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domingo, 22 de marzo de 2015

¿Qué le pasa al pueblo de Dios? ¿Por qué muchos van en busca de otras doctrinas? Conocen bien la verdad, aceptan ser desviados de ella

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El Reconocimiento del Error
2 Juan 7
La urgencia con que Juan exhortaba a sus hermanos a seguir obedientes a la verdad (4–6), se explica en el siguiente pasaje, donde les advierte del peligro. Ya circulaban falsos maestros negando la fe apostólica y sembrando confusión entre los hermanos (7). No debe haber sido una sorpresa para las iglesias ya que Pablo y Pedro, al igual que nuestro Señor, habían dicho que algunos vendrían después para introducir el error doctrinal (Lucas 21:8; 1 Timoteo 4:1–3; 2 Pedro 2:1–3).
La presencia de estos engañadores requiere que se manifieste la otra cara del amor. El mandamiento de Dios es que nos amemos unos a otros. Sin embargo, el andar en amor va de la mano con el andar en verdad (4–6). La comunión genuina se basa en ésta. Por eso, el amor sincero tiene que excluir a los que no andan conforme a la verdad (7–11).
El propósito de Juan no fue dejarnos una excusa para apartarnos de aquellos que no están de acuerdo con todo lo que creemos. No debemos examinar detalladamente cada declaración doctrinal de otros grupos con el fin de encontrar alguna cosa para poder criticarlos y para no tener comunión con ellos. Sin embargo, es obvio que Juan consideraba que ciertas doctrinas falsas eran lo suficientemente graves como para impedir la unión con esa gente. En este estudio, queremos evaluar la doctrina de estos “engañadores y anticristos” para observar cuáles eran sus enseñanzas.
EL ANDAR EN COMUNION
SE BASA EN LA VERDAD.
DOS NO PUEDEN ANDAR JUNTOS
SI VAN EN DIRECCIONES CONTRARIAS
LOS ENGAÑADORES Y LOS ANTICRISTOS
El engañador o impostor pretende ser lo que no es. Siempre tiene el propósito de desviarnos de la verdad, o de distraernos para que no nos demos cuenta de ella. Juan previene a los hermanos que andan muchos engañadores por el mundo. Lo peor es que profesaban venir de Dios siendo que su objetivo verdadero era infiltrar en las iglesias el error y las divisiones.
La palabra “anticristo” quiere decir uno que se opone a Cristo. Así que, para Juan el anticristo es cualquier persona que está en contra de El y de sus enseñanzas. En particular, porque niegan Su venida en carne, es decir la encarnación. “Engañador” y “anticristo” no se refieren a dos clases distintas de falsos maestros. Son títulos sinónimos del mismo oficio.
Negar la venida de Cristo en carne era el error fundamental de ellos. La forma que Juan empleó para expresarlo da lugar a un significado amplio de la palabra encarnación. Esta se refiere a la venida del Hijo de Dios en forma de hombre, con todo lo que esa venida incluía: Su muerte en la cruz, Su resurrección corporal, Su ministerio actual en cuerpo glorificado, la segunda venida, y Su reino en la tierra.
LA INFLUENCIA DEL GNOSTICISMO
Gran parte del error de estos maestros se relacionaba con las doctrinas falsas de los gnósticos. Esta corriente pregonaba la filosofía de la superación del hombre, que se obtenía por medio de sus elevados conocimientos. Consideraban que el espíritu era divino, pero la materia era corrupta. Para los gnósticos, el mayor problema del universo era que lo espiritual estaba esclavizado por lo material. Su salvación consistía en liberar al espíritu de su prisión material. El hombre, por lo menos el grupo selecto de conocedores, alcanzaba dicha separación por medio de su elevado entendimiento, es decir, por medio del gnosis.
Es fácil entender entonces, por qué los gnósticos tenían poco aprecio para el universo creado por el Dios Supremo. Para ellos, un Dios bueno y espiritual nunca hubiera creado nada material, puesto que la materia es mala en sí. Creían que Dios es Espíritu, pero que este universo había sido creado por una fuerza maligna.
