ‘imagen’ de Dios, fabricada según nuestras ideas… Sólo Cristo nos presentó al real o ‘verdadero’ Dios.” La palabra clave en esta idea completa es Padre. El es el objeto de adoración y quien busca esos adoradores. “Una vez que Dios se revela como el Padre universal… quedan abolidas las limitaciones de lugar y tanto el conocimiento como la adoración de Dios son mediados sólo espiritualmente.” La naturaleza del objeto de adoración, Dios es Espíritu (24; cf. 1 Jn. 1:5; 4:8), determina la condición necesaria para la adoración. Y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (24).

Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas (25). La expectativa mesiánica samaritana no estaba basada sobre la gran cantidad de predicciones de los profetas, porque ellos sólo aceptaban el Pentateuco. Es probable que esas esperanzas estuvieran fundadas sobre pasajes tales como Génesis 3:15 y Deuteronomio 18:15. La mención del Mesías, el “Ungido”, que hizo la samaritana abrió la puerta a la manifestación que Cristo hizo de Sí mismo. Yo soy, el que habla contigo (26) o literalmente: “¡Yo soy, el que está hablando contigo!” Esta es la primera aparición de la expresión, “Yo soy”, que Jesús usa muchas veces en el Evangelio de Juan para revelar su verdadera naturaleza. Algunas son declaraciones directas, como a la que nos acabamos de referir (p. ej., 6:20; 8:24; 58), otras aparecen en expresiones metafóricas (p. ej. 6:35; 8:12; 14:6). 

En el Evangelio de Juan, en una u otra forma la expresión ocurre 27 veces. Las palabras griegas son ego eimi, primera persona del singular del presente del indicativo del verbo eimi, que expresa existencia, esencia o ser. La existencia personal está intensificada por el empleo de la primera persona del singular del pronombre personal ego. Esto toma un tremendo significado cuando se compara con la revelación que Dios hizo a Moisés como “Yo soy” (Ex. 3:14). Jesús le estaba diciendo a la mujer samaritana: “¡El que está hablando contigo es el Yo soy, el mismo Dios!” Así terminó la conversación y muy debidamente, porque no había más que decir. Dios mismo había hablado.

En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? (27). La sorpresa de los discípulos no era por el carácter de la mujer, porque ellos desconocían su pasado y su nacionalidad. Su sorpresa era porque Jesús hablaba con una mujer. “Un hombre no debía hablar con una mujer en la calle, ni aun con su propia esposa y menos con cualquiera otra, para que los hombres no murmuraran.” Los discípulos no hicieron preguntas. Cuando se tiene confianza, no se hacen preguntas.

La conversación había concluido, pero para esa mujer había comenzado una vida nueva. En ella se advierten tres cosas. La primera, el abandono de su antigua vida, una religión sin sentido, una sed jamás satisfecha—dejó su cántaro (28). Ya no lo necesitaba más, porque ella tenía dentro de sí una fuente inagotable de agua (4:14). La segunda, su testimonio fue personal y fructífero. La mujer les dijo a los hombres de la ciudad: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho… Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él (29–30; cf. 39, 42). Finalmente, la pregunta que ella propuso a sus oyentes era la manifestación de su completa confusión, sorpresa y duda prolongada—“¿No será este el Cristo?” (4:29, NASB). Esta sirvió también para suscitar una importante pregunta en las mentes de los hombres de la villa.

El hecho de que la mujer abandonara el cántaro de agua al lado del pozo sugiere que ella abandonó su antigua manera de vivir. Basándolo en tres ideas podría prepararse un mensaje titulado: 

“Dejando la Vida Vieja”
(1) Una nueva fuente de gozo y vida, 14; 
(2) Un nuevo testimonio, 29–31; 
(3) De la desgracia moral a la vida fructífera, 18, 39, 42.

