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martes, 22 de marzo de 2011

¿Qué fue lo que se Escribió en la Piedra de Mesa?: He Aquí la Traducción



La división en párrafos de la traducción que sigue no está en la inscripción original, pero se la añade por ser conveniente. Las palabras entre corchetes se insertan para hacer más claro el significado de la inscripción. Los puntos suspensivos indican vacíos en la inscripción, cuyo contexto no permite deducir lo que podría haberse escrito. Las palabras seguidas por signos de interrogación entre paréntesis, se han añadido para completar el texto tal como lo sugiere el contexto.

La Piedra Moabita
"Yo soy Mesha [Mesa], hijo de Kemosh [Quemos o Camos], ... rey de Moab, el debonita. Mi padre reinó en Moab 30 años, y yo reiné después de mi padre. Y erigí este lugar alto para Kemosh en Qorjah [Qarhoh] ... porque me salvó de todos los reyes y me hizo triunfar sobre todos mis enemigos. Omri, rey de Israel, había oprimido a Moab por muchos días porque Kemosh estaba enojado con su país. Y le sucedió su hijo, y dijo él también: 'Oprimiré a Moab'. En mis días él habló así (?), pero he triunfado sobre él y sobre su casa, e Israel ha perecido para siempre. Y Omri había ocupado la región de Medeba [Madaba] e[Israel] habitó allí durante sus días y durante la mitad de los días de su hijo [Acab], 40 años, pero Kemosh moró en ella en mi tiempo.
"Y yo edifiqué a Baal-meón y construí allí un estanque, y edifiqué a Qiryatán [Quiriataim]. Ahora los hombres de Gad habían habitado en la región de Atarot desde antaño, y el rey de Israel había construido a Atarot para ellos; pero yo guerreé contra la ciudad, la tomé y maté a toda la gente de la ciudad para satisfacer a Kemosh y a Moab. Y traje de allí a Orel [Arel], su caudillo, a quien arrastré ante Kemosh en Queriot, y establecí allí a los hombres de Saróny de Mabarat.
"Y Kemosh me dijo: 'Ve, arrebátale Nebo a Israel'. Y fui por la noche y combatí contra ella desde que despuntó el alba hasta el mediodía; la tomé, y los maté a todos: 7.000 [70.000] hombres, muchachos (?), mujeres, niñas (?) y esclavas, porque los había dedicado a todos a Ashtar [Astarot]-Kemosh [Quemos]. Y tomé de allí los vasos (?) de YHWH [Yahvé o Jehová], y los arrastré delante de Kemosh. Y el rey de Israel había edificado a Yahas [Jahaza], y allí habitaba mientras combatía contra mí. Pero Kemosh lo expulsó ante mí, y (?) tomé de Moab 200 hombres, todos principales, y los puse contra Yahas, y la tomé para anexarla a Dibón.
"Edifiqué a Qorjah, el muro de los bosques y el muro de la ciudadela; también construí sus puertas y construí sus torres, y edifiqué el palacio, e hice ambos estanques para el agua dentro de la ciudad. Y no había cisterna dentro de la ciudad de Qorjah. Y dije a todo el pueblo: 'Cada uno de vosotros haga para sí una cisterna en su casa'. Y corté madera para Qorjah con prisioneros israelitas.
"Yo edifiqué a Aroer, e hice un camino público en el Arnón. Edifiqué a Bet-bamot porque había sido destruida. Edifiqué a Bet-ser [Bezer] porque yacía en ruinas, con (?) 50 hombres de Dibón, pues todo Dibón era obediente. Y reiné sobre (?) 100 pueblos que yo había anexado al país. Y construí a Medeba y a Bet-diblatén [Bet-diblataim] y a Bet-baalmeón y puse allí los apriscos (?) para (?) las (?) ovejas de la región. Y en cuanto a Hauronen, ellos moraban en ella... Pero Kemosh me dijo: 'Desciende, lucha contra Hauronen'. Y descendí y (?) la (?) tomé (?) y Kemosh moró (?) en ella en mis días..."

La Piedra de la Discordia: La Piedra de Mesa o La piedra Moabita

Durante muchos siglos, el interés de los cristianos se había concentrado en los santos lugares tradicionales, que se expresaron en forma de monumentos tales como la Iglesia de la Natividad en Belén y la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Pero entre los cruzados o los peregrinos cristianos que viajaron a Palestina, y a través de ella, durante muchos siglos, no se puede encontrar ninguna huella de interés científico en los lugares antiguos.

No se llevó a cabo ninguna exploración científica del país hasta que Eduardo Robinson, profesor norteamericano, viajó por Palestina en 1838 e identificó numerosos lugares con los mencionados en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.