Por estas razones, los gnósticos consideraban que el cuerpo era una prisión del espíritu humano e indigno de cuidado, mucho menos de salvación. El fin del hombre era liberarse de las ataduras de este cuerpo material.
Debido a ello, el gnosticismo negaba la encarnación de Jesucristo. Puesto que la materia es mala, el Hijo de Dios jamás hubiera tomado un cuerpo humano. Según ellos, el espíritu de Jesús sólo tenía la apariencia de un cuerpo. Por lo tanto, el nacimiento virginal, la muerte en la cruz, la resurrección con cuerpo glorificado, y la segunda venida en ese mismo cuerpo, carecían de sentido.
Los engañadores y anticristos de los cuales Juan escribió, sin duda sembraban esas ideas erróneas y mucho más. Lo peor del asunto, es que pretendían dar la interpretación correcta de las enseñanzas de Jesús, ya que poseían grandes conocimientos de los misterios del universo. Es fácil entender cómo algunos hermanos se quedaban impresionados con las ideas tan atractivas que exaltaban los logros humanos; la gente hoy en día responde de la misma manera. Con cuánta razón Juan se preocupaba por ellos y les advertía de los peligros de sus enseñanzas.
RESUMEN DE LA ENSEÑANZA DE JUAN
Conforme al propósito de esta carta personal, la corta descripción que hace Juan de los engañadores sería suficiente para sus lectores. Sus contemporáneos ya los conocían bien. No había necesidad de mayor definición. Probablemente la primera carta de Juan ya circulaba entre varias iglesias de la región. Es más, algunos de los mismos lectores tenían conocimiento de las cartas de Pablo y Pedro, escritas veinticinco años atrás. Sin embargo, a pesar de tanto tiempo transcurrido, nosotros necesitamos estudiar estos escritos para orientarnos en cuanto a la esencia de esta doctrina.
¡PENSEMOS!
Para comprender mejor la naturaleza del error contra el cual Juan luchaba, haga un estudio breve de pasajes en los cuales Juan se refiere a los “anticristos” o a “engañadores”. Elabore una lista de las expresiones que se utilizan para describirlos y a sus doctrinas en cada pasaje.
1 Juan 2:18–19
1 Juan 2:22–23
1 Juan 4:2–3
1 Juan 4:5–6
2 Juan 7
Después, resuma las doctrinas falsas que apoyaban. ¿Cuáles doctrinas bíblicas negaban? ¿Cómo podría usted reconocerlos si los viera en su vecindad hoy en día?
Para exponer estos pasajes en una manera más amplia y detallada y para relacionarlos mejor con la enseñanza de 2 Juan, a continuacíon se incluye un resumen de su doctrina desde nuestra perspectiva.
1 Juan 2:18–19
Juan recordaba a sus lectores que el anticristo vendría, pero que otros muchos ya andaban sueltos. Eran muchos los que estaban en contra de Jesucristo. De la misma manera, mientras aparece el que encabezará la oposición a Dios, siempre habrá quienes apoyen este mismo espíritu de anticristo y sembrarán error y confusión.
Al principio, estos anticristos se identificaban con las iglesias cristianas, pero su misma herejía finalmente evidenciaba que no eran cristianos genuinos. Esto servía como una advertencia de que pudiera haber otros en medio del pueblo de Dios que todavía no habían demostrado lo que eran en realidad.
La “salida” de estos anticristos de las iglesias probablemente se refiere al desvío o separación de la doctrina de los apóstoles. Por lo que Juan escribió, parece que esos maestros falsos no dejaban en paz a las iglesias. Seguían abrumándolas con sus errores, queriendo atraer a otros.
1 Juan 2:22–23
Estos engañadores y anticristos eran también mentirosos, pues negaban que Jesús fuera el Mesías, el Ungido de Dios. De acuerdo al punto de vista gnóstico, el enviado de Dios no podría ser un hombre. Si acaso aceptaban que pudiera haber un Mesías, no toleraban la idea de que tuviera cuerpo humano. Es muy probable que ni siquiera aceptaran la doctrina de la venida del Salvador, y mucho menos que lo hiciera en el cuerpo de uno llamado Jesús.