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sábado, 9 de mayo de 2015

"Mi madre nos esnseñó una Promesa de Dios: Él es padre de huérfanos y defensor de viudas. Su mayor fortaleza fue enseñarnos con su ejemplo"

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Si criar hijos es una tarea difícil,  tomar la decisión de  llevar a cabo la crianza sin contar con el apoyo de una pareja, es digno de admirar.
Hoy en día, es muy común encontrar mujeres valientes que han decidido criar a sus hijos sin apoyarse en una pareja. La vida les ha llevado forzosamente a ésta tarea, o se han armado de fuerza para tomar esta difícil decisión. Mujeres que han enviudado, o que le han puesto fin  relaciones disfuncionales  plagadas de agresiones y violencia; o mujeres que simple y sencillamente han decidido hacerle frente solas a la maternidad.
Para estas mujeres, es difícil luchar contra los estereotipos sociales que dicen que “debe” haber una figura masculina de sustento y protección. Si bien es cierto; existen hombres de Dios,  que aman y cuidan sus  hogares; nuestra realidad  nos muestra como hoy en día los índices de violencia intrafamiliar aumentan. La misma tendencia Patriarcalista de nuestras sociedades, ha inculcado roles masculinos en donde se valida la infidelidad y la agresión.
Estas mujeres tienen que lidiar con una serie de  mitos o ideas irracionales que me gustaría  compartir con ustedes:
IDEA # 1 ¡Me van a reprochar!
Uno de los mayores temores que se experimentan luego de una separación es tener  que lidiar con los reproches de los hijos/as. Es muy común que esto se de cuando alguno de los hijos es contaminado con los comentarios negativos que se hagan sobre el ejercicio de la maternidad. Sí es doloroso, sin embargo, tome en cuenta que sus hijos en algún momento desarrollarán criterio propio; serán adultos que a la larga podrán ponerse en sus zapatos y entender porqué mamá tomó esta  decisión.
Trate en la medida de lo posible de  contestar a las dudas  de sus hijos con extrema cautela; no les oculte la realidad pero tampoco los sobreexponga a detalles que pueden ser nocivos para ellos. De pronto muchos niños reaccionan defensivamente contra mamá pues esta en su afán de protección se ha encargado de cubrir,  cual detective, las huellas de dolor causadas  por una mala relación. No le digo que los sobreexponga, pero que no les tomé por sorpresa la decisión.
Contaba una buena amiga mía que ella de niña le guardaba un gran rencor a su mamá por ser la causante de  que su papá se fuera de su casa y que tuviera que buscarse a otra familia. De adulta comprendió que su padre se fue de la casa porque ya tenía otra familia, posteriormente  también los dejó para unirse a otra mujer con la que tuvo otra familia…. De adulta sintió la necesidad de agradecer a su mamá la valentía de asumirlos  a ella  y a sus hermanos; así como pedirle perdón por el rencor que durante años  guardó en su corazón. En sus recuerdos no tiene presente una relación con su papá; sin embargo tiene plasmados en su alma todos los buenos momentos de su vida en donde su mamá si estuvo presente.
IDEA  # 2 ¡Se me van a salir de las manos!
Viviendo en el mundo de hoy ¿quién no va a tener este temor? Aún las parejas que tienen hijos  comparten este miedo.  Tener el control en la crianza de sus hijos  no depende de tener pareja; es más, muchas parejas que conviven juntos han perdido el control sobre los hijos. Igual: ponga límites, establezca rutinas, horarios, fomente el buen diálogo, alimente la confianza, sea coherente con lo que les pide y con lo que usted practica, guíeles en los caminos de Dios, refuerce la conducta responsable, fortalezca su autoestima; fomente la autodependencia, trabaje en los  vínculos familiares, sea afectiva…. Esta fórmula no puede fallar.
IDEA  # 3  ¡Tengo  que ser mamá y papá!
No se imponga  roles imposibles…. Concéntrese en ser una muy buena mamá. Como mamá, usted nunca va a ser papá.
Puede ser una mamá que ante la ausencia de la figura paterna asuma todas las responsabilidades en la crianza de sus hijos; aún así usted es una mamá. Si bien es cierto, los niños pueden experimentar sentimientos de tristeza y nostalgia por la ausencia paterna;  la presencia y un buen ejercicio de la función materna harán que ellos puedan sobrellevar su situación. Yo perdí a mi padre a una temprana edad. Mi mamá decidió criarnos ella sola. No recuerdo que se esforzara en  cubrir la ausencia de mi papá; ella sólo se concentró en darnos lo mejor que podía y eso fue lo que hizo….