Robinson estableció un fundamento seguro y sólido para la gran investigación topográfico que fue llevada a cabo después por Conder y Kitchener bajo los auspicios del Fondo de Exploración de Palestina. Se efectuaron unos pocos descubrimientos antes de que se realizaran realmente las excavaciones.

La famosa piedra de Mesa fue hallada en la tierra de Moab por el misionero alemán Klein, en 1868.
Sin embargo, antes de que llegara a manos de los eruditos, los recelosos árabes rompieron el monumento en muchos pedazos, calentándolo con fuego y luego arrojando agua fría sobre la piedra caliente. Afortunadamente, antes de esto se había hecho una copia imperfecta.
Después, el erudito francés Clermont-Ganneau pudo rescatar la mayoría de los pedazos y reconstruir la losa de basalto, que ahora está en el Louvre de París.
Este monumento contiene el texto de una victoria del rey moabita Mesa - en 34 líneas de hebreo antiguo anterior al exilio -, y que sigue siendo la inscripción más larga conocida de su clase.

La Palestina Antigua: Cuna de las Edades Venideras


La Palestina Antigua: Cuna de las Edades Venideras
Por largo tiempo, Palestina permaneció sin ser tocada. No fue antes del último tercio del siglo XIX cuando se introdujo la pala en las colinas de Palestina.
¿Por qué esperaron los arqueólogos más que el lapso de una vida, después de que Egipto y Mesopotamia comenzaron a entregar sus antiguos tesoros? ¿Por qué vacilaron antes de excavar en el país de los patriarcas y profetas, la patria de David, Salomón y Cristo? ¿No debería haber sido considerada Palestina como el campo más fértil para los arqueólogos bíblicos? ¿No podía esperarse que proporcionara un material valioso por el cual se corroboraran los relatos bíblicos y se confirmara la Palabra escrita de Dios?

Son fáciles de encontrar las razones por las cuales vacilaron los primeros arqueólogos antes de excavar en Palestina. Ella nunca fue el centro de un gran imperio rico y no poseyó ni edificios monumentales - con la excepción del templo de Jerusalén, completamente destruido - ni ciudades magníficas, como Tebas, Menfis, Nínive, Babilonia, Susa, Atenas o Roma.
Con la excepción de un corto tiempo, durante el reinado de Salomón, el país había sido pobre y generalmente estuvo dividido entre pueblos diferentes. Había visto más guerras y destrucciones que cualquier otro país de su tamaño, y su clima húmedo daba poca esperanza de que pudiera haber sobrevivido durante milenios cualquier material perecedero ante los embates de las destructivas fuerzas de la naturaleza.

La religión judía fue otra causa de la pobreza arqueológica, comparativamente grande de Palestina. En los países vecinos, los reyes levantaban monumentos de muchas clases para perpetuar sus nombres y fama. Tales monumentos no podían esperarse en la tierra de los israelitas, a quienes por ley les estaba prohibido hacer imágenes o erigir monumentos (Éxodo 20:4; Levítico 26:1; Deuteronomio 7:5, 16:22), y se les ordenaba que destruyeran tales objetos doquiera los encontraran.
Aunque puede suponerse que muchos reyes infieles de Israel construyeron tales monumentos, es igualmente probable que otros reyes, tales como Josías y Ezequías, o el gobernador Nehemías, destruyeran todos los monumentos que habían levantado sus predecesores. Por lo menos, esto explicaría por qué el único monumento conmemorativo descubierto hasta ahora, con una inscripción hebrea, sea la piedra moabita de Mesa, erigida por un rey pagano.
Por estas razones es comprensible que los excavadores tuvieron poca esperanza de efectuar descubrimientos espectaculares en Palestina, y las veintenas de excavaciones efectuadas en ese país han confirmado completamente los temores de los arqueólogos. Palestina no ha producido tesoros como los de las tumbas de Tutankamón o de los reyes de Ur, ni ha recompensado los esfuerzos de los excavadores con inscripciones comparables en número con las que han proporcionado Egipto o Mesopotamia.
Sin embargo, Palestina puede dar descubrimientos sensacionales. Esto finalmente se ha demostrado con los hallazgos de manuscritos bíblicos, y otros que no lo son, de dos mil años de antigüedad [a partir de 1947], tanto como planchas de cobre, en cuevas del desierto de Judea. Pueden esperarse grandes cosas si estos descubrimientos realmente fenomenales son sólo un ejemplo de lo que el suelo y las cavernas de Palestina pueden reservarnos.
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