Es más, al negar al Hijo, Juan afirmó que desechaban también al Padre. El hecho de negar al Hijo de Dios equivale a negar a Dios Padre también. El que busca al Padre, reconoce a Su Hijo a quien El ha enviado (Juan 5:23; 14:6–11; 15:23). Sin embargo, estos engañadores ponían en duda toda la obra de redención de Dios y que hubiera enviado a su Hijo a morir por los hombres. No aceptaban la intervención divina en el mundo por amor, y Su relación con el Hijo. En fin, rechazaban el fundamento y corazón del mensaje de salvación.
QUIEN SE OPONE A JESUCRISTO
SE OPONE TAMBIEN AL PADRE
1 Juan 4:2–3
Juan distingue claramente entre el espíritu de los maestros fieles que son de Dios y el del anticristo. El maestro fiel es guiado por el Espíritu de Dios, quien enseña todo acerca de Cristo, nuestro Salvador. El espíritu del anticristo no acepta que Jesucristo ha venido en carne, es decir, no cree en la encarnación. Los hermanos debían entender bien que este espíritu maligno ya estaba presente en el mundo.
1 Juan 4:5–6
Los anticristos provienen del mundo dominado por el diablo. Enseñan las cosas de él. Sus enseñanzas son atractivas y el mundo las oye bien. Parecen apelar también a los hermanos que no andan bien en los caminos del Señor, apoyando la misma perspectiva que sus vecinos y compañeros incrédulos.
Juan y los otros apóstoles eran de Dios, y los que verdaderamente eran de Dios los oían. Por el contrario, los que no son de Dios no oyen a los apóstoles. Así se puede distinguir entre el espíritu de verdad y el error, dependiendo de la disposición de aceptar la verdad que Dios ha revelado a Sus mensajeros.
2 Juan 7
A la luz de las referencias anteriores a la enseñanza de Juan en cuanto a los anticristos, podemos ver la importancia de afirmar la verdad en cuanto a Jesucristo. Estos engañadores se oponen a El. Niegan que Jesús es el Mesías, el que Dios envió a esta tierra en carne. Al negar a Jesús, niegan también al Padre.
Quien hace tal cosa se ha apartado de la verdad. Representa un espíritu que no viene de Dios, sino del mundo. No es vocero de El, ni de la verdad, sino del error. Proclama una mentira. Es una voz muy popular que a la gente les gusta oir, pero que no procede de la verdad. Por lo tanto, debemos comprender lo que representan y estar atentos para defendernos de su engaño. Tales doctrinas vienen del autor de la mentira.
EL QUE NIEGA LA ENCARNACION
DE JESUCRISTO
NO ES DE DIOS
No debemos creer que la doctrina mencionada en esta carta fuera un error aislado del primer siglo. Existe aún en la actualidad y parece que va en aumento. En América Central existe un grupo que se llama “Gnosis Cristiano”. Afirman el mismo error del primer siglo, sólo que actualizado y ahora profesan abiertamente ser “cristianos”.
Pensemos en otras sectas, como los mormones y los testigos de Jehová, que circulan en todas partes del mundo. Propagan muchas ideas erróneas, pero la principal es la relacionada con la persona y obra del Hijo de. Dios cuando vino al mundo. Tales grupos niegan que Cristo es el mismo Dios del universo hecho hombre. Aunque puede haber algunas doctrinas en las cuales estemos de acuerdo, en lo que se refiere a la persona y obra de Cristo, jamás podremos llegar a estarlo.
El apóstol Juan establece claramente que “el que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne es el engañador y el anticristo”. Según la prueba de Juan, aunque profesan ser cristianos, en realidad son engañadores que se oponen a Cristo. No son de Dios. Por amor a la verdad, tenemos que rechazar las enseñanzas de tales grupos.
¡PENSEMOS!