IDEA  # 4  ¡ No tengo derecho a tener una vida!
¡Claro que si puede! Y los más beneficiados van a ser sus hijos. Sé que la carga y las responsabilidades son más, la presión es mucha, por eso con mucha más razón procure buscar un espacio para usted. Saque tiempo para dar una caminata, para ir al salón de belleza, para participar en alguna reunión o grupo de mujeres de la iglesia, hable por teléfono con una amiga; “se vale hablar por hablar”, váyase una tarde sola a un centro comercial o al cine…. Esto es SALUD MENTAL. Usted necesita alimentar su alma, sus emociones. El dedicarse tiempo a usted le va a permitir sentirse más plena; bote a un lado los sentimientos de culpa y anímese a romper un poco la rutina….
IDEA  # 5  ¡Super mamá!
Esto es un encargo imposible de sobrellevar. Mamás que piensan que siempre deben tener el control de todo. Que siempre deben mostrarse fuertes, inquebrantables, que no sólo recorren una milla extra; sino veinte…  Permítame  decirle que esto es una forma de autoagresión. Usted no tiene que ser perfecta; trate de hacer lo mejor que pueda y lo que este a su alcance.
Acepte que hay momentos en que aunque usted no lo quiera las cosas pueden salirse de control… después de todo, sigue siendo humana!!!!! Se vale equivocarse…. los niños y las niñas aprenden más cuando nos ven conectadas con nuestro lado sensible y nos ven levantarnos cuando caemos.  No les va a pasar nada si usted  les dice que no puede hacer algo o que esta cansada…. Se trata de no desconectarse con su cuerpo y sus emociones por perseguir un ideal….
Muchas mujeres que tienden a desarrollar este tipo de “síndrome” se terminan enfermando física o emocionalmente. Hace algún tiempo tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de  mujeres, todas ellas habían sido diagnosticadas con una enfermedad llamada  fibromialgia. Muchas de ellas compartían los síntomas. Parte del trabajo era revisar su historia de vida para determinar algún evento que les pudiera  haber detonado la enfermedad. Para nuestra sorpresa, todas compartían el “síndrome de super mamá”; habían llevado a su cuerpo a extremos con tal de cumplir con esta fantasía, muchas de ellas, eran mujeres solas que habían asumido  la crianza de los hijos; mujeres con parámetros de autoexigencia muy elevados, perfeccionistas, con rasgos obsesivos….  Muchas de ellas tuvieron que aprender a escuchar a su cuerpo y empezar a usar su palabra menos favorita: no
IDEA  # 6  ¡Es mi  culpa!
He atendido durante un tiempo a una señora que asiste a consulta pues después de soportar todo tipo de agresión y abuso por parte de su pareja; decide plantear una demanda de divorcio. Lastimosamente, sus hijitos  han estado expuestos a los ataques de los cuales ha sido víctima su mamá. Ella en su afán de protección y después de haber intentado salvar su matrimonio decide separarse. Su gran conflicto ha sido el tener que quitarse la culpa de que despoja a sus hijos de su padre.  Sus culpas aún y cuando no tienen fundamento lógico, no le han permitido ver que  sus hijos necesitan estar en un ambiente de paz y que lo que hace es lo mejor para ellos.
Deseo cerrar con una historia de vida muy  valiosa para mí. Cuando mi padre falleció, recuerdo que mi mamá se aferró a una promesa de Dios que dice que él es padre de huérfanos y defensor de viudas. Mi mamá nos recordaba esta promesa cada vez que la adversidad tocaba a nuestra puerta. Recuerdo escucharla orando, le reclamaba a Dios que por promesa él era nuestro padre.  Cuando  yo sentía que algo injusto nos sucedía, ella siempre respondía que Dios era su defensor y así siempre ha sido. Su fe ha sido tan firme siempre que hoy en día  me sorprende ver cómo logró sacarnos a mis hermanos y a mí adelante, si sus recursos económicos eran tan limitados. Enviudó en el momento en que mi hermana y yo nos  acercábamos a la temida adolescencia. Mi hermano tenía escasos siete años. Su mayor fortaleza fue enseñarnos con su ejemplo.
Mujeres así, definitivamente tienen el cielo ganado…. Mi mejor deseo para aquellas madres valientes que han tomado con amor y entereza la  crianza de sus hijos.