Identifique los grupos religiosos conocidos en el pueblo donde usted vive que tienen errores serios en cuanto a la persona y obra de Cristo. ¿Quiénes niegan que Jesucristo sea el Dios del universo hecho verdaderamente hombre? Conforme a lo enseñado por Juan, ¿cuál debe ser nuestra respuesta frente a los maestros de tales grupos?
En Gálatas 1:6–9, Pablo hace referencia a otra clase de error que considera tan grave como el que enfrentaba Juan. ¿Qué enseñaban ellos? Busque los indicios que revelan su error en 3:1–5, 10–14. ¿Merecen los que enseñan esta clase de doctrina el mismo trato que los de 2 Juan 7? ¿Habrá algún otro error doctrinal tan grave que exija semejante trato? ¿Cómo debemos responder al encontrarnos con maestros de esta clase de doctrina?
Debemos tomar en cuenta que una acción tan radical no debe aplicarse por cualquier error o diferencia de opiniones. Estos casos tienen que ver con la esencia del mensaje del evangelio.

Confrontando el Error
2 Juan 8–13
¿Qué sucede con el pueblo de Dios? ¿Por qué será que tantos cristianos van en busca de otras doctrinas? Aunque muchas veces conocen bien la verdad, se les desvía de ella. ¿Por qué?
Esta situación no es nada nuevo, pues ya existía en el Antiguo Testamento. Después de la gran obra de redención que Dios había efectuado en el éxodo de Egipto (Exodo 12–14), Su provisión espectacular en el camino (Exodo 15–17), la revelación de Su gloria (Exodo 19–20), y la prohibición específica de hacer imagenes (20:4–5); mientras que Moisés estaba en el monte recibiendo la ley de Dios para gobernarlos conforme al plan divino, Israel se extravió de la senda indicada para seguir otra (Exodo 32:1–8). En lugar de perseverar en la verdad, se apartaron de lo que acababan de oir de parte de Dios mismo.
Al tratar de explicarnos cómo pudo suceder tal cosa, en su primera carta Juan explica que las personas que se oponían a Jesucristo habían salido de en medio del pueblo de Dios, pero no eran parte de él en realidad (1 Juan 2:19). Su misma separación comprueba que nunca pertenecieron a ellos de corazón. Más bien, su proceder sirve para recordarnos que no todos los que están en medio de nosotros son de verdad del cuerpo de Cristo. Por eso, tenemos que tener cuidado, estando seguros de nuestra propia doctrina y de la influencia de aquellos que pudieran estar entre nosotros con el propósito de desviarnos.
VIGILANCIA FRENTE AL ERROR 8–9
En esta segunda carta, Juan repite la misma advertencia (8–9). Los que quieren engañar intentan desviar a los verdaderos hijos de Dios de Su camino para que no hagan la voluntad del Señor y no reciban la recompensa del servicio fiel que El les quiere dar. Quienes se oponen de esta manera a la doctrina de Cristo, demuestran así que no tienen a Dios en su vida. Por lo tanto, debemos estar atentos para no caer en su trampa.
¡PENSEMOS!
Al observar la advertencia que Juan presenta en este pasaje, parece que existe el peligro de que un cristiano pierda la salvación. Juan afirma que se puede arruinar o destruir lo que se ha logrado. Además, enseña que para tener a Dios, se requiere perseverar en la doctrina de Cristo. ¿No indican estas advertencias que se puede perder la salvación?
Frente a una enseñanza que parece incluir tal cosa, siempre vale la pena estudiar el pasaje con cuidado. Observemos lo que estos versículos dicen. Al indicarles que deben estar atentos, Juan señala lo que deben procurar no perder (8). ¿Qué es esto? ¿Qué es lo que deben luchar por recibir? ¿Acerca de qué tema habla Juan aquí?
En la segunda parte de la advertencia, se afirma que hay riesgo de extraviarse y no perseverar en la doctrina de Cristo (9). Según este versículo, ¿quién es la persona que no se apega a la verdad? ¿Quién sí lo hace? El propósito no es asustar al creyente verdadero en cuanto a su salvación, sino, más bien, afirmar una verdad en cuanto a los maestros falsos. A la luz de este versículo, ¿qué se puede decir con seguridad en cuanto a la persona que niega la persona y obra de Cristo?