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domingo, 6 de julio de 2014

Dios bendiga como hasta ahora a aquellos maestrros de la Escuela Dominical: Pastores de Niños

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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PASTORES DE NIÑOS: uNA OCUPACIÓN IMPOSTERGABLE


  Me impacta la escena que observo todos los domingos. Niños de todos los tamaños entran corriendo en el plantel educacional de la iglesia. No saludan a nadie hasta llegar a los pisos superiores donde están las aulas. Si la directora de la escuela dominical está en la puerta o en un pasillo, la saludan al pasar, pero su saludo es seguido siempre por la misma pregunta: “¿Está mi maestro?”. Esa expectativa de encontrarse con su maestro es, en realidad, una expresión del anhelo entusiasmado del niño de encontrarse con la persona que lo toma en cuenta, que lo llama por nombre y le da lugar para hablar de sus cosas en un ambiente preparado especialmente para él. Yo creo que éste es el contexto más adecuado para ejercer la ayuda pastoral al niño.

Debo explicar el sentir que le doy a través de todo el libro del término “ayuda pastoral”. Me refiero al trato que un adulto puede darle al niño que se caracteriza por una relación de afecto y que ofrece guía, orientación, apoyo, aliento, compañía y consuelo dentro de un contexto establecido. No estoy usando el término en relación al liderazgo y autoridad implícito en el puesto de pastor de una iglesia. Creo que esta ayuda está relacionada con un lugar físico, la iglesia, el edificio que va adquiriendo para el niño un significado especial relacionado con Dios. Esa ayuda se expresa por individuos que sienten la vocación y el llamado para el ministerio entre la niñez. El lugar y las personas, entonces, establecen el medio ideal donde el niño dolorido ha de ser escuchado y donde, a la vez, se habla de Dios y se aprende de su Palabra. Las personas ideales para ofrecer este tipo de ayuda son los maestros que tienen a su cargo la formación espiritual de los niños. Esos maestros no pertenecen a la familia del niño, pero por lo general la conocen y por eso pueden servir de puentes entre el niño y su familia cuando surgen circunstancias de dolor y confusión. Los maestros pueden llegar a ser los “abogados defensores” del niño, cumpliendo con el llamado de Jesús cuando dijo: “El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí” (Mateo 18:5). ¡Qué tarea privilegiada!

El éxito que puede tener la persona en cuanto a la ayuda pastoral al niño depende en gran medida en la relación afectiva que se forma entre el maestro y su alumno. Creo que el lugar más apropiado para que esta relación se fomente es en la iglesia donde ya existen programas dirigidos hacia los niños. También hay situaciones donde una iglesia tiene otras formas de contactarse con niños de la comunidad, como por ejemplo, por una escuela privada o por programas especiales de deportes. Muchas veces se brinda como parte del programa pedagógico un consultorio de ayuda al niño y su familia, supervisado por un psicólogo profesional y llevado adelante por maestros capacitados o posiblemente por integrantes del equipo pastoral de la iglesia. En estos casos, sin embargo, la ayuda pastoral tiene un contexto académico, casi siempre relacionado con el rendimiento del niño en sus estudios. En cambio, cuando la ayuda pastoral se ofrece en la iglesia, está definida por el ambiente de la Escuela Dominical y basada en una relación voluntaria donde el maestro puede ganarse la amistad y confianza del niño.

Las oportunidades para realizar la ayuda pastoral pueden darse de diferentes maneras. La más natural es cuando nace como reacción o respuesta a la actividad de aplicación de una lección bíblica. La lección en sí ha tocado cierto tema. Digamos que sea, por ejemplo, la descarga de enojo de uno o varios miembros de la familia. Al observar las reacciones de los alumnos, el maestro puede darse cuenta de si hay algún niño que está siendo afectado por esta realidad. Es posible que, en forma espontánea, un niño diga: “Mi papá se enoja mucho conmigo. A veces me pega”. O que otro diga: “Yo me enojo mucho con mis hermanos”. El maestro, entonces, busca un momento donde puede conversar a solas con uno u otro de sus alumnos para darles la oportunidad de compartir, si desea, lo que está pasando en su hogar. En ese encuentro individual el maestro está dando oportunidad a que el niño hable de su realidad. Si el maestro es sensible a las reacciones de sus alumnos cuando se da la aplicación de la lección, estas situaciones pueden producirse continuamente. Muchas personas adultas me han comentado que en su experiencia de niño en la iglesia jamás tocó su realidad porque “nadie nunca me preguntó nada”. Recibieron una enseñanza bíblica artificial que nunca llegó a penetrar su diario vivir. Después de todo, el propósito de la enseñanza religiosa es lograr la transferencia de los conceptos bíblicos a la vida práctica. En ese proceso, el maestro tendrá reiteradas oportunidades de ofrecer una ayuda pastoral a sus alumnos.

Otra oportunidad donde la ayuda pastoral puede darse es cuando alguna circunstancia inesperada despierta en los niños un interés urgente en un tema, a tal punto que el maestro se ve obligado a dejar de lado la lección preparada para esa clase para atender el reclamo de sus alumnos. Recuerdo una clase que tuve la semana después de la muerte repentina del hijo del pastor de mi iglesia. El joven había fallecido de un infarto en plena reunión el domingo anterior. Los niños de la clase no habían tenido oportunidad de expresar sus interrogantes ni de hablar de sus temores en relación con lo que había sido una experiencia traumática para todos. Inicié la clase orando por la familia del pastor, y en cuanto dije “amén”, toda la clase quería hablar del tema. Sus preguntas y comentarios me dieron una excelente oportunidad de crear un encuentro especial sobre el tema de la muerte, dándoles lo que llamo “ayuda pastoral” para entender la realidad de esta experiencia trascendental que afecta la vida de toda persona.

Una tercera manera de llevar a cabo el cuidado pastoral al niño es a través de encuentros individuales que el maestro estructura con sus alumnos. Muchas veces el impulso para programar este tipo de encuentro se da cuando el maestro reconoce que un alumno necesita atención especial para hablar de alguna circunstancia que le está afectando. Dependiendo en la circunstancia o en la gravedad del problema, el maestro acuerda con el alumno tener uno o varios encuentros privados. Este libro describe estas circunstancias y brinda pasos prácticos para ayudar al maestro a trabajar con el niño en la resolución de sus problemas.

Una cuarta manera de realizar la ayuda pastoral al niño es a través de la formación de un equipo especializado de consejeros. Esto es un paso más complejo ya que requiere que haya personas con una capacitación suficiente como para atender a los niños que requieren una atención específica para resolver problemas más severos. Este equipo debe tener la aprobación y el apoyo del liderazgo de la iglesia y ser compuesta de quienes han demostrado capacidades especiales para aconsejar a los niños. Pueden ser personas que forman parte del plantel de maestros de la Escuela Dominical o, preferiblemente, personas con una capacitación especial en la asistencia social o en la consejería. Para un mejor rendimiento, este equipo debe establecer días y horarios específicos que se dan a conocer para que los padres puedan tener acceso a esta ayuda para sus hijos. Hace unos años se presentó el caso en nuestra escuela dominical de tener tres niños que manifestaban necesidades emocionales muy evidentes y que estorbaban el desarrollo normal de las clases. Para proveer una dimensión de apoyo a los maestros, la directora de la Escuela Dominical libró a una de las maestras de tener una clase para que estuviera disponible para poder llevar aparte a uno u otro de estos niños y darle la atención que necesitaba. Lo interesante fue que estos niños no veían como una disciplina el hecho de ser separados de su clase normal para tener este tiempo a solas con la otra maestra. Inclusive, luego de estar un tiempo con actividades especiales dirigidas por la maestra, generalmente decían: “Ahora estoy mejor. ¿Puedo volver a mi clase?” Era como si necesitaran de un respiro emocional con alguien que supiera proveerles un pequeño oasis donde calmar su ansiedad y nerviosismo. Estos encuentros especiales se hacían en una pequeña oficina de la iglesia o si no en algún rincón disponible, hasta a veces en una de las escaleras. Lo importante era que estos niños perturbados podían recibir la atención personalizada que necesitaban. Aunque los niños no se dieron cuenta, estaban participando en un encuentro pastoral.