El Peligro de Perder el Premio 8
“Mirad por vosotros” es para decir a sus lectores que están en peligro de perder el fruto de su trabajo. Esto se refiere a los galardones que Dios ha prometido por el servicio fiel de su hijos.
La salvación es distinta de ellos. Tiene que ver con el perdón del pecado y la vida eterna. La salvación se recibe como un regalo de Dios por medio de la fe en Jesucristo. No la podemos ganar, sino que la obtenemos por la gracia y misericordia de Dios (Hechos 16:31; Efesios 2:8–9; Romanos 3:21–24).
Los premios son recompensas que se nos darán por haber servido fielmente como hijos de Dios después de nuestra salvación. En la Biblia se les llaman también coronas y varios autores del Nuevo Testamento las mencionan:
* 1 Corintios 9:16–27
Corona incorruptible
* 2 Timoteo 4:6–8
Corona de justicia
* Santiago 1:12
Corona de vida
* 1 Pedro 5:4
Corona incorruptible de gloria
* Apocalipsis 2:10
Corona de vida
Al final de esta era, todos tendremos que dar cuentas ante nuestro Señor Jesucristo por el servicio que hayamos rendido durante nuestra vida. Conforme a Su evaluación, se distribuirán los premios indicados para cada uno. Algunos recibirán coronas y otros apenas lograrán entrar, como alguien que acaba de escapar de un incendio: con vida pero con las manos vacías. No está en juego la salvación; sólo las recompensas (1 Corintios 3:10–15; 4:2–5).
El propósito de los engañadores que se oponen a Cristo es desviarnos de la verdad de tal manera que nos hagan inútiles y perdamos las recompensas que Dios nos quiere dar. Por eso, debemos tener cuidado para que no lo logren.
El Camino Extraviado 9
Juan explica nuevamente que el peligro consiste en la infiltración subversiva de doctrinas erróneas acerca de Jesucristo. Quienes se han apartado y no perseveran en la sana doctrina, son los falsos maestros. Extraviarse no es sólo perder el camino por ignorancia. Significa más bien adelantarse o salir del camino correcto para seguir uno propio, pero desviado. La expresión se empleaba con frecuencia para identificar a alguien que procuraba llevar adelante alguna cosa. En ese sentido, podríamos llamarle un promotor.
Así habían hecho esas personas. Decidieron seguir su propia interpretación en cuanto a la persona y obra de Jesucristo. Juan señaló las dos características principales de ellos: se habían apartado completamente de la enseñanza apostólica, y ya no se apegaban a la verdad. Se habían dedicado a promover otras doctrinas.
La conclusión es que tales maestros no tienen a Dios; es decir, no son creyentes genuinos (1 Juan 5:12). Tal vez aún profesan pertenecerle pero lo hacen para engañar y sembrar el error. Pueden ser reconocidos porque no persisten en la enseñanza de Cristo. Por el contrario, los que sí perseveran en la sana doctrina de Cristo tienen al Padre y al Hijo. Son creyentes auténticos y lo manifiestan por su lealtad a El.
El apóstol Juan teme que los hermanos se dejen llevar por los dichos equivocados de los engañadores, y pierdan parte de su recompensa. En lugar de servir a Dios en la evangelización de los perdidos y la edificación del cuerpo de Cristo, irán a malgastar sus energías discutiendo y propagando doctrinas erróneas.
LOS MAESTROS DE DOCTRINA FALSA
LA PRESENTAN EN PAQUETES ATRACTIVOS.
SE REQUIERE MUCHO CUIDADO
PARA NO SER ENGAÑADO
EXCLUSION DE LOS MAESTROS FALSOS 10–11
A la luz de la amenaza que los falsos maestros presentan, se requiere cuidado en la selección de quienes colaboran en la educación cristiana en la iglesia. Si un maestro no trae la doctrina correcta sobre la encarnación de Cristo, no lo debemos recibir.