El maestro que se dedica al cuidado pastoral de sus alumnos buscará toda oportunidad posible para conocer mejor a cada uno. Al decir esto, me doy cuenta que todo maestro lucha con las muchas demandas sobre su vida y tiempo, y encuentra difícil apartar el tiempo necesario durante la semana para hacerlo. Pero cuando servimos a Dios, debemos mantener un ideal alto y definirnos no lo que podemos hacer sino lo que debemos hacer. Esto quiere decir que como maestro establezco como prioridad dedicar tiempo para estar con mis alumnos en alguna actividad o momento, y entonces me organizo para llevarlo a cabo. ¿Qué puedo hacer para conocer mejor a mi alumno? Lo puedo hacer tratando de estar presente cuando él juega un partido de fútbol, cuando tiene una participación en un programa especial en el colegio, o cuando se celebra un evento especial en su vida, como su cumpleaños. Si el alumno se enferma, el maestro lo llama por teléfono y trata de visitarlo. Si alguien en su familia sufre un accidente, un robo o un incendio, o si se presenta alguna circunstancia traumática como la muerte de un ser querido, el maestro debe hacer lo posible para estar presente para consolar al niño y su familia. Pero más que nada, el cuidado pastoral se desprende de esos momentos que se dan todos los domingos en la iglesia donde el maestro se muestra cálido en su afecto y genuino en su interés por la vida y las actividades de su alumno. De esta manera el maestro crea un ambiente donde el alumno sabe que será escuchado y tomado en cuenta. Cuando existe una relación así entre maestro y alumno, siempre se darán en forma espontánea oportunidades para ejercer el cuidado pastoral. No hay forma de medir el impacto para bien que puede tener tal relación sobre la vida de una niño o un adolescente.

Hoy yo me gozo en la evidencia de que el cuidado pastoral del niño tiene grandes beneficios. A menudo recibo cartas, llamadas telefónicas o e-mails de niños, adolescentes o adultos que me cuentan de sus vidas, sus estudios, sus noviazgos, sus casamientos, sus hijos y una infinidad de experiencias que son parte de la vida. Y siempre me agradecen mi interés, mis oraciones y mi amor expresado hacia ellos. Me recuerdan incidentes y circunstancias cuando necesitaban la comprensión de un adulto, y me agradecen en palabras de gran emoción todo lo que representó para ellos mi vida. No hay recompensa más enorme que las vidas de mis ex-alumnos que hoy aman y sirven al Señor.

Siempre me impacta cuando observo en la puerta de la iglesia, o en un pasillo o en la vereda, a un maestro dialogando con un alumno, haciéndole preguntas e interesándose por sus actividades. Uno ve en la cara del niño el gozo e entusiasmo de ver que es tomado en cuenta. Uno ve el aprecio que siente el niño por su maestro cuando lo saluda con un beso al llegar o con un abrazo al despedirse. Al ver esas escenas, pienso que así era el Señor con todos los niños y me inspira ver que hay entre sus seguidores muchos que siguen su ejemplo. El cuidado pastoral del niño es, al fin, nada más complejo que saber expresarle el afecto genuino.
 


viernes, 21 de diciembre de 2012

Origen de la Navidad: una cosmogonía de rituales paganos


. Origen de la Navidad: una cosmogonía de rituales paganos
. biblias y miles de comentarios
                           Origen de la Navidad: una cosmogonía de rituales paganos
"Lo verdaderamente cristiano de la Navidad es Jesús. El Cristo y el pesebre, que fue incorporado por San Francisco, con animales vivos y personajes disfrazados para imitar la forma en que se celebraba la Navidad en Tierra Santa".
 