En aquel entonces, los que se dedicaban a la enseñanza, acostumbraban ir de pueblo en pueblo llevando sus ideas y acumulando discípulos. Esperaban que ellos y sus oyentes les dieran hospedaje, comida y donaciones para ayudar en el sostén.
Los apóstoles y enviados cristianos hacían lo mismo. El dar hospitalidad a los maestros acreditados entre las iglesias era una obligación para los hermanos. Pablo lo presentó como un deber y forma parte importante del ministerio en el cuerpo de Cristo (Romanos 12:8; Tito 1:8).
Juan no niega la importancia de la hospitalidad, sino que les exhorta a tener mucho cuidado y distinguir entre lo genuino y lo falso. Hay que probar la doctrina de un maestro antes de extenderle la bienvenida. Si no se acredita adecuadamente, los hermanos no deben recibirlo. Aceptarlo es igual a invertir en el ministerio de tal persona y apoyar sus enseñanzas.
La palabra “participar” significa entrar en un compañerismo íntimo (11). Juan aclara que no puede existir tal cosa entre el error y la verdad. Si tratan de acomodarse a sus desviaciones, sólo van a cosechar problemas. La tolerancia del error no es una virtud. No estamos obligados a hospedar a engañadores y anticristos. Si recibimos con entusiasmo a los que promueven otras doctrinas, nos hacemos copartícipes con ellos. No conviene que nos identifiquemos con los que apoyan otras ideas que se oponen a la verdad que la Palabra de Dios enseña en cuanto a la persona y obra de Cristo.
AL EXTENDERLES LA HOSPITALIDAD
A LOS MAESTROS FALSOS
NOS HACEMOS PARTICIPES
DE SUS MALAS OBRAS
¡PENSEMOS!
Hoy en día, las iglesias evangélicas confrontan una situación similar. Tienen que decidir si aceptan o no la oportunidad de recibir a un predicador o conferencista desconocido. Todavía existe el peligro de que traigan doctrinas falsas o divisionistas. Tomando en cuenta el dictamen de Juan en esta carta, ¿cuál debe ser nuestro proceder antes de invitar a un predicador?
¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a la llegada de tal persona? ¿Qué factores debemos considerar para decidir si debemos colaborar en una campaña evangelística con otras iglesias?
Juan indica que nuestra meta debe ser la deno participar en la propagación de doctrinas falsas. ¿Prohibe este principio toda hospitalidad para los desconocidos? ¿Impide ésto la ayuda social a los necesitados que no son creyentes?
DESEO DE VISITARLES 12–13
Al concluir la carta, Juan indica que todavía quisiera presentar otros temas más. No sabemos sobre qué otras cosas quería escribirles. En lugar de enviárselas por carta, esperaba ir a visitarles para hablar con ellos cara a cara.
Los hijos de una hermana mandan saludos. Bien pudo ser hermana de la destinataria de la carta. El hecho de que los hijos manden saludos se explica satisfactoriamente si suponemos que la madre hubiera muerto.
La otra interpretación posible es que Juan siempre se refería a las iglesias de Asia Menor como hermanas. Una sería la destinataria; la otra es la iglesia desde donde Juan escribe. En tal caso, los hijos serían los miembros de la congregación.
RESUMEN DE 2 JUAN
En esta carta, Juan pone énfasis en dos principios importantes:
1. El amor y la verdad tienen que mantenerse juntos. El amor fraternal debe manifestarse dentro de los límites que la verdad impone; y ésta debe expresarse con amor (4–6).
2. La intolerancia ante el error doctrinal es aceptable. La corriente moderna es aceptar los extremos en asuntos de doctrina, lo cual trae muchos peligros, entre ellos el de perder nuestro galardón. No debemos participar en la maldad de quienes se oponen a Jesucristo y Su doctrina.
Que Dios nos dé sabiduría para distinguir entre la verdad y el error, y para seguir la verdad con amor.
¡PENSEMOS!
Señale las lecciones principales que ha aprendido por medio del estudio de este libro. ¿Qué pasos debe dar para poner en práctica lo que Dios le ha enseñado y para agradarle sólo a El?
AMAD A LOS QUE ANDAN EN LA VERDAD
3 JUAN

SALUDO INICIAL     1–2
FELICITACION A GAYO     3–8
DENUNCIA DE DIOTREFES     9–11
RECOMENDACION DE DEMETRIO     12
SALUDO FINAL     13–15

EL AMADO HOSPITALARIO
EL QUE AMA EL PRIMER LUGAR
EL DE BUEN TESTIMONIO

Autor y Destinatario     1
Deseo para su Bienestar     3
Regocijo por su Testimonio     3–4
Felicitación por su Hospitalidad     5–6a
Exhortación a la Hospitalidad     6b
Razón para la Hospitalidad     7–8
Causa de la Denuncia     9–10
Advertencia a los Demás     11
Testimonio de los Hermanos     12a
Testimonio de la Verdad     12b
Testimonio de Juan mismo     12c
Deseo de Visitarles     13–14
Entrega de Saludos     15

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jueves, 3 de octubre de 2013

El error más Frecuente; Ayuda espiritual para el cristiano

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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                                                                          Un error común     
Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces si no está Dios con él. Juan 3.2

Es evidente que Nicodemo estaba inquieto por lo que veía en la persona de Cristo. Sus compañeros fariseos permanentemente buscaban la manera de desacreditarlo. Nicodemo, sin embargo, procuró hablarle a solas, tomando las precauciones necesarias para que no lo vieran.
La primera frase que pronunció el fariseo revela uno de los más comunes errores en nuestra cultura: creer que las buenas obras son una señal incuestionable de la presencia de Dios en la vida de una persona. Es una de las razones por lo que existe tanta confusión acerca de quiénes son verdaderamente los siervos de Dios entre nosotros. No pasa semana en la cual no converso con alguna persona que señala la abundancia de «señales» en algún ministerio, como clara evidencia de la operación del Espíritu en la vida de algún líder.
Debemos recordar que el enemigo también tiene poder para obrar milagros. Cuando Moisés se presentó delante del faraón y convirtió su vara en serpiente, los magos de la corte hicieron exactamente lo mismo. En Mateo 7.22 Cristo solemnemente advierte que en el día del juicio final se presentarán delante de él personas que le dirán: «Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?», ¡personas que él no conoce! ¡Cuán profundamente defraudados se sentirán al escuchar de la boca de Cristo que él los llama «hacedores de maldad»!
No obstante el contenido dramático de este texto, en veinticinco años de experiencia ministerial he visto al pueblo de Dios seducido una y otra vez por este concepto. Han desfilado por la iglesia un sin número de profetas, sanadores y hacedores de milagros. Deslumbrados por sus obras, no nos detuvimos a pensar que muchos de ellos no mostraban la verdadera señal de una persona consagrada a Dios, aquella señal que el diablo no puede imitar, ni falsificar. Cristo indicó que esta señal es la ÚNICA evidencia de la obra de Dios: haber nacido a una nueva vida por la exclusiva acción del Espíritu Santo.
Es la obra soberana del Espíritu la que produce en el ser humano un corazón regenerado que se manifiesta en actitudes completamente diferentes a la de las personas que viven en tinieblas. En esa vida se podrá ver claramente el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio (Gl 5.22–23). La Palabra claramente señala que los hombres serán conocidos por estos frutos.


Para pensar:
¿Implica esto que todos los que obran milagros son indignos de nuestras confianza? ¡De ninguna manera! Dios ha dado a su pueblo acceso a todas las manifestaciones del Espíritu, incluyendo la posibilidad de obrar milagros, señales y prodigios. No debemos, sin embargo, mirar estas manifestaciones para evaluar si un ministerio es genuino, sino la vida de la persona que está detrás del ministerio. Los que caminan con Dios indefectiblemente tendrán perfume de cosas santas y se verá en sus vidas el mismo carácter del varón de Galilea.
 


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