En los albores de la era cristiana nadie estaba seguro de la fecha en que había nacido Jesús. Era evidente que en diciembre y enero se daban –y se dan– las temperaturas más bajas (hasta 0,1 bajo cero, en grados Celsius) y las precipitaciones más altas (hasta 187 milímetros), de tal manera que resultaba imposible que los pastores durmieran a cielo descubierto mientras cuidaban el ganado, según escribió San Lucas –médico sirio convertido al cristianismo muchos años después de la desaparición de Jesús–, pues durante esta época, incluido febrero, hombres y ganado pernoctaban bajo techo. Era entonces absurdo que el censo de población –decretado por Quirino, gobernador de Siria – se llevara a cabo durante estas fechas, en medio del frío, la lluvia, y los caminos anegados y resbaladizos que harían imposible la caminata a sus lugares de origen, como es el caso de José y María.
Así pues, se comenzó a especular con las fechas: 16 ó 20 de mayo, 9, 19 ó 20 de abril, 29 de marzo o 29 de septiembre. Hasta que en el año 334 el Papa Julio I dictaminó que Jesús había nacido el 25 de diciembre. No era fecha escogida al azar pues –como nos indica Desmond Morris en “Tradiciones de Navidad” – coincidía con las festividades que se realizaban en muchos de los desplazamientos de peregrinos durante el solsticio de invierno: las ceremonias vikingas en honor de Odín, las Saturnalias romanas, el nacimiento del dios Indoiraní Mithra, etc. De ahí que el nacimiento del Jesús El Cristo haya sido fácilmente asimilado al retorno del sol, al regreso de la luz. Todo parece indicar que Jesús nació 6 años antes de su supuesto nacimiento, pues los censos se llevaban a cabo cada 14 años, y el último había sido en el 20 AC.
Un elemento pagano de la navidad es el árbol. Muchos pueblos les rendían culto a un puñado de árboles considerados sagrados por distintos motivos. El más común, desde Grecia hasta Noruega era el roble, pero con el devenir del cristianismo se cambió el inconmovible roble por el abeto pues, según los misioneros, la forma triangular de la enramada correspondía al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este tres mágico caló muy bien en todas partes ya que era un número venerado por muchos pueblos miles de años antes de la venida de Jesús, y de esta manera bastante singular se impuso el abeto y luego el pino.
Otro elemento pagano es Papá Noel, que en un principio se trataba del Abuelo Invierno al que los vikingos agasajaban para que fuera benévolo y, llegado el momento, partiera sin resentimiento para dar paso a la nueva vida. Una vez cristianizados y siguiendo la costumbre vikinga, los bretones los denominaron Viejo Padre Navidad: uno de ellos se disfrazaba del personaje y con gran alegría el pueblo le ofrecía de comer y de beber en abundancia hasta su partida.
Con el tiempo, el Padre Invierno o Papá Noel, se confundió con San Nicolás, un hombre sumamente rico nacido en lo que hoy es Turquía y famoso por su generosidad con los más pobres, en especial con los niños. A aquel hombre que se transformó en obispo y más tarde en santo, los holandeses le tomaron particular cariño y lo llamaron en su lengua Sinter Klaas (San Nicolás), y con este nombre pasó a América, más específicamente a Nueva Ámsterdam, que luego los ingleses rebautizaron como Nueva York. Con el tiempo y las aguas navideñas, Sinter Klaas se transformó en el famoso Santa Claus (Jo Jo Jo), es decir: Papá Noel, esto es, el Padre Invierno.
Los americanos contribuimos a la Navidad con el pavo –del que los aztecas tenían grandes criaderos–, que fue introducido en Inglaterra por David Strickland, razón por la cual obtuvo el derecho a poner como centro de su escudo familiar un pavo macho. Sin embargo, durante años –confundiendo el pavo de América con la gallina de Guinea– se creyó que habían sido los turcos quienes habían introducido el pavo en Inglaterra, de ahí su nombre en inglés: turckey (turco).
Al parecer, lo verdaderamente cristiano de la Navidad es Jesús. El Cristo y el pesebre, que fue incorporado por San Francisco, con animales vivos y personajes disfrazados, en el año 1224, para imitar la forma en que se celebraba la Navidad en Tierra Santa. Desde esa fecha, muchas casas nobles de Europa empezaron a competir entre ellas para diseñar el mejor pesebre cada año. Luego esta costumbre se trasladó a América, en donde se incorporaron figurillas de alpacas, cóndores, tapires y caimanes, amén de indios pastores, ángeles negros, ídolos precolombinos, así como chamanes amazónicos o emperadores incas en sustitución de algún Rey Mago, por lo general Gaspar.
De esta manera puede apreciarse cómo la Navidad, fiesta especialmente diseñada para ser disfrutada por los niños, es una mezcolanza de tradiciones, mitos y ceremonias paganas.
 